Discursos

EXCELENTISIMA SEÑORA MICHELLE BACHELET JERIA, PRESIDENTA DE LA REPUBLICA DE CHILE
INTERVENCIÓN DE LA PRESIDENTA DE LA REPUBLICA DE CHILE, EXCELENTÍSIMA SEÑORA MICHELLE BACHELET JERIA, ANTE EL CONSEJO PERMANENTE DE LA ORGANIZACIÓN DE LOS ESTADOS AMERICANOS (OEA)

8 de junio de 2006 - Washington, DC


Es un honor para mí dirigirme a este Consejo Permanente de la Organización de los Estados Americanos, el principal y más antiguo foro político hemisférico. Es en esta casa donde las naciones de las Américas trabajan colectivamente para asegurar a nuestras mujeres y hombres un futuro en paz, seguridad y prosperidad.

He querido reunirme con ustedes para expresar, una vez más, nuestro apoyo a esta Organización y reafirmar la adhesión del pueblo chileno a los valores que, tengo la convicción, continuarán inspirando nuestra acción colectiva en este milenio.

Mi país le concede una importancia central a la OEA en la promoción de principios y valores compartidos par nuestras sociedades. El mundo globalizado requiere de instituciones y normas para generar las condiciones de una convivencia pacífica y armónica. Esta es la razón por la cual le atribuimos un significado especial a lo multilateral, a nivel regional y global, como el marco que ofrece la legitimidad necesaria para orientar un proceso ordenador en que todos los países, grandes y pequeños, tengan garantías necesarias para cautelar sus intereses.

Desde la OEA, la región puede proyectarse al mundo y contribuir a la elaboración de los regímenes que regulen la globalización y la doten de un rostro más humano, solidario e inclusivo.

Para poder participar en este proceso, debemos ser capaces de construir una democracia de calidad, con mejores condiciones de gobernabilidad; un desarrollo humano integral y una seguridad multidimensional que nos permita responder, no sólo a las amenazas clásicas, sino también a los múltiples factores emergentes que atentan contra la dignidad, debilitan la estabilidad y, en definitiva, frustran las esperanzas de millones de seres humanos que aspiran a una vida mejor.

Esta Organización, dirigida par un ilustre chileno, está trabajando con una visión estratégica de futuro. Lo hace en torno a una agenda acotada que debería permitir a la OEA colaborar con los procesos democráticos, fomentando la confianza, la participación ciudadana, el establecimiento de instituciones sólidas y transparentes. Esta es la vía para definir los marcos que requiere un crecimiento con equidad.

La democracia tiene que ver con principios y valores que deben integrar la conciencia social desde la niñez. Pero la democracia tiene también relación con la política y con la manera en que ésta responde a la gente. Una cultura democrática se alimenta de la convivencia diaria. De allí la importancia de reflexionar sobre la calidad del espacio ciudadano que estamos construyendo. Hoy vivimos un momento inédito en nuestro hemisferio. Por primera vez la democracia es el común denominador en nuestra Organización, eje de nuestra identidad y legitimidad.

La historia nos enseña que las instituciones democráticas requieren de mecanismos efectivos para construir consensos y superar las diferencias con pleno respeto de los derechos fundamentales.

La OEA ha hecho importantes contribuciones para reconocer, reafirmar e implementar los elementos esenciales de una democracia moderna. La Carta Democrática Interamericana consagra el derecho de los pueblos ala democracia y la obligación de los gobiernos de promoverla y defenderla. Todos estamos llamados a preservar la democracia, porque no existe ningún sistema de organización política y social que nos ofrezca el mismo nivel de libertad, de protección a la dignidad de la persona, y de garantías para el pleno desarrollo de las capacidades públicas y privadas.

Al adoptar la Carta, nos hemos comprometido a darle aplicación efectiva, la que está relacionada con la generación democrática de autoridades y el ejercicio democrático del poder. Pero también está asociada a la capacidad de anticiparnos a eventuales crisis par medio del diálogo y la cooperación. Apreciamos los esfuerzos que está haciendo el Secretario General en este sentido.

La democracia nos demanda el más amplio ejercicio de los derechos individuales y colectivos, que constituyen la base de una ciudadanía plena. La historia de la OEA está vinculada a la protección y promoción de los derechos humanos. Muchos de los países miembros hemos sufrido dolorosas experiencias, cuando éstos han sido violentados o suprimidos. Pero hemos tenido la sabiduría de buscar el reencuentro, basado en la verdad, la justicia y el perdón. Nuestras sociedades han alzado, con dignidad y fuerza su voz, para decir nunca más, y lo han hecho ejerciendo los derechos que sólo la democracia y la libertad les garantizan.

El reconocimiento de las particularidades y especificidades de los pueblos originarios es una tarea que nos interpela a todas y todos. Con esta convicción, estamos apoyando la adopción de una Declaración Americana sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas.

El Sistema Interamericano de Derechos Humanos representa uno de los principales aportes que esta región ha hecho a su protección global. Debemos continuar fortaleciendo y perfeccionando las capacidades nacionales en este campo, dándole a la Comisión y a la Corte los necesarios espacios de autonomía así como los recursos que requiere una labor eficiente y objetiva. Es importante que pensemos en este tema bajo una lógica de cooperación y no de confrontación.

