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Capítulo 7 - Factores relacionados con la salud que afectan la ocupación de los trópicos húmedos americanos

Enfermedades parasitarias
Enfermedades producidas por virus
Enfermedades producidas por bacterias, rickettsias y espiroquetas
Enfermedades micoticas
Animales dañinos para el hombre
Plantas medicinales
Referencias

La determinación de muchos gobiernos sudamericanos, de explotar los recursos conocidos y desconocidos de sus bosques tropicales, ha determinado la proliferación de enfermedades que amenazan la seguridad del hombre en la selva. La presión de los gobiernos por explotar los recursos de los bosques tropicales ha obligado al hombre a trasladarse a la Selva y confrontar condiciones para las que no está adaptado ni acostumbrado. Por primera vez se ve expuesto a enfermedades características de los trópicos húmedos, mientras que a la vez está introduciendo nuevas enfermedades a las poblaciones indígenas de la Selva. La escasez de estudios epidemiológicos y el relativo desconocimiento por parte de los profesionales de la salud sobre las enfermedades tropicales contribuye a la persistencia de las mismas y reduce las posibilidades de controlarlas y erradicarlas. Por consiguiente, un programa de planificación y desarrollo en la Selva Central y en otros lugares de los trópicos húmedos, debe asignar una alta prioridad a la prevención de enfermedades y enseñar a los pobladores las propiedades terapéuticas naturales de la flora y de la fauna de la región. Tal esfuerzo permitiría al hombre vivir con seguridad en ecosistemas para los cuales no está completamente adaptado.

Cinco tipos principales de invasores amenazan al cuerpo humano en la selva peruana: parásitos, virus, bacterias, hongos y animales (enfermedades causadas por insectos, ofidios y peces).

Uno de los problemas más serios que confrontan quienes van a la Amazonía son las enfermedades parasitarias, debido a la dificultad de controlarlas. En la selva virgen no deberían existir las parasitosis del hombre, pero si una población libre de parásitos entra en contacto con poblaciones nativas que están afectadas por numerosos parásitos, la contaminación es inevitable. Por otra parte, una amplia gama de infecciones virales y enfermedades como el sarampión, la hepatitis y la poliomielitis representan un peligro para las comunidades nativas, debido a que estas comunidades no han sido expuestas a ellas y sus niveles de inmunidad son muy bajos. La tuberculosis y otras enfermedades respiratorias también constituyen frecuentes amenazas para las personas ya debilitadas por los parásitos, la anemia y la desnutrición. Además, diversos hongos pueden causar enfermedades pulmonares, particularmente aquellos que producen las micosis sistemáticas (blastomicosis sudamericana, histoplasmosis, aspergillosis).

En los trópicos húmedos abundan las infecciones generales y de la piel producidas por bacterias y hongos. Las deficientes condiciones sanitarias domésticas, la humedad de la piel, y la falta de una adecuada atención de la salud transforman a los individuos en fuentes de infección y fomentan la difusión de enfermedades.

Las picaduras de insectos pueden ser muy serias, especialmente para aquellas personas que por primera vez van a la Amazonía y no han desarrollado inmunidad a las mismas. Las picaduras de insectos pueden provocar reacciones cutáneas alérgicas intensas, produciendo erosión superficial de la piel y dejando una vía abierta a la introducción de bacterias, tales como las de la fiebre amarilla, la enfermedad de Chagas, la malaria y la leishmaniasis.

Enfermedades parasitarias

Al emigrar de las montañas a la Selva, las personas transportan sus parásitos. Las enfermedades parasitarias ocupan el primer lugar entre las enfermedades de los trópicos húmedos; están muy difundidas y constituyen un serio problema para la salud. Como en la zona de la Selva las condiciones sanitarias son deficientes, las personas son infestadas por casi todos los protozoarios intestinales, particularmente Entomoeba coli, Endolimax nana, Iodamoeba butschlii y Dientamoeba frágilis. Desde el punto de vista médico, sin embargo, la más importante es la Entamoeba histolytica, ampliamente conocida como productora de la disentería amebiana. Un elevado porcentaje de los pobladores de los Andes están infestados por E. hystolytica, que vive con el hombre como un comensal, se alimenta de los detritos de la alimentación que llegan al colon que tienen aún un gran contenido de hidratos de carbono. Allí se reproducen y se enquistan antes de ser eliminadas en las heces. Por la falta de sistemas de alcantarillado, estos quistes contaminan el suelo; por lo tanto, los alimentos y el agua de los que se sustenta el hombre se convierten en fuentes de infección que afectan a un gran número de personas, mientras que las moscas y otros organismos contribuyen a su diseminación. Incluso un solo individuo infestado se convierte en fuente de infección de E. hystolytica en la selva, debido a que las condiciones climáticas, el nivel de alimentación y la presencia de otros parásitos intestinales en la selva, particularmente los nemátodos y las bacterias que afectan el intestino grueso, favorecen la difusión de la enfermedad.

Además de la E. histolytica, que se observa en un 20 por ciento o más de la población de la sierra, otro parásito, el Balantidium coli, es bastante común en los cerdos y ocasionalmente puede afectar al hombre (Lumbreras, 1954a, 1954b). En estudios llevados a cabo en comunidades indígenas de la Sierra se encontró que un 15 por ciento de los habitantes tenía el parásito; en la población de la Selva este porcentaje es menor, pero los efectos del parásito son más graves. El B. coli se difunde de manera similar a la E. histolytica: el individuo de la Sierra lo trae consigo cuando se traslada a la Selva. El parásito ataca a personas en las cuales la mucosa del colon está debilitada por otras causas, como bacterias o parásitos helmintos como el Trichiuris trichiura, permiten la penetración del B. coli a través de la mucosa, ocasionando úlceras y síntomas similares a los de la E. histolytica.

La Giardia lamblia, otro protozoario intestinal ampliamente difundido, puede ocasionar trastornos digestivos en los niños, principalmente diarreas y malabsorción, que pueden provocar deshidratación, que si no se trata rápidamente produce a su vez desnutrición y la muerte. La Isospora belli es un protozoario que afecta las células de la mucosa del intestino delgado. Tiene un ciclo vital similar al de la malaria, que incluye esporozoitos, macro y microgametos, y quistes que se eliminan con las heces y contaminan el suelo.

