Indice
Parte I: -Capítulo 1 - Capítulo 2 - Capítulo 3
Parte II: - Capítulo 4 - Capítulo 5 - Capítulo 6 - Capítulo 7 - Capítulo 8 
Bibliografía


Brindando Servicios a los Niños

Las naciones industriales han explorado las maneras de ayudar a sus ciudadanos más pobres a lograr un mejor comienzo en la vida durante los últimos treinta años. Gran parte de lo que han aprendido puede ser usado en cualquier otro lugar por los programas de desarrollo para la primera infancia. Una lección importante es que los déficits sociales deben atacarse simultáneamente en varios frentes: nutrición, atención de salud y educación. Esta lección es la base de los programas de Estados Unidos Head Start y el Programa especial de complementación nutricional para mujeres y lactantes (WIC). Los programas de los países en desarrollo que prestan servicios integrados a gran escala para ayudar a los niños pobres prosperan a medida que van creciendo, como los Servicios de desarrollo integral del niño en la India y el Proyecto comunitario de atención y nutrición del niño en Colombia, que reconocen también esta lección.

Ofreciendo un buen inicio a los niños de Estados Unidos (Head Start)
WIC – Previniendo nacimientos con bajo peso al nacer en Estados Unidos
Salvando niños en centros comunitarios de la India
Reorganizando el sistema de jardines de la infancia en Kazakstan
Expandiendo servicios para niños de Guyana
Planificando para responder a las necesidades de los niños en las Filipinas


Ofreciendo un buen inicio a los niños de Estados Unidos (Head Start)

A mediados de los años sesenta Estados Unidos, como parte de su Guerra contra la Pobreza, lanzó su Proyecto Head Start para brindar educación, salud y servicios sociales a los niños más necesitados en edad preescolar del país. Uno de los primeros ejemplos de un programa integrado de desarrollo para la primera infancia, Head Start ha servido alrededor de 14,6 millones de jóvenes. Pero debido a su calidad variada, su impacto ha sido difícil de evaluar.

Head Start es un programa integral de desarrollo para la primera infancia que proporciona educación, salud y servicios sociales a los niños de bajos ingresos y sus familias. Comenzó en el verano de 1965 como un proyecto de demostración de ocho semanas y se convirtió en un elemento esencial de la lucha contra la pobreza estimulada por el Presidente Johnson. Desde sus inicios, Head Start reconoció la necesidad de abordar las necesidades de educación, físicas y de servicio social de los niños en forma holística —y a acercarse a sus familias y comunidades al mismo tiempo. Los programas Head Start tienen cuatro metas, cada una supervisada por un coordinador local que garantiza que los servicios se acerquen a las normas de desempeño del proyecto:

  • Educación. Proporcionar a cada niño las experiencias de aprendizaje apropiadas a la edad que estimulen su crecimiento intelectual, social y emocional.

  • Salud. Proporcionar un programa integral de inmunizaciones, servicios médicos, odontológicos, de salud mental y nutrición.

  • Servicios sociales. Ayudar a las familias a evaluar sus necesidades, lograr acceso a los servicios y aprovechar los puntos fuertes de la familia.

  • Participación de los padres. Enseñar a los padres técnicas de atención y enseñanza, alentarlos a que se ofrezcan como voluntarios en el aula, planificar y administrar programas preescolares.

En los últimos treinta años Head Start ha servido alrededor de 14.6 millones de niños y sus familias. En 1994 solamente sirvió a 740,493 niños, en más de 40,000 aulas operadas por 1,405 donantes. En 1993, 12% de sus patrocinadores locales eran sistemas escolares o dependencias del gobierno local, 47% agencias comunitarias de acción (entidades de prestación de servicios con apoyo federal), y 28% organismos privados sin fines de lucro.