Una gobernabilidad democrática sólida y estable demanda una estrategia integral de lucha contra la pobreza y la exclusión social. Recordemos que los Cancilleres de las Américas, reunidos esta semana en la Asamblea General, acordaron en la Declaración de Santo Domingo nuevas acciones para asegurar que el uso de las tecnologías y la innovación se traduzca en una mejor calidad de vida para todos.

La OEA puede y debe hacer mas para orientar la acción colectiva hacia un crecimiento que distribuya en forma más justa sus frutos, permitiendo a sus Miembros alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Hemos asumido el desafío ético y político de vincular el desarrollo social con la dignidad de las personas. Superar las desigualdades es una tarea pendiente. Es en este marco que se inscribe la actual negociación de una Carta Social para el hemisferio. Se trata de un complemento indivisible de la Carta Democrática Interamericana. Creemos que ésta, además de reafirmar principios consagrados en diversos instrumentos fundamentales, debe contemplar acciones concretas que, a través del diseño de políticas públicas, de la participación conjunta del Estado y la Sociedad Civil y de la cooperación multilateral, promuevan el desarrollo y reduzcan la pobreza.

La sociedad que queremos exige condiciones de seguridad humana que permitan a mujeres y hombres desarrollarse plenamente, sin miedo ante la amenaza del terrorismo, la droga, el crimen organizado y otros flagelos. Es en esta perspectiva que hemos favorecido el concepto de seguridad multidimensional, ya que atiende a un conjunto de viejas y nuevas amenazas que no conocen fronteras. Nuestra acción colectiva debe estar orientada a generar iniciativas destinadas a todos los países Miembros, con especial énfasis en los más vulnerables.

Para Chile, la seguridad internacional nos convoca de manera irrevocable y permanente a fomentar medidas de confianza que consoliden la estabilidad y la paz regionales.

Tenemos que demostrar que somos capaces de resolver nuestros problemas de desarrollo, humanitarios y de seguridad de manera concertada. Haití es el testimonio de ello. El trabajo de la OEA, en coordinación con la MINUSTAH, ha sido y será fundamental en los esfuerzos para la rehabilitación integral de ese país.

Las complejidades y distintas percepciones que vivimos en la región a veces pueden sugerir que nos estamos distanciando en lugar de integrarnos. Par eso es urgente que reflexionemos sobre el valor de la unidad en la diversidad.

Es posible y legítimo que tengamos diferencias. Pero no nos podemos quedar ahí

Es cierto que la democracia, que tanto nos costó recuperar, en estos años no siempre ha sido capaz de satisfacer las justas demandas de bienestar de grandes sectores de nuestros ciudadanos que viven en la pobreza, la exclusión y la desigualdad.

Y es cierto también, que los procesos de integración han sido difíciles, porque existen ritmos diferentes pero legítimos en la apertura de los países a la economía global.

Sin embargo, a pesar de las deficiencias y de las limitaciones del proceso que hemos construido entre todos durante estos años, también debemos ser capaces de valorar los avances en la promoción de los estándares democráticos, la protección de los derechos humanos, el crecimiento económico y la reducción de los índices de pobreza e indigencia, así como la construcción de una arquitectura de seguridad flexible.

Hemos ido creando un nuevo consenso en tomo al crecimiento con equidad, una coincidencia transversal en el Hemisferio sobre la importancia del desarrollo de los derechos sociales, junto con los derechos políticos, para consolidar nuestras democracias.

Es por eso que, en esta hora de debate en la región sobre el futuro de nuestra integración, me ha parecido oportuno compartir estas reflexiones con ustedes y reiterar la necesidad de que seamos capaces de buscar puntas de encuentro a pesar de la diversidad, porque cuando los países de la región no somos capaces de dialogar, la única que pierde es la región. Pierde la democracia y pierde la integración.

Estimados amigas y amigos,

Asumamos nuestra responsabilidad y hagamos de este foro una instancia mas relevante, como reiteradamente lo ha planteado el Secretario General. Los resultados de la Asamblea General, que acaba de concluir en Santo Domingo, así lo demuestran. La revitalización de la OEA es posible. Utilicemos nuestro potencial para fortalecernos internamente y activar nuestra interlocución a nivel internacional. Debemos llevar la voz de las Américas al diálogo global. Podemos hacerlo.

Chile continuará trabajando con los miembros de esta Organización para construir un continente más abierto, libre y democrático, que esté en condiciones de competir activamente en el comercio internacional, sin barreras ni discriminaciones, con alternativas atractivas para las inversiones y los flujos de capital, generando oportunidades de empleo decente. Continuaremos también promoviendo la colaboración política y el comercio intrarregional, enfatizando las iniciativas de integración física, energética y de conectividad, que mejoren la calidad de vida de las mujeres y hombres de las Américas.

Aprovechemos el espacio que nos ofrece este foro para promover concertadamente políticas y programas que permitan a la gente percibir a esta Organización de manera más cercana, más acogedora, atenta a sus necesidades cotidianas, a sus preocupaciones par la seguridad ciudadana y por la igualdad de oportunidades. Dignidad, no discriminación, participación e inclusión deben continuar siendo los pilares de la ciudadanía del Siglo XXI.

Chile, señora Presidenta, distinguidos miembros de este Consejo Permanente, señor Secretario General, amigas y amigos, estará siempre comprometido con la realización de estos nobles ideales.

Muchas gracias