Especial atención merecen los protozoarios que atacan otros tejidos u órganos fuera del intestino. Dentro de esta categoría están los flagelados, entre los que se destacan los trypanosomas, leishmanías y esporozoarios, los más importantes de los cuales producen la malaria y la toxoplasmosis. En la Selva Central se han identificado diversos vectores silvestres del Trypanosoma cruzi causante de la enfermedad de chagas o Trypanosomiasis americana (Lumbreras, 1972; Lumbreras et al. 1975). Los vectores conocidos son el Panstrongylus geniculatus, el Rhodnius robustus, el Rhodnius pictipes y el Eratyrus mucronatus, a todos los cuales se les ha encontrado infectados naturalmente por el parásito en la Selva Central.

Los vectores de esta enfermedad generalmente viven en las palmeras (como se ha demostrado en Venezuela) y ocasionalmente incursionan en las casas atacando al hombre y a los animales domésticos o semidomésticos. Es bien conocido que la Trypanosomiasis americana es una zoonosis y, por lo tanto, puede infectar a otros animales que sirven de huéspedes, como los monos, los marsupiales, los murciélagos y otros mamíferos y aves. Algunos vectores, como el Rhodnius robustus, completan su ciclo reproductivo dentro de la vivienda, donde las hembras ponen los huevos y las larvas se alimentan del hombre y los animales domésticos. Se ha encontrado que el R. herreri cumple este ciclo en los valles del Huallaga y el Marañón. El R. robustus, por su parte, no completa su ciclo vital en las viviendas, aunque las hembras adultas incursionan con mucha frecuencia en las mismas.

En el Perú existen dos formas de leishmaniasis: la forma cutánea, Uta, predominante en las regiones andinas y la Espundia o forma cutáneo-mucosa, que predomina en la región selvática (Hinojosa, 1982; Lumbreras, et al. 1975). En toda la Amazonía, tanto en la selva alta como la selva baja, se encuentra la forma clínica cutáneo-mucosa que se atribuye a la Leishmania brasiliensis, que predomina en la Selva Central y a la Leishmania brasiliensis guyanensis.

La leishmaniasis es transmitida por un vector, generalmente del género Lutzomya, principalmente la especie L. peruensis que parece existir en la región amazónica. Fuera de este género se ha considerado que Psychodopygus y Brumptomyia pueden ser posibles vectores en otros países. En el Perú, sin embargo, no se ha demostrado que estos géneros sean vectores de la leishmaniasis selvática, aunque existen en el país. Es necesario investigar los hábitos y el hábitat de los vectores de la enfermedad, para poder controlarlos. También es importante saber qué animales mamíferos actúan como huéspedes, sospechándose de los roedores Cryzomys, Dasyprocta y Neacomys y de los marsupiales y perezosos.

La leishmaniasis selvática es una zoonosis, y por lo tanto el hombre es una víctima ocasional. Esta enfermedad se presenta generalmente en aquellas personas que trabajan en el bosque, como los que trabajan con el café, el caucho, los que abren trochas para estudios geológicos en busca de petróleo, y los que buscan oro. En poblaciones asentadas en zonas desmontadas, la leishmaniasis tiende a desaparecer por la desaparición de los vectores.

La toxoplasmosis es otra protozoosis que se encuentra con frecuencia en la selva húmeda y particularmente en la Selva Alta (Lumbreras y Muñoz, 1963, Lumbreras et al. 1971). En algunas zonas de la región amazónica alta se observa la presenta de anticuerpos en un 75 por ciento o más de los pobladores. El gato es el huésped definitivo, pero todos los demás animales, incluyendo las aves, son susceptibles a la infección. El hombre puede adquirir la infección cuando ingiere carnes insuficientemente cocidas que contienen quistes de toxoplasmas.

La malaria y sus agentes en la Selva Central, Plasmodium vivax y Plasmodium malariae, constituye una constante amenaza para la población de la selva. En 1969 se produjeron 3 168 casos con una tasa de morbilidad de 24 y una mortalidad de 0.3 por 100 000 habitantes, cuando la población total era de 12 998 100 habitantes. En 1980, sobre una población total de 17 779 500 habitantes en el Perú, el número de casos fue de 80 000, la morbilidad y la mortalidad de 450 y 4.0 por 100 000 habitantes.

La malaria recrudece en forma repetida en los trópicos húmedos debido a la dificultad de mantener programas de control y erradicación, como la fumigación con insecticidas. Los pacientes que adquieren la malaria en el trópico la llevan a otras regiones, particularmente a la Costa, haciendo necesario extinguir rápidamente la enfermedad en esas zonas para evitar su mayor desiminación. En la región del río Ene la malaria es hiperendémica y en ella se han encontrado ambos tipos de Plasmodium, P. vivax y P. malariae, siendo predominante este último (Cantella et al. 1968). En el Perú se han descrito 40 especies de mosquitos anofeles, vectores de la malaria, aunque tres de ellas son importantes: A. pseudopunctipennis cuya distribución es universal, con excepción de la Selva Baja; A. benarrochi que predomina en la Selva Baja, y A. darlingi, que se encuentra en la zona fronteriza con el Brasil. Existen otros vectores secundarios: A. rangeli en la Selva Alta y el A. oswaldoi en la Selva Baja del sur. También se sospecha la presencia de P. falciparum en la Selva Central. El P. falciparum es especialmente peligroso ya que en muchos países, incluyendo los vecinos Brasil y Bolivia, este parásito ha demostrado resistencia al tratamiento con cloroquina, y además, ha demostrado ser fatal cuando ataca al sistema nervioso central.

La malaria debilita y predispone a las víctimas a contraer otras enfermedades, particularmente la tuberculosis, y es bien conocida como anemizante. Si la malaria se presenta junto con otras infecciones parasitarias como la uncinariasis, que también produce anemia, las consecuencias son aún más graves, como ocurre en la Selva Central, en el valle de Chanchamayo y en Perené.

