Discursos

LUIS ALBERTO MORENO, PRESIDENTE DEL BANCO INTERAMERICANO DE DESARROLLO
PALABRAS DEL SEÑOR LUIS ALBERTO MORENO, PRESIDENTE DEL BANCO INTERAMERICANO DE DESARROLLO EN LA IV CUMBRE DE LAS AMÉRICAS

4 de noviembre de 2005 - Mar del Plata, Argentina


Señores Presidentes, Jefes de Estado y de Gobierno
Señor Secretario General de la OEA
Señores Representantes de Organismos Internacionales
Señores Jefes y Miembros de Misiones y Delegaciones
Señoras y Señores:



Nuestra región atraviesa un momento potencialmente transformativo de su historia. Las buenas condiciones externas y el acertado manejo económico han producido tres años de sólido crecimiento con baja inflación. Pero tres años son sólo un instante en el proceso gradual de acumulación que es el desarrollo. Para comenzar a hacer mella real sobre los amplios caudales de pobreza y desigualdad que agobian a nuestra región, debemos enfocarnos en sostener y acelerar la expansión económica, al tiempo que mejoramos la calidad de este crecimiento en aspectos cruciales como la equidad, la inclusión y la sostenibilidad ambiental.

La década pasada, a pesar de sus escasos logros en materia de alivio de la pobreza, nos deja dos legados importantes. El primero es que no hay recetas mágicas o atajos al desarrollo. De hecho, vencer la pobreza, la desigualdad, la corrupción, la exclusión y la desesperanza demandan un enfoque pragmático que combine, dentro del legítimo proceso democrático, “todas las formas de lucha”. El otro legado es una mejor institucionalidad macro y un gran acervo de experiencia en el manejo económico. Estos progresos, acumulados a costa de gran dificultad y sacrificio, son condiciones necesarias, aunque no suficientes, para el desarrollo sostenible y con equidad que todos anhelamos.

Ahora es el momento de concentrar nuestros esfuerzos más abajo, en las trincheras del desarrollo; la llamada “base de la pirámide”, donde está la gente y donde a través de millones de pequeñas decisiones y transacciones se fragua a diario el destino económico de nuestra región. En los próximos años, el BID dará prioridad a apoyar a sus países miembros en el diseño y aplicación de mecanismos eficaces para empoderar a esta base de pequeños empresarios, consumidores, propietarios y productores, para que se conviertan en motores de desarrollo. Éste se construye principalmente de abajo hacia arriba, a través de la mejora continua en las oportunidades de nuestros ciudadanos menos favorecidos y su surgimiento como actores de cambio.

Como lo dijera Rawls, el éxito de una sociedad no se mide por la situación de sus habitantes más ricos, sino por la capacidad de sus ciudadanos más pobres de llevar una vida digna y poder realizar sus sueños.

El empleo, tema central de este foro, no sólo es el mecanismo por excelencia de movilidad social, sino que también constituye la columna vertebral de la gobernabilidad democrática y la cohesión social. Para los más pobres su capacidad de trabajo es el único activo del que disponen. Nuestra región necesita crear más y mejores empleos para quebrar los ciclos de pobreza e inestabilidad. Ello depende principalmente de generar entornos en los que se combinen adecuadas infraestructuras físicas, regulatorias y financieras que fomenten el desarrollo empresarial a todos los niveles—pues son en definitiva las empresas quienes generan el empleo productivo. Requerimos políticas públicas focalizadas que estimulen la formación de capital humano con base en buena nutrición, salud, educación, y capacitación continuada; y un marco institucional y legal estable, justo y transparente que permita a empresarios y trabajadores generar y acceder a empleos de calidad, protegidos por normas efectivamente aplicadas. Las líneas de acción en estos frentes abarcan múltiples dimensiones que confluyen en el quehacer diario de la política económica y social de nuestros países. Voy a enfocarme brevemente en algunas que considero de gran prioridad.

En momentos como el actual de expansión del comercio, tratados de integración y altos precios de la energía, la infraestructura resurge como factor determinante de la agenda de competitividad y generación de empleo en la región. Las mejoras en infraestructura no sólo potencian a grandes empresas y a pequeños empresarios, que ansían poder llevar sus productos a nuevos mercados, sino que también le reducen costos, le amplían opciones y le mejoran la calidad de vida a la gente. En este campo, las necesidades de la región son tan grandes—se estiman en más de 80 mil millones de dólares al año—que se requiere de formas creativas de movilizar recursos, como las alianzas público-privadas, adaptadas al contexto local de capacidades institucionales y fiscales.

El BID está comprometido con intensificar su labor en el área de la infraestructura y las alianzas público-privadas, pues está singularmente posicionado para servir de interfaz entre gobiernos y empresas, y para actuar eficazmente en proyectos trans-fronterizos.

