Discursos

EMBAJADORA MARÍA DEL LUJÁN FLORES, REPRESENTANTE PERMANENTE DEL URUGUAY ANTE LA OEA
INTERVENCIÓN DE LA SEÑORA EMBAJADORA MARÍA DEL LUJÁN FLORES, REPRESENTANTE PERMANENTE DEL URUGUAY ANTE LA OEA, ANTE EL CONSEJO PERMANENTE DE LA ORGANIZACIÓN

20 de julio de 2006 - Washington, DC


Señor Presidente del Consejo Permanente,
Señoras y señores Representantes Permanentes y Alternos,
Señor Secretario General y señor Secretario General Adjunto,
Señores Observadores Permanentes,
Funcionarias y funcionarios de la Secretaría,


En primer término, deseo agradecer las palabras de bienvenida y expresar el alto honor que significa para mí el representar al Uruguay en este foro internacional regional cuyo potencial se proyecta al futuro.

Basta dirigir la mirada a la evolución experimentada en los últimos años por la Organización para tomar conciencia del esfuerzo que realiza para colocar a nuestra América en el sitial que la naturaleza y la historia le deparó. En este sentido, sus grandes áreas de acción, enmarcadas en los propósitos y principios de la Carta de la OEA y de la Carta Democrática Interamericana se encuentran en un proceso de revitalización y cambio.

El tradicional concepto de paz y seguridad, hoy se ha visto transformado en seguridad multidimensional, la promoción de la democracia se busca a través del fortalecimiento de la gobernabilidad, la promoción y protección de los derechos humanos se incrementa de manera exponencial y la cooperación técnica, social y cultural tiene como meta prioritaria el desarrollo integral.

Nos referiremos brevemente a estos puntos en torno a los cuales gira la actividad de la Organización y con los cuales el Uruguay tiene un compromiso ineludible.

Las nuevas amenazas a la seguridad que se suman a las clásicas han redimensionado el concepto de seguridad; provienen de entidades distintas a los Estados pero afectan a la comunidad internacional en su conjunto. Ello exige de los Estados Miembros una profundización de la cooperación y la coordinación de nuevos mecanismos que permitan combatir con éxito los flagelos del narcotráfico, el pandillaje, el tráfico de personas, el tráfico de armas, etc.

El fortalecimiento y la profundización de la democracia es también uno de los propósitos esenciales de la Organización, recogido en el artículo 2 de la Carta el que se vincula al principio de no intervención. Como bien lo ha señalado Norberto Bobbio, existen distintas democracias, unas mas sólidas que otras con distintos grados de aproximación al modelo ideal pero aún la mas alejada de él no puede ser confundida con un Estado autoritario. Su definición incluye no solo reglas procesales sino procedimientos y valores.

La democracia fomenta la libertad y la participación, su consolidación trasciende los meros aspectos electorales para proyectarse a la gobernabilidad de manera de asegurar estabilidad en el gobierno. En la búsqueda de la gobernabilidad democrática, la lucha contra la pobreza y la exclusión social resultan imprescindibles. Los beneficios de las democracias deben reflejarse en los seres humanos, en el mejoramiento de su calidad de vida.

El conocimiento y la tecnología son instrumentos que deben estar al servicio de este objetivo, como bien lo recoge la Declaración de Santo Domingo de reciente adopción.

El papel de la OEA como catalizador para la obtención del desarrollo es de vital importancia y se encuentra estrechamente ligado a la vigencia de derechos humanos fundamentales.

La protección jurídica internacional de los derechos humanos si bien es subsidiaria de la protección interna, hoy es una realidad. La materia relativa a los derechos humanos ha dejado de ser una cuestión reservada exclusivamente a la jurisdicción interna de los Estados. El concepto que subyace y que ha sido incluido en los distintos instrumentos internacionales relativos a esta materia es el de la dignidad humana. Fundamento de una concepción universal de los derechos humanos engloba y contiene el respeto, garantía y protección de todos los seres humanos en base a la igualdad y el rechazo a cualquier discriminación.

En el sistema interamericano, varias instrumentos jurídicos se refieren a la dignidad humana, la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre de 1948, la Convención Americana sobre Derechos Humanos (Pacto de San José), el Protocolo Adicional a la Convención Americana sobre Derechos Humanos en Materia de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (Protocolo de San Salvador), la Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura, la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas, la Convención Interamericana para la Prevención, Sanción y Erradicación de la Violencia contra la Mujer (Convención de Belem do Pará).

La dignidad es inherente e intrínseca al ser humano, es el fundamento de todos los derechos humanos e inseparable de la vida humana.

Constituye un verdadero desafío el vincular la dignidad de las personas al desarrollo social. Hace ya mas de sesenta años, Jacques Maritain calificó como “tragedia de las democracias” no haber logrado realizar la democracia y señaló que una de las causas era no consagrar las instituciones que exige la democracia social al par de la democracia política.

La adopción de la Carta Social, complemento de la Carta Democrática Interamericana constituirá sin duda un nuevo jalón en la búsqueda de la efectiva vigencia de los derechos económicos, sociales y culturales. De lograrse el mejoramiento de las políticas públicas a través de la aplicación de este instrumento se abrirían nuevas perspectivas en el campo del desarrollo integral.

La puesta en práctica de proyectos de carácter regional y subregional con el necesario intercambio de experiencias y conocimientos se perfila como una tarea impostergable de la Organización.

Hoy más que nunca se destaca el papel de la educación como medio de lograr la equidad y justicia social, presupuestos necesarios para alcanzar un desarrollo sostenible.

Este proceso que se vive a nivel hemisférico también tiene raíces nacionales. En Uruguay, la búsqueda de un desarrollo productivo es una constante que tiene una vinculación estrecha con la innovación e integración. Como expresara el señor Presidente de Uruguay, Dr. Tabaré Vázquez, no hay estrategia de desarrollo productivo sin una base de conocimiento, sin incorporación de tecnología y sin una adecuada inserción regional internacional. Tanto el aspecto social como el democrático son indispensables en un auténtico desarrollo productivo pues éste no puede basarse en la pobreza, el desamparo social o en una institucionalidad vacía. Y agrega un cuarto elemento fundamental, el valor de los recursos humanos con que se cuenta.

La trascendencia de la cuestión planteada se refleja de manera elocuente en las palabras pronunciadas por el señor Presidente de la República con motivo de la asunción de mando. Ellas están referidas “al país que queremos” pero son perfectamente aplicables a nuestro continente: un continente donde nacer no sea un problema, donde ser joven no sea sospechoso; donde envejecer no sea una condena; un continente donde la alimentación, la educación y el trabajo decente sean derechos de todos y todos los días; un continente confiado en sí mismo; un continente que recupere la confianza de soñar y de hacer los sueños realidad.

Muchas gracias.