Discursos

DON RENE CASTRO SALAZAR, SEÑOR MINISTRO DE RELACIONES EXTERIORES Y CULTO DE COSTA RICA
INTERVENCIÓN DEL SEÑOR MINISTRO DE RELACIONES EXTERIORES Y CULTO DE COSTA RICA EN EL CUADRAGÉSIMO PRIMER PERÍODO ORDINARIO DE SESIONES DE LA ASAMBLEA GENERAL DE LA OEA

7 de junio de 2011 - San Salvador, El Salvador


Deseo expresar mi caluroso agradecimiento al gobierno de la República de El Salvador y a su pueblo por acogernos hoy en esta bella ciudad de San Salvador, en donde nos hacen sentirnos como en nuestra propia casa.

Señor Presidente: Costa Rica es un país que tiene una larga tradición de paz, civilidad, respeto a los derechos humanos, democracia. Como país, hemos hecho esfuerzos sostenidos a lo largo del siglo XX y principios del siglo XXI por dar progreso y bienestar a nuestro pueblo. Estamos expuestos a los mismos riesgos que comparten muchos otros países hermanos de las Américas y que significan desafíos a la institucionalidad democrática y al desarrollo de los seres humanos que los habitan. Todas las variantes de la inseguridad, sean estas corrupción, crimen organizado, narcotráfico, violencia, tráfico de armas y trata de personas, para mencionar algunas de las que son producto de acciones humanas, a las que hay que agregar los hechos de la Naturaleza como los desastres, fuertes y tormentosos como podría esperarse de un continente nuevo, vigoroso y en plena evolución: fallas tectónicas, erupciones volcánicas, huracanes, inundaciones; y todavía se suman los infortunios de una organización social, política y económica defectuosa y plena de inequidades: desigualdad, pobreza, concentración de la propiedad y de la riqueza.

Todo ello nos describe someramente el contenido de lo que hemos llamado la seguridad multidimensional y para la cual la cooperación entre todos los miembros de la O.E.A. es un concepto clave.

La Organización de los Estados Americanos es la plataforma desde la que hemos acordado, mediante la adopción de varios instrumentos internacionales, emprender esa vasta, compleja y vital tarea, que hoy tendríamos que subrayar, además, como impostergable.

Sin embargo, para lanzarnos a ella con posibilidad de hacerlo exitosamente, es necesario que asumamos una tarea previa que no es otra que la de reforzar esa plataforma. Estoy hablando - Señor Presidente, Señores Cancilleres y Delegados - de fortalecer la O.E.A.

En el pasado y todavía en el presente, nuestra Organización ha dado señales de debilitamiento, pese al enorme potencial que tiene en términos de experiencia, de recursos humanos, de talento acumulado y de la fuerza que conlleva el agrupar a todos los estados del continente americano.

La Declaración de San Salvador señala acertadamente cuán importantes son, para la seguridad ciudadana, el respeto a los derechos humanos, la promoción de la educación, la cultura, la salud, el desarrollo cultural, económico y social; la prevención, mitigación y atención de desastres naturales; el Estado de Derecho en un marco de paz y no violencia; y, en todas esas áreas, la cooperación bilateral e internacional. Esa cooperación solo se logra si alcanzamos a apuntalar a la O.E.A. y logramos convertirla en la organización eficiente y efectiva que necesitamos.

La O.E.A. que tenemos en la actualidad surgió en otro momento histórico distinto al de hoy y en circunstancias geopolíticas que han sido sustituidas por otras. Emergió en tiempos de la Guerra Fría, con un continente sembrado de dictaduras militares, con el papel hegemónico de uno de sus miembros. Algunos de los mecanismos de acción de que se dotó la O.E.A. resultan en el presente obsoletos o inapropiados. Incluso aquel que daba forma a la cooperación en materia de defensa, el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIARJ, ha quedado rezagado. Eso no quiere decir que la Organización no haya hecho esfuerzos por adaptarse y por responder a los cambios políticos y a los nuevos retos que la evolución económica y social del continente le ha planteado. De ello es buen ejemplo la Declaración sobre Seguridad de las Américas, de octubre del 2003, suscrita en México D.F. Lo mismo puede decirse del avance que ha hecho la Organización en la promoción y protección de los derechos humanos y de los nuevos temas vinculados al desarrollo sostenible. Mención especial, en esa enumeración, merece la Carta Democrática Interamericana, cuya primera década festejamos en este año 2011.

