Discursos

LUIGI R. EINAUDI, SECRETARIO GENERAL INTERINO DE LA ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOS
EN LA XXXVII REUNIÓN DEL GRUPO DE REVISIÓN DE LA IMPLEMENTACIÓN DE CUMBRES (GRIC)

9 de marzo de 2005 - Buenos Aires, Argentina


Señor Jorge Taiana, Secretario General del Ministerio de Relaciones Exteriores de Argentina;

Señor Carlos Alfonso Tomada, Ministro de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de Argentina;

Señoras y señores Embajadores;

Señoras y señores Coordinadores Nacionales del Proceso de Cumbre de las Américas;

Señoras y señores representantes de los organismos que hacen parte del Grupo de Trabajo Conjunto de Cumbres;

Amigas y amigos:

Quisiera en nombre de la Secretaría General de la OEA agradecerle al gobierno de Argentina la iniciativa de convocarnos en la preparación de la Cuarta Cumbre que celebrarán los Jefes de Estado y de Gobierno de las Américas en Mar del Plata, en noviembre próximo.

La Cumbre de Mar del Plata se prepara en un momento crítico para el hemisferio. Las ambiciosas metas expresadas en el tema “Crear Trabajo para Enfrentar la Pobreza y Fortalecer la Gobernabilidad Democrática” requieren la construcción de un futuro que aproveche, en bien de todos, las nuevas tendencias económicas, políticas y sociales que a todos nos afectan. Las incertidumbres de la coyuntura mundial y los desafíos creados por la desigualdad y la extrema pobreza están obligando a nuestros líderes a buscar el sentido compartido y el sendero común que sólo las Cumbres de las Américas pueden ofrecer.

El Proyecto de Declaración y el Plan de Acción de Mar del Plata deben superar las naturales diferencias que nos separan en aras de una estrategia de desarrollo social para toda la región, en la cual todos los países que la integran puedan participar.

Señor Presidente:

En los pocos minutos que me corresponden, quiero tocar tres puntos:

1. La importancia primordial del tema y de las Cumbres en la búsqueda de un abordaje exitoso

2. La necesidad de bien entender y mejorar nuestro engranaje institucional y, finalmente,

3. La importancia pero a la vez la fragilidad de nuestra Organización madre, la OEA.


1.

Si la democracia es la gloria de América, la injusticia es nuestro talón de Aquiles.

La consolidación de la democracia se ve afectada por la marginación y la exclusión, por la pobreza, por la devastadora corrupción, por el debilitamiento de la independencia y el equilibrio de los poderes públicos, por la impunidad, por la violación de las libertades básicas y de los derechos humanos, por el terrorismo, el narcotráfico y la violencia.

De ahí lo primordial del tema.
Y, por todas estas complejidades, la importancia de las Cumbres. ¿A qué ministerio pertenecen todos estos problemas? Son típicamente de todos y de nadie – menos el Presidente o el jefe de gobierno. Sólo el Presidente o el jefe de gobierno pueden romper las inercias especializadas de las burocracias modernas. Solo un Presidente o jefe de gobierno pueden instruir a todos los ministros.


Cada país es distinto y cada situación es única.

Pero las inestabilidades que nos espantan como gobiernos, y que, con sus arbitrariedades, nos minimizan como ciudadanos, surgen casi todas de la falta de institucionalidad. De institucionalidad democrática bien entendida, ya que en el Siglo XXI, ni la paz del cementerio, ni el orden de la exclusión son concebibles en América.

Haití, hoy, demuestra lo crítico de crear y mantener la institucionalidad.

No es por casualidad que la violencia finalmente estalló en el país más pobre de América. Es la pobreza, pero no sólo la pobreza: es también la falta de institucionalidad.

Si queremos evitar continuar yendo de crisis en crisis, tendremos necesariamente que ayudar a que en Haití se construya un Estado.

No un Estado cualquiera. No un Estado excluyente de las mayorías nacionales. No un Estado saqueador. Pero sí un Estado de derecho. Sí un Estado capaz de reconocer las fuentes de riqueza y dirigirlas al bien común, sin asfixiarlas.