Otro importante grupo de enfermedades parasitarias está constituido por las helmintiasis, causadas por parásitos metazoarios (Lumbreras et al. 1977). Dentro de éstos se encuentran ampliamente distribuidos en la Amazonía los Ascaris lumbricoides. Predominan en el trópico húmedo peruano donde alcanzan mayor tamaño que en la Costa y la Sierra, y a pesar del uso indiscriminado de medicamentos antiparasitarios, afectan de un 40 por ciento a un 60 por ciento de la población. En 1980, Lumbreras et al. reportaron una prevalencia de 43.9 por ciento en Chanchamayo, pero en lugares más apartados, donde hay gran contaminación y escaso tratamiento, la ascariasis puede sobrepasar el 90 por ciento.

Otros tres parásitos, Ancylostoma duodenale, Necator americanas y Strongyloides stercoralis, se encuentran casi exclusivamente en los trópicos húmedos siendo el más frecuente de ellos el Necator americanas. En términos generales, los índices de prevalencia de las uncinarias (Ancylostoma y Necator) pueden fluctuar del 15 al 70 por ciento, según la zona y las condiciones sanitarias. Las personas contaminadas con uncinariasis eliminan huevos que producen larvas. Los huevos se desarrollan en el suelo cálido y húmedo hasta que se ponen en contacto y penetran por la piel del huésped. Una vez que el parásito entra a un vaso sanguíneo es transportado al pulmón, donde atraviesa la pared de los alvéolos. Luego pasa a las vías respiratorias, llega a la laringe, pasa a la parte superior del intestino delgado, donde se instala y se desarrolla. Prendido de la mucosa por su extremidad cefálica, el parásito comienza a succionar sangre, produciendo anemia, que resulta especialmente grave si la infestación es masiva. Por este motivo en los trópicos es frecuente encontrar niños muy pálidos, con las conjuntivas y las palmas de las manos casi blancas. Esta anemia, unida a la deficiente absorción de alimentos, produce diarreas y casos graves de desnutrición. El cuadro se agrava cuando se combina con ciertas infecciones bacterianas, lo que explica las infecciones bronquiales y respiratorias que son comunes en la Amazonía.

El otro parásito endémico de los trópicos húmedos es el Strongyloides stercoralis. Los síntomas aparecen cuando las larvas penetran la piel, y pasan a través del mismo ciclo de las uncinarias, entrando por el pulmón hasta llegar a la vía digestiva. Los huevos son eliminados en las heces. Se desarrollan en el suelo húmedo y caliente, algunos se convierten en larvas filariformes que están listas para penetrar por la piel de cualquier persona que entre en contacto con ellas. Otras larvas se diferencian en machos y hembras de vida libre; las hembras ponen huevos y repiten el ciclo, continuando la infestación de los suelos con larvas de Strongyloides y prolongando la posibilidad de infección. La prevalencia de S. stercoralis en la Selva Central fluctúa entre el 16 y el 40 por ciento (Lumbreras y Muñoz, 1963b).

Otro nemátodo cosmopolita que abunda en la Amazonía es el Trichiuris trichiura, conocido como Trichocephalus dispar. Se incrusta en la pared interior del intestino grueso y absorbe alimentos. Como hasta hace poco este parásito era difícil de tratar, casi toda la población de la Selva lo tenía y en muchos casos, los niños presentaban una forma especial llamada colitis tricocefaliásica.

Desde hace más de dos décadas, los migrantes han introducido el Hymenolepis nana, parásitos cestodos o gusanos plantenmintos que viven en el intestino del hombre y los animales superiores. En 1980, Lumbreras et al. comprobaron que un 21.8 por ciento de 132 niños a quienes se efectuaron exámenes parasitológicos en La Merced tenían H. nana. La infestación comienza con la ingestión de huevos maduros que contaminan los alimentos, algunas hortalizas, frutas y el agua. El parásito se propaga fácilmente en condiciones sanitarias deficientes.

Otro parásito de relativa importancia es la Fasciola hepática, que se ha encontrado en Tingo María. Los médicos veterinarios lo han encontrado en el ganado, y han detectado el huésped intermediario, el caracol del género Limnea. No constituye por ahora un problema humano, pero deben adoptarse mejores medidas de control del ganado para impedir su diseminación. Lumbreras et al. han comprobado dos casos de paragonimiasís humana asociados con daño pulmonar, uno procedente de Tingo María y otro de Aucayacu. Los seres humanos los ingieren al comer el cangrejo de río, Pseudothelphusa chilensis, que hace de huésped intermediario. En Cajamarca y La Libertad hay una alta infestación por Paragonimus mexicana (sinónimo: P. peruvianus). El paragonimus humano en la Selva Central no ha sido aún identificado, pero se han encontrado P. inca y P. amazónicas en ciertos animales.

Enfermedades producidas por virus

En la Selva peruana algunas enfermedades virales son propias de la región y otras son importadas. Dentro de estas últimas se incluye el sarampión, que diezma a las poblaciones nativas no inmunes, la poliomielitis, la parotiditis y otras que pueden controlarse fácilmente a través de programas de vacunación masiva, si ese esfuerzo fuese posible.

Las infecciones virales originarias de la región son menos conocidas y, por lo tanto, más difíciles de tratar o de erradicar.

Las arbovirosis, de gran difusión en los trópicos, son aún muy poco comprendidas en el Perú. Los estudios serológicos realizados en la Selva Central han comprobado la existencia endémica del virus Mayaro (Buck et al, 1967), que pertenece a las arbovirosis del grupo A. En las zonas endémicas el porcentaje de infección puede fluctuar entre el 10 y el 50 por ciento de la población. El virus Mayaro se caracteriza por la fiebre, que generalmente es benigna y de corta duración. Se lo ha aislado en mosquitos, que lo transmiten, y en algunos vertebrados salvajes. Algunos anticuerpos específicos en la sangre producidos por la presencia del virus, han sido aislados en monos, roedeores salvajes y zarigüelas, pero en el Perú sólo se han encontrado anticuerpos en el hombre.

En las arbovirosis del grupo B, el Ilheus es endémico en la Amazonía y su prevalencia es mayor en la Selva baja. El agente de esta arbovirosis se ha aislado en aves y mosquitos del género Psorophora y Aedes, que parecen ser los principales vectores. También puede inocularse a otros animales como las ratas. La presencia del virus se ha informado en Brasil, Trinidad, Colombia, Panamá, Honduras y Argentina, pero sólo se ha confirmado en el Perú mediante la presencia de anticuerpos en el suero de la sangre. En el hombre, probablemente no pueda detectarse clínicamente en la mayoría de los casos.

