Discursos

ING. CARLOS MORALES –TRONCOSO, MINISTRO DE RELACIONES EXTERIORES DE LA REPÚBLICA DOMINICANA
PALABRAS DEL ING. CARLOS MORALES TRONCOSO ANTE EL CONSEJO PERMANENTE DE LA OEA

15 de marzo de 2006 - Washington, DC


Señora Presidenta del Consejo Permanente
Su Excelencia José Miguel Insulza, Secretario General
Su Excelencia Embajador Albert R. Ramdin, Secretario General Adjunto
Señores Representantes Permanentes y Alternos
Señores Observadores Permanentes

Al hablar hoy ante este honorable Consejo Permanente, quiero cumplir, en representación de la República Dominicana, con dos compromisos que le atañen a nuestro país como sede del trigésimo sexto período de sesiones de la Asamblea General.

Primero, entregar formalmente, para su debate y consenso, el Proyecto de Declaración con el que el gobierno dominicano aspira que se recuerde históricamente ese evento.

Y segundo, compartir con ustedes el proceso de reflexión y las razones políticas, económicas, sociales y estratégicas que sirvieron de base para seleccionar como contenido fundamental de esa Declaración el tema de la Gobernabilidad y el Desarrollo en la Sociedad del Conocimiento.

Pero antes que nada, quisiera expresar nuestra gratitud por la colaboración que hemos recibido en la Cancillería dominicana de parte de todos los distinguidos funcionarios de esta organización, y de la División de Tecnologías de la Información, del Banco Interamericano de Desarrollo.

Al escoger el tema central de la Asamblea, lo que hemos hecho es retomar iniciativas con las que ya hace más de una década se han comprometido nuestras naciones, tales como las asumidas por nuestros Jefes de Estado en la Cumbre Presidencial de las Américas de 1994, efectuada en Miami, para asegurar “un servicio universal, de modo que todos los miembros de nuestras sociedades reciban los beneficios de la infraestructura de la información”.

Fue en esa misma Cumbre que los mandatarios se comprometieron a lograr que a través de los medios electrónicos el público tenga mayor acceso a la información generada por los gobiernos, y encomendaron estudios sobre la disponibilidad y la interconexión con las redes internacionales que facilitan el comercio, que mejoran la educación y que aumentan el acceso al cuidado de la salud.

Esos compromisos, que son los que han derivado en lo que se conoce hoy como Gobierno Electrónico, al fomentar la transparencia en la Administración gubernamental y al facilitar, ampliar y modernizar servicios públicos vitales, serán claves para garantizar el desarrollo, la gobernabilidad y la institucionalidad.

De la Tercera Cumbre de las Américas, celebrada en Québec en el 2001, salió un Plan de Acción para la Agenda de Conectividad del hemisferio, documento en que se puso en claro que el objetivo del ingreso de nuestros países a la sociedad de la información es estimular el desarrollo socioeconómico, mejorar la calidad de vida de los ciudadanos y reducir la brecha entre las naciones y entre las poblaciones rurales y urbanas.

Tres años más tarde, en la Cumbre Extraordinaria de las Américas celebrada en Monterrey, México, nuestros Jefes de Estado y de Gobierno insistieron en poner la información y las telecomunicaciones al servicio del progreso, de la inclusión social y de la reducción de la pobreza, en el marco de un desarrollo económico y social equilibrado.

Son objetivos que se corresponden con una economía del conocimiento, dado que esta refleja la capacidad de aumentar valor agregado a recursos, procesos, productos y servicios locales para crear riqueza de forma eficiente y sostenible, y distribuirla de una manera más equitativa.

Aún así, existe la idea de que países como los nuestros, algunos con índices de desarrollo humano poco alentadores, no deberían dedicar esfuerzos y recursos al desarrollo de las tecnologías de la información y de las telecomunicaciones, y que en cambio deberían centrar sus gastos presupuestarios en los servicios de salud, educación, en el desarrollo de fuentes de trabajo, en abastecimiento de agua y en energía.

Pero no se trata de privilegiar un enfoque en detrimento del otro, sino de poner a trabajar las tecnologías de la información y de las telecomunicaciones a favor del desarrollo, dado que estas están demostrando que son herramientas poderosas para mejorar la educación, la salud, el nivel de vida, el bienestar, la seguridad y la gestión de los servicios públicos.

Sea cual sea la región del mundo que se ausculte, por dondequiera se observa que las naciones que están causando asombro por su desarrollo y por el crecimiento de la equidad social son las que han escogido el sector industrial basado en el conocimiento como el principal motor de sus economías.

Aunque el concepto mismo de Sociedad del Conocimiento está en constante cambio, sus características más salientes siguen siendo la conversión del conocimiento en factor crítico para el desarrollo y el fortalecimiento de los procesos de aprendizaje para asegurar su difusión y su uso productivo.

Cuando en el pasado los economistas y los estrategas gubernamentales pensaban en el desarrollo económico, lo primero que hacían era inventariar los recursos naturales, y luego proyectar su explotación comercial y su transformación mediante procesos industriales.

