Discursos

SRA. BELELA HERRERA, SUBSECRETARIA DE RELACIONES EXTERIORES Y JEFE DE LA DELEGACIÓN DE LA REPÚBLICA ORIENTAL DEL URUGUAY
INTERVENCION DE LA DELEGACIÓN DE LA REPÚBLICA ORIENTAL DEL URUGUAY AL XXXV PERÍODO ORDINARIO DE SESIONES DE LA ASAMBLEA GENERAL DE LA OEA.

6 de junio de 2005 - Fort Lauderdale, FL


Gracias Sr. Presidente.

Sres. Cancilleres, Sres. Jefes de Delegación. Dr. José Miguel Insulza, aprovechamos a felicitarlo muy sinceramente. Sr. Secretario General Adjunto, agradecemos mucho su labor durante estos últimos meses.

Mucho se puede hablar y discutir en torno a la Democracia, pero la propuesta de hoy, sin duda desafiante, es alejarnos de consideraciones teóricas para poder aportar a lo que, seguramente coincidimos todos, constituye uno de los principales objetivos de la misma, extraer de ella sus beneficios y transformarlos en realidad cotidiana de los pueblos.

El 1° de marzo pasado, recibiendo el apoyo de la gran mayoría de los uruguayos en las urnas, asumió el Gobierno en el Uruguay, por primera vez en nuestra historia política, el “Encuentro Progresista -Frente Amplio - Nueva Mayoría”. Al tiempo que asumimos el Gobierno, asumimos también grandes compromisos porque nuestro Gobierno entiende que la democracia supone la transparencia y la austeridad en la conducción pública, la justicia social, la integración de la comunidad y el espíritu de diálogo con todos los sectores de la sociedad.

Tengo el honor de pertenecer a un país de marcada trayectoria y tradición democrática. El ejercicio efectivo de la democracia es parte de su vida cotidiana, así como el respeto pleno a las libertades fundamentales y la protección de los derechos humanos. De esta experiencia exitosa, recogemos grandes beneficios, entre ellos el de su prestigio internacional. Pero todos los aquí presentes sabemos que esos logros no son suficientes y que aún tenemos grandes deudas que se vinculan fundamentalmente con el plano social de la democracia.

Flagelos como la pobreza, la exclusión y la desigualdad son solo algunos de los gigantes, desafíos comunes, que todos enfrentamos. Estamos aquí para compartir también, las fuerzas y las ideas para combatirlos. Siempre respetuosos de la no injerencia en los asuntos internos de las naciones, brindemos nuestra información y experiencia nacional en aras de avances y logros regionales.

Intentemos asemejarnos en las metas alcanzadas, pero tengamos en cuenta nuestras diferencias. Toda discusión sobre la promoción de la democracia en el continente debe basarse necesariamente en un supuesto fundamental: los Estados Miembros construyen procesos democráticos sobre la base de su personalidad, independencia y soberanía.

El punto de partida de toda consideración sobre la situación interna de un Estado no puede ser otro que la observancia de ese principio rector que definimos en el artículo 3 de la Carta de la OEA como una de los constituyentes esenciales del orden internacional.

Utilicemos esta oportunidad para realizar un somero y sincero repaso de nuestra situación democrática.

Como se ha evocado ya muchas veces en estos últimos 20 años, se ha producido una notoria reducción de los conflictos y tensiones entre naciones. La desaparición de los regímenes militares ha entrañado la desaparición de las carreras armamentistas y las competencias armadas de poder regional. América se ha convertido en una inmensa zona de paz en contraste con otras regiones del planeta por obra de la extensión de la democracia.

El advenimiento de las democracias en el continente significó el resurgimiento de la vigencia de los derechos humanos. Con él, se puso en marcha un vigoroso impulso de instrumentación de garantías fundamentales a través de Convenciones Interamericanas que mi país ha ratificado.
Se extiende hoy una conciencia en la opinión pública continental que ha ido cercando la impunidad.
La existencia de áreas aún críticas hace más importante que nunca la misión permanente que cumple la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

La adopción de regímenes democráticos, la afinidad de sistemas entre los gobiernos del continente han derivado en la conciencia de percepciones comunes, en el desarrollo de la solidaridad de intereses, al tiempo que la afirmación de los valores nacionales a nivel de cada comunidad ha generado el clima propicio para el estrechamiento y agrupamiento de los estados miembros en mecanismos regionales. El Grupo de los Ocho, luego Grupo de Río, el MERCOSUR, la Comunidad Andina, el CARICOM, son ilustraciones de estas formas de asociación que lejos de competir con el esquema interamericano, lo fortalecen.

En términos globales de funcionamiento del sistema interamericano, el proceso ha traído un nuevo equilibrio en las relaciones a nivel del continente. Los países latinoamericanos y del Caribe, legitimados por su sistema democrático, han reforzado su visión común, sus posiciones compartidas y han multiplicado sus procedimientos de concertación, adquiriendo mayor peso y contribuyendo así a encauzar el manejo de los problemas continentales por la vía del multilateralismo y el respeto al derecho internacional, elementos estos que adquieren un lugar de privilegio en la agenda internacional, si queremos construir un orden internacional pacífico y estable.

Sr. Presidente,

Hoy podemos reafirmar que uno de los grandes beneficios adquiridos de la democracia es que la OEA no es la misma de hace 30 años.

En la raíz de este nuevo relacionamiento está la observancia de los principios de la Carta de la OEA, nuestra verdadera “constitución” de las relaciones interamericanas.