Otro elemento clave en materia de productividad y generación de empleo es la democratización financiera. La falta de acceso a servicios financieros se ha convertido en un factor crucial de desigualdad en nuestras sociedades. La ampliación de la cobertura financiera, aparte de un estímulo importante al ahorro, el consumo y la inversión, es una herramienta clave de cohesión social, pues genera oportunidades para la gente. Sin embargo, siete de cada diez ciudadanos de la región no tiene una cuenta bancaria y miles de pequeños empresarios carecen de opciones de crédito. Esto dificulta la movilización del ahorro popular doméstico y la acumulación de activos que permita a las personas de escasos recursos mejorar sus niveles de bienestar. En este campo, el BID está trabajando sobre los compromisos adquiridos en Nuevo León, mediante el fomento al microcrédito, el apoyo a la canalización de remesas de emigrantes a través del sistema financiero hacia la financiación de vivienda y otros fines productivos, y el apoyo al desarrollo de productos financieros para la micro, pequeña y mediana empresa.

Al tiempo que adelantamos la mejora y democratización de la infraestructura física y financiera, hay que trabajar en la depuración de los ambientes regulatorios para facilitar la inversión, la creación de empresa y la generación de empleo. El BID está dispuesto a continuar apoyando con recursos financieros y cooperación técnica iniciativas tendientes a agilizar y reducir los costos de montaje y funcionamiento de las empresas, reforzar la seguridad jurídica, y fortalecer la protección de los derechos de propiedad y laborales, para liberar el capital, ingenio y capacidad de trabajo de todos nuestros ciudadanos.

Al mismo tiempo que se estimula la demanda de trabajo, hay que ampliar y adecuar la oferta; es decir, capacitar a las personas para que puedan ellas mismas forjar su propio destino económico y personal. Para aumentar la productividad y opciones de estas personas, y combatir la desigualdad que generan las agudas diferencias en formación, se requiere de sistemas más amplios y eficaces con instituciones públicas y privadas de educación y capacitación durante todo el ciclo de vida, que velen por la compatibilidad entre habilidades existentes y las que exige el mercado. En este aspecto, por ejemplo, los programas de intermediación y certificación laboral, y de capacitación de jóvenes que está apoyando el BID, han demostrado ser instrumentos eficaces.

Asimismo, los programas de transferencias condicionadas de efectivo son un ejemplo de políticas públicas que actúan en forma eficaz y focalizada para desarrollar capital humano y oportunidad desde la edad más temprana.

Para terminar, quiero hacer referencia a un tema de gran urgencia en la actualidad. Recientemente, nuestra región se ha visto azotada por desastres naturales que interrumpen la actividad productiva y afectan los ingresos de miles de personas. El Banco se ha enfocado en desarrollar instrumentos que contribuyan a la prevención, mitigación y rehabilitación frente a estos acontecimientos. Pero estamos listos para trabajar con los países miembros, mano a mano y en forma estratégica, para fortalecer los sistemas nacionales y regionales de manejo de desastres, y otras amenazas trans-fronterizas como el SIDA y la fiebre aviar, que comprometen el progreso de nuestra región.

Si trabajamos en forma coordinada, con énfasis en resultados concretos, en frentes como la actualización de la infraestructura y la integración regional, la democratización financiera, la mejora del clima de negocios, las alianzas público-privadas, el desarrollo de la micro, pequeña y mediana empresa, y la formación continua de capital humano, no sólo daremos una oportunidad histórica a nuestros conciudadanos más pobres y excluídos de ser partícipes activos en el desarrollo, sino que nos beneficiaremos todos de la potencialización de nuevos talentos, nuevas ideas y mayor diversidad. Solo fundamentando nuestro desarrollo en la liberación de las potencialidades propias, de ahorro, consumo, inversión y, sobre todo, de trabajo y espíritu emprendedor, podremos generar un círculo virtuoso de crecimiento inclusivo que conduzca a sociedades más cohesionadas y justas.

En los próximos dieciocho meses, nuestra región renovará su compromiso con la democracia a través de elecciones libres y competidas en más de una docena de países. Hoy, en esta importante cumbre, todos los miembros del sistema inter-americano renovamos también nuestro compromiso con la región, su desarrollo económico y social, y el proyecto conjunto de edificar un hemisferio justo, más próspero y unido en beneficio de todos sus habitantes.

Muchas gracias al Presidente Kirchner y al gobierno y pueblo Argentinos por abrirnos la puerta de su casa para la discusión y búsqueda de consensos en torno a la agenda regional, y por su cálida hospitalidad en esta Gran Patria Austral y en esta bella Ciudad de Mar del Plata.

Muchas gracias.