No obstante, debido a la falta de financiamiento federal adecuado, el programa sirve en la actualidad sólo al 30 por ciento de los niños que reúnen los requisitos —aquellos cuyas familias tienen ingresos por debajo de la norma federal de pobreza (US$15.150 mil anual para una familia de cuatro) o reúnen los requisitos para recibir asistencia pública. (Sólo alrededor del 5% de los participantes tienen ingresos por debajo de lo requerido, y cerca del 13% son discapacitados).

Es más, debido al financiamiento inadecuado, la mayoría de los niños ingresan a Head Start cuando tienen cuatro años de edad, a pesar de que existen pruebas cada vez más numerosas de que la intervención en la primera infancia es más eficaz. En 1994, Head Start inició el Programa Head Start para la primera infancia a fin de ofrecer servicios integrales de desarrollo del niño y apoyo a la familia para las familias de bajos ingresos y sus niños hasta la edad de tres años.

En 1993 el costo federal por niño para el programa osciló entre US$3.500 mil y US$6.000 mil, promediando US$4.343 mil. En 1992 los fondos federales para los programas locales se asignaron del siguiente modo: 41% para la educación, 13% para la administración, 13% para la ocupación de locales, 9% para salud y nutrición, 8% para transporte, 5% para servicios sociales, 4% para estimular la participación de los padres, 3% en concepto de servicios para discapacitados y 4% para otros costos. Las comunidades están obligadas a aportar fondos de contrapartida para el 20% de los fondos federales, en dinero en efectivo o en especie. En el ejercicio fiscal 1995 la asignación federal para Head Start fue US$3,500 (tres mil quinientos millones).

La gran mayoría de los niños de Head Start asisten a programas de medio día basados en centros durante el año escolar solamente. Se requieren dos visitas a domicilio durante el curso del programa. El costo por niño para los programas basados en el hogar, en los que un trabajador de Head Start va a la casa del niño semanalmente para trabajar en forma intensiva con los padres, es alrededor de 10 a 20% menos de lo que cuestan los programas basados en centros. Las familias pueden decidir combinar los enfoques basados en los centros con el hogar.

Head Start requiere que las aulas sean atendidas por dos funcionarios remunerados —un profesor y un auxiliar o dos profesores. El programa también procura tener una tercera persona, un voluntario, en el aula en todo momento. Head Start tiene una razón máxima de su personal/niños de 1:10, y el aula promedio tiene cerca de diecisiete niños. En 1994 menos de la mitad de los profesores de Head Start tenían grados de pregrado o de perfeccionamiento. Un mayor número tenía títulos otorgados por cursos de dos años en desarrollo del niño, obtenidos mediante una combinación de capacitación en el aula y en el servicio, para lo cual existen becas financiadas a nivel federal. El proyecto de reautorización de Head Start de 1994 puso en vigor requisitos más estrictos para el personal del programa, de modo que para 1996 cada aula tenga un profesor que satisfaga los requisitos específicos de capacitación en educación infantil.

Las evaluaciones de Head Start en el transcurso de varios años (McCall 1993) han determinado que produce:

  • Mejores puntuaciones en el cociente de inteligencia y en la preparación y logros académicos, mayor autoestima y mejor comportamiento social y de salud.

  • Mejores tasas de asistencia a la escuela secundaria, menor repetición en el grado y menor uso de los servicios de educación especial.

  • Mejor comunicación entre padres y niños, mayor participación de los padres en los programas escolares, mejores prácticas disciplinarias en el hogar y menos sentimientos de ansiedad y depresión.

  • Mayor participación de los padres en la educación del niño en la primera infancia, lo cual se asoció significativamente con el éxito académico del niño más adelante.

  • Mejor actitud de la comunidad hacia los pobres y hacia los servicios para los pobres.

  • Considerables oportunidades de empleo para los pobres (36% de los empleados del programa son padres de Head Start o ex estudiantes (Children´s Defense Fund 1993).

