Discursos

EMB. JORGE CHEN CHARPENTIER, SUBSECRETARIO PARA AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE DE MEXICO
INTERVENCIÓN DEL EMB. JORGE CHEN CHARPENTIER DURANTE LA XXXI ASAMBLEA GENERAL EXTRAORDINARIA

30 de enero de 2006 - Washington, DC


Señor Secretario General de la Organización,
Señor Secretario General Adjunto,
Señores Jefes de Delegación,
Representantes Permanentes,
Señoras y señores:

Señor Presidente, para mi delegación verlo dirigir los trabajos de esta Asamblea General Extraordinaria es la mejor garantía de que encontraremos los elementos esenciales de un consenso.

Acudimos a esta Asamblea General Extraordinaria, convocada por mandato de la Resolución 2157 “Programa-Presupuesto de la Organización para 2006, Cuotas y Contribuciones para el FEMCIDI 2006”, a fin de tratar asuntos presupuestarios de la mayor importancia para el futuro de la Organización de los Estados Americanos y, por ende, para consolidarla como ámbito privilegiado en el que nuestras naciones abordan los temas sustantivos de la agenda regional y las grandes cuestiones internacionales.

Con el resuelto compromiso de nuestras naciones, la OEA puede contribuir a crear un sistema interamericano más estable, solidario y confiable en los terrenos político, jurídico, económico y social. La afirmación del desarrollo y la seguridad es la divisa esencial que guía nuestras actividades en el marco de nuestra Organización.

Por ello, es fundamental que la OEA desempeñe, con bases financieras firmes, el papel central que le hemos conferido no sólo a la vista de los mandatos derivados de su Carta constitutiva sino para proyectarse en los nuevos escenarios que se configuran, tanto en el hemisferio como en el sistema internacional. Estamos ante la necesidad de reflexionar acerca de los alcances y límites de la Organización y, principalmente, lo que queremos que sea en la arquitectura mundial.

Las tareas de la OEA deben reflejar la importancia que asignamos a la Organización pero, sobre todo, el peso económico que ésta representa para los Estados miembros. En consecuencia, debemos ser en extremo cuidadosos para definir, en primer término, su plan de trabajo, de manera que recoja fielmente las prioridades de desarrollo y seguridad que comparten los países del hemisferio.

Sólo con una clara planeación de actividades, la OEA podrá orientar una elaboración equilibrada y coherente de su presupuesto. Antes de avanzar en la consideración de un eventual incremento del Fondo Regular, resulta imprescindible precisar las prioridades de trabajo que debe desplegar la Organización, de forma tal que podamos no sólo aprovechar al máximo los recursos sino dar a éstos en forma transparente y con plena rendición de cuentas, el sentido que aquéllas le marcan.

Este es un tema que debemos examinar por sus propios méritos, sin condicionarlo a decisiones de otra índole. México reitera su flexibilidad para avanzar en esta materia y poder atender los requerimientos de la agenda hemisférica y cubrir las necesidades de la Organización.

Asimismo, la Resolución 2157, en otro de sus mandatos, nos ha convocado a examinar la situación de la escala de cuotas y proponer una revisión que favorezca la distribución equitativa y justa de las aportaciones entre los Estados Miembros.

Como punto de partida, al igual que durante los trabajos de la Reunión de Expertos, la delegación de México reitera ahora su mejor disposición para llegar a un consenso en la adopción de una escala de cuotas que permita corregir distorsiones y refleje la capacidad de pago de los Estados miembros.

La revisión del sistema de cuotas ha estado en el primer plano de nuestras preocupaciones durante varios años. Hemos desarrollado en torno a este asunto diversas propuestas, análisis y deliberaciones que han motivado la inclusión de especialistas. El resultado hasta ahora, como es natural en un tema de tanta sensibilidad política y económica para nuestros países, exige un proceso obligado de maduración que debemos considerar con la mayor responsabilidad. Si bien sabemos que el tiempo apremia, no siempre las soluciones rápidas son las mejores. No debemos sacrificar lo importante por lo urgente.

Es imprescindible definir cuales serán los criterios que deben normar una escala de cuotas para esta organización. Parecería que mucho se argumenta a favor de referencias técnicas apegadas a las cifras, cuando en realidad las utilizamos para disfrazar actos de política y aún de ideologías.

Inicialmente fijamos límites máximos y mínimos, luego aplicamos cifras sin ponderar el verdadero valor de cada una de las monedas, posteriormente hacemos referencia a condicionantes usados por una organización de vocación mundial y no hemisférica, finalmente pretendemos concluir que el ejercicio es un resultado que no tiene consideraciones políticas.

Para América Latina y el Caribe, por ejemplo, el impacto de los desastres naturales debe ser tomado en cuenta por sus resultados devastadores y prolongados que merman la capacidad de pago más que otros fenómenos y crisis de coyuntura.

Señoras y señores,

Adoptar una escala de cuotas resultado de propuestas económicas y políticas no puede ser legítima si no se alcanza por medio del consenso.

Si lo que pretendemos con la adopción de una nueva escala es eliminar las distorsiones existentes, hagámoslo con seriedad creando una escala propia y no una que retome ajustes provenientes de arreglos políticos con países que en su mayoría no forman parte de nuestro hemisferio.

Si lo que se busca ahora, como parece apuntar la propuesta de algunas delegaciones, es adoptar exclusivamente una escala de transición, señor Presidente, eso no resuelve estructuralmente el problema. No necesitamos una escala provisional cuando tenemos una vigente que puede igualmente servir de base para un arreglo transitorio. El problema de fondo de la organización es el financiamiento de sus actividades.

