Discursos

MIGUEL ÁNGEL RODRÍGUEZ ECHEVERRÍA
EN LA ACEPTACIÓN DE LA SECRETARÍA GENERAL DE LA OEA XXXIV ASAMBLEA GENERAL, ORGANIZACIÓN DE LOS ESTADOS AMERICANOS

7 de junio de 2004 - Quito, Ecuador


Su Excelencia Patricio Zuquilanda, Presidente de la Asamblea General y Ministro de Relaciones Exteriores del Ecuador
Doctor César Gaviria, Secretario General de la Organización de los Estados Americanos
Señoras y señores Jefes de Delegación
Señor Secretario General Adjunto
Señores Observadores
Señores miembros de la sociedad civil
Distinguidos invitados e invitadas

Muchas gracias por el honor que, con esta elección, brindan ustedes a Costa Rica, por el reconocimiento que le hacen a ese pequeño país en el centro de las Américas, que se ha distinguido por construir la libertad, justicia y paz. Señoras y señores Cancilleres: muchas gracias también por la confianza que han depositado en mí al elegirme Secretario General de la Organización de los Estados Americanos. Responderé sirviendo con lealtad y total dedicación a los intereses hemisféricos.

Muchas gracias al pueblo y al Gobierno de Costa Rica que, encabezados por el Presidente Abel Pacheco, se han empeñado con denuedo en obtener este consenso. Gracias a los Gobiernos y a los pueblos que desde la Península de Boothia hasta Tierra del Fuego, en tierra firme, así como en el Caribe insular, me han distinguido con su apoyo y la promoción de mi candidatura. Gracias al pueblo y al Gobierno del Ecuador, anfitriones espléndidos de esta Asamblea General.

Me comprometo, señoras y señores Cancilleres, a consagrarme integralmente a promover los ideales interamericanos. La libertad, la justicia y el progreso queremos alcanzarlos para que cada americana y cada americano viva con bienestar y se realice a plenitud como persona.

Corresponde a todos los dirigentes de las Américas, en estos años alboréales del siglo XXI, avanzar en la conquista de los ideales compartidos. Tenemos, todos, el reto y la responsabilidad de disminuir la pobreza, aumentar el disfrute material de las familias, y garantizar la paz y la seguridad de los ciudadanos.

Contamos para ello con los avances que han construido nuestros antepasados en este, el sistema más antiguo de naciones. Sabemos que los mejores instrumentos para realizar esos propósitos mucho deben a la historia de América. La democracia, el estado de derechos, las instituciones de la solidaridad social, el derecho internacional, la apertura comercial y el ingenio productivo han recibido aportes invaluables de los próceres, los pensadores, los trabajadores y sencillos labriegos de este Hemisferio. Esta historia americana de avances y conquistas, de logros materiales y desarrollo de instituciones nos estimula a seguir adelante.

Pero también somos herederos de sueños insatisfechos y de dolorosas frustraciones. La pobreza, el hambre, el analfabetismo, la enfermedad, la violencia, la ausencia de oportunidades, son la amarga vivencia diaria de millones de nuestros habitantes. Esta aterradora realidad nos obliga a responder con presteza y acierto

Esas respuestas sabremos construirlas con democracia y derechos humanos que promuevan la libertad y la dignidad de todos; con comercio, cooperación, políticas económicas racionales, educación, salud y solidaridad social, como elementos al servicio del desarrollo humano; con la paz y la tranquilidad que es fruto de la civilidad y la inteligente cooperación entre Estados de derecho que garantizan las libertades y protegen los derechos ciudadanos.

Me comprometo a rendir cuenta de mis acciones ante ustedes, señoras y señores Cancilleres. Se que el timón pertenece a los Estados Miembros y me consagraré, con creatividad y mesura, a suministrar elementos para una feliz navegación. Me estimulará el ejemplo de mis antecesores y los éxitos que todos celebramos, como el que ha tenido recientemente el Secretario General Gaviria colaborando con el pueblo venezolano.

Me ilusiona lo mucho que podemos lograr. Me sirve de acicate el terrible costo en sufrimiento humano que se pagaría de no alcanzarlo. Con su respaldo y la ayuda de Dios podremos disminuir la pobreza, y –en paz y armonía entre personas, naciones y naturaleza- lograr más libertad, más justicia y más bienestar en la Américas.