Otra arbovirosis del grupo B es el Dengue-2, aunque en el Perú no han habido casos demostrados clínicamente ni se ha aislado el virus. Como en la mayoría de las arbovirosis, existe un alto grado de infecciones que no se detectan. El virus se ha aislado en aves domésticas y silvestres, murciélagos y equinos. En el hombre, el cuadro clínico es benigno, produciéndose fiebre y dolor de cabeza por unos pocos días y luego regresión completa. Excepcionalmente, en pacientes de edad avanzada pueden presentarse síntomas graves de encefalitis y meningoencefalitis.

Por último, las arbovirosis del grupo B incluyen la fiebre amarilla selvática o silvestre, que es endémica en el Perú (Lumbreras et al. 1982). Puede transmitirse durante todo el año, especialmente durante los meses de diciembre, enero y febrero, debido a que durante esos meses aumentan las migraciones humanas hacia la Selva para la realización de trabajos agrícolas. Los mosquitos del género Haemagogus, H. caricornii falco, Aedes y Sabethes son importantes transmisores de esta enfermedad. La fiebre amarilla afecta a los monos de la Selva, circulando el virus entre el mono aullador cotomorro de hábitos nocturnos (del género Alouatta, especialmente A. seniculus), el mono ardilla (Saimiri sciereus) y del género Ateles, cuyas especies conocidas en el Perú son el A. belzebuth y el A. paniscus. La frecuencia de la infección es difícil de establecer, pero produce una alta mortalidad de monos. Se sospecha también que algunos roedores y marsupiales actúan como huéspedes del virus. La enfermedad prevalece en la Selva Alta entre los 400 m y 1 000 m sobre el nivel del mar, y en el Perú el mayor número de casos se produce en Huánuco, Junín, San Martín, Madre de Dios, Ayacucho, Apurímac y Puno. En los últimos tiempos se han registrado casos clínicos provenientes del río Yavarí, cerca de la frontera con el Brasil, así como en otras zonas del Departamento de Loreto. En el hombre, los efectos de la fiebre amarilla varían desde las formas suaves que no se detectan, hasta las fatales. Afecta a las personas que visitan el interior de la Selva, y el período de incubación oscila de tres a seis días desde la mordedura que la transmite hasta la aparición de los primeros síntomas.

Los murciélagos o vampiros hematógafos transmiten otra importante enfermedad viral, la rabia silvestre, propia de América Latina (Acha y Szyfres, 1973). De las especies que la transmiten, Desmodes rotundas, Diphylla ecaudata y Diaemus youngi, la primera de las señaladas tiene importancia epidemiológica por su amplia distribución, ya que se extiende desde México hasta la parte central de la Argentina. El D. rotundas transmite la rabia bovina paralítica, responsable de enormes pérdidas en la ganadería en muchas regiones del trópico americano. En los bovinos el período de incubación varía de 25 a 150 días, lo que dificulta su detección y control. En la Argentina produce la pérdida de alrededor de 500 000 cabezas de ganado por año, mientras que en el Perú a fines de 1970 la mortandad de bovinos alcanzó al 40 por ciento del total del ganado en una zona cerca de Pucallpa. Desde 1929, cuando se observó el primer caso de rabia humana atribuida al vampiro, se han registrado más de 170 casos en América Latina.

Otro problema viral en la Amazonía es la hepatitis A o hepatitis epidémica, infecciosa o ictericia epidémica. Los monos Saguinus inoculados experimentalmente con suero humano activo pueden infectarse, así como el chimpancé (McAler et al. 1975). La vía probable de infección es la fecal oral, ya que los microscopios electrónicos han detectado el virus en las heces de pacientes. Cuando se comprueba en la Selva la hepatitis viral B, se sospecha que es producida por picaduras de insectos.

Sin ser de origen viral o bacteriano, la tracoma, caracterizada por una conjuntivitis granulomatosa, afecta a más de 500 millones de personas. El agente infeccioso es la Chiamydia tracginatus, que se ha encontrado en diferentes regiones de la Amazonía y cuyo huésped conocido es el hombre, que transmite la enfermedad a través de las secreciones oculares y posiblemente de las mucosas nasales o con objetos contaminados por las mismas. La gravedad está relacionada con las condiciones ambientales, tales como la falta de agua, los vientos secos, el polvo y la arena fina.

Enfermedades producidas por bacterias, rickettsias y espiroquetas

Dentro de las enfermedades bacterianas, la tuberculosis producida por el Mycobacterium tuberculosis, tiene especial importancia en la Amazonía, donde la desnutrición y los problemas socioeconómicos e higiénicos presentan condiciones propicias para su presencia. La predisposición a adquirir infecciones de las vías respiratorias se origina con los parásitos, que durante su ciclo vital en el cuerpo humano pasan a través de los vasos capilares a los alvéolos, lesionando las vías respiratorias superiores. El trauma se agrava con la desnutrición y la anemia parasitaria (Lumbreras, et al. 1967).

Otro tipo de mycobacteria es el M. Lepras, que produce la lepra. Esta enfermedad se encuentra en toda la cuenca del Ucayali, en el Amazonas, en partes del Huallaga, a lo largo de algunos afluentes del Marañon, y en la región serrana del Apurímac (Lumbreras et al. 1982). Se convierte en una enfermedad mutilante cuando no se la diagnostica y se la trata; tanto la forma tuberculoide como la lepromatosa afectan los nervios, producen trastornos tróficos y trastornos en la sensibilidad de los dedos de la manos y los pies. El paciente está sujeto también a accidentes mutilantes por no tener sensibilidad al dolor o al calor.

En los trópicos húmedos también se observan serias infecciones producidas por el estafilococo común, que encuentra allí condiciones favorables para su desarrollo. Además de las infecciones cutáneas corrientes, pueden también encontrarse infecciones como la piomiositis tropical, que originalmente fue observada en la Amazonía. En la mayoría de los casos es producida por el Estafilococo dorado, y compromete principalmente los músculos del muslo, por que quienes sufren de esta infección generalmente no pueden caminar por el fuerte dolor.

