Discursos

CÉSAR GAVIRIA TRUJILLO, SECRETARIO GENERAL DE LA ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOS
PRIMERA REUNION DE LA CONFERENCIA DE LOS ESTADOS PARTE DE LA CONVENCIÓN INTERAMERICANA CONTRA LA CORRUPCIÓN EN EL MARCO DEL MECANISMO DE SEGUIMIENTO DE SU IMPLEMENTACIÓN

1 de abril de 2004 - Washington, DC


Constituye para mi un honor intervenir en esta Primera Reunión de la Conferencia de los Estados Parte de la Convención Interamericana contra la Corrupción en el marco del Mecanismo de Seguimiento de su Implementación.

Para comenzar, permítanme hacer un reconocimiento a la Delegación de la República Argentina y, en particular, a su Representante Alterno, Eduardo Acevedo, por la forma acertada como condujo las reuniones preparatorias de esta Conferencia.

Este encuentro tiene que ver con un tema fundamental para todos nuestros países. Como lo expresaron los Jefes de Estado y de Gobierno en Monterrey, México, hace apenas un poco más de dos meses, la corrupción debilita las instituciones, erosiona la moral de los pueblos, atenta contra el Estado de Derecho y distorsiona las economías y la asignación de recursos para el desarrollo.

Por esto, la lucha contra la corrupción ha sido una preocupación constante en las Américas. En el marco de la OEA, fuimos pioneros y adoptamos la primera Convención en la materia, en tiempos en que aún se discutía el alcance internacional de este problema y si el mismo podía ser objeto de un tratado. Sin lugar a dudas, con ese paso abrimos camino para los desarrollos que se dieron más tarde en otros organismos internacionales como la OCDE, el Consejo de Europa y, más recientemente, en las Naciones Unidas.

La Convención de la OEA no sólo fue la primera sino que, además, tuvo la virtud de expresar una concepción integral y completa sobre la forma como se debe enfrentar la corrupción. Por eso se convirtió en la gran carta de navegación de nuestra acción colectiva en este campo.

Así, de acuerdo con ella, la corrupción debe entenderse como un problema de sistemas y no simplemente de personas corruptas. En este sentido, de ella se infiere que no basta con poner en la cárcel a algunos delincuentes sin solucionar las causas estructurales que generan la corrupción. Por esto, nuestra Convención contiene medidas de diversa índole tanto para fortalecer la asistencia judicial mutua y la persecución y el castigo de los delincuentes, como para prevenir la ocurrencia de actos de corrupción.

Asimismo, del contenido y alcance de la Convención se deriva que el combate contra este fenómeno debe ser un proceso permanente y no el simple resultado de acciones aisladas u ocasionales.

Finalmente, la Convención entiende el combate contra este problema como un proceso en el que todos tenemos responsabilidades: los Estados, el sector privado, la sociedad civil y la comunidad internacional.

Teniendo en cuenta esta concepción, desde un comienzo fue claro que la Convención no era un punto de llegada sino el primer gran paso para enfrentar colectivamente este mal. Por eso, en desarrollo de los mandatos de las Cumbres de las Américas y de nuestra Asamblea General, seguimos trabajando en este campo. Y entre otros desarrollos, apoyamos a numerosos Estados en la adecuación de su legislación penal a la Convención; desarrollamos un programa piloto en Centroamérica en relación con algunas de sus medidas preventivas; creamos un sistema para el intercambio de información en esta materia a través de “Internet”; y apoyamos la iniciativa surgida de la reunión de Ministros de Justicia de crear una red de asistencia jurídica y judicial mutua en materia penal.

Pero, sin lugar a dudas, el avance más importante que hemos dado en este campo tiene que ver con el motivo de esta reunión. En Québec, los Jefes de Estado y de Gobierno apoyaron el establecimiento de un mecanismo de seguimiento de la implementación de la Convención por los Estados Parte.

Nuestra Organización cumplió con celeridad dicho encargo. Apenas un mes después de la cita de Québec, se negoció el Documento de Buenos Aires y en la Asamblea General de San José, Costa Rica, en junio del año 2001, los Estados Parte suscribieron la declaración que le dio vida a este Mecanismo.

Entre sus previsiones conviene destacar los propósitos que han sido definidos para el Mecanismo, los cuales logran un adecuado balance entre la necesidad de dar seguimiento a los avances alcanzados por los Estados y el fin último de facilitar la cooperación entre ellos.
De igual forma, la disposición según la cual el Mecanismo se desarrollará en el marco de los propósitos y principios establecidos en la Carta de la OEA y, en especial, de los relacionados con la soberanía, no intervención y la igualdad jurídica de los Estados.
Son particularmente apropiadas las características definidas para el Mecanismo: imparcialidad y objetividad en su operación y en las conclusiones a las que arribe, así como la ausencia de sanciones. Su objetivo no es calificar o clasificar a los Estados sino fortalecer la cooperación entre ellos.
También merece destacarse el adecuado equilibrio establecido entre la confidencialidad y la transparencia en sus actividades.
Asimismo, quisiera mencionar que si bien el Mecanismo tiene un carácter intergubernamental, desde un comienzo se previó una adecuada participación de la sociedad civil en el mismo.
Finalmente, tanto el Documento de Buenos Aires como diversas resoluciones de la Asamblea General, han solicitado a la Secretaría General de la OEA que le brinde los servicios de Secretaría Técnica al Mecanismo.

Estos primeros dos años de funcionamiento del Mecanismo de Seguimiento han confirmado su importancia y utilidad para el fortalecimiento de la cooperación entre los Estados en el combate contra la corrupción, en el marco de la Convención. Así lo demuestra el completo y sólido informe que nos ha hecho llegar el Comité de Expertos. Permítanme destacatar algunos de los avances logrados