Discursos

JOSÉ MIGUEL INSULZA, SECRETARIO GENERAL DE LA ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOS
DISCURSO DEL SECRETARIO GENERAL DE LA OEA, JOSÉ MIGUEL INSULZA DURANTE EL TALLER REGIONAL DEL CONO SUR SOBRE ENERGÍA SOSTENIBLE, COOPERACIÓN E INTEGRACIÓN ENERGÉTICA

11 de julio de 2008 - Santiago, Chile


Quiero agradecer muy especialmente a nuestra amiga Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, por abrir sus puertas para este evento, primer hito en la política de cooperación entre nuestras instituciones, instituciones centrales del sistema interamericano que debemos cooperar en todos los ámbitos para beneficio de nuestros Estados Miembros.

En la Asamblea General la OEA de 2007, que se celebró en Panamá, se aprobó una Declaración sobre Energía para el Desarrollo Sostenible. En ese marco, en marzo se desarrolló en Washington la reunión interamericana de autoridades nacionales y expertos en energía, en la cual se acordó llevar a cabo cuatro talleres para tratar los temas de la Asamblea General de Panamá desde el punto de vista regional. Este Taller Regional del Cono Sur sobre Energía Sostenible, Cooperación e Integración Energética es el primero de estos talleres y se realiza en un momento de gran expectativa, en medio de una situación mundial energética crítica. El incremento del consumo de energía experimentado en todo el mundo durante los últimos cinco años, nos revela un problema de demanda energética que, de no resolverse, puede tener graves consecuencias. El aumento creciente del costo del petróleo, estimulado por el auge de la demanda energética, está generando situaciones de inestabilidad económica e incluso social, porque los altos valores de los combustibles fósiles tienen un impacto no solo sobre la seguridad energética, sino también la seguridad alimentaria de muchos de nuestros países. A esto se agrega la presión, siempre creciente y cada vez más inminente, de que los problemas del cambio climático ya no se proyectan para cincuenta años más, sino que cada vez están más cerca de nosotros. Hace pocos años, los expertos pronosticaban el fin de los hielos árticos para 2080; esta mañana nos informan que esto puede ocurrir entre 2030 y 2050. Esta noticia constituye una presión adicional sobre el tema de crisis energética.

Quien lee la polémica sobre las perforaciones en la plataforma continental de Estados Unidos que se han renovado con gran fuerza en las últimas semanas puede darse cuenta de que esto se plantea como un dilema muy vital al cual es necesario responder. Las proyecciones de consumo energético indican que para el año 2025 los países en desarrollo incrementarán su consumo energético en un 91%, mientras que los países industrializados lo harán en un 33%. En lo referente a la demanda de electricidad, América Latina deberá aumentar su capacidad de generación eléctrica en un 144% para estar en condiciones de abastecer su consumo. Para 2030 la región requerirá más de 700.000 millones de dólares en inversiones destinadas a asegurar que el sector energético esté en condiciones de abastecer a la demanda.

El consumo de energía de América Latina, y éste es un primer gran problema, ha aumentado a un ritmo más acelerado que su producto interno bruto. Este es un problema que los países industrializados han resuelto con éxito. Los países de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) han disminuido su consumo energético sin poner en riesgo su crecimiento económico, lo que se logró mediante la implementación de políticas de conservación, ahorro y eficiencia energética. Gracias a estas políticas, las economías de los países de la OCDE siguen creciendo de manera sostenida, mientras que sus consumos energéticos se han reducido en más de un 24% en los últimos 30 años.

En América Latina estamos lejos de llegar a esas metas que debemos emular, y de encontrar soluciones que se adapten a las realidades nacionales de la región. Las importantes reformas energéticas implementadas en la región durante la década de 1990 no contemplaron de manera adecuada el ahorro de energía y su uso eficiente. Esto significa revisar patrones de generación y consumo de energía, e incluir al ahorro de energía como un componente más de la matriz energética. El ahorro de energía no sólo presenta aspectos económicos favorables, sino también beneficios ambientales porque si disminuye el consumo energético, disminuye también la presión sobre los recursos naturales y se reducen los consecuentes impactos ambientales.

América Latina tiene, lo hemos dicho muchas veces, una extraordinaria abundancia de recursos energéticos. Sin embargo, más de 50 millones de personas, en su mayoría en las zonas rurales, carecen de acceso a electricidad confiable y asequible. Las consecuencias para las familias que luchan por sobrevivir dignamente son inaceptables. Éstas se reflejan en los impactos sobre la salud y la educación de los niños, y en la falta de oportunidades para mejorar sus condiciones de vida. Sin acceso a la energía es imposible que las poblaciones más desfavorecidas puedan salir de la pobreza endémica y prosperar.

La expansión de las redes eléctricas nacionales es un tema que los gobiernos deben abordar, pero hay casos en que esta solución no es viable. Muchas comunidades en nuestra región todavía viven en recónditos parajes, alejados de cualquier red, incluso de redes de electrificación rural. Para estas comunidades, los modelos convencionales de consumo y generación energética no son viables por razones tecnológicas o de costo. En estos casos, las energías renovables no convencionales se tornan sumamente atractivas ya que por su versatilidad ofrecen el potencial de satisfacer las necesidades energéticas de comunidades aisladas. Todo esto requiere de políticas y normas que fomenten el aprovechamiento de estas fuentes renovables, inversiones confiables, fuentes estables de financiamiento, cooperación tecnológica y divulgación de resultados en materia de investigación y desarrollo tecnológico.

