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Nota final

Los informes sobre impacto ambiental tienen por objeto "presentar una explicación de los efectos positivos y negativos que cabe esperar como resultado de una propuesta y poner dichos efectos en conocimiento de las autoridades y del público" (PNUMA, 1988). No se presenta una definición de lo que constituye o no un efecto ambiental, definición que aparentemente queda librada a la persona o personas que efectúan el análisis. Por lo tanto, serán efectos "ambientales" todos aquellos que la persona que efectúe el análisis califique como tales.

Uno de los primeros métodos que se crearon fue el de Leopold y colaboradores (1971), en el que se consideraban exclusivamente los efectos sobre la naturaleza. Cada uno de los cientos de artículos, monografías y libros que se han escrito sobre el tema parecen criticar, juzgar y modificar los demás métodos y promover simultáneamente un método propio. A través de esta evolución se ha extendido cada vez más la lista de elementos que han de considerarse y han surgido métodos cada vez más complejos para medir y valorar dichos elementos.

El método de superposición de mapas propuesto poco tiempo antes por McHarg (1969) adoptaba una orientación diferente, pero puede incluirse entre los procedimientos de evaluación de efectos ambientales, aunque mucho más orientado al diseño que al análisis. Este método también ha evolucionado ya que la cartografía se basa ahora en la alta tecnología, con el aporte de la computación y la obtención de imágenes por teleobservación.

Los estudios de Odum (1972) y Holling (1978) constituyen ejemplos de los primeros métodos relativos a los sistemas. Estos métodos también pueden recurrir a la computación, aunque las dificultades para hallar una unidad común de medida para todos los efectos sigue representando un problema. Odum, por ejemplo, trató de efectuar mediciones utilizando unidades de energía para todos los recursos y corrientes. Otros han limitado al mínimo el número de unidades y relaciones analizadas en cada oportunidad para evitar el problema de la falta de unidades comunes. Dados estos problemas, en los últimos tiempos ha surgido una tendencia a analizar los sistemas mediante procedimientos asistidos por computadoras y tomando como base criterios más cualitativos que cuantitativos. (Bisset, 1978). Las tendencias más recientes en lo que respecta al mejoramiento de los métodos de evaluación de impacto ambiental están representadas por los esfuerzos, cada vez más frustrados, por llevar a cabo las tareas de EIA en las primeras etapas del ciclo del proyecto y hallar las formas de medir con mayor precisión los efectos (Hollick, 1987).

La falta de datos a menudo frustra la evaluación ambiental (Bojorquez, 1989), lo que ha dado impulso a planes tendientes a obtener, catalogar y utilizar una cantidad cada vez mayor de datos. Sin embargo, en lugar de organizar todos los elementos en unidades de importancia relativa, o "calorías", actualmente se hace hincapié en la valoración económica y en la contabilización en el ingreso nacional, convirtiendo de manera forzada todos los efectos a dólares, tarea que seguramente también ha de resultar fútil ya que muchos efectos son de carácter social y cultural más que económico.

A pesar del gran perfeccionamiento logrado en los procedimientos de EIA, persisten otros problemas de difícil solución. Los criterios aún no son uniformes, ni pueden serio, dadas las diversas necesidades, los diferentes niveles de tolerancia y la multiplicidad de ecosistemas independientes. No existe una comprensión cabal de los niveles máximos y mínimos de la mayoría de los ecosistemas, aún cuando los instrumentos son más complejos y sensibles. En todo caso, la experiencia revela que las "normas" son establecidas políticamente y, en general, son negociadas o, en caso de que no se negocien, son ignoradas por las partes afectadas que no tienen intervención alguna en la formulación y ejecución de la decisión.

No cabe duda alguna de que, con el transcurso de los años, las evaluaciones de impacto ambiental han permitido descubrir y organizar información útil. No obstante, el análisis de impacto ambiental de los proyectos no constituye una actividad científica correcta ni una planificación correcta. Algunos datos son excelentes mientras que otros son de escasa importancia, o incluso falsos, y se recurre poco o nada al análisis crítico por otros especialistas. Pocos, si acaso alguno, de los datos, determinaciones y conclusiones útiles se difunden en forma amplia, debido a que los estudios son demasiado específicos en lo que respecta al tema y el público al que están dirigidos.

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