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3. La erosión actual

El estado actual de la erosión hídrica en la cuenca del Guadalquivir es de una magnitud tal que merece una mención particular, por ser un ejemplo extremo de daño a la tierra por erosión y de sus graves consecuencias.

El 49% de las tierras estudiadas, es decir casi 37 200 ha, sufre un proceso de grave a extrema erosión y el 20% (15 700 ha) soportan erosión moderada.

Los procesos erosivos que de manera concomitante dominan la acción son dos: erosión laminar y erosión en cárcavas. Debe agregarse a ello la erosión de cauces de ríos y arroyos y de las propias cárcavas.

La erosión laminar, o mantiforme, se presenta en las lomas, líneas de cumbre de los conos y en los sitios planos. A partir de allí y con el aumento de pendiente (con más del 2% ya es un hecho manifiesto), comienza la presencia de surcos los cuales, al amparo de la mayor pendiente y longitud de esta, aumentan a cárcavas.

Esa cuenca constituye un inmenso deposito de sedimentos donde predomina el material fino, no consolidado y cuyos agregados poseen consistencia friable, todo lo cual facilita el procesó erosivo, que es de características geológicas, de antigua data y cambios climáticos , pero que en los últimos 100 anos se ha visto acelerado por el hombre; primero, al eliminarse el monte y luego por el uso intensivo del pastoreo que va disminuyendo gradualmente la cobertura herbácea. El proceso sigue siendo activo en la actualidad y al bajar la capacidad productiva de las tierras comienza la actividad depredatoria del ganado caprino, unido al asnal. De tal modo que la falta de cobertura, aumenta el escurrimiento, se encauza en surcos, erosiona el sitio y aumenta el caudal de aporte aguas abajo.

La erosión laminar ha llegado a decapitar en ciertos casos, el horizonte orgánico "A" y subyacentes, en espesores de hasta 30 cm, aflorando así el subsuelo más arcilloso y más estable.

En los casos extremos, el suelo se ha decapitado en toda el área, permaneciendo sólo relictos entre una sucesión de cárcavas.

Para clasificar las áreas con diferentes grados de erosión, se han utilizado las siguientes clases y conceptos aplicados a la zona:

Clase 0: Erosión nula a muy leve en forma laminar; surcos muy escasos y pequeños

Clase 1: Erosión ligera laminar; surcos en número escaso a moderado y pequeños; el horizonte A1 puede estar algo reducido ocasionalmente.

Clase 2: Erosión moderada; domina la forma laminar; fuerte reducción del horizonte orgánico y a veces eliminado; puede haber surcos prominentes y cárcavas muy aisladas.

Clase 3: Erosión fuerte; pérdida del horizonte superior; abundantes surcos y cárcavas medianas a grandes.

Clase 4: Erosión extremadamente fuerte. Presenta una densa red de grandes a medianas cárcavas y surcos, con relictos de suelo decapitado.

En la notación adoptada para las subunidades del mapeo de suelos/ se ha empleado los símbolos H1, H2, H3 y H4 para expresar las condiciones de clase 1, 2, 3 y 4 de erosión hídrica que posee.

Considerando que, además de la pérdida en sí del suelo, existe el problema de la sedimentación, y más aún existiendo proyectos hidráulicos relacionados con esta cuenca secundaria, es que se han destacado las áreas erosionadas que constituyen zonas de aportes de sedimentos y sus colectones principales sobre los cuales deberán intensificarse las observaciones sedimentológicas (Ver mapa 7).

A todo ello debe unirse el proceso erosivo en el sector montañoso.

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