Los mayores problemas de Head Start han sido la calidad dispareja del programa y la tendencia a que las conquistas de los niños preescolares se desvanecen cuando llegan al tercer grado. No ha habido ningún estudio longitudinal nacional de Head Start equivalente al estudio longitudinal preescolar de High/Scope Perry, el cual indicó un retorno de US$7.16 por cada US$1.00 invertido en el desarrollo para la primera infancia (Schweinhart, Barnes y Weikart 1993). Debido a la gran flexibilidad de que gozaron los programas locales y la diversidad de los participantes, Head Start es difícil de evaluar en un estudio amplio. No puede considerarse como "tratamiento" uniforme y debe evaluarse para múltiples resultados en función de sus metas que también son múltiples (Collins y otros 1990). Las evaluaciones futuras de Head Start deben concentrarse en descubrir qué elementos han demostrado tener mayor eficacia y cómo asegurar la mejor calidad de los programas en todo el país.


WIC – Previniendo nacimientos con bajo peso al nacer en Estados Unidos

El programa WIC de Estados Unidos ofrece alimentos complementarios, educación en nutrición, atención de salud y orientación sobre la lactancia materna a mujeres de bajos ingresos consideradas en riesgo nutricional y sus hijos hasta la edad de cinco años. En ejecución desde hace más de treinta años, WIC ha reducido la incidencia de bebés de muy bajo peso al nacer en Estados Unidos en 44% y la tasa de la muerte fetal tardía en un tercio. Cada dólar invertido en WIC prenatal ahorra US$1.92 a US$4.21 en costos evitados de servicio médico con cargo al Estado.

Después de la Conferencia de la Casa Blanca de 1969 sobre Alimentos, Nutrición y Salud, el gobierno de los Estados Unidos estableció el Programa de Nutrición Suplementaria Especial para las Mujeres, Lactantes y Niños (WIC) a fin de suministrar alimentación complementaria, educación en nutrición, atención de salud y orientación sobre la lactancia materna a mujeres embarazadas y puerperales de bajos ingresos, nutricionalmente en riesgo y sus niños hasta la edad de cinco años. El programa ha resultado una de las maneras más eficaces de mejorar la salud en los Estados Unidos.

Para recibir los beneficios de WIC, el participante debe satisfacer ciertos criterios de ingresos y ser certificado como nutricionalmente en riesgo por un consultorio o médico de WIC. Los estados pueden fijar su criterio de ingreso a un máximo de 185 % del nivel federal de pobreza y un mínimo igual al nivel federal de pobreza (Jones y Richardson 1995). El riesgo nutricional se determina sobre la base del peso, talla y un análisis de sangre. Las mujeres que participan de WIC padecen en general anemia, problemas de peso, preeclampsia, infecciones crónicas, abuso de alcohol o drogas, carencia de hogar o retraso mental. Muchas tienen antecedentes de bebés de bajo peso al nacer, nacimientos prematuros o pérdida neonatal. Los niños en el programa presentan signos de anemia, bajo peso al nacer, desmedro, intoxicación con plomo, retraso del crecimiento, infecciones crónicas y malformaciones congénitas. El estado de riesgo nutricional de todos los participantes se vuelve a certificar a intervalos regulares.

WIC tiene cuatro componentes: un módulo de alimentos, educación en nutrición, atención médica y orientación sobre la lactancia materna. El nutricionista de WIC entrega a cada uno de los nuevos participantes cupones de WIC que se usan para adquirir los productos alimentarios necesarios para corregir las carencias nutricionales particulares de ese participante. Hay siete módulos alimentarios diferentes, pero cada uno incluye en general leche o queso, frijoles y guisantes secos o mantequilla de maní, cereal fortificado con hierro, jugo de fruta o vegetales con vitamina C, cereal infantil y leche materna. El valor promedio del módulo alimentario es US$30 por mes. La frecuencia con que se reciben los cupones depende del estado (Nueva York, por ejemplo, reparte cupones cada dos meses).

