Discursos

EMBAJADOR FERNANDO DE LA FLOR ARBULU, REPRESENTANTE PERMANENTE DEL PERU
INTERVENCION DEL EMBAJADOR FERNANDO DE LA FLOR ARBULU, REPRESENTANTE PERMANENTE DEL PERU, EN LA SESION REALIZADA EL 20 DE JULIO DE 2006, CON OCASION DE DESPEDIRSE DEL CONSEJO PERMANENTE DE LA O.E.A.

20 de julio de 2006 - Washington, DC


Señor Presidente:

Quiero, en primer lugar, dar la bienvenida a la nueva Embajadora de Uruguay María Luján Flores y desearle el mayor de los éxitos, así como saludar a la hermana República de Colombia por su día nacional. También deseo agradecer las inmerecidas palabras de mis apreciados colegas hacía mi, en ocasión de esta despedida.

Voy a ser breve, como ha sido mi paso por la O.E.A. como Representante Permanente del Perú. Intentaré ser intenso, como siento mi estadía en esta Organización.

El Presidente Alejandro Toledo tuvo a bien encargarme representar al Perú ante la O.E.A. en la última etapa de su gobierno, principalmente, para colaborar en testimoniarle al hemisferio sobre su firme determinación de realizar unas elecciones transparentes y entregar el mando supremo de la República a quien los peruanos libremente eligiesen. Ese objetivo ha sido cumplido. Por ello, me siento satisfecho. Para ese propósito, sin embargo, es de justicia reconocer el decidido apoyo recibido de esta Organización.

Permítame, señor Presidente, hacer algunos comentarios adicionales.

La agenda interamericana tiene objetivos muy claros, y entre ellos, quisiera destacar dos: la promoción y consolidación democrática y la defensa de los derechos humanos.

El sistema democrático debe ser una preocupación constante de nuestra Región. La Carta Democrática Interamericana es ciertamente un gran avance. Constituye una suerte de hoja de ruta. Ahora bien, para mantener su vigencia es menester asegurarse de que la democracia sea un derecho de los pueblos y un deber de los gobiernos, como por lo demás lo ordena la propia Carta.

La protección de los derechos humanos, de otro lado, es una caraterística distintiva del sistema interamericano. Ha habido, sin duda, grandes avances, en su concepción y en mejorar los mecanismos para que nuestros pueblos crean en el sistema y accedan a él con versomilitud. La O.E.A. ha ganado, con justicia, una enorme legitimidad en la defensa de los derechos humanos en el hemisferio. No hay que ceder en ese empeño.

Señor Presidente, cuando asumí mis funciones ante este Consejo Permanente, me permití hacer referencia a algunas reflexiones de dos notables escritores de nuestra Región, el colombiano universal, Gabriel García Márquez, y el mexicano siempre vigente, Octavio Paz, para terminar señalando que en nuestra América los novelistas son nuestros genuinos historiadores. Hago propicia esta oportunidad para ratificarme en dicha apreciación.


Ahora, cuando me toca despedirme, en el medio de la complicada situación mundial, quisiera traer a colación a otro literato, esta vez al Premio Nobel ruso, Joseph Brosdsky, quien en su discurso de aceptación dijo:

“Solo voy a decir que creo que para alguien que ha leído mucho a Dickens, dispararle a otro ser humano en nombre de una idea, es más difícil que para quien no lo ha leído. Y estoy hablando precisamente de leer a Dickens, a Sterne, a Stendhal, Dostoiesvsky, Flaubert, Balzac, Proust y otros. Una persona letrada, educada, sin duda, es totalmente capaz, después de tal o cual disertación o planteamiento político, de matar a su igual, e icluso de experimentar, al hacerlo, un rapto de convicción. Lenin era letrado. Stalin era letrado, también lo eran Hitler y Mao Tsé Tung, que incluso escribió versos. Lo que todos ellos tenían en común, sin embargo, era que su lista de poderosos era más larga que su lista de lectura.”


Señor Presidente:

Concluyo reiterando mi aprecio por cada uno de los Representantes sentados alrededor de esta Mesa, agradeciendo la colaboración que siempre nos dispensó la administración de la O.E.A. así como todos los funcionarios de la Misión del Perú, y estando aquí presentes, mi esposa Pilar y mi hija Alejandra (mi hijo Fernando ya está de regreso en Lima), aprovechar para decirles públicamente, también gracias, ya que sin duda ninguna valió la pena esta notable experiencia.

Muchas gracias.