Otro problema de salud en la Amazonía es la Meningitis meningocósica, que es cíclica y desaparece después de cinco años, presentándose ocasionalmente algunos casos aislados.

Por último, la amplia disponibilidad de la penicilina ha reducido la amenaza de tres enfermedades históricamente importantes: flan, chuchipe o frambuesa, producida por el Treponema pertenue; el mal del pinto, o enfermedad de león blanco, producida por el Treponema herrejoni, y la sífilis, producida por el Treponema pallidum. El flan fue mencionada por Luis Pesce en 1908, y estaba muy difundida en la Amazonía. Excepcionalmente se han observado casos clínicos en algunas regiones de la Selva alta, especialmente en Pozuzo. Una inyección de penicilina es suficiente para su tratamiento. El mal de Pinto se encontraba en numerosos valles de la vertiente occidental de los Andes, las partes bajas de los valles interandinos de los ríos Huallaga y Marañon y las partes superiores de los tributarios del Amazonas. Esta enfermedad se conoce en la Selva como sarna y en otras partes como lepra. Produce una serie de lesiones escamosas y despigmentación de la piel (que algunos atribuyen a maleficios) generalmente localizadas en la cara, en las piernas y en la planta de los pies, donde se denomina llaga. Actualmente ha desaparecido gracias al efecto de la penicilina, que también ha contribuido a controlar la sífilis.

Los estudios recientes sobre la leptospirosis humana y animal llevados a cabo en diferentes regiones del país han encontrado un alto porcentaje de infección humana en el trópico central. En la Selva Central, Liceras de Hidalgo (1981) demostró una infección serológica en 9 de 15 marsupiales Philander opossum y lo que es más importante, en 11 de 15 diferentes animales. La misma autora también demostró que 3 de 15 Didelphis marsupialis tenían anticuerpos; también encontró infecciones serológicas leves en una ardilla (Sciurus sp.), un conejo (Silvilagus sp.), y una iguana (Tupinambis nigropunctatus).

Enfermedades micoticas

En la Selva amazónica, los hongos superficiales denominados dermatofitos, producen una serie de enfermedades que afectan la piel, los pelos y las uñas (Burstein, 1968).

Otras formas de lesiones cutáneas son ocasionadas por otros dermatofitos como T. rubrum, T. mentagrophytes y otros. En el trópico húmedo pueden observarse con relativa frecuencia formas de micosis superficiales que atacan el cuero cabelludo, particularmente en los niños.

Entre las micosis más importantes que pueden adquirirse en el trópico húmedo figuran las enfermedades micóticas adquiridas a través de las vías respiratorias, que pueden extenderse a diferentes órganos o sistemas del cuerpo. Dos de ellas son la paracoccidiodomicosis, también conocida como blastomicosis sudamericana, y la histoplasmosis, conocida en el Perú como Fiebre de Tingo María (Zúñiga, 1970). La histoplasmosis fue observada primeramente en personas que visitaban las cuevas de Las Lechuzas, situadas en la zona de Tingo María, donde el hongo crece en las heces de las aves llamadas guacharos (Steatornis caripensis), que abundan en esa zona. En zonas endémicas como la Selva Central se halló que el 100 por ciento de las personas sometidas a pruebas tenían el hongo, aunque son pocos los que se enferman y mueren. Los pocos casos fatales aparentemente se deben a trastornos de la inmunidad del huésped o a la virulencia de las cepas.

En la Selva peruana también se ha diagnosticado la lobomicosis o Blastomicosis queloidiana. Es producida por el hongo Loboa loboi, que tiene numerosos otros nombres como Glenosporella loboi, Blastomyces loboi, Glenosporopsis amazónica, Paracoccidiodes loboi. Esta micosis sólo afecta la piel.

Otra micosis sistemática o generalizada que puede encontrarse con mayor frecuencia en el trópico húmedo es la maduromicosis, conocida también con el nombre de pie de maduro. Es causada por muchos agentes, el principal de los cuales es la Madurella mycetomi. Esta micosis se caracteriza por una marcada deformación de los pies.

Por último, hay micosis sistemáticas que no son específicas del trópico húmedo, como la cryptococcosis, producida por el Cryptococcus neoformans. Si bien penetra en el cuerpo por la vía respiratoria, causa serios daños al sistema nervioso central, produciendo muerte si no se trata médicamente.

Animales dañinos para el hombre

Es común en la Amazonía el bicho del pie, nigua Tunga penetrans. La hembra fecunda de esta pequeña pulga se introduce comúnmente en la piel del pie (aunque puede hacerlo también en otras partes del cuerpo) donde su abdomen se distiende por la ingestión de sangre y el desarrollo de los huevos, determinando molestias como prurito, inflamación e infecciones secundarias, que pueden ser muy peligrosas cuando se trata de tétanos, causadas por el Clostridium tetani.

El Izango, Japa inacue, o isangue es producido por una trombícula. Este organismo, muy pequeño, de casi un milímetro y de color rojo, ataca generalmente las piernas en las partes descubiertas y produce un escozor intenso que obliga a rascarse constantemente.

La acarosis conocida vulgarmente con el nombre de mundialito o sarna, es producida por un ácaro, el Sarcoptes scabiei que penetra la piel y produce escozor en los espacios interdigitales de los dedos, en las muñecas, en la cintura, en las ingles y genitales, debajo de los senos en la mujer y en la zona cerca a las axilas. Las infestaciones producidas por ácaros distintos al Sarcoptes también producen escozor cutáneo; se encuentran en los colchones de paja, y no se hallan necesariamente prendidos a la piel.

