Discursos

EXCELENTÍSIMA SEÑORA, EPSY CAMPBELL BARR, VICEPRESIDENTA DE COSTA RICA
PRESENTACIÓN DE LA VICEPRESIDENTA DE COSTA RICA DURANTE LA SESIÓN EXTRAORDINARIA DEL CONSEJO PERMANENTE PARA CONMEMORAR EL DÍA INTERNACIONAL DE RECUERDO DE LAS VÍCTIMAS DE LA ESCLAVITUD Y LA TRATA TRANSATLÁNTICA DE ESCLAVOS

25 de marzo de 2019 - Washington, DC


Señor Presidente,
Señor Secretario General,
Señor Secretario General Adjunto,
Excelentísimos Embajadores y Embajadoras,
Senadora Ancelma Perlacios de Bolivia
Ministra de Cultura de Colombia, Carmen Vazquez
Secretaria de Políticas para la Promoción de la Igualdad Racial de Brasil, Sra. Sandra Terema
Ex Secretario para el Desarrollo de los Pueblos Afromexicanos de México, Sr. Bulmaro García Zavaleta.
Y a todas las personas invitadas,
Representantes Permanentes,
Delegados y Delegadas,
Señoras y señores,

Tengo el honor de dirigirme a ustedes en nombre de Costa Rica, un extraordinario país que ha construido en las últimas décadas un modelo de inclusión que todavía se encuentra en construcción, pero que permitió, a través de una democracia centenaria, que una mujer afrodescendiente, por primera vez en la historia continental, asuma el cargo de Vicepresidenta de la República.

Es también para mí un honor, dirigirme a ustedes en nombre de las más de 200 millones personas afrodescendientes de América Latina y el Caribe, que han resistido y luchado permanentemente para posicionar sus demandas históricas, para garantizar sus derechos humanos, para garantizar que las agendas nacionales, internacionales y regionales sean y estén acorde con el cumplimiento de todos sus derechos humanos, y que efectivamente, siguen trabajando de manera conjunta con los Estados desde los diferentes espacios para construir democracias sólidas, inclusivas y justas.

Esta sesión extraordinaria del Consejo Permanente nos convoca hoy para recordar a mis ancestros y mis ancestras, aquellos seres humanos que sufrieron y murieron a causa de la trata transatlántica de personas esclavizadas: la mayor migración forzada de la historia y una de las más inhumanas.

Durante más de 400 años, millones de personas, hombres y mujeres, niñas y niños, fueron víctimas de uno de los capítulos más lamentables de la humanidad.

¡Recordar es necesario, sin embargo, no es suficiente! Los resultados de la esclavitud persisten hoy y deben de ser abolidas, deben de transformarse, y deben de tener respuestas concretas de cada uno de los Estados.

Enfrentamos grandes desafíos. La situación de los derechos humanos en el mundo es cada vez más compleja y mucho más lo es para las personas descendientes de la esclavitud; la migración, el desplazamiento masivo de seres humanos como consecuencia de la guerra y el cambio climático, ha generado un discurso populista en todas las regiones del mundo, que promueve el odio y nos obliga a proveer a quienes huyen del escarnio de la guerra y del hambre, protecciones mínimas que garanticen el respeto a su dignidad, y el acceso a los derechos humanos de todas las poblaciones.

Las personas migrantes, en particular las que están en situación irregular, que viven y trabajan clandestinamente, están viviendo con miedo, se ven constantemente privados de sus derechos y libertades básicas; son vulnerables a la explotación y a la marginación y debemos continuar con una agenda que garantice sus derechos, indistintamente de la condición migratoria.

La esclavitud moderna está estrechamente vinculada con el fenómeno de la desigualdad, tiene fundamentos económicos, políticos, sociales y culturales; encuentra en los pueblos afrodescendientes, en los pueblos indígenas, en las personas migrantes, en las mujeres, en las niñas y en los niños, sus mayores víctimas; afecta directamente a todas aquellas y aquellos que aún viven en una situación de pobreza, de exclusión; y persiste en formas enmascaradas como la explotación sexual, el trabajo forzoso, el trabajo infantil, la trata y tráfico de personas.

La Organización Internacional del Trabajo ha documentado que más de 40 millones de personas en el mundo son víctimas de la esclavitud moderna, y que realmente estas personas están expuestas a la explotación y no pueden rechazar o abandonar esta situación por amenazas, por violencia, por coerción, engaño o abuso del poder.

Las diferencias raciales y étnicas permean los indicadores de pobreza e inequidad en América Latina y Caribe. La exclusión de los pueblos afrodescendientes de la participación y el acceso a oportunidades económicas nos permiten comprender las dimensiones no materiales de la inequidad y la pobreza. Son muchísimos los impactos que tiene la exclusión en millones de personas hoy en día.

Particularmente, la marginación económica de las mujeres afrodescendientes se manifiesta en su exclusión de una participación plena, en una inversión baja en capital humano, en un desempleo mayor, así como limitaciones estructurales para acceder a recursos productivos, como la tierra, el crédito y la asistencia técnica.

Uno de los problemas fundamentales que enfrentan los pueblos y sobre todo las mujeres afrodescendientes es la invisibilidad porque las sociedades de nuestra región no reconocen toda su diversidad y cuando la reconocen es muchas veces una mera declaración legal que no se traslada a acciones concretas. Por ello, el abordaje de la inclusión económica de las mujeres afrodescendientes debe de hacerse desde una perspectiva local, nacional e internacional donde todos los actores puedan impulsar acciones, comprometer recursos financieros, y voluntades políticas para cumplir con este objetivo.