Y que no se crea que con la llegada de Naciones Unidas nos hemos lavado las manos de estos problemas. El 80% del personal de la fuerza estabilizadora son del Brasil, de la Argentina, de Chile, del Uruguay y del Perú. Estos no son países que quieren ocupar a nadie. Son países que quieren ayudar al pueblo haitiano. Lo que necesitan es lo que necesitan las propias Naciones Unidas: mejorar el engranaje institucional en Haití y en el hemisferio.

El Proceso de Cumbres no tiene a Haití como tal en su agenda. Pero Haití y sus lecciones se ubican en el propio corazón de la Cuarta Cumbre.

El pasado mes de diciembre, el Proceso de Cumbres cumplió diez años. Hace diez años, la Primera Cumbre en Miami fue consensuada sólo después de una gran negociación de último momento entre el gobierno de los Estados Unidos y el Grupo de Río, liderado en la época por Brasil. Y concluida la Cumbre, los Embajadores del Consejo Permanente de la OEA, que habían sido representados sólo a través de su Secretario General, debatieron abiertamente si la OEA podía aceptar mandatos originados en un proceso ajeno a la Carta de la OEA y sin los recursos correspondientes.

Hoy, en la OEA, hemos orientado todas nuestras tareas hacia los mandatos de los Presidentes y Jefes de Estado y de Gobierno. Existe una Secretaría de Cumbres que depende directamente del Secretario General, con la autoridad y capacidad de coordinación para asegurar que todas las áreas técnicas de la Secretaría apoyen a los Estados Miembros en la implementación de las decisiones de los mandatarios.

Sin embargo, un aspecto constante en estos diez años es la falta de recursos. La nueva vida política que el Proceso de Cumbres dio a la Organización no ha tenido una contraparte financiera significativa. Algunos – seamos sinceros, pocos – mandatos de las cumbres han sido financiados por los Estados.

Dos ejemplos positivos serían:
• Los esfuerzos que realiza la Secretaría de Cumbres en apoyo de la participación de la sociedad civil en las Cumbres, justamente con recursos externos al Fondo.
• El MEM, el Mecanismo de Evaluación Multilateral de la Comisión Interamericana para el Control del Abuso de Drogas (CICAD). Orgullo del multilateralismo por su eficacia, a la vez profesional y política.

Pero, la verdad común y corriente es otra. El lunes presenté el programa-presupuesto de la OEA para el 2006. Desde que empezó el Proceso de Cumbres, la OEA recibe cada año menos, justo cuando se le pide hacer cada vez más. La misma OEA, que hoy está estableciendo las pautas mundiales en democracia, derechos humanos y antiterrorismo, hoy tiene menos funcionarios que el Departamento de Relaciones Públicas de las Naciones Unidas. Y en el presupuesto que, por ley tuve que presentar el lunes, debí eliminar 16 cargos. Esto hace un total de 168 cargos eliminados en el Fondo Regular de la OEA desde que empezó el Proceso de Cumbres. Como si las metas fuesen alcanzables solas.

Sin un reajuste realista de cuotas, la OEA podría desaparecer justo cuando más la necesitamos.


Señoras y señores Coordinadores Nacionales del Proceso de Cumbres, concluyo con esto:

Los próximos meses van a ser cruciales. Vamos a necesitar todo el apoyo de la sociedad civil y de los diferentes actores sociales, así como del sector privado, en el proceso de diseño y formulación de la agenda social hemisférica que resultará de esta Cuarta Cumbre de las Américas. Pero nuestra dependencia mutua tendrá forzosamente que extenderse a la implementación y la evaluación de los resultados de lo acordado.

Veo con gran placer que esta reunión es genuinamente interamericana. Todos estamos representados -- los de Centroamérica y los del Caribe, tanto como los del Norte y los del Sur. Los latinos y los sajones, los iberoamericanos, los afroamericanos y los indígenas – americanos todos.

Doy gracias al momento histórico que vivimos, en el cual la Argentina redefine su engranaje con la comunidad internacional y los Estados Unidos de América quieren revalorizar sus relaciones hemisféricas.

Nuestros Jefes de Estado y de Gobierno han emprendido una iniciativa en la que hemos identificado desafíos comunes y en la que ahora tenemos que saber fijar las estrategias y los pasos concretos hacia un futuro que todos queremos compartir. Un futuro sin pobres, con empleo, con confianza en nuestras instituciones, con democracia y colmado de oportunidades.