Otras infestaciones son producidas por las larvas de mosca. Las moscas pueden ser biontófagas, que se alimentan de tejido vivo en alguna etapa de su ciclo biológico, y necrobiontófagas, que se alimentan del tejido necrótico de animales vivos. Entre las biontófagas del trópico húmedo se encuentra la Dermatobia hominis, mosca grande, verde brillante en su abdomen, que caza en pleno vuelo a un insecto hematófago, posiblemente un mosquito Culex o a la mosca de establo Stomoxis calcitrana, y deposita en su abdomen los huevos que se mantienen adheridos por una sustancia gomosa. Al picar el insecto hematófago a una víctima humana, deja los huevos adheridos a la piel. De éstos salen rápidamente las larvas, una de las cuales penetra la piel por el orificio que hizo la picadura del insecto. La larva se implanta en la superficie subcutánea y crece lentamente. La condición se conoce también como myasis forunculosa y en la Selva con los nombres de suturo, suchllacurro, pacacuro y gusano de monte, entre otros. Los nativos tienen formas de tratarla.

Otras myiasis que se encuentran en la Costa, la Sierra y la Selva son las producidas por la mosca biontófaga Cochlyomyia hominivorax. A diferencia de la anterior, la hembra deposita un alto número de huevos en el borde de la lesión cutánea y poco después las larvas salen de sus huevos y penetran por la lesión abierta con gran voracidad (Lumbreras y Polack, 1955).

Es muy posible que en la región existan otras myiasis, como las urinarias por Fannia carricularis que es cosmopolita y la Oostras ovis. que produce myiasis ocular en el hombre, y se encuentra en zonas ganaderas, particularmente de ganado ovino. En el trópico húmedo también se han registrado casos de erusismo y lepidopterismo, reacciones cutáneas causadas por sustancias irritantes que se encuentran en los pelos de los gusanos de mariposa o de las mismas mariposas. Estas lesiones son transitorias y no revisten gravedad. Las picaduras de avispas y las de abejas ocasionalmente causan problemas a las personas sensibles a las picaduras.

Las picaduras de arañas no parecen ser particularmente dañinas en el trópico húmedo. Sólo las arañas del género Ctenus se consideran potencialmente peligrosas, pero no se han informado casos de enfermedades humanas en los hospitales o puestos de salud.

Por su parte, los ofidios causan problemas al hombre y a los animales. Del género Bothrops, la más frecuente es la B. atrox, ampliamente difundida y causante del 70 por ciento de los accidentes en la Selva (Pesce y Lumbreras, 1957; Meneses, 1974a, b). Le sigue la B. bilineatus, conocida también como Loromachaco, un ofidio arborícola que se encuentra en toda la Amazonía. La B. casternaudi, conocida como jergón de árbol también es de amplia distribución en la Amazonía, lo mismo que la B. microphthalmus o jergón pudridora, y la B. cloromelas o Lamon, ofidio arborícola de la zona de Oxapampa, entre otras. Las serpientes del género Bothrops pueden producir necrosis cutánea, gran dolor, hinchazón y formación de vesículas. Dieciséis especies de víboras de la familia Elapidas se distribuyen en toda la Selva; son conocidas con los nombres de coral, naca naca, chaquira y coralillo. Por último, en toda la Selva existe una serpiente conocida vulgarmente como shuschupe, Lachesis muta (Vellard, 1948; Kostritsky, 1971). Su mordedura causa dolor intenso en el lugar en que se produce, alteraciones visuales y necrosis cutánea. En la mayoría de los casos es mortal en pocas horas. La picadura de Lachesis muta no parece muy frecuente, aunque existe la posibilidad que los casos no se informan debido a que las víctimas mueren en pleno monte.

Entre los accidentes en los ríos de la Amazonía puede considerarse el producido por el cañero (Vandellia cirrhosa), pez de la familia Pygidudae que alcanza hasta 20 cm de largo, es carnívoro, ataca con agresividad y rapidez a hombres y animales, y produce una lesión por donde succiona sangre. El Chuccha-canero, llamado así porque parece un pelo, incluye el Vandellia plazaii, V. cirrhosa y urinophilus diabolicus, mide 8 cm de largo por 0.5 de ancho y se introduce por la uretra u otros orificios naturales de hombres o mujeres produciendo intenso dolor y hemorragia grave.

Tres especies de peces conocidos en todo el mundo también causan problemas en los ríos amazónicos. El primero es del género Serrasalmus: S. rhombeus y S. natteri, conocidos vulgarmente como pirañas. Con sus afilados dientes arrancan pedazos de carne y como generalmente atacan en número apreciable, pueden ocasionar la muerte de las personas. Otro pez peligroso es la raya, Potamotrigon hystrix. Forma grandes colonias en las épocas de bajante de las aguas cuando aparecen en los fondos arenosos. Debido a su mimetismo es difícil distinguirlas y al pisarlas reaccionan violentamente, causando dolorosas heridas con dos aguijones que tienen en la cola. Por último, en los pantanos y lagos de la Amazonía se encuentra el Electrophorus electricus o anguila eléctrica. Este pez produce descargas eléctricas capaces de matar a animales menores y de hacer perder el conocimiento al hombre, que por ello puede ahogarse.

Plantas medicinales

Los recursos de la flora se utilizan ampliamente en el Perú, especialmente en la Selva. Se emplean directamente para uso medicinal e indirectamente en el tratamiento de enfermedades psicológicas, generalmente en rituales (Chirif, 1978; Ortega, 1979). Existe una infinita variedad de plantas y resinas de árboles. Muchas de ellas han sido estudiadas científicamente, se han obtenido sus ingredientes activos y se ha probado su efecto farmacológico. Muchas otras, sin embargo, siguen utilizándose empíricamente.

La Cinchona officinalis, conocida como cascarilla, C. calisaya, C. Calisaya del monte, C. calisaya del pajonal y quina-quina, es una especie de gran importancia, porque de su corteza se obtiene la quinina que fue el primer medicamento empleado para la malaria. Conocida desde el Siglo XVI, el uso de la quinina se ha reducido en los últimos tiempos debido al desarrollo de otros productos quimioterapéuticos, aunque está adquiriendo nuevamente importancia debido a la resistencia a la cloroquina que están desarrollando algunos plasmodios, entre ellos el P. falciparum.