Además de repartir los cupones, el nutricionista de WIC conversa con sus participantes sobre las prácticas de nutrición. Los participantes deben asistir al menos a dos reuniones de educación en nutrición durante su certificación de seis meses. Las reuniones con el consejero de WIC también permiten a las participantes embarazadas recibir atención médica prenatal. Los mejores resultados de nacimiento para las participantes de WIC pueden atribuirse en gran parte a la atención temprana y frecuente durante sus embarazos (Cuadro 11). La relación individual con un profesional atento parece ser para muchos la clave del éxito del programa.

Siempre que sea posible, los consultorios de WIC funcionan en una organización de salud sin fines de lucro privada o pública que puede prestar atención pediátrica y obstétrica en forma permanente. Algunos programas también han tenido éxito con los consultorios móviles que visitan en forma regular y programada poblaciones en riesgo.

Cuadro 11 Qué hace WIC

Prenatal
Reduce la tasa de mortalidad infantil
Reduce la tasa de mortalidad fetal tardía en 20 a 33%
Mejora el resultado del embarazo
Aumenta significativamente el tamaño de la cabeza del lactante.
Reduce el número de nacimientos prematuros en las mujeres blancas en 23% y en mujeres negras 15%.
Reduce el número de nacimientos de bajo peso al nacer en 25% y de nacimientos de muy bajo peso al nacer en 44%.
Mejora el desarrollo del niño
Se asocia a mejores puntuaciones en las pruebas sobre vocabulario para niños.

Mujeres
Mejora los regímenes alimenticios
Las mujeres de WIC consumieron más hierro, proteína, calcio y vitamina C que las no participantes.

Lactantes y niños
Mejora los regímenes alimenticios de los niños
Los lactantes de WIC consumieron más hierro y vitamina C que los no participantes.
Los niños de WIC consumieron más hierro, vitamina C, tiamina y niacina que los no participantes.
Mejora la salud del niño
Redujo las tasas de anemia de la niñez en 16% después de seis meses de WIC.
Redujo la tasa de anemia de la niñez en todo el país en dos tercios entre 1975 y 1985.
Mejora el desarrollo del niño
Los niños de WIC sacaron mayor puntuación que los no participantes en memoria de dígitos.

Fuente: Basado en Rush y otros 1988; Yip 1987; GAO 1992.

Para promover la lactancia materna, WIC ofrece módulos alimentarios más generosos a las madres lactantes. Los programas también contratan a especialistas en lactancia o paraprofesionales adiestrados para trabajar con las madres, producir materiales de instrucción y comprar extractores de leche materna para prestar a las madres que trabajan.

Los estudios han determinado sistemáticamente que el programa de Nutrición Suplementaria Especial de Estados Unidos para las Mujeres, Lactantes y Niños es una manera eficaz en función de los costos para mejorar la salud de la nación, prestar servicios a los estadounidenses más necesitados. Se ha estimado que por cada dólar gastado en atención prenatal, se evita US$1.92 a US$4.21 en costos de atención médica gratuita con cargo al estado para las madres y los recién nacidos. (Para los estudios principales del pasado decenio, véase a Rush y otros 1988; GAO 1992; y Mathematica Policy Research 1990, 1991, 1992 y 1993.)


Salvando niños en centros comunitarios de la India

Los centros comunitarios de la India, o anganwadis, brindan servicio alrededor de 16 millones de niños por año en el programa más grande de desarrollo del niño en el mundo. No obstante, el programa tendrá que ampliarse aun más si el país tiene que responder a la gran necesidad servicios de salud y educación para las mujeres, lactantes y niños.

En las zonas rurales de India en 1984, 124 de cada mil niños nacidos, hijos de madres analfabetas, murieron antes de cumplir un año de vida. En las mismas zonas rurales en 1991, cerca del 64% de los niños menores de 3 años de edad presentaron cierto nivel de malnutrición. Entre 1991 y 1992, de los 101 millones de niños matriculados en la escuela primaria, el 47% abandonó la escuela.