A las naciones que ocupaban territorios pequeños, con poca población y con escasos recursos naturales – contados como tierras cultivables o como minerales – se las clasificaba en desventaja, porque esa escasez era medida como limitación, y casi siempre esa limitación era considerada insalvable.

Con el tiempo, naciones con esas características comenzaron a desmentir esos viejos paradigmas, apelando al recurso del valor agregado aportado en la transformación de los recursos naturales adquiridos en otros países. Los modelos se hicieron tan notables, que nadie pudo sustraerse a mirar en su dirección, a estudiarlos y aprender las lecciones que se derivaban de su implementación.

El resultado neto del proceso -- uno de los procesos más aleccionadores de la historia mundial reciente – es que ya nadie duda que de aquí en adelante la riqueza de cada nación será definida y evaluada por el conocimiento, por la formación de su capital humano, la capacidad de sus habitantes.

En este momento, el acelerado desarrollo de la tecnología de la Informática y sus inconmensurables posibilidades de aplicación en la sociedad, está convirtiendo en una realidad inescapable el fenómeno de la globalización, un fenómeno que en principio fue caracterizado como de naturaleza esencialmente económica, comercial o financiera, pero que se ha hecho evidente que abarcará todas las relaciones humanas, de naciones y de instituciones.

La Informática, la Microelectrónica, el procesamiento de datos y las telecomunicaciones están haciendo que la idea del mundo como una aldea global sea un hecho que tengamos que tomar en cuenta en nuestras actividades regulares, sea cual sea el lugar del planeta en que residamos.

Esas tecnologías garantizarán la modernización del sector público que exigen nuestros pueblos; convertirán a nuestros regímenes en democracias realmente participativas; garantizarán una mayor equidad social y el desarrollo de todas las potencialidades del capital humano de nuestras naciones.

Esas tecnologías están acelerando el desarrollo económico y la competitividad, y al servir como herramientas para establecer sistemas normalizados de vigilancia y de alerta temprana, han facilitado las actividades de respuesta ante emergencias, probando su inestimable eficacia en los casos de desastres naturales.

Esas tecnologías darán a nuestras sociedades la mejor oportunidad que hayan podido tener en su historia para garantizar la democratización del conocimiento, para difundirlo y compartirlo, a fin de que cada pueblo, cada institución y hasta cada persona pueda usarlo en el desarrollo de sus potencialidades y en el mejoramiento de sus condiciones generales de vida.

Teniendo ya las tecnologías apropiadas, la Sociedad del Conocimiento debe dar el paso hacia la generalización de las redes y las conexiones.

Crear redes que conecten los centros de enseñanza, que conecten los centros científicos, que conecten las bibliotecas, los archivos históricos, los museos y los centros culturales. Crear redes que conecten los hospitales, que conecten a todos los departamentos de los gobiernos.

Crear redes tecnológicas que conecten a los pueblos, que ayuden a derribar las barreras y dificultades que confrontan. Redes que abran nuevas posibilidades a todos nuestros pueblos sin distinción de donde vivan o cuanto ganen.

Si miramos el proceso desde la perspectiva latinoamericana, podemos afirmar que la expansión de una economía basada en el conocimiento contribuirá a reducir los altos costos de transacciones en la región y, de esta manera, estimular el crecimiento económico, generar empleos y promover el comercio internacional.

Nuestras naciones están desarrollando ahora mismo procesos de transformación utilizando la expansión de la economía del conocimiento como vehículo que las lleve al desarrollo, pero la profundidad de los desafíos que enfrentan requiere llevar esos esfuerzos a otro nivel.

Ese proceso podría beneficiarse de un nuevo estímulo político regional por parte de esta Organización de Estados Americanos, que es lo que proponemos en nuestro proyecto de Declaración.

Nuestra región necesita superar la carencia de mecanismos y de procesos idóneos, con autoridad y un enfoque integral de la economía del conocimiento para formular, manejar, monitorear y evaluar su contribución al crecimiento económico sostenible y la reducción de la pobreza con equidad.

Creemos que el momento actual es propicio para fortalecer los esfuerzos de nuestras naciones en ese sentido, como un medio para lograr los Objetivos de Desarrollo del Milenio y para reposicionar la región en el entorno global.

El gobierno de la República Dominicana actúa con la convicción de que la Sociedad del Conocimiento es una plataforma que garantiza el desarrollo, la democracia, la transparencia y la gobernabilidad.

Y hemos decidido colocarla como base del Proyecto de Declaración del Trigésimo Sexto Período Ordinario de Sesiones de la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos, porque creemos que la Sociedad del Conocimiento pronto va a dejar de ser una prioridad, para convertirse en un imperativo estratégico de nuestras naciones.

En República Dominicana hemos adelantado los trabajos preparatorios para la Asamblea General. Las comisiones y planes de trabajo se han elaborado y ya estamos con el ánimo en alto y los brazos abiertos para recibirles con un caluroso, alegre y contagioso abrazo en Casa de Campo.

Muchas gracias.