Discursos

EMBAJADOR MANUEL MARÍA CÁCERES, PRESIDENTE DEL CONSEJO PERMANENTE DE LA OEA Y REPRESENTANTE PERMANENTE DEL PARAGUAY ANTE LA OEA
EN LA TERCERA CONFERENCIA DE LA CÁTEDRA DE LAS AMÉRICAS

31 de marzo de 2005 - Washington, DC


Bienvenidos a esta la tercera conferencia de la Cátedra de las Américas.

Nos enorgullece poder ofrecer como conferencista de honor al distinguido jurista canadiense y Presidente de la Corte Penal Internacional, Phillipe Kirsch.

El sistema interamericano, desde sus inicios, señaló claros rumbos en su vocación por la promoción del derecho internacional, por señalar convencionalmente los deberes y los derechos de los Estados, por el fortalecimiento de los medios de cooperación jurídica entre ellos y por la creación de instancias judiciales comunes.

Ya en la Octava Conferencia Americana, antecedente de nuestra actual Asamblea General, reunida en Lima en 1938, se propuso la creación de una Corte de Justicia Americana, idea que no se concretaría, por lo menos hasta ahora, pero que explica el apoyo decidido de nuestros países a las cortes establecidas primero por la Sociedad de Naciones, sustituida luego por la actual Corte Internacional de La Haya.
Centroamérica ya a principios del siglo XX marcó un histórico precedente en el derecho internacional, al establecer la primera corte de justicia internacional, de carácter subregional. Este mismo respeto por los tribunales internacionales se fue extendiendo a los procesos de integración y por supuesto a la defensa de los derechos humanos con la constitución de nuestra Corte Interamericana de Derechos Humanos.

A ello se le suma el rico tejido de normas regionales, nuestro patrimonio jurídico común, el que ha venido, de forma pionera, construyendo instituciones de cooperación en materia de asistencia penal, de extradición, de combate a las distintas formas de delincuencia, de lucha contra la impunidad, de defensa del sistema democrático.

Todo ello hace de nuestra Organización, hoy y en sus antecedentes previos al año 1948, en cuyo seno se han venido dando estos desarrollos, el espacio privilegiado en la defensa internacional de principios que recoge, en algunos de sus aspectos, el Estatuto de la Corte Penal Internacional.

La Corte Penal Internacional es la primera corte permanente que investigará y llevará ante la justicia a los individuos, no a los Estados, responsables de cometer las violaciones más graves a los derechos humanos y al derecho internacional humanitario como son el genocidio, los crímenes de guerra y los crímenes de lesa humanidad y una vez que sea definida, la agresión.

Los Estados Miembros de la OEA han participado activamente desde los orígenes mismos de la idea de Corte: la idea nace en el Caribe, su Presidente viene del Norte, el Fiscal, del Sur, y jueces del Centro del continente. Hoy 20 Estados Miembros de la OEA son parte del Estatuto de Roma.

Pero también el tema ha sido debatido en el seno de nuestra Organización y es objeto de resoluciones año a año de su órgano máximo, la Asamblea General. Estas resoluciones reflejan nuestras diferencias, nuestros puntos de vista, pero ello en un mismo instrumento, compartido, discutido, respetado por todos.

Como representante de un país que ha ratificado los instrumentos del sistema interamericano de protección de los derechos humanos y que es, además, Estado Parte del Estatuto de Roma (14 mayo 2001) de inmediato nos surge a la vista un punto clave que distingue la Corte Penal Internacional. La Corte Interamericana de Derechos Humanos tiene el cometido de resolver sobre el cumplimiento de las obligaciones de los Estados Partes emanados de la Convención Americana de Derechos Humanos, y la Corte Penal Interamericana tiene el mandato de establecer la responsabilidad penal individual y tiene un alcance mundial.

Sin embargo, hay un aspecto importante de complementariedad ya que el Estatuto de Roma establece que el Estado que tendrá la responsabilidad inicial de investigar y juzgar la presunta comisión de crímenes definidos en el Estatuto de Roma, además de tener un sistema de justicia que moderniza su sistema penal, tipifica el crimen internacional y fortalece la independencia del poder judicial.

La Corte Penal actúa cuando el Estado no puede o no tiene la voluntad de investigar o juzgar tales crímenes. En el caso del sistema interamericano de protección de los derechos humanos, también se requiere que se agoten las instancias nacionales antes de entrar a conocer un caso.

A mi juicio, el establecimiento de la Corte Penal habrá de tener un efecto positivo en la protección de los derechos humanos. Para nuestra región, donde hemos forjado a lo largo de los años un sistema de protección y promoción de los derechos humanos, la conferencia que hoy escucharemos con toda seguridad será de un valor profundo.

Hoy la presencia acá, en esta Casa de las Américas de su Presidente, nacional de uno de nuestros Estados Miembros, es una magnífica oportunidad para saludar un paso más del derecho internacional, al que tanto apego tenemos por vocación y por obligación, hacia el logro de un mundo unido en que, mediante la cooperación de todos nosotros, luchemos para evitar los horrores que han recorrido el siglo pasado y amenazan el presente

Siendo esta la última vez que hablaré en este foro en mi condición de Presidente del Consejo Permanente, quisiera aprovechar esta oportunidad para agradecer la presencia de todos quienes nos acompañan hoy y augurar el mejor de los éxitos para la Cátedra de las Américas en la búsqueda de proyectar a un mundo más amplio los valores de nuestro sistema y de profundizar la consideración de los temas críticos de la agenda hemisférica.