Discursos

SU EXCELENCIA SAMUEL LEWIS NAVARRO, PRIMER VICEPRESIDENTE Y MINISTRO DE RELACIONES EXTERIORES DE LA REPUBLICA DE PANAMA
INTERVENCIÓN DE LA REPUBLICA DE PANAMA, TRIGÉSIMO QUINTO PERÍODO ORDINARIO DE SESIONES DE LA ASAMBLEA GENERAL DE LA ORGANIZACIÓN DE LOS ESTADOS AMERICANOS

6 de junio de 2005 - FORT LAUDERDALE, FLORIDA


Su Excelencia Condoleezza Rice, Secretaria de Estado de los Estados Unidos de América, y Presidenta de esta Asamblea General, señoras y señores Cancilleres y Jefes de Delegación, señor Secretario General, señor Secretario General Adjunto, señoras y señores Delegados, señoras y señores Observadores Permanentes, representantes de la sociedad civil, y de los medios de comunicación, invitados especiales, señoras y señores:

En nombre del Gobierno del Presidente de la República de Panamá Martín Torrijos Espino, quiero agradecer al Pueblo y al Gobierno de los Estados Unidos de América, a su Presidente George W. Bush, a su distinguida Secretaria de Estado, al Gobernador del Estado de la Florida Jeb Bush, y a las autoridades locales de esta ciudad de Fort Lauderdale, la gentil invitación a esta tierra hospitalaria y amiga, para celebrar el trigésimo quinto período ordinario de sesiones de la Asamblea General de nuestra Organización.

Igualmente deseo agradecer a nuestro anfitrión por haber propuesto una reflexión colectiva sobre el tema “Hacer realidad los beneficios de la democracia”. La elección de este tema no ha podido ser más propicia y oportuna.

Señora Presidenta:

A la vida democrática se llega por diversas vías, a veces por caminos difíciles y hasta dolorosos, cuando los pueblos se ven en la circunstancia de construirla a través de transiciones especialmente complejas.

En nuestro caso particular, hace ya quince años que mi país se vio envuelto en la mayor crisis institucional de su historia. Las administraciones instaladas luego de la tormenta, debieron enfrentar el inmenso reto de reconstruir el país y, sobre todo, de echar las bases de una nueva institucionalidad democrática, más influyente y participativa, que no repitiera los errores del pasado y que viniera a responder con transparencia y eficacia las altas expectativas que una población esperanzada cifró en la solución de sus problemas más apremiantes.

No fue un camino simple ni rectilíneo, pues debieron sortearse múltiples obstáculos, tanto físicos como políticos y culturales. Pero esa fractura institucional dio oportunidad para reconstruir, desde una perspectiva renovadora, gran parte de la organización del Estado, incluidos los partidos políticos y sus propuestas programáticas.

La experiencia panameña demuestra con claridad que, incluso en las circunstancias más adversas, hoy es factible reconstruir participativamente el pacto social que une y organiza la diversidad de componentes de una nación, para dar nuevo sentido y alcances a su creatividad colectiva. El diálogo y el compromiso mutuamente confiables lo hacen viable, no para establecer otro género de uniformidad, sino un marco de pluralidades donde los diversos integrantes puedan encontrar espacios de concertación, corresponsabilidad y participación. Desde esta perspectiva, el actual Gobierno ha emprendido una tarea de adecuación de nuestro sistema a las realidades que hoy enfrentamos. Una reforma constitucional, así como reformas fiscales, reflejando las aportaciones de una amplia consulta ciudadana, contribuyendo al fortalecimiento de nuestra democracia.

Asimismo, se han derogado recientemente en nuestro país leyes, que se consideraban restrictivas al ejercicio de la libertad de expresión, adecuando nuestra legislación a los parámetros internacionales en la materia y garantizando aún más a nuestros ciudadanos el pleno ejercicio de estos derechos. A esta tarea se suman los esfuerzos logrados por reformar nuestro sistema de seguridad social, a fin de que el futuro de la institución respectiva y el de las generaciones venideras pueda salvaguardarse. Hemos acometido esta empresa con la certeza de que en algunas ocasiones es necesario adoptar medidas que, aunque momentáneamente impopulares, redundarán en beneficio de la población en su conjunto.

Hoy por hoy, como ha señalado el Presidente Torrijos, los peligros que más amenazan a la democracia ya no son las asonadas militares sino las frustraciones ocasionadas por la persistencia de males sociales, tales como el desempleo, la corrupción, el hambre, la marginación y la delincuencia, agravados por vicios como el de la incompetencia judicial y la impunidad, junto a la carencia de oportunidades para el progreso individual y colectivo.

Si de algo debemos precavernos para proteger la democracia, es de que la población llamada a defenderla se decepcione de la misma y deje de luchar por ella, bajo la impresión errónea de que es el sistema la causa de los problemas económicos y sociales que no han podido superarse.

La OEA, luego de innumerables esfuerzos que datan de la década pasada, entre los que se incluyen el compromiso de santiago con la democracia y la renovación del sistema interamericano; la resolución 1080 que estableció consecuentemente un mecanismo de acción colectiva de defensa en caso de que se produjera una interrupción abrupta o irregular del proceso político institucional democrático; así como las declaraciones de Nassau y Managua, adoptó el 11 de septiembre de 2001, la carta democrática interamericana, que en su artículo primero expresa que “los pueblos de América tienen derecho a la democracia y sus gobiernos la obligación de promoverla y defenderla”.

