Agradezco, en primer lugar, al pueblo y al Gobierno salvadoreños su generosa y cálida hospitalidad; y extiendo una felicitación al señor Presidente, el Canciller Hugo Martínez, por la excelente organización de este Cuadragésimo Primer Período Ordinario de Sesiones de la Asamblea General de nuestra Organización. Tengo la certeza de que bajo su conducción, los trabajos de esta Asamblea General serán exitosos.
Deseo manifestar, asimismo, la satisfacción del Gobierno de México por compartir nuevamente este alto foro hemisférico con el Canciller de la República de Honduras, Mario Canahuati. México expresa su interés de que Honduras se reintegre cuanto antes a todos los foros regionales y multilaterales, lo que permitirá a la comunidad latinoamericana y caribeña retomar el apoyo a los esfuerzos del pueblo hondureño por consolidar su democracia, fortalecer la promoción y protección de los derechos humanos, y avanzar en su desarrollo. Agradezco también los esfuerzos de los cancilleres de Colombia y Venezuela para hacer posible el acuerdo entre el Presidente Porfirio Lobo y el ex Presidente José Manuel Zelaya.
Estimados colegas:
La decisión de dedicar esta Asamblea General al tema de la seguridad en nuestra región no podía ser más oportuna La delincuencia organizada es actualmente uno de los más grandes desafíos que enfrenta nuestra región. Como ha señalado el Presidente Felipe Calderón: “La violencia de los delincuentes, en particular, la violencia que genera el crimen organizado, ha alcanzado niveles de crueldad y niveles de inhumanidad que nos duelen, nos indignan a todos, nos comprometen y hoy…constituyen…una amenaza a nuestra vida democrática, una amenaza a las libertades ciudadanas, una amenaza que…estamos absolutamente decididos a enfrentar y hemos enfrentado con determinación”.
Se trata de mafias criminales que van mucho más allá del tráfico de drogas. Son mafias que viven del secuestro, de la extorsión, del robo, del tráfico de personas. Son mafias que viven de la violencia y que viven del mal. Explotan y asesinan a lo largo de nuestra región entera a grupos tan vulnerables como los migrantes, las mujeres y los niños.
Por eso debemos perseverar en la lucha por derrotar a esos criminales y sobre todo, erradicar los factores que hacen posible, que haya crímenes sin castigo: Debemos luchar en contra de la impunidad.
Ello es indispensable para poder preservar los avances que hemos logrado en materia de democracia, justicia y equidad, para cerrar los espacios al delito, a la arbitrariedad y al abandono a las víctimas. El reto es formidable. Enfrentamos un adversario ubicado dentro de nuestros propios territorios, que ha construido redes a través de las fronteras de todo el continente; y que dispone de inmensos recursos económicos.
Necesitamos instituciones de justicia y de seguridad renovadas y confiables y debemos fortalecer nuestra cooperación internacional. Debemos cooperar sin perder de vista que el verdadero enemigo son los delincuentes.
No obstante, hay voces que promueven falsas soluciones o abogan por arreglos con los narcotraficantes. No nos engañemos: no hay más solución que aplicar la ley. Claudicar y legalizar las drogas no es una opción real.
En México, la Estrategia de Seguridad del Gobierno del Presidente Felipe Calderón tiene cinco ejes principales:
Primero. Los operativos conjuntos de las Fuerzas Armadas y la Policía Federal, en las regiones en que la delincuencia pretende establecer su poder por encima de las autoridades.
Segundo. El fortalecimiento y la depuración de los cuerpos policíacos, a través del control de confianza, con énfasis en el respeto irrestricto de los derechos humanos.
Tercero. La reforma del marco legal e institucional para cubrir vacíos legislativos que aprovechaba la delincuencia. Hemos aprobado una serie de leyes y reformas, algunas de rango constitucional, relacionadas con el fortalecimiento del sistema nacional de seguridad pública y del sistema de justicia penal. Estas reformas han requerido el concurso de todas las fuerzas políticas nacionales y, en todas, sin excepción, ha participado la sociedad civil.
Asimismo, debo destacar la reciente promulgación de la nueva Ley de Migración, que fortalece la protección de los derechos humanos de los migrantes y endurece las penas para quienes los explotan y se aprovechan de su vulnerabilidad.
Cuarto eje. Política activa de prevención del delito. El éxito en la lucha contra la delincuencia organizada no sólo puede fincarse en políticas represivas. Es necesario fortalecer el tejido social y la transformación de las instituciones.
El quinto y último eje de la Estrategia establece la necesidad de fortalecer la cooperación internacional.
México ha realizado una intensa labor para promover la cooperación en materia de seguridad en el seno de la OEA, con base en enfoques comunes y en principios y valores compartidos.
En la reciente Conferencia Internacional para el Control de las Drogas, celebrada en Cancún, México, las naciones participantes reafirmamos la necesidad de realizar esfuerzos adicionales de coordinación internacional para disminuir el tráfico y el consumo de estupefacientes a partir de los principios de corresponsabilidad y respeto a la soberanía. La Representación Permanente de México circulará en breve dicho documento. Los invito a redoblar el esfuerzo en torno a estas acciones concretas y de amplio alcance.
Asimismo, México no puede permanecer indiferente al llamado de nuestros hermanos y vecinos centroamericanos ante la amenaza del crimen organizado a sus instituciones y a su vida democrática. México está convencido que apoyar a Centroamérica a preservar su seguridad constituye una responsabilidad hemisférica.
Es por eso que nos congratulamos por la realización de la “Conferencia Internacional de Apoyo de la Estrategia de Seguridad de Centroamérica”, el próximo 22 y 23 de junio en Guatemala.
Señor Presidente:
Para mi país, la seguridad es a la vez precondición y consecuencia del desarrollo. Por ello, construirla y consolidarla es una responsabilidad fundamental del Estado y una tarea que debe emprenderse con el concurso de sociedad y gobierno.
La seguridad tampoco puede disociarse de la democracia. La igualdad de todos ante la ley; el imperio del Estado de Derecho; la competencia política abierta, transparente y plural; el equilibrio entre Poderes y el pleno respeto a los derechos humanos, requieren de un clima de seguridad y de instituciones que respondan única y exclusivamente al interés colectivo.
Nuestro continente es, sin lugar a dudas, ejemplo de prácticas democráticas para otras regiones. Pero es, igualmente, escenario de cierta frustración y desencanto de sociedades que no ven aún los beneficios asociados a la democracia. Ello no puede ser motivo para no perseverar en la lucha por los valores democráticos universales. Debemos seguir construyendo las instituciones que permitan a los gobiernos cumplir las demandas de seguridad, desarrollo y justicia y la plena realización de los derechos de la persona que exige toda ciudadanía moderna.
Por ello, señor Presidente, señoras y señores delegados:
México los invita aquí y ahora a que emprendamos un esfuerzo conjunto para perfeccionar la Carta Democrática Interamericana. Es imperativo fortalecerla, sobre todo en sus capacidades de prevención de rupturas del orden interno y de apoyo para la consolidación democrática e institucional, mediante la promoción de los valores y la cultura democráticos.
Las amenazas a la seguridad regional debemos enfrentarlas de manera conjunta. Sólo trabajando coordinadamente podremos garantizar la seguridad que requieren nuestras sociedades para construir una América más próspera, con democracias más fuertes, que progrese por la vía de la libertad y por la vía de la legalidad.
Muchas gracias.