La difusión de toda la información en contra de la esclavitud deber ser permanente y alcanzar todos, absolutamente todos los círculos sociales de nuestra región para así promover el crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible, el empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todos y todas.

Señor Presidente,

Es imprescindible, hoy más que nunca, atender las desigualdades y la creciente inequidad estructural de nuestras sociedades y de la comunidad internacional. La Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible son la brújula y el compromiso de las naciones para lograr el extraordinario progreso y bienestar que ha generado la humanidad que pueda llegar a todos y todas, efectivamente, sin “dejar a nadie atrás”, a nadie de los que hoy y las que hoy están atrás.

Tenemos el vehículo para eliminar la inequidad y atender a las poblaciones vulnerabilizadas y esa tarea está intrínsecamente relacionada con el fortalecimiento del sistema de protección de los derechos humanos tanto a nivel nacional como a nivel internacional.

En ese sentido, luchar contra la inequidad y no dejar a nadie atrás, hace que Costa Rica llame la atención sobre el Plan de Acción del Decenio Internacional para los Afrodescendientes, adoptado no solo por la Asamblea General de las Naciones Unidas, sino por esta misma Organización.

En el 2020 deberá hacerse un balance de medio período, y no hemos avanzado lo suficiente. Requerimos los recursos necesarios para tomar las medidas concretas para reconocer las contribuciones de esa población, respetar, proteger y asegurar el acceso a sus derechos fundamentales.

Señor Presidente, Señor Secretario General, quiero invitarlos a que esta Organización realice una jornada para que los Estados no solo rindan cuentas a partir de los compromisos asumidos en el año 2020, sino que plantemos un ambicioso Plan de Acción para cumplir con los compromisos.

Debemos, señor Presidente, señor Secretario General, elaborar un informe de esta propia Organización de los compromisos que asumimos con el Decenio de los y las Afrodescendientes.

Mi país hace un llamado, también, para que acabemos con todas las formas de esclavitud en nuestros tiempos y para adoptar medidas inmediatas y eficaces que erradiquen de una vez por todas el trabajo forzoso y la trata de personas en nuestra región.

Del mismo modo, Costa Rica insta al cumplimiento de las recomendaciones hechas por el Grupo de Trabajo de Afrodescendientes y la Declaración y Plan de Acción de la III Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, La Xenofobia y Todas las Formas Conexas de Intolerancia, donde se insta a los Estados a impulsar acciones que protejan a los niños, niñas y adolescentes contra del racismo y la discriminación racial.

Quisiera destacar el rol de la sociedad civil para motivar a los Estados a que desarrollen Planes de Acción para mejorar las condiciones de vida de las y los afrodescendientes; y el de las organizaciones como el Instituto de Raza, Igualdad y Derechos Humanos, que han venido participando de manera activa por realizar a nivel regional e internacional un trabajo de visibilización de los problemas que tienen las comunidades afrodescendientes en el marco de la Organización de los Estados Americanos.

El Presidente de la República de Costa Rica, Carlos Alvarado Quesada, se ha comprometido con la agenda de inclusión de los pueblos afrodescendientes, y es para mí un honor y una responsabilidad liderar este trabajo a lo interno de mi país y a nivel internacional.

Señor Presidente, Señor Secretario General, Señoras y señores Embajadores,

Me llamo Epsy, como mi abuela jamaiquina, una mujer que desde niña tuvo que hacer trabajo de adulta, acompañando a su padre desde muy pequeña, y trabajó sin descanso y sin posibilidades de prepararse para tener mejores condiciones de vida. Ella fue una mujer valiente, una negra migrante, que cruzó el mar para llegar a Costa Rica, donde trabajó incansablemente para que sus hijas y sus nietas, como yo, no tuviésemos las dificultades que ella tuvo que enfrentar. Una mujer de la que heredo la pasión, la energía, la determinación y el compromiso. Por ella me siento orgullosamente afrocaribeña.

Mi nombre, mi historia, mi color de piel me recuerdan, permanentemente, mis raíces y me hacen trabajar de manera decidida para dar fin a cualquier forma que quiera arrebatar la dignidad de los seres humanos.

En una fecha como la que conmemoramos hoy, debemos comprometernos con los derechos humanos de los pueblos afrodescendientes y de todos los seres humanos, sin discriminación alguna.

Las mujeres y jóvenes afrodescendientes están haciendo cosas extraordinarias, aunque algunos siguen siendo, y muchos siguen siendo víctimas de exclusión sistemática. Muchos de ellos y ellas, jóvenes y mujeres afrodescendientes están generando ideas, propuestas, respuestas para sus familias, para sus comunidades, para sus países. Tengo certeza de que ellos y ellas son parte de una nueva generación, de una generación de personas, de jóvenes comprometidos, compasivos, que sueñan con forjar un continente, una región sostenible, un mundo justo, libre e inclusivo, donde nadie, absolutamente nadie tenga que quedarse atrás.

A ellas y ellos les he llamado “la generación de la luz”, porque guían a la humanidad a promover cambios en beneficio de todas y todos. Cuenten con el pleno concurso de Costa Rica, para moldear los gobiernos del futuro, donde la paz, el bienestar y la felicidad sean los ejes centrales del desarrollo. ¡Muchas gracias!