Para mejorar la suerte de los niños pobres, el gobierno de India inició en 1975, los Servicios Integrados de Desarrollo del Niño (ICDS). Estos servicios recibieron apoyo del Programa Mundial de Alimentos, CARE, UNICEF, Unión Europea, AID/USA y el Banco Mundial. El Banco Mundial ha aprobado dos préstamos en favor de ICDS; el primero presta apoyo al programa en los estados de Andhra Pradesh y Orissa, el segundo en los estados de Madhya Pradesh y Bihar. El primer préstamo se aprobó en 1990 y termina en 1997; el segundo se aprobó en 1993 y termina en el año 2000.

El programa, que ahora funciona en casi todos los estados de India, ofrece nutrición complementaria (generalmente comidas calientes basándose en lentejas, arroz y hortalizas, o una mezcla de granos) para los niños de hasta seis años y para las mujeres embarazadas y que dan de lactar. Para los niños de tres a seis años, ofrece educación preescolar, inmunizaciones, exámenes de salud y servicios de remisión de pacientes. Para las mujeres embarazadas y que dan de lactar, ofrece salud y educación en nutrición.

Los servicios de ICDS se prestan a través de una red de centros anganwadi, cada uno de los cuales es organizado por un trabajador anganwadi y un ayudante seleccionado del pueblo. Los trabajadores anganwadi proporcionan educación preescolar no formal, alimentación suplementaria, salud y educación en nutrición, educación sobre la crianza y transferencias de salud materno infantil. Reciben un honorario de US$7.50 a US$10.80 por mes, según su preparación académica.

Uno de los mayores desafíos del programa ha sido proporcionar capacitación a sus trabajadores. Esta es esencial. Algunos anganwadi son designados dos años antes de que los trabajadores puedan recibir capacitación. Como ejemplo: la información de los trabajadores les permite pesar a los niños correctamente, pero no pueden trazar gráficas de crecimiento o interpretarlas para asesorar a las

madres sobre la atención futura, de allí la urgencia de darle uniformidad al programa capacitar al personal.

Los dos proyectos apoyados por el Banco están diseñados para mejorar la entrega de los alimentos complementarios, la coordinación de los servicios sanitarios y de nutrición, la capacitación de los trabajadores anganwadi y el suministro de juguetes y materiales didácticos para niños preescolares. También promueven la introducción de las técnicas de aprendizaje interactivo. Cada uno de los proyectos ha establecido metas, por estado, de reducción de la desnutrición grave, la desnutrición moderada y la mortalidad infantil. En un esfuerzo por tener en cuenta las necesidades del niño en su totalidad, los proyectos procuran mejorar los servicios para todos los grupos de edad, en particular para las mujeres y las niñas adolescentes.

Un exámen reciente de casi treinta estudios de impacto nutricional confirmó que el programa de ICDS ha tenido un impacto positivo en los niños menores de seis años. Un estudio comparativo realizado entre 1984-86 encontró tasas de mortalidad infantil más elevadas en zonas no atendidas por ICDS, otro estudio sobre los efectos en la educación primaria determinó que los participantes de ICDS tenían mayores tasas de matrícula en la escuela primaria, mejor asistencia y desempeño. Los niños de ICDS de las clases bajas y medias también registraron tasas de deserción escolar para el ciclo primario significativamente inferiores a los niños que no pertenecían a ICDS de aquellos grupos (Grupo Consultivo sobre Atención y Desarrollo Infantil, 1993).


Reorganizando el sistema de jardines de la infancia en Kazakstan

Con la reestructuración y privatización de las empresas estatales, la responsabilidad de los jardines de infancia en Kazakstan se está transfiriendo a los municipios, que no cuentan con los recursos para operarlos. Al mismo tiempo, las difíciles condiciones económicas implican que las familias jóvenes deben tener dos sueldos para sobrevivir, convirtiendo el sistema de jardines de infancia en una necesidad cada vez más urgente.