Ficus anthelmintica, conocido como hoje, oje y huito, es un árbol de cuya corteza se obtiene una resina lechosa que actúa como purgante y vermífugo, al matar las lombrices intestinales. Se exporta en forma de polvo, pudiéndose administrar en cápsulas. Otra especie, Ficus carica o higo, produce un fruto seco que macerado se utiliza para lavar y borrar pecas. El látex del fruto verde también se utiliza para cauterizar callosidades y el higo seco calentado se emplea para el tratamiento de la adenitis inguinal. El agua de higos secos con sal y vinagre se utiliza para combatir la caspa. El F. glabrata, conocido como pitongo por los indios machinguengas, es utilizado como purgante por los caucheros. El F. killipii, también llamado chimico negro o renaco colorado, se usa como remedio en casos de esterilidad de la mujer.

La Peperonia rubea o lancetilla del monte, se utiliza mezclada con huevo batido para combatir resfríos y bronquitis. Otra especie, la P. inaequalifolia o congona se aplica con buenos resultados en casos de gingivitis y otitis. El Chlorophora tinctoria, árbol conocido como insira y limulana, produce una corteza de sabor amargo y olor desagradable que se usa como tónico y astringente y, en grandes dosis, como purgante. Las cenizas de su madera se recomiendan también para el tratamiento de la gota y el reumatismo, y su fruto que es astringente se emplea para gárgaras en molestias de la boca y el dolor de garganta. Su raíz es utilizada como diurético y algunas tribus indígenas emplean la resina de su corteza para extraer raíces de muelas sin dolor.

La Genipa americana conocida como huito, isso, jagua, mandi, palo colorado y yaco-huito tiene un fruto rico en tanino. Cuando se le fermenta, produce un licor llamado guacamote y una tinta indeleble utilizada para teñir el cabello de negro. Cuando la fruta está verde, se envuelve en hojas de plátano y se tuesta a fuego lento y se aplica a la piel. La piel se vuelve negra y repele a los mosquitos durante ocho días después de lo cual queda clara y libre de efectos secundarios. Las semillas también pueden utilizarse como un vomitivo rápido y enérgico.

La Psidium guayava conocida como guayaba y jagua tiene una fruta de agradable sabor. Las hojas tiernas de los cogollos se mastican y exprimen hasta que aparecen gotas. Se usan en el tratamiento de la conjuntivitis aguda y la disentería. Las hojas y la raíz son astringentes y la corteza cocida se emplea para combatir el dolor de estómago.

El Hura crepitans, llamado hura o catahua, es un árbol selvático bien desarrollado, cuya corteza es químicamente semejante al curare y, por lo tanto, muy cáustica y venenosa. Si la viruta de su madera penetra la conjuntiva, su efecto cáustico puede producir la ceguera. Sus semillas se utilizan para provocar vómitos y como purgantes, pudiendo en algunos casos causar disentería. Del fruto de este árbol se extrae aceite para alumbrado y las hojas pueden utilizarse como cigarros para combatir el asma.

La Paullina yoco, llamada comúnmente yoco, yoco blanco y huarmiyoco, es una planta de cuya corteza se obtiene una infusión empleada como bebida estimulante para combatir el hambre y la fatiga. Para preparar este brebaje se raspan los tejidos blandos y se exprimen hasta que destilan un jugo que contiene cafeína, que se mezcla con agua fría. La bebida produce un hormigueo en los dedos y una sensación de bienestar.

La Theobromoa cacao, conocida como cacao, cacahuillo, canga, ccarhua, es llamada kimituki por los indios campa, y turangui por los shipibos. Es utilizada como medicamento para la tos convulsiva y su cascara cocida para la disentería. También el chocolate espeso se usa en enfermedades bronquiales, con arroz en polvo y bastante canela se toma como galactóforo, y con yema de huevo, grasa y azufre se utiliza también como emplasto en afecciones pulmonares.

El Erythrina poeppigiana, conocido como amashisa y oropel, es un árbol de cuya corteza se obtiene una resina que se emplea en las contusiones e hinchazones. Se ha encontrado que contiene varios alcaloides importantes en medicina.

En el Perú existen 55 de las 700 especies del género Cyperus, planta conocida en la Selva como piri-piri, muy efectiva en casos de picaduras de ofidios. Se mastica la cebolla de esta planta, se traga el jugo y lo que queda se aplica directamente sobre la zona de la picadura.

El Chenopodium ambrosioides, es el paico, amush, camatai y cashiva, planta que se utiliza desde 1906 como vermífugo en los cólicos abdominales y para el tratamiento de hemorroides. Su aceite se emplea para combatir parásitos. Se ha comprobado que el aceite de quenopodio puede eliminar del 70 al 90 por ciento de infestaciones de ascarides; lamentablemente es tan tóxico que en algunos casos ha resultado fatal.

Cuando se mastican las hojas de Meca parviflora, árbol conocido como yanamuco, los dientes se tiñen inicialmente de negro pero después de unos días la dentadura queda limpia y blanca, con el esmalte intacto. La Abuta grandiflora o caimitillo, sanango y trompepero sanango es un arbusto o arbolillo o planta trepadora, cuya raíz se utiliza como remedio para la anemia y los resfríos.

La Jatropa curcas, piñón o piñol, es una euforbeácea cuyas semillas se emplean como purgante, bastando una sola semilla para los adultos. Sus hojas se utilizan para curar los abscesos cutáneos. La J. gossypifolia tiene semillas con abundante aceite y propiedades purgantes y vomitivas. Su látex sirve para tratar quemaduras y aliviar las inflamaciones hemorroidales y sus hojas se emplean como emplastos en casos de hinchazones.

El cordoncillo, matico, mocco-mocco, o yerba del soldado comprende una gran cantidad de especies de la familia de las piperáceas, dentro de las cuales la Piper elongatum se utiliza como polvo para producir la cicatrización de úlceras y para fortalecer el crecimiento del tejido de las heridas y en forma de infusión para lavar heridas. Una euforbeácea, Euphorbia cotinoides, huarus, juquilla o yuquillo es ampliamente usada para curar conjuntivitis o "mal de ojos".

La Voucapoua americana es una leguminosa conocida como huacapú, que proporciona un aceite que tiene acción purgativa, y cuya corteza produce aborto. La Allcuchuchu que signifícatela de perro es una planta de flores rojas, blancas en la base de la corola que siempre está llena de agua. Los campesinos creen que si el líquido es recogido antes del amanecer y se aplican a los senos, permite a las mujeres producir leche aún en el caso de que nunca hayan tenido hijos e incluso en mujeres de edad avanzada.