Pero es bueno tener bien presente también que no intervención, igualdad jurídica de los Estados, respeto a su personalidad, soberanía e independencia, el imperio del derecho internacional como norma de conducta son principios que no surgieron de un libre intercambio de ideas ni de un acuerdo circunstancial de preferencias políticas. Son el fruto de un largo proceso de pugna por su aceptación precedido por años de dolorosos desentendimientos.

Aún con contramarchas en el camino, es la progresiva observancia de esos principios de la Carta de la OEA la que le ha venido dando una notable solidez al relacionamiento interamericano, encaminando las relaciones continentales de la confrontación a la cooperación.

Debe subrayarse que es sobre el basamento de la Carta de la OEA y sus principios rectores que la competencia de la Organización extiende la solidaridad continental a la defensa de la democracia. Los Estados del continente han venido estableciendo normas e instrumentos jurídicos con el propósito de promover la democracia dentro del principio de no intervención. En base a los principios de la Carta y como un desarrollo progresivo de la misma, adoptamos en 1991 la Resolución 1080 y en septiembre de 2001, la Carta Democrática Interamericana.

Mediante ésta, edificada en base a la Carta de la OEA y no en reemplazo de la misma, los 34 Estados discutieron y adoptaron condiciones expresamente estipuladas para la competencia de la OEA y sus órganos respecto del desarrollo político interno de un Estado Miembro en situación institucional crítica.

Es bueno tener presente que tratándose de excepciones a principios fundamentales solo cabe una interpretación y aplicación estricta de las normas pactadas.

Sr. Presidente,

Es imperioso concentrar la atención del sistema interamericano hacia las causas profundas que han venido socavando la viabilidad de sus democracias y atender urgentemente la dimensión social de su sistema. Atacar las raíces de esa inestabilidad fruto del empobrecimiento, que en el continente se da en dimensiones alarmantes, el desgarramiento del tejido social de nuestras naciones, la consecuente pérdida de fe en el sistema, la exclusión y la marginación. Estabilidad democrática significa creación de empleo, rescate de condiciones sanitarias degradantes, educación para multiplicar las oportunidades. Ahí radica la verdadera prevención del deterioro de los sistemas democráticos y no a través de la introducción de mecanismos de injerencia tutelar sobre los proceso internos.

Con esa convicción nuestro país pone el acento en dos grandes emprendimientos de la agenda interamericana que acompaña activamente El primero es la Carta Social de las Américas, que por iniciativa de la hermana República Bolivariana de Venezuela, nuestra Organización se dispone a elaborar complementariamente a la Carta Democrática Interamericana.

El segundo, la iniciativa de la República Argentina de convertir la creación del empleo en tema medular de la próxima Cumbre de las Américas que se celebrará en noviembre de este año en Mar del Plata.

Sr. Presidente, es verdad: hemos avanzado

Pero índices, imágenes y sobre todo realidades, crudas realidades, nos demuestran que el camino es largo y seguramente no llano.

El Uruguay dialogará con todos los Estados de la región y de la Comunidad Internacional, con el objetivo de contribuir a tender puentes de entendimiento, que, basados en el respeto a la diversidad, hagan posible un avance real de la democracia y de la situación de los Derechos Humanos, de hombres y mujeres, niños y niñas, sin discriminación alguna, en todas partes del mundo.

Todos los Estados aquí representados tenemos por delante retos, -diferentes, pero igualmente importantes.

Los efectos de la deuda externa, los recurrentes planes de ajuste estructural, la imposibilidad de acceso de nuestros productos agrícolas a los mercados de los países desarrollados, la falta de una real ayuda al desarrollo y de un compromiso político y financiero honesto para hacer frente a los desafíos del medio ambiente y el desarrollo sostenible de nuestros países, tienen como secuela a la pobreza y la extrema pobreza.

El crecimiento y el desarrollo del Uruguay está estrechamente vinculado con la expansión, diversificación y modernización del sector externo, y esto dependerá de la inserción competitiva del país en la región y en el mundo.

Destaco también, Sr. Presidente, la convicción de mi país en cuanto a la concepción de la cooperación como un instrumento fundamental para el desarrollo de las naciones. Es en función de ésto que deseo hacer un especial reconocimiento a la excelente labor que viene prestando el Consejo Interamericano para el Desarrollo Integral (CIDI) y la Agencia Interamericana de Cooperación al Desarrollo en materia de programas de capacitación y becas que constituyen una invalorable ayuda para nuestros países.

Para finalizar, deseo resaltar el compromiso del Uruguay con el cumplimiento de las metas de desarrollo del milenio, que están enfocadas en su amplia mayoría en el individuo, buscando el bienestar y la dignificación de la vida de las personas. En este sentido, mi país está implementando el Plan Nacional de Emergencia Social, que busca llegar a los estratos más vulnerables de la sociedad uruguaya.

Como mencioné en oportunidad de la Cumbre de las Democracias, hace algunas semanas, en Chile, el fortalecimiento de la Democracia en su sentido más inclusivo y la maximización de sus beneficios hacia los habitantes del Uruguay, del continente y del mundo son temas esenciales en el quehacer político de hoy de mi Gobierno y de mi país. Como representante de estos asisto a esta convocatoria para expresarles la disposición y el compromiso de trabajar con ustedes, por nosotros y para nuestros pueblos.

Deseándole mucho éxito a esta Asamblea General.

Muchas gracias, Sr. Presidente.