Este compromiso ha sido asumido en el entendido de que la democracia como método y como sistema de gobierno no puede quedar estática frente al continuo cambio de la realidad y de las expectativas de las sociedades. Nuestros pueblos exigen la garantía de gobiernos transparentes y eficaces, que alienten y faciliten la participación democrática, de acuerdo a los principios y valores consagrados en ese compromiso.

Es por ello que vemos con interés la propuesta de declaración que nos hacen nuestros anfitriones, para “hacer realidad los beneficios de la democracia” y que luego de una amplia discusión aprobaremos en esta asamblea general.


Señora presidenta:

Los gobiernos democráticos deben ser invariablemente enérgicos en la lucha contra todas las formas de corrupción e impunidad, fortaleciendo las investigaciones, enjuiciamientos y acciones punitivas necesarias para esto.

La importancia de la lucha contra la corrupción es indiscutible. Hoy se entiende claramente que no es posible construir sociedades justas y democráticas si la corrupción se instala en las instituciones de nuestros países y somete las decisiones públicas a intereses particulares. Existe también una clara conciencia respecto a la íntima relación entre corrupción y pobreza y de éstas con el desmejoramiento de las democracias en nuestro hemisferio. Por ello, la transparencia ocupa un destacado lugar en nuestras agendas, y nuestro país Panamá, no escapa a esta realidad.

En el ámbito interamericano, tanto en la OEA, como en el proceso de las cumbres de las américas, se han registrado importantes avances y una creciente cooperación entre los estados en la lucha contra este flagelo, que al decir de la convención interamericana contra la corrupción, adoptada en marzo de 1996 “socava la legitimidad de las instituciones públicas, atenta contra la sociedad, el orden moral y la justicia, así como contra el desarrollo integral de los pueblos

En este sentido, Panamá declara , con toda la energía y con toda la solemnidad que demanda una causa tan sagrada para nuestros pueblos, que se adhiere con gran entusiasmo a la decisión de declarar el 2006 como el año de la lucha contra la corrupción. desde luego, la lucha contra la corrupción implica una actitud vigilante y permanente, pero en el 2006 los esfuerzos tendrán que redoblarse, porque así lo exige la integridad y la efectividad del sistema democrático.

El compromiso adoptado por los estados de este continente es claro, así lo evidencia el hecho de que 33 de los 34 estados que conforman esta organización, sean parte de la convención y un número creciente participe en el mecanismo de seguimiento de la implementación de la convención interamericana contra la corrupción (mesicic). Coincidimos en que es necesario fortalecer y acelerar el ritmo de este mecanismo.



Es importante recordar que la convención interamericana contra la corrupción es el primer instrumento de su tipo en el mundo, que comprende de modo amplio el fenómeno de la corrupción, combinando componentes tanto punitivos como preventivos, así como de asistencia y cooperación entre los estados, y que se adelantó en más de siete años a la convención de las naciones unidas contra la corrupción, suscrita en Mérida, México, en diciembre de 2003.

Debemos emprender un esfuerzo colectivo para establecer cuales son las ventajas comparativas que ofrece nuestra organización, y enfatizar nuestras actividades en estos delicados temas.

En otro orden de ideas, queremos manifestar nuestra satisfacción por el acuerdo alcanzado en el ámbito de la OEA, para continuar la consideración de un proyecto de carta social, y aguardamos con interés el aporte que los grupos regionales hagan sobre el tema.

Antes de finalizar, quisiera compartir con este selecto auditorio, alguna de las preocupaciones que tiene nuestro país respecto de la situación por la que atraviesa la hermana república de Haití.

Para Panamá el multilateralismo constituye una piedra angular de su política exterior. desde esta perspectiva y dada nuestra membresía en la asociación de estados del caribe (aec), cuya iv cumbre de jefes de estado y de gobierno se celebrará en mi país en el mes de julio próximo, sostenemos desde la base conceptual de “gran caribe” (great caribbean), esta preocupación por el hermano pueblo de Haití. En tal sentido, el agravamiento de la situación de los derechos humanos, la crisis institucional y la anarquía de los grupos armados, constituyen hechos que dificultan la labor de paz de las naciones unidas en Haití, y en consecuencia la labor que bajo esa misión, desempeña la OEA.


Proponemos que se fortalezca la institucionalidad democrática, que se profesionalicen los cuerpos de seguridad, y que se produzca el ansiado desarme de las bandas delincuenciales que operan en detrimento de la paz y la gobernabilidad. Adicionalmente, vemos con preocupación la situación del ex-primer ministro Ivonne Neptune, a quien panamá ha ofrecido hospitalidad, una vez que sea puesto en libertad.

Sentimos que así cumplimos también nuestro destino histórico, el que también nos impulsa a reiterar que hemos ofrecido a la ciudad de panamá como sede del ALCA. desde tiempos precolombinos, Panamá ha constituido un puente de unión entre las américas, y el canal de Panamá unió los dos mares, el atlántico y el pacífico. continuemos con el cumplimiento de esa altísima misión de convergencia continental , siempre con el objetivo de fortalecer la democracia y alentar nuevas esperanzas en el camino de la superación de la pobreza.

Finalmente, quisiera reiterar el agradecimiento a nuestros anfitriones por la espléndida organización de esta asamblea general, que constituye un esfuerzo que engrandece a la OEA, y la consolida como el principal foro político permanente de las américas.

Muchas gracias.