Discursos

PRESIDENTA DE LA CIM NILCEA FEIRE
PALABRAS DE LA PRESIDENTA DE LA CIM NILCEA FEIRE

7 de junio de 2005 - Fort Lauderdale, FL


Excelentísimos Señoras y Señores Ministros,
Presidenta de la Asamblea, Secretaria de Estado, Condoleezza Rice;
Embajadores, Representantes Permanentes ante la OEA;
Representantes de los países observadores permanentes;
Representantes Organismos internacionales y de organismos no gubernamentales;
Señoras y señores invitados especiales
Señoras y Señores


Sean mis primeras palabras para agradecer al gobierno de México por la iniciativa de haber solicitado la inclusión del tema del Mecanismo de Seguimiento de la Implementación de la Convención de Belém do Pará en la Agenda de esta Asamblea General de la OEA. Ello me ofrece la oportunidad de elevar al máximo foro político de decisión de la OEA, un tema que hace más de diez años puso a la Organización en la vanguardia de los movimientos mundiales en la promoción de los derechos de la mujer, cuando aprobó la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, conocida hoy como Convención de Belém do Pará. Hasta el día de hoy, continúa siendo la primera y única en el mundo en contra de la violencia contra las mujeres.

La Comisión Interamericana de Mujeres, CIM, organismo especializado que tengo el honor de presidir, impulsó desde fines de la década de los ochenta el abordaje de este tema que no solo es de gran importancia para la mujer sino para el bienestar de sociedades democráticas como las nuestras. Los grupos de mujeres de toda la región lograron sacar este tema del ámbito de lo privado y plantearlo como motivo de grave preocupación en la esfera de la política pública. El reconocimiento del problema después de haber sido escondido e ignorado por tantos años se convirtió en una prioridad. A nivel internacional se fue reconociendo que los derechos humanos de la mujer son parte inalienable e indivisible de los derechos humanos universales, y que la erradicación de todas las formas de discriminación basadas en sexo es una prioridad para la comunidad internacional. (Viena 1993).

Nuestra región ha sido la que más progresos ha experimentado en el mundo en el tema de combate a la violencia, además de ser la única que cuenta con una Convención específica. Luego de su adopción, casi todos los países han sancionado legislación en la materia e implementado programas para luchar contra la violencia basada en género. Sin embargo, años de acción, esfuerzo y dedicación centrados en un compromiso jurídico no bastaron para eliminar este flagelo. Es necesario continuar ejecutando medidas sostenidas, coordinadas y de conjunto para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres. Debemos evitar las demoras y los retrocesos en este compromiso. Debemos combatir el desinterés por eliminar este flagelo social y utilizar a la Convención de Belém do Pará como la más importante base jurídica que es y que cada vez cobra mayor relevancia y vigor como principal herramienta para enfrentar a este problema.

La Convención reconoce en su preámbulo una dura realidad al señalar que, “la violencia en que viven muchas mujeres de América es una situación generalizada, sin distinción de raza, clase, religión, edad o cualquier otra condición” y al afirmar que “la violencia contra la mujer es una ofensa a la dignidad humana y una manifestación de las relaciones de poder históricamente desiguales entre mujeres y hombres”.

La ratificación de la Convención por parte de 31 Estados, es una expresión de responsabilidad y de irrevocable voluntad compartida en el Hemisferio, de respetar el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia, sea esta física, sexual o psicológica, y cualquiera sea el ámbito en que ella se produzca, público como privado, tal como lo establece la Convención. Los Gobiernos, mediante la adopción de este instrumento legal, asumieron compromisos que van desde fomentar la educación social en la igualdad entre mujeres y hombres, a adoptar políticas y tomar todas las medidas para hacer efectivas las disposiciones de la Convención, teniendo particularmente en cuenta las mujeres que se encuentren en situaciones especialmente vulnerables.

También contempla la Convención, como mecanismo de protección, la obligación de los Estados de presentar informes periódicos a la Comisión Interamericana de Mujeres sobre los progresos y medidas adoptadas para prevenir sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres. Además, brinda la posibilidad de que personas, grupos de personas o entidades no gubernamentales puedan presentar a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) denuncias o quejas sobre la violación del artículo 7 por parte de los Estados Parte de la Convención.

Con el fin de seguir avanzando y fortaleciendo las sólidas y estables bases que contamos desde de la adopción de la Convención de Belém do Pará, el Gobierno de México presentó una iniciativa para iniciar un proceso que busca lograr la plena implementación de la Convención. Esta iniciativa, que fue apoyada por todos los Estados Parte de la Convención llevó a la convocatoria, por parte del Secretario General de la OEA, en octubre de 2004, de la Conferencia Estados Parte de la Convención que adoptó por consenso el “Estatuto de Seguimiento de la Implementación de la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer (MESECVI)”.

Esta iniciativa no es singular, ya que existen otras experiencias exitosas que a la fecha han arrojado excelentes resultados dentro de la OEA, como lo son el mecanismo creado para el seguimiento de los compromisos asumidos por los Estados en materia de corrupción, y el combate contra las drogas y el narcotráfico, a través del Mecanismo de Evaluación Multilateral (MEM) de la Comisión Interamericana para el Control y el Abuso de Drogas (CICAD). Ambos, constituyen ejemplos regionales e internacionales sobre atención compartida para problemáticas específicas de la región.

El Estatuto constituye un instrumento de evaluación y colaboración hemisférica para medir los progresos en la lucha por erradicar la violencia contra la mujer y un punto de partida para avanzar en la efectiva implementación de la Convención de Belém do Pará. Fué diseñado con el fin de dar seguimiento a los compromisos asumidos por los Estados Parte de la Convención, y contribuir al logro de los propósitos establecidos en ella, a partir de un ejercicio de evaluación por parte de expertos en la materia que, con independencia emitirán sus recomendaciones para impulsar el cumplimiento de los compromisos asumidos por los Estados Miembros. El Mecanismo tiene previsto además, que las expertas hagan el seguimiento sobre el cumplimiento de las recomendaciones y eleven su informe al respecto. Asimismo, contará con el invaluable apoyo de la Comisión Interamericana de Mujeres como Secretaría de la Conferencia de Estados Parte y del Comité de Expertos.

Contamos hoy con expertas designadas por 22 Estados miembros, por lo que aprovecho esta oportunidad para instar a los que no lo hayan hecho aún a, designar lo antes posible a sus expertas a fin de que el Mecanismo se ponga en marcha a la mayor brevedad.

Sabemos que es crucial el tema de recursos. El Estatuto ha creado un fondo específico para solventar los gastos que demande el Mecanismo. Los gobiernos de Brasil y México ya han hecho aportes que permitirán el arranque de esta importante acción en beneficio de las mujeres del Continente y también de nuestras sociedades. Este fondo está abierto a todos los Estados, sean o no parte de la Convención, razón por la que quiero solicitarles a todos los presentes en forma muy especial, que den muestras de su interés y apoyo colaborando con este fondo que permitirá el logro de los objetivos que nos propusimos al adoptarlo. Conocemos la difícil situación que la mayoría de nuestros países están atravesando, pero sabemos también que el apoyo a una iniciativa de derechos humanos debería lograr ser incluida en forma permanente como un rubro dentro de los presupuestos nacionales.

Enfrentamos con la CIM el presente reto que, al igual que las conquistas pasadas, nos hace sentir orgullosos de nuestro querido organismo especializado interamericano y nos alienta para continuar. Como miembros de la OEA debemos una vez más ser creativos y dispuestos para alcanzar este nuevo objetivo que sin dudas contribuirá al fortalecimiento de la paz y democracia de todos los países de América