CIDH

Intervención del Presidente de la CIDH en Seminario

Intervención del Presidente José de Jesús Orozco Henríquez en el Seminario Preparatorio para el Fortalecimiento del Sistema Interamericano de Derechos Humanos

Washington, D.C. 30 de mayo de 2012

En seguimiento al compromiso expresado ante el Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos, con responsabilidad, profesionalismo y diligencia, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos ha organizado este primer seminario para profundizar en el análisis y ponderación de las recomendaciones emanadas del Grupo de Trabajo Especial de Reflexión sobre el funcionamiento de la propia Comisión para el fortalecimiento del Sistema Interamericano de Derechos Humanos.  

El presente seminario se celebra en un momento crucial para el Sistema Interamericano. Lo que aquí se discute, sin duda alguna, es el patrimonio que los Estados, junto con las y los habitantes de las Américas, hemos construido para que las actuales y futuras generaciones de todo el hemisferio puedan gozar de sus derechos humanos. Se trata de los mecanismos eficaces y las garantías internacionales para que ninguna persona en la región se sienta desamparada en sus derechos más esenciales; para que los Estados –a través de sus gobiernos de hoy y los del futuro-, se vean obligados a respetar esos valores que, en ejercicio de su soberanía, un día acogieron y se comprometieron internacionalmente a salvaguardar, siendo inaplazable alcanzar la universalidad de los instrumentos interamericanos e indispensable el debido cumplimiento de las resoluciones de sus órganos. 

Esa es la perspectiva desde la cual abordamos este tema. El auténtico fortalecimiento del Sistema Interamericano de protección de los derechos humanos ilumina el horizonte y marca el derrotero para nuestras discusiones. Es a partir del reconocimiento de nuestra propia historia y de los desafíos presentes, aún en democracia, que debemos reflexionar sobre cuáles medidas debemos adoptar para fortalecer la protección de los derechos de las y los americanos y cuáles, sin embargo, conducirían a su debilitamiento.  

No sobra recordar que la experiencia del Sistema Interamericano es, probablemente, una de las más exitosas globalmente y se constituye, de manera subsidiaria y complementaria, en una esperanza para millones de personas en la región ante eventuales insuficiencias o ineficacias de los mecanismos internos de protección contra la injusticia o la arbitrariedad.  

La Comisión Interamericana siempre está abierta a la evaluación crítica de su desempeño y las aportaciones para el perfeccionamiento de sus procedimientos. Al efecto, debe distinguirse entre las objeciones y críticas legítimas a alguna decisión en particular que no se comparta, la cual puede ser eventualmente combatida ante la Corte Interamericana cuando se ha reconocido su jurisdicción, y el cuestionamiento o descalificación general de las atribuciones de la Comisión y la función del Sistema Interamericano. Al respecto, conviene reflexionar también, con madurez y objetividad, hasta dónde varios de los reclamos o cuestionamientos específicos hacia el trabajo de la Comisión son derivados o encuentran explicación en la escasez de recursos financieros y humanos que se le asignan desde la OEA,  con el objeto de no errar en las medidas a adoptar.    

Como lo destacamos en la respuesta preliminar que le dirigimos al Consejo Permanente, la Comisión Interamericana valora las recomendaciones del Grupo de Trabajo Especial que nos ocupan como un aporte importante por parte de los Estados. Ciertamente, la Comisión habría esperado que en los informes que otros órganos de la OEA le han dirigido a la Asamblea General hubiera sido consultada o, al menos, no se ignorara lo que sobre el mismo tema ya se ha pronunciado.   

En todo caso, la Comisión está convencida de que el proceso de reflexión sobre el Sistema Interamericano es y debe ser permanente, el cual se enriquece con la participación de los Estados, las organizaciones de la sociedad civil, la academia y las voces de las victimas, así como los propios órganos del Sistema. Todas y todos tenemos algo que decir; entre todas y todos hay que dialogar y escucharnos con atención y respeto. Debemos evaluar con apertura y prudencia cada una de las razones a favor o en contra de una determinada recomendación o propuesta. Cualquier ajuste, por sutil que parezca, podría afectar las garantías que tan arduamente hemos construido, por lo que merece la más amplia, plural, abierta y participativa discusión, de manera sosegada y reflexiva. Ese es nuestro compromiso con quienes habitan las Américas, y en ese empeño no les vamos a defraudar.  

Deseo agradecer a los Estados interesados en el fortalecimiento del Sistema, a las y los defensores de derechos humanos y a la academia su valiosa participación, así como al Instituto Iberoamericano de Derecho Constitucional -tanto a su flamante presidente, Diego Valadés, como a quien le precedió, Jorge Carpizo-, al igual que a la Embajada de Colombia, su generoso patrocinio.  

Les aseguro que las recomendaciones objeto del seminario, así como las propuestas que de aquí emerjan o de próximos ejercicios equivalentes –incluidos los de carácter regional-, serán seriamente evaluadas por quienes desde la Comisión Interamericana tenemos hoy el privilegio y la responsabilidad de cuidar y perfeccionar, en ejercicio de nuestra autonomía e independencia, lo que con tanto esfuerzo y enormes dificultades ha sido construido para salvaguardar la dignidad y los derechos de los seres humanos en nuestro hemisferio, eje toral y razón de ser del Sistema Interamericano en cuyo fortalecimiento estamos empeñados.