El Secretario General ha afirmado que el problema que enfrenta la OEA no es ni siquiera el atraso en el pago de contribuciones sino el aumento del presupuesto. Es necesario que avancemos en dos aspectos básicos: el primero es definitivamente el aumento del presupuesto y, el otro, en qué proporción cada uno de los Estados miembros puede y quiere contribuir a este nuevo monto.

La delegación de México lo ha expresado en diversas reuniones del Consejo Permanente, de la Comisión de Asuntos Administrativos y Presupuestales, de los grupos de trabajo y en consultas formales e informales; es necesario contar con un presupuesto real de la OEA. Con ello definiremos cuál es el alcance que tendrá la Organización.

Nuestro presupuesto debe ser visto de una manera intergal, considerando tanto las asignaciones del Fondo Regular, como las aportaciones a los Fondos Específicos, los cuales se han constituido en el motor de algunas de las más importantes actividades que desempeña la OEA en tiempos recientes.

Reiteramos, como lo hemos hecho a lo largo de todo este proceso, la flexibilidad de México para seguir considerando fórmulas que nos permitan alcanzar una decisión de consenso para que la organización cuente con un mayor presupuesto.

Para la delegación de México, es esencial que en la consideración de las propuestas del Informe de la Reunión de Expertos concurran diversos criterios, entre los cuales deseo apuntar los siguientes:

El primero es que la escala de cuotas reconozca la realidad diversa del grado de desarrollo de los países americanos y, por tanto, nuestro imperativo de armonizar intereses legítimos y necesidades perentorias.

En un segundo término, el sistema de aportaciones debe incorporar la capacidad de pago de los Estados Miembros de la OEA, tal como establece nuestra Carta, e incluir parámetros que den equidad y certidumbre a los Estados de desarrollo económico semejante pero también a los de menor desarrollo relativo.

Otro criterio básico es que la escala de cuotas corresponda a la realidad específica de nuestra Organización, distinta por cierto de otros organismos multilaterales mundiales, ya que en ésta las asimetrías en el desarrollo de sus miembros son atenuadas por un vasto sector intermedio de Estados mientras que en el sistema interamericano las distancias son verdaderas dicotomías. Aun así, es un hecho que el sistema de cuotas de esas organizaciones requieren también una adecuación. No es posible, por tanto, tomarlo como modelo pues enfoca realidades y requerimientos distintos. Pretender aplicar su estructura de aportaciones a la nuestra sería trasladar un sistema de asimetrías ajeno y sobre todo sus distorsiones.

México propuso en la pasada Reunión de Expertos algunas fórmulas y métodos que permitan evaluar, con mayor certidumbre técnica y en su caso política, la capacidad de pago de los Estados Miembros. Nos animó el propósito de subrayar otro criterio a tomar en cuenta: que ningún país quede obligado a asumir responsabilidades de pago por encima de su capacidad, lo cual, además de inequitativo, despojaría de toda legitimidad a cualquier sistema de cuotas.

Al mismo tiempo, nos propusimos recoger el interés generalizado de los miembros de nuestra Organización en el sentido de evitar que un aumento del presupuesto incremente sus aportaciones en dólares, aún cuando su cuota permaneciera en el mismo nivel. El criterio aquí es que la escala pueda propiciar reducciones en las nuevas cuotas de la gran mayoría de los Estados integrantes de la OEA sin que se afecte la base financiera ni el adecuado funcionamiento de ésta.

Otro criterio de especial importancia es la consideración de un ajuste por equidad que permita a los miembros equilibrar aportaciones conforme al grado de compromiso con la Organización y armonizar correcciones a las variaciones en la capacidad de pago de manera general y no casuística, puesto que ésta acaba por volverse discrecional en favor de unos y en detrimento de otros.

En este orden de ideas, para México es esencial el criterio de que ninguna reducción específica en la aportación de un país se haga a costa del aumento en la cuota de otro cuya capacidad de pago sea semejante. La idea es buscar el beneficio simétrico y generalizado entre todos los integrantes de la OEA, sin emplear tratamientos distintos para naciones con similar nivel de desarrollo.

Naturalmente, las recomendaciones y las propuestas derivadas de las reuniones de trabajo son materia central de las deliberaciones de esta Asamblea General. No será fácil ni quizás recomendable adoptar acuerdos definitivos sin la asesoría de instituciones económicas internacionales, que nos permita contar con mayor luz sobre este asunto tan delicado, antes de llegar a una determinación que no sea lo suficientemente aceptable para todos.

Tomar una decisión apresurada puede traer, como consecuencia indeseable, no sólo un desequilibrio en el sistema de aportaciones sino el riesgo de deterioro financiero y presupuestal de la Organización, afectando con ello el propio cumplimiento de su misión. En este contexto deberíamos continuar negociando, a nivel de expertos, hacia una solución compartida y apoyada por la voluntad de todos los miembros.

Señoras y señores:

Podemos imaginar un sistema de cuotas eficaz que imprima mayor solidez a nuestra Organización y la convierta en un gran instrumento para la preservación de la paz y la seguridad, así como para la promoción del desarrollo en el hemisferio.

Asimismo, preocupa a México los efectos de la falta de contribuciones, en especial para el seguimiento de las actividades y los programas de cooperación.

Al concluir esta intervención, deseo expresar el reconocimiento del gobierno de México por los encomiables esfuerzos desplegados por la Presidencia del Grupo de Trabajo. Mención destacada merece su trabajo realizado durante la Reunión de Expertos.

Estoy convencido que, tras un largo proceso de negociaciones, hoy nos encontramos ante la oportunidad idónea para evaluar, con mayores elementos de juicio, el Informe de la Reunión de Expertos, lo que contribuirá a fortalecer esta Organización.

Gracias.