En el Perú hay 71 especies de Passiflora, conocida con el nombre de tumbo. La P. mixta y la P. mollissima son propias de la Selva y su fruto se utiliza para la alimentación y para eliminar cálculos renales, mientras que sus hojas se usan como vermífugos y abortivos, y la raíz, en forma de jarabe, para tratar la pulmonía.

La Melissa officinalis es una planta, cuyo nombre vulgar es toronjil o también abeja, porque atrae a estos insectos. La infusión se emplea como antiespasmódico, ya sea sola o asociada con la cascara de naranja. Cocida, se emplea como sedante, para calmar los dolores de estómago y en los partos.

La Scoparia dulcis, escobilla, escobilla del Perú, ñucñu pichana o "piqui-pichana" es una planta utilizada como astringente y antipirético para combatir la fiebre. Como antisifilítico se ha informado el uso de la Jacaranda copaia, o amchiponga, aspingo, chicharra caspi, ishpingo, ishtapi, paravisco y soliman de monte, y sus flores han resultado útiles en casos de disentería. También para la disentería se utiliza la corteza del Byrsonima coriacea, árbol conocido como indano, indano colorado, chanchi, y quillo sisa, cuyos polvos se utilizan también para cauterizar heridas sangrantes.

El sucho-ajo, ajo sacha es un arbusto que se emplea para calmar dolores, en enfermedades renales y como emplastos; su nombre científico es Pseudocalymma alliaceum.

La sangre de drago o sangre de grado, Croton salutaris y C. palonastigma, produce una resina roja que se obtiene mediante incisiones en la corteza, y tiene un poderoso efecto astringente y hemostático. Pulverizada y colocada en un recipiente de llantén hervido, se utiliza para detener las hemorragias de órganos y heridas. También se emplea para el tratamiento de úlceras gástricas o duodenales, y para cauterizar lesiones cutáneas. Un pedazo de esta gamoresina mantenida en la boca afirma los dientes flojos, y los polvos obtenidos de este árbol son eficaces en el tratamiento de prolapso rectal o hemorroidal.

La Condaminea corymbosa pertenece a las rubiáceas, es conocida con el nombre de sauco o ccaratu, y suele utilizarse mezclada con cinchona. Otra planta conocida también como sauco, ccola, kjola, ram rash y yalan, produce flores que cocidas se emplean como sudoríficos y son ampliamente usadas para combatir la viruela. Una mezcla cocida de sauco con manzanilla, alhucema y leche de vaca, se emplea en los casos de irritación de la vejiga y la próstata. En las adenomegalias e inflamación de los ganglios, se considera que las cataplasmas de las hojas y los parches hechos con jabón y el jugo de las flores, sirven para favorecer la supuración y reducir el proceso inflamatorio. También se utilizan cocidas para lavar las mejillas y combatir el dolor de muelas. Del cocimiento del fruto se obtiene un enjuagatorio medicinal que se aplica para aliviar los problemas estomacales.

Existen numerosas especies de leguminosas del género Cassia que se aprovechan para diferentes propósitos. La C. alata es efectiva para tratar ciertas afecciones de la piel, particularmente para combatir infecciones de herpes; el cocimiento cargado mata a los piques, nigua o Tunga penetrans. En la India se la utiliza en toda clase de mordeduras venenosas y el jugo de las hojas mezclado con zumo de limón se ha empleado para curar sarpullidos.

Otra especie, la C. bicapsularis, alcaparillo o alcapaquilla se utiliza como purgante, aunque en algunos casos puede producir cólicos. La C. cuspidata fue introducida en el país durante la conquista, y su pulpa mucilaginosa es conocida como laxante.

El llantén, llantai o llantén macho, es una planta de cultivo, y en forma de cocimiento se usa como astringente para el lavado de heridas. Sus hojas enteras, fritas en aceite de oliva, son efectivas como analgésico en los dolores oculares. Conocidas científicamente como Plantago mayor las hojas se utilizan en infusión o maceración para enemas en casos de disentería. Asimismo, con cebada, verdolaga, yedra y altea se usan en casos de hemoptisis (hemorragia de la mucosa pulmonar, que se manifiesta en la forma de expectoración con sangre). Su cocimiento con hojas de romero y clara de huevo se utiliza también para los casos de hematemesis (vómito de sangre procedente de una lesión de la mucosa digestiva).

La Annona cherimelia, chirimoyo, chirimoya es nativa de la frontera entre el Perú y el Ecuador, y sus hojas ligeramente asadas se aplican en las sienes para calmar el dolor de cabeza. El cocimiento de la raíz se usa para la disentería y se piensa que las semillas en polvo sirven para matar los piojos. En casos de obstrucción de los conductos biliares y del tubo digestivo se suele emplear la "oreja de abad", matejillo, mateollo, o mattecllu, Hidrocotyle umbelata, que también puede servir como laxante y diurético, y en dosis elevadas como emético.

En los rituales se utilizan frecuentemente plantas que también pueden tener propiedades terapéuticas. Una de ellas es la ayahuasca, soga de muerto, ayawasca, capi, yaque, o punga huasca (Banisteriopsis caapi) que ha sido reservada sólo para los ritos sagrados en toda la zona del nordeste hasta el Ecuador, Colombia, Venezuela y el nordeste del Brasil. En dosis pequeñas produce euforia, mientras que en dosis mayores origina sueños ricos en imágenes, color y nitidez y una amplia gama de alucionaciones. En su etapa final la persona cae en un sueño profundo, perdiendo casi completamente la sensibilidad. La "ayahuasca" se usa como medicina, afrodisíaco, y para adivinación. El alcaloide activo que contiene es la benisterina.

Algunas de las propiedades atribuidas a estas plantas son científicamente absurdas, y otras requieren estudio. Las referencias sobre la acción curativa de plantas, resinas, semillas, frutes y raíces son abundantes entre la población de la Amazonía, pero es preciso recopilar esa información y confirmar las más posibles mediante cuidadosos exámenes. Quizá la solución resida en la cuidadosa y concienzuda utilización de las sustancias naturalmente curativas que ya se encuentran en la región.

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