Discursos

JOSÉ MIGUEL INSULZA, SECRETARIO GENERAL DE LA ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOS
DISCURSO DEL SECRETARIO GENERAL DE LA ORGANIZACION DE ESTADOS AMERICANOS EN LA XIX CUMBRE DEL GRUPO DE RIO

3 de marzo de 2007 - GEORGETOWN, GUYANA


Sr Presidente Bharrat Jagdeo
Sra Presidenta, sres Presidentes de los países miembros del Grupo de Río. Sres y sras Jefes de delegación
Sras y Sres.

Agradezco esta oportunidad de saludar a todos los países miembros de la Organización de Estados Americanos que participan de esta Cumbre del Grupo de Río. Felicito muy sinceramente al Gobierno de Guyana por la excelente organización de este evento, que ha permitido que el Grupo de Río se reúna nuevamente para discutir la mejor forma de llevar adelante sus propósitos comunes de fortalecer la democracia y la prosperidad en nuestra región.

Tal fue, en efecto, la razón de ser inicial de este Grupo. Nacido de la exitosa experiencia que algunos de nuestros países miembros emprendieron en la Isla Contadora, y luego, en el Grupo de los Ocho, en la medida en que se fue avanzando en la democratización de América del Sur, este Grupo llego a ser referente fundamental en el principal desafío que Latinoamérica enfrentaba en ese momento: superar los conflictos internos y la ausencia de democracia que afectaban a muchos de sus países miembros.

Las circunstancias han cambiado, para bien. Nunca antes trece países de este Grupo habían realizado elecciones presidenciales en un mismo ano. Si a ello se agregan las elecciones generales de algunos países del Caribe, los dos referéndums constitucionales y numerosas elecciones parlamentarias, regionales y locales, todos eventos que se realizaron de manera democrática, concurrida, competitiva y cuyos resultados no fueron desconocidos por nadie, verificamos que 2006 fue un ano en que nuestra región paso exitosamente la mayor prueba democrática de su historia.

Significa esto que hayamos alcanzado ya la plenitud de nuestro proceso democrático? Cuales son los desafíos que nuestros gobiernos deben aun enfrentar en este proceso?

Son estas las preguntas que debería hacerse este Grupo de Río, como se las hizo el día en que se constituyo. La extensión sin precedentes de la democracia se une a un periodo sostenido de crecimiento económico, para abrir camino a un futuro esperanzador.

Nuestra región y nuestros gobiernos serán evaluados por sus pueblos no en función de su adhesión a determinadas ideologías, sino de su capacidad de ofrecer soluciones a los problemas. Debemos perseverar en fortalecer las conquistas democráticas, los derechos humanos, la libertad de expresión y asociación y el buen funcionamiento de las instituciones democráticas. Y debemos atender efectivamente los problemas económicos y sociales que aquejan a nuestras sociedades.

Debemos, en esta fase, ser capaces de mantener y ampliar el crecimiento económico, sin que esta vez sea nuevamente detenido por la irrupción de procesos externos de carácter global, sobre los cuales no tenemos ningún control. Aspectos como el fortalecimiento de los mercados internos, la conclusión exitosa de la Ronda de Doha, la marcha efectiva de nuestros procesos de integración regional y subregional, la adopción de reglas del juego estable para atraer inversiones a nuestros países, adquieren en ello una importancia fundamental.

También lo adquiere el tema de la energía, que será la consideración central de nuestra próxima Asamblea de la OEA, en Junio en Ciudad de Panamá. En ella esperamos que nuestros países unan fuerzas para aprovechar los enormes recursos energéticos con que cuenta la región, examinar las formas de explotación de nuevos recursos renovables, examinar a fondo el muy promisorio desarrollo de los biocombustibles e intercambiar nuevas experiencias y buenas prácticas acerca del uso más eficiente de nuestros recursos energéticos.

La medida del éxito de nuestras democracias estará dada principalmente por su capacidad de enfrentar la situación de pobreza, desigualdad y discriminación que enfrenta nuestra región por siglos. Aunque recientemente la CEPAL nos ha dado buenas noticias acerca de la disminución del numero de pobres e indigentes en América Latina y el Caribe, no cabe duda de que las cifras globales que nos entrego, de manera dramática, el Presidente de Guyana en el día de ayer, nos muestran la necesidad de un esfuerzo mucho mas grande y sostenido.

La extrema pobreza de muchos tiene que ver con la extrema riqueza de pocos y con factores de discriminación pendientes entre nosotros. La mayor parte de los hogares pobres de nuestro hemisferio pertenecen a poblaciones indígenas, afroamericanas, o son hogares monoparentales encabezados por una mujer. Las cuestiones de raza y de genero aun pesan sobre nosotros, junto al tema central de la distribución del ingreso. Enfrentarlos supone realizar cambios estructurales en nuestras sociedades, a la vez que llevar adelante programas focalizados de lucha contra la pobreza y la indigencia, como lo están haciendo exitosamente varios de los gobiernos presentes aquí.

Son numerosos los desafíos que podríamos enumerar y escaso el tiempo que tenemos. Permítaseme señalar, sin embargo, al concluir, que en este periodo de crecimiento y desarrollo democrático, el problema de la criminalidad adquiere también rango de política social. No podemos dar la espalda al temor que en nuestros pueblos inspira la extensión del narcotráfico, el crimen urbano, las pandillas, el crimen organizado y el tráfico de personas. Estas reales amenazas a la seguridad, junto a fenómenos de otra índole, como las catástrofes naturales, el calentamiento global, la contaminación, la carencia de sistemas sanitarios y agua potable de nuestras poblaciones pobres y la extensión del VIH Sida, constituyen amenazas cruciales para nuestra población que la democracia, para fortalecerse, debe ser capaz de enfrentar.

Todo lo anterior es un llamado al fortalecimiento de la gobernabilidad y las políticas publicas en nuestra región. Lejanos están los tiempos en que algunos “iluminados” proclamaban que el estado y el gobierno no eran parte de la solución, sino parte del problema. Hoy se vuelve a reconocer que, para combatir la pobreza, orientar el crecimiento y enfrentar los grandes problemas de los pueblos de nuestro hemisferio, debemos tener buen gobierno. Buen gobierno significa buena democracia y ese es el sentido de la existencia del Grupo de Río.