Red Regional de Voluntarios (Cascos Blancos)

     La labor de manejo de desastres y emergencias complejas, incluyendo la preparación, respuesta y asistencia humanitaria, requiere una amplia coordinación interinstitucional, que a su vez sólo puede lograrse mediante la conformación de redes funcionales y orgánicamente estructuradas, con la participación de todos los sectores del Gobierno y la Sociedad, en todos sus niveles de organización político-administrativos –desde el nivel central nacional hasta los niveles locales-. La conformación de tales redes implica, en todas y cada una de las instituciones participantes, un conocimiento acabado y un alto nivel de comprensión sobre la misión y el papel, las necesidades y la capacidad de efectiva comunicación y coordinación de esfuerzos de todas las demás instituciones. De igual modo, sólo redes funcionales y orgánicamente estructuradas pueden asegurar una acción efectiva y eficiente frente a emergencias complejas y eventos catastróficos, optimizando los recursos humanos y materiales disponibles.

     Por otro lado, la gestión de riesgo –ya sea impuesta por la vulnerabilidad a eventos naturales extremos como por la vulnerabilidad inherente a las condiciones socio-económicas de una sociedad –desde la identificación de vulnerabilidades y evaluación de riesgo, prevención y mitigación de impactos adversos, y hasta la transferencia del riesgo “residual”- requiere aún mayor coordinación y cooperación, ya que abarca una gama más amplia de sectores, niveles de gobierno y segmentos de la sociedad civil. En este caso, sólo la formación de redes hace posible el intercambio de conocimientos e información necesaria para implementar medidas eficaces y eficientes para reducir la vulnerabilidad de las comunidades y su infraestructura socio-económica, a través del fortalecimiento institucional y la construcción de capacidades, el establecimiento de cooperación y sinergias eficaces, y la optimización de recursos escasos que evite superposiciones y duplicaciones de esfuerzos.