No obstante, todavía faltan esfuerzos de reorganización y de fortalecimiento. Nuestra región es hoy muy distinta.

Tenemos, no obstante, una ventaja que en el pasado no tuvimos: todos los miembros activos de la O.E.A. se rigen por el sistema democrático. Ello nos debe permitir hacer un avance significativo hacia el futuro.

Por esa razón, Costa Rica se ha propuesto desempeñar un papel mucho más activo para que la OEA pueda ser remozada y fortalecida.

Propongo varias posibles rutas de cambio:

  • Deben reformularse algunos de los mecanismos operativos de la OEA. Por ejemplo, consideramos que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos debería retomar su papel original como órgano informante neutral, y menos un papel activo de acusador propio de una fiscalía. Reconocemos que algunos pasos se han dado ya en ese sentido, como la creación del Fondo de Asistencia a las Víctimas, que les permitiría a éstas financiar la defensa de sus peticiones, pero falta ponerlo a funcionar con capacidad plena.
  • Para países pequeños (Centroamérica y Caribe) una OEA eficaz y funcional es un imperativo. El bienestar y la defensa de países como los nuestros dependen más del funcionamiento efectivo del espacio multilateral. Para naciones como Costa Rica y las otras siete democracias desarmadas del hemisferio, esto cobra aún mayor vigencia, porque nuestra defensa descansa en un funcionamiento óptimo del sistema multilateral, tanto en la prevención de conflictos, como en su solución. Por eso propiciamos una revisión integral de los mecanismos de seguridad colectiva.
  • Dentro de estos nuevos enfoques y mecanismos, Costa Rica considera que se debe actuar tanto en la prevención de los conflictos internos y la preservación de las instituciones democráticas y, por el otro lado, en el mejoramiento sustancial de los mecanismos tanto preventivos como resolutivos de los conflictos entre las naciones del sistema interamericano.
  • En la misma línea, Costa Rica considera que hay acciones que dentro de la OEA deben ser prioritarias:
    • La aplicación efectiva de la Carta Democrática.
    • Ante la realidad que nos demuestra la inoperancia del TIAR, se hace necesario trabajar en el diseño de un mecanismo alternativo, de carácter vinculante, con el poder necesario para hacer cumplir las resoluciones emanadas de los órganos de la OEA. Es por esto que apoyamos la idea de hacer una revisión integral de los mecanismos interamericanos de defensa, iniciándose esta en el Consejo Permanente.

Hay otras ideas que el país piensa que se pueden adecuar muy bien para hacer que nuestro sistema interamericano funcione con efectividad y más acorde con los nuevos desafíos y las realidades de nuestro tiempo. Por ejemplo, ante desastres naturales y ciertas situaciones de impacto ambiental, deberíamos ampliar y profundizar la Iniciativa Cascos Blancos, contemplada en la resolución AG/RES.2492 del Trigésimo Noveno Periodo Ordinario de Sesiones de la Asamblea General del año 2009, haciendo de ella un eje de acción. Un segundo ejemplo sería el tratamiento diferenciado para aquellos estados insulares cuya mera existencia está amenazada por el cambio climático, comenzando por el reconocimiento del derecho a la sobrevivencia de estas naciones, ayudándolas a desarrollar capacidades de supervivencia para que preserven el ejercicio de su auto-determinación.

Estas propuestas de fortalecimiento nos darán, de seguro, una O.E.A. más fuerte y mejor preparada para enlazar la cooperación entre sus miembros en procura de una mayor seguridad ciudadana en las Américas.