Desde el punto de vista ambiental, el fenómeno del cambio climático plantea serias implicaciones para el bienestar económico de la región. Los gases de efecto invernadero que resultan de la combustión del petróleo y sus derivados van calentando el sistema climático del planeta. Más allá de todo lo previsible, este efecto térmico ha provocando el deshielo de los glaciares, los casquetes de hielo y los mantos de hielo polares, lo que conlleva al aumento del nivel del mar. Entre 1900 y 2005, el volumen de precipitaciones aumentó considerablemente, mientras que en otras partes aumentaban las sequías. Se ha registrado un aumento en la frecuencia e intensidad de los huracanes que afectan gran parte de Centroamérica y el Caribe. La contaminación atmosférica está provocando el decaimiento de los niveles de salud de la población. En este marco es que nuestros países deben enfrentar los desafíos energéticos, lo cual hace mucho más complejo aún el panorama.

Hablar de seguridad energética involucra, entre otras cosas, promover una matriz energética diversificada que debe considerar el potenciamiento de fuentes autóctonas, el aprovechamiento de la energía nuclear en los casos en que ella sea posible y disponible, el incremento de la participación de las energías renovables, el establecimiento de políticas de eficiencia energética, la moderación de las importaciones de petróleo y otros combustibles fósiles y la promoción de la investigación, desarrollo e implementación de nuevas tecnologías. Estos instrumentos son los que resguardarán a la región de las fluctuaciones de los mercados energéticos, estabilizarán el abastecimiento y garantizarán el cumplimiento de las metas ambientales.

El contexto energético actual de la región ofrece un panorama de muy alta dependencia con respecto a los combustibles fósiles en que la única alternativa efectiva parece ser la energía hidroeléctrica. Esto nos va a plantear problemas graves de seguridad energética. Nuestros países importan petróleo a cerca de 135 dólares por barril, precio que no va a bajar ostensiblemente en el futuro inmediato. Eso significa implementar reformas políticas y normativas para diversificar la cartera de generación de energía. Ésta es una oportunidad para el desarrollo y aprovechamiento de la energía renovable, que no significa dejar de lado la utilización de combustibles fósiles, pero sí optimizar su utilización, promover otras formas de energía y fomentar el ahorro.

Es positivo observar los avances que la región ha alcanzado ya en estas materias. En los países del Cono Sur existen, en la actualidad, algunas iniciativas importantes de cooperación, como las interconexiones de suministro de combustibles que se extienden a través de Bolivia, Brasil y Argentina. La experiencia de Centroamérica y el Caribe con el Sistema de Interconexión Eléctrica de los Países de América Central y PetroCaribe que cuenta ya con 17 países miembros, es también un modelo interesante de analizar e imitar. En materia de electrificación rural, el programa “Luz para Todos” puesto en marcha en Brasil se propuso facilitar el acceso a la energía eléctrica a toda la población rural antes de que culmine el año, lo cual debería beneficiar a 12 millones de personas.

También cabe destacar el liderazgo mundial del Brasil en materia de biocombustibles, o debería decir, biocombustibles buenos. Hace pocos días asistí en Canadá a una reunión en la cual se discutió ampliamente sobre los perjuicios de los biocombustibles, y sólo se pusieron ejemplos vinculados al etanol de maíz y de trigo, olvidando completamente la existencia de los biocombustibles que se producen en esta región, que tiene otra procedencia y que no fueron criticados específicamente, pero que cayeron claramente en la masa de la crítica y de la actuación negativa respecto de los biocombustibles. Creo que en esa materia también tenemos que hacer un esfuerzo por clarificar las cosas, porque ese tipo de biocombustibles no solamente resolverían muchos problemas de nuestra región, sino que constituyen, efectivamente, una oportunidad de exportación de energía barata y posible.

En materia de eficiencia energética, se destaca en el Cono Sur el “Programa País Eficiencia Energética”, cuya función consiste en lograr que Chile utilice plenamente el vasto potencial energético que posee, y al mismo tiempo consolidar una cultura de eficiencia energética en la sociedad.

Un último pensamiento sobre este tema de la integración: creo que nuestros países, a veces, en su afán de garantizar a la población que habrá energía para resolver los problemas, tienen un discurso relativamente ambiguo, que algunas veces estimulan, o más bien enfatizan con mucha energía y entusiasmo creativo la integración energética, y otras veces comprometen todos los recursos que son necesarios para lograr la autosuficiencia. Autosuficiencia e integración no siempre van de la mano, especialmente para algunos países pequeños de nuestra región que tienen enormes recursos energéticos con los cuales pueden favorecer a otros países vecinos, en la medida en que tengan la certeza de poder vender esos recursos y, al mismo tiempo, de que podrán hacerlo a precios justos.

Creo que estas distorsiones de mercados que se producen por acuerdos bastantes antiguos que no garantizan a los países más pequeños la efectiva compra de esos recursos energéticos y, al mismo tiempo, el pago de precios justos por ellos, están deteniendo en muchos casos proyectos importantes de integración energética, especialmente en la región del Cono Sur.

En suma, creo que tenemos un problema de fragilidad e insuficiencia en los acuerdos políticos de integración en materia energética que debemos enfrentar.

En este momento, cuando los desafíos energéticos están claramente definidos, es fundamental que nuestros gobiernos pongan en marcha, por intermedio de sus instituciones, sus políticas y sus normas, los medios necesarios para superar los obstáculos. Es el momento de ser creativos e innovadores en la búsqueda de soluciones. Este taller pretende alcanzar ese objetivo: brindar la oportunidad de discutir plenamente los aspectos regionales de la sostenibilidad energética del Cono Sur y fortalecer los vínculos de cooperación entre vuestros países.

Agradecemos la hospitalidad de la CEPAL, el interés con que ha sido tomado este taller, y la asistencia de todos ustedes.


Muchas gracias.