En la nueva república de Kazakstan, ni los gobiernos municipales con escasos recursos ni las empresas en vías de privatización pueden ofrecer amplia licencia por maternidad, atención subsidiada o gratuita en centros y jardines de infancia, servicios que la población se acostumbró a considerar como un derecho en el sistema soviético. Durante el comunismo, cerca del 60% del grupo de edad apropiada asistió al jardín de infancia, pero para fines de 1994 la matrícula se había reducido a menos del 30%. Esta disminución refleja la reducción de aproximadamente un tercio de los lugares disponibles entre 1984 y 1994, el aumento del valor real de los honorarios ante la disminución de los salarios y el mayor desempleo en el caso de la mujer (tanto por elección como por falta de puestos de trabajo).

El Proyecto de Protección Social de Kazakstan, financiado por un préstamo del Banco Mundial, está procurando encontrar formas de brindar servicios y protección social durante la difícil transición económica. Se han establecido proyectos piloto para ayudar a los municipios en los oblates del sur de Kazakstan y Pavlodar para hacer frente a la falta de inversión de las empresas en dispensarios, hospitales y jardines de infancia para así ayudar a garantizar la prestación continua de servicios. El préstamo del Banco está financiando además la rehabilitación sencilla, modernización y compra de suministros y equipos prioritarios para ciertos establecimientos médicos, jardines de infancia, y co-financiación —en forma decreciente— de los costos recurrentes de los locales objeto de la falta de inversión.

El proyecto también ayudará a los municipios a racionalizar sus sistemas de servicio social para que sean sostenibles. A fin de reducir los costos, los oblates y los gobiernos municipales están considerando opciones de como amalgamar los servicios, proyectarlos con mayor precisión, privatizar los servicios no esenciales, cerrar establecimientos innecesarios y mejorar la práctica de adquisición de alimentos. Para recuperar los costos, están considerando la posibilidad de introducir o aumentar tarifas al usuario, racionalizarlas y exigir el cumplimiento de su pago. En 1992, el Presidente de Kazakstan decretó que los jardines de infancia podrían cobrar para cubrir el 30% del costo de los alimentos, pero una generosa política de excepción y reducción de aranceles y la falta de cobro organizado ocasionó niveles de ingreso menores de lo previsto.

Determinar la necesidad real de servicios es una parte esencial de la racionalización. En la ciudad de Shymkent, por ejemplo, donde cincuenta y siete jardines de infancia municipales y cincuenta y seis jardines de infancia operados por empresas habían servido a una población de 450,000, el proyecto financiará los costos de rehabilitación de los setenta y siete jardines de infancia que se consideran necesarios. De los restantes, cerca de veinte jardines de infancia operados por empresas no serán transferidos al municipio, diez jardines ya habían cerrado y seis jardines municipales alojados en edificios no reglamentarios serán cerrados o convertidos para otros usos.

Hacia junio de 1995, cerca del 23% de los jardines de infancia de empresas que operaban en Kazakstan a fines de 1994 habían cerrado sus puertas, pero la promesa de financiamiento del Proyecto de Protección Social ha movilizado a los profesores y las madres de varios locales a comenzar a renovar para poder reabrir los jardines de infancia. En algunos jardines, las mujeres han reemplazado las paredes y arreglado los techos y los pisos.

Kazakstan, en medio de la preparación de una estrategia nacional para la falta de inversión del capital social y la prestación de servicios sociales, aún no ha definido la función social, económica y educativa que desempeñarán los jardines de infancia en la nueva república. ¿Serán guarderías cuya finalidad principal es cuidar a los niños de los padres que trabajan, o centros de desarrollo para la primera infancia que proporcionarán educación, inmunizaciones, atención médica primaria y servicios de nutrición? Mientras el gobierno fija las normas de calidad y cobertura para el programa de la primera infancia, el Proyecto de Protección Social de Kazakstan mantendrá al menos un mínimo de jardines de infancia en cada ciudad del proyecto.


