Discursos

JOSÉ MIGUEL INSULZA, SECRETARIO GENERAL DE LA ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOS
V ASAMBLEA DE LA CITEL

9 de marzo de 2010 - Washington, DC


Es muy grato participar en esta V Asamblea de la CITEL, en que se discuten algunos temas que son muy esenciales para nuestro hemisferio. Lamento tener que hacerlo a esta hora pues ustedes están ya enfrascados en la discusión de sus temas y lamento también poder quedarme solo poco rato. Hubiera querido estar toda la tarde acá pero, desgraciadamente, tengo algunas obligaciones en mi país, en Chile, con el cambio de gobierno y me han cancelado algunos vuelos, por lo que tengo que salir antes.

Como ustedes saben, Chile ha sufrido hace pocos días de un muy lamentable terremoto y aunque se está recuperando y creo que bien, las cosas no siempre son muy fáciles en este caso.

Estamos aquí para discutir lo que hay que hacer para derribar muros y barreras que aun existen en las Telecomunicaciones en las Américas. No necesitamos más que abrir nuestras mentes e imaginar el mundo al que vamos para entender como enfrentar exitosamente los desafíos del mundo emergente y en la era de las redes. Teniendo siempre presente las tecnologías de la información y de las Telecomunicaciones, las comunicaciones deben ser puestas para el beneficio y desarrollo de todos.

La OEA es el organismo político y multilateral de las Américas y uno de sus principales objetivos es contribuir al fortalecimiento de la democracia. Democracia que también implica participación, diálogo y reducción de la pobreza y dar mayor igualdad en la región mediante diversas acciones y no cabe duda del enorme potencial que las comunicaciones tienen –las tecnologías de la información y de la comunicación- como agente transformador de la sociedad, herramienta fundamental para el cambio positivo que queremos producir en nuestra región. Tenemos ejemplos importantes en nuestra región acerca de cómo el uso de las tecnologías de la información y la comunicación juega un papel sustantivo en el proceso de integración de la sociedad, de reducción de las desigualdades, de desarrollo de mejores sistemas educacionales. Creo que hay experiencias muy notables como el caso de Uruguay.

Existe el entendimiento de que es absolutamente necesario expandir el acceso a la infraestructura de telecomunicaciones. Incorporar el uso de las TIC a los diferentes ámbitos de actividades que forman la sociedad y por eso los mandatos que ustedes han encargado a la CITEL sobre esta materia.

Los desafíos son enormes en un momento en que las Américas se están recuperando lentamente de una crisis económica y ahora recientemente de los devastadores embates de la naturaleza. Pero creo que vamos a poder aprovechar nuestras fortalezas y reducir las pérdidas tanto humanas como materiales, crear más puestos de trabajo, mejores servicios, ingresos sostenibles para los negocios en la medida en que seamos capaces de conjugar el entusiasmo, el ingenio, la capacidad de trabajo de nuestra gente con esta convergencia de las tecnologías de información y comunicaciones.

Esta oportunidad histórica no se va a cristalizar automáticamente, sino que sólo puede aprovecharse si existen las condiciones propicias y sobre todo liderazgo, trabajo continuo y una coordinación de los sectores público y privado, así como de la sociedad organizada. Ustedes son una buena muestra de que este trabajo es posible.

Sabemos que en el mundo de las TIC el ciclo de innovación es muy rápido, cada día aparecen nuevas tecnologías. Cada nueva tecnología establece nuevas cuestiones para los reguladores y hace que las formulaciones de política sean más difíciles. Por esto, la cooperación entre reguladores, administradores e industrias tiene que ser promovida. Resulta fundamental fortalecer la cooperación hemisférica, de manera de impulsar la expansión de la cobertura geográfica y social y de estos servicios en todo el hemisferio.

El acceso continúa creciendo en términos del número de los suscritores móviles, telefonías fijas y de usuarios de Internet, pero todavía tenemos muchas diferencias y la aparición de tecnologías de cuarta generación de los servicios móviles y el acceso a Internet de banda ancha ha provocado que algunos países se vayan quedando rezagados. Tenemos enormes desafíos por delante, nos preguntamos cómo podemos prepararnos para este nuevo mundo en circunstancias que ni siquiera podemos predecir lo que va a estar ocurriendo dentro de poco: ¿cuáles son los marcos legales y reglamentarios que necesitamos?, ¿cómo garantizar –también en nuestros países- la innovación, el espíritu empresarial y la inversión?, ¿cómo crear estabilidad normativa suficiente para permitir que las empresas tomen las decisiones correctas hacia el futuro? y ¿cómo beneficiar con nuestras acciones a toda la población?

