Discursos

EMBAJADOR JORGE CHEN, REPRESENTANTE PERMANENTE DE MÉXICO ANTE LA OEA
PALABRAS DE DESPEDIDA ANTE EL CONSEJO PERMANENTE DE LA OEA

16 de noviembre de 2005 - Washington, DC


Señor Embajador Izben Williams, Presidente del Consejo Permanente;
Señor Miguel Insulza, Secretario General de la Organización de los Estados Americanos;
Señor Albert Ramdin, Secretario General Adjunto;
Señoras y Señores Representantes Permanentes;
Señoras y Señores Delegados de los Estados Observadores;
Señoras y Señores.

Representar a México es un honor y un privilegio. Lo fue aún más coordinar los trabajos de mi país ante la Organización de Estados Americanos, foro en el que hemos demostrado día con día el firme compromiso de México con la comunidad Americana, a través de una presencia activa y constructiva en una gran diversidad de temas.

Durante este tiempo, pude corroborar el valor e influencia que tiene la OEA en la amistad y cooperación entre las naciones, en la comprensión de los enormes desafíos que enfrenta la región, en la promoción de los objetivos colectivos, en la canalización de esfuerzos para alcanzar y garantizar el progreso y la prosperidad que merecen todos los habitantes del hemisferio, así como para afianzar y perfeccionar la democracia en el continente.

México tiene una profunda vocación por los esquemas multilaterales en la solución de los obstáculos para el mantenimiento de la paz y la seguridad, por ello brinda a la OEA atención de primer orden. En ese sentido, las propuestas, opiniones y observaciones expresadas en esta institución estuvieron siempre inspiradas en esa firme convicción y en el compromiso de amistad y respeto que tenemos por todos los pueblos del hemisferio.


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En apego a los principios de la política exterior mexicana y a los más altos valores de aplicación universal, como Representante Permanente ante esta Organización respaldé los proyectos que buscan edificar una región más justa, más prospera y con espíritu de unidad y cooperación.

Es motivo de satisfacción personal haber empeñado mi esfuerzo en las tareas de esta Organización, para apoyar y contribuir a temas de primordial interés para mi país como son el respeto a los derechos humanos y la promoción de la democracia.

No obstante, aún más satisfactorio fue poder dedicar especial atención a los temas relacionados con la superación de los graves rezagos sociales que persisten en muchas regiones del continente, como la pobreza, la marginación, la ignorancia y la exclusión, porque la democracia no puede concebirse sin el desarrollo social.

Ciertamente, mi misión ante esta Organización fue breve, pero tuve la gran oportunidad de analizar a profundidad con los Embajadores de las naciones de El Caribe, los asuntos de mayor interés y preocupación para esa zona. Esto es un aprendizaje que orientará mi trabajo en el futuro.

Compartí intensos intercambios de opiniones con mis colegas de Centro y Suramérica, y conocí así las diversas prioridades y las legítimas perspectivas que cada país tiene sobre los temas de la agenda de la Organización, y sobre la proyección a largo plazo del continente en el nuevo sistema globalizado.

Interesante, fue también el intercambio de enfoques que, de manera amplia y abierta, tuve con mis colegas del Norte del continente en diferentes tópicos.




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Solo me resta decir que me voy de Washington, pero no dejo a la OEA, ya que en la Cancillería Mexicana los asuntos que corresponden al espacio de la OEA son responsabilidad de la Subsecretaría para América Latina y El Caribe que está ya a mi cargo.

Concluyo mi encargo convencido de la importancia que tiene la OEA, para el futuro del Hemisferio.

Para todos y cada uno de ustedes mi agradecimiento y genuino aprecio.


Muchas Gracias.