 Expandiendo servicios para niños de Guyana

A pesar de ser el segundo país más pobre del mundo, Guyana reconoce la necesidad de prestar servicios integrales a los niños. Con apoyo del Banco Mundial, el gobierno está combinando los servicios básicos de salud y nutrición con la educación en la primera infancia basada en centros en un sistema orientado a restablecer la prestación de servicios sociales a los pobres.

Las dificultades económicas de Guyana desde su independencia en 1966 ilustran cómo una economía con amplios recursos humanos y naturales puede ser devastada por políticas contraproducentes de parte del Estado. Durante sus primeros veinte años, la economía del país padeció de la centralización de la toma de decisiones, intensa participación del sector público y una general falta de reconocimiento de la necesidad de promover el sector privado. La posterior declinación económica ha debilitado gravemente los sistemas de prestación de servicios sociales que una vez fueron sólidos.

En 1988, el gobierno de Guyana —con la asistencia del Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Asociación Internacional de Fomento (AIF) —lanzó una serie de medidas que apuntaban al restablecimiento del crecimiento económico y la normalización de las relaciones con los donantes externos. Al mismo tiempo, inició el Programa de Mejoramiento del Impacto Social, de carácter complementario (SIMAP).

Bajo el Proyecto de salud, nutrición, agua y saneamiento financiado por el Banco Mundial, SIMAP está tratando de restablecer los servicios de atención sanitaria en el país y de mejorar la calidad de los establecimientos existentes de atención infantil. El programa brinda complemento alimentario a los niños menores de 5 años, mujeres embarazadas y mujeres que dan de lactar (una o dos comidas por día), rehabilita y equipa los centros infantiles, los centros de atención de salud, construye instalaciones de abastecimiento de agua y saneamiento y sistemas de drenaje residenciales. También financia la construcción, expansión o rehabilitación de los departamentos materno infantiles ambulatorios en los hospitales de distrito y proporciona suministro y reservas de medicamentos esenciales para los establecimientos de atención primaria de salud.

El programa provee suplementos alimentarios a todos los niños de seis meses a dos años, a todos los niños desnutridos de dos a cinco años de edad y a todas las mujeres embarazadas y que dan de lactar que visitan los dispensarios. La leche y el arroz que distribuyen son adquiridos semanalmente por la organización patrocinadora de los proveedores locales calificados. Las evaluaciones indican que los alimentos gratis están atrayendo nuevamente a las mujeres y los niños al sistema de atención de salud y la participación en los consultorios de "niños sanos" ha aumentado extraordinariamente.

Aunque el presente sistema de Guyana de centros infantiles puede aceptar a un máximo de mil niños, incluso ese nivel de compromiso es singular para un país en su situación económica. Los centros infantiles son administrados por los municipios, además se está empezando a desarrollar el servicio privado de centros infantiles. El gobierno de Guyana capacita a todos los trabajadores de los centros infantiles estatales y privados. El sistema de centros infantiles de Guyana puede tener limitaciones en este momento, pero el país sabe claramente que los niños pequeños son una buena inversión en el futuro.


Planificando para responder a las necesidades de los niños en las Filipinas

Filipinas está sentando las bases de un programa masivo para mejorar y ampliar los servicios públicos para los niños pequeños. A fin de establecer los indicadores de los puntos de comparación y trazar la dirección del financiamiento para los servicios de desarrollo infantil, ha iniciado un estudio minucioso del sistema actual.

A petición del Ministerio de Salud de Filipinas, el Banco Mundial y el Banco Asiático de Desarrollo (BAD) prepararon un informe en 1994 para que sirviera de base a fin de seguir invirtiendo en los programas integrados de desarrollo del niño del país. El informe examinó todos los programas y actividades actuales relacionadas con la salud, nutrición y educación de los niños filipinos en la primera infancia.