Lo primero es el acceso para todos. Garantizar que las tecnologías avanzadas lleguen a todas las comunidades y a todos nuestros ciudadanos, incluso en zonas rurales o remotas, a personas con discapacidad, a aquellos con ingresos limitados. Esto exige más que una conexión con la Internet; debe comprender servicios de voz, datos y otros de banda ancha que permitan canalizar más inversiones que aumenten la conectividad. Los sectores públicos y privados deben trabajar reforzándose mutuamente para preparar y poner en práctica estrategias electrónicas nacionales, sobre todo en campos como la educación, la salud, la modernización del Estado y el desarrollo.

En términos de poder de transformación, no cabe duda que el efecto de la banda ancha es equivalente al que tuvo en su tiempo la llegada de la electricidad. La plataforma para la innovación del siglo veinte fue la red de energía eléctrica y la red de banda ancha tiene el potencial para desempeñar el mismo papel en el siglo veintiuno. La introducción a gran escala del acceso a banda ancha puede promover un mundo totalmente conectado y es crítica para la innovación, la creación de empleo y la competitividad de nuestros países.

Tenemos que seguir una visión de banda ancha que dé rienda suelta a nuevas formas de inversión y transformación; que ofrezca un motor de creación de empleo duradero; que permita potenciar su uso por las pequeñas empresas. Cuando las pequeñas empresas utilizan la banda ancha es una victoria doble, porque una banda ancha accesible de alta velocidad le permite a esas empresas aumentar sus ingresos alcanzando un mercado más amplio y, al mismo tiempo, reduce costos, y crea más beneficios y más puestos de trabajo.

La banda ancha, además, mejora la educación, permite a los estudiantes tener un mejor acceso a la información, a los libros, a las bases de datos y ayuda incluso al desarrollo de las políticas públicas pues los trámites públicos se hacen más ágiles, más transparentes y hasta se simplifican.

Si bien las tecnologías de banda ancha y los modelos comerciales ofrecen grandes promesas esto no basta para garantizar su éxito; el ritmo del despliegue de la banda ancha también depende del marco reglamentario. Sólo el mantenimiento continuo de un marco reglamentario actualizado y estable y una gestión eficiente crean el entorno que permite la utilización y comparición de nuevas tecnologías.

Gracias a las redes y los servicios de última generación es posible estar siempre en cualquier lugar, en cualquier momento, en cualquier caso, con servicios influyentes, personalizados y más orientados a los usuarios que nunca. Pero para ello deben cumplirse dos condiciones: mayor nivel de interoperatividad entre los servicios públicos dentro y entre Estados Miembros y un sistema de autenticación electrónica.

Nosotros queremos trabajar con todos los Estados Miembros para promover un enfoque integral y orientado a la acción para el desarrollo, así como para garantizar la eliminación de todas las barreras regulando con claridad, transparencia y previsibilidad.

Creo que también es obvio el papel que juegan las telecomunicaciones en las situaciones de emergencia. En las catástrofes que hemos tenido hay sectores de la población que quedan desprovistos de acceso a instalaciones básicas de información y comunicación. Las telecomunicaciones, lo hemos visto incluso en los aspectos negativos en el caso de Haití y de Chile, son esenciales en cada etapa, desde el momento en que ocurre una tragedia e incluso desde antes. Son necesarios para la prevención y preparación pero sobre todo para la respuesta inmediata, para las operaciones de socorro, los enlaces y medios necesarios para disminuir los efectos de las catástrofes. Los últimos acontecimientos han mostrado que este es un trabajo cada vez más urgente, debemos actuar con toda la tenacidad y creatividad que podamos para elaborar respuestas serias y viables que resulten eficaces incluso en las peores condiciones. Este es un trabajo para nada asegurado: en Chile nos enorgullecemos mucho del avance que hemos alcanzado en las telecomunicaciones, pero no cabe duda que la violencia del terremoto provocó dificultades y las sigue provocando hasta hoy y tenemos que asegurar que nuestras redes sean por lo tanto aún más eficientes y tener mayor capacidad de respuesta.

La confianza del consumidor juega un papel esencial para alentar a la gente a usar los nuevos servicios digitales. Si la gente teme por su vida privada o se preocupa por la posibilidad de que su empresa sea víctima de un fraude, nunca llegará a desarrollar todo el potencial que estos servicios pueden llegar a ofrecerle. El tema de la “ciber-seguridad” es esencial en el trabajo que nosotros realizamos en la OEA como CITEL junto con el Comité Interamericano Contra el Terrorismo y la Reunión de Ministros de Justicia de las Américas. En esos organismos intentamos proveer mejores prácticas y normas coordinadas sobre “ciber-seguridad”, alentando también a los reguladores a seguir la evolución de las cuestiones y a tomar las medidas del caso, trabajando siempre en coordinación con el sector privado.

También es importante recordar que es posible utilizar mejores soluciones de TIC innovadoras para cumplir con los objetivos de economía bajas en carbono; por ejemplo, si las empresas de las Américas reemplazasen sólo 20 por ciento de todos los viajes de negocios por video-conferencias, se podría ahorrar más de 20 millones de toneladas de CO2 al año.

El sector de las comunicaciones no puede permitirse el lujo de cerrar los ojos a su potencial ecológico y eso también abre nuevas posibilidades de negocio a estas empresas. Esencial para nuestro esfuerzo es el desarrollo de aptitudes en el uso de tecnologías con programas creados y aplicados entre gobiernos, sector privado y sociedad civil que incluya la actualización continua de los actores del sector educativo. Esto nos permite optimizar el pleno potencial de las herramientas a las que se les ha dado acceso y superar la falta de contenido local, que muchas veces todavía existe, o la escasez de profesionales que es muy desigual en los distintos países de nuestra región.

La transferencia de los conocimientos tecnológicos es parte indispensable de la tarea de acelerar el acceso de los países en desarrollo y con economías de transición a las nuevas tecnologías sobre una base no discriminatoria. Promovemos que esta transferencia se realice por medios diversos, desarrollamos cursos, conferencias, seminarios, etc., porque creemos que es necesario que en este plano una brecha digital a la cual tememos sustantivamente, una brecha general de tecnología de la información, no afecte aún más la realidad de un mundo, de una sociedad global, que ya es injusta.

El logro de estas metas demanda la participación de todos: los proveedores deben desarrollar soluciones innovadoras que reduzcan el costo en infraestructura y el equipo de terminales; los operadores deberían hacerse el propósito de ofrecer servicios innovadores a precios accesibles; las instituciones financieras deberían respaldar las iniciativas de desarrollo y ofrecer capital eficaz en función de los costos para desarrollar la infraestructura y las aplicaciones de telecomunicaciones; y los gobiernos deben garantizar regulaciones claras, entornos competitivos justos y políticas reglamentarias eficaces.

La OEA tiene, por intermedio de la CITEL, la mejor disposición para apoyar esfuerzos que hagan frente a los desafíos y ofrecer el foro en que puedan reunirse valiosos colaboradores que generen ideas innovadoras y actividades creativas en el campo de las TIC. Tenemos el compromiso de facilitar el acceso mediante la formulación de recomendaciones tendientes a propiciar un entorno de políticas adecuado, ampliar el alcance de las tecnologías de vanguardia, atender las necesidades de las comunidades rurales y urbanas y de los sectores populares de nuestras grandes ciudades. Esta asamblea ofrece una oportunidad extraordinaria para moldear el futuro de la infraestructura, de las telecomunicaciones y las tecnologías de información y comunicación en este hemisferio. Quiero instar a los Estados Miembros y los participantes a velar por que los pueblos de las Américas no pierdan la oportunidad, esta vez sí, de desempeñar un papel protagónico en el siglo veintiuno. Por eso les agradezco su presencia aquí, les deseo un muy buen trabajo y les reitero nuestra disposición a colaborar en esta tarea tan importante para el desarrollo democrático de nuestros países.

Muchas Gracias.