Los Ministerios de Salud, Educación, Bienestar Social y Desarrollo y Cultura y Deporte de Filipinas están usando actualmente ese informe para preparar un programa nacional para la primera infancia. Si bien el plan de inversión de Filipinas se encuentra todavía en una etapa inicial, sin duda cubrirá la salud, la nutrición y la educación, con miras de lograr estos objetivos generales:

  • Salud. Fortalecimiento y ampliación de los programas de supervivencia infantil (como los programas de inmunización y las medidas para controlar las enfermedades digestivas y respiratorias). Así mismo lanzar una iniciativa dirigida a los "niños enfermos".
  • Nutrición. Fortalecimiento y ampliación de los programas para niños desnutridos, promoviendo la lactancia materna y las prácticas adecuadas de alimentación del lactante ofreciendo suplementos de micronutrientes a las madres y los niños en riesgo.

  • Educación infantil. Fortalecimiento y ampliación de los programas preescolares públicos y experimentación de diversos esquemas de funcionamiento de centros infantiles para ayudar a las madres que trabajan.

Cuadro 12 – Tratamiento integrado del niño enfermo: enfoque de OMS-UNICEF

Las dolencias más comunes para los niños en todo el mundo son las relacionadas con la diarrea, la neumonía, la malaria, el sarampión y la desnutrición, frecuentemente en forma combinada. Reconociendo la compleja superposición de síntomas y efectos, la OMS y UNICEF han elaborado un enfoque de atención de salud analizando el estado de cada niño en su totalidad en lugar de concentrarse en una sola enfermedad, como se hacía antes. El informe sobre Desarrollo Mundial del Banco Mundial de 1993 citó este nuevo enfoque integrado, como intervenciones de salud eficaces en función de los costos para países de bajos y medianos ingresos y predijo que ayudaría mucho a reducir la carga global de morbilidad.

El manejo integrado tiene varias metas básicas:

  • Diagnóstico exacto de pacientes ambulatorios.

  • Tratamiento combinado de todas las enfermedades graves.

  • Transferencia rápida en casos graves.

  • Promoción generalizada de intervenciones preventivas como inmunizaciones, lactancia materna y mejor nutrición.

Para ayudar a alcanzar estas metas, se está capacitando a los trabajadores de salud sobre cómo evaluar, clasificar y tratar las enfermedades comunes y cómo orientar a los padres en los principios básicos y las prácticas de salud. Durante la capacitación en un establecimiento de primer nivel, se enseñará a los trabajadores de salud a usar las normas de tratamiento de casos de OMS-UNICEF, algunos recibirán capacitación en el manejo de los suministros de medicamentos. Los gráficos de tratamiento y los métodos de capacitación para el control integrado se han puesto a prueba en Etiopía y Tanzanía y se están creando herramientas de seguimiento y evaluación. El control integrado de las enfermedades de la niñez es tan promisorio que el Banco Mundial ya está colaborando con la OMS para introducirlo en los proyectos apoyados por el Banco en Brasil, Filipinas y Tanzanía.

Fuente: Basada en la información proporcionada por Mariam Claeson, Banco Mundial, octubre de 1995.

Todas las inversiones estarían dirigidas puntualmente a los pobres y diseñadas para aprovechar al máximo la participación comunitaria. Ya se ha completado una ronda inicial de entrevistas comunitarias acerca del contenido de los programas de desarrollo infantil, se planificaron asimismo dos rondas más de consultas, además de un programa para movilizar el apoyo local para dichos programas.

Además de servir como guía para hacer planes, el informe ADB de 1994 del Banco Mundial también debe resultar útil para atraer el apoyo de los donantes. Una vez publicado el informe se presentará en un taller de donantes y distribuirá a las fuentes de financiamiento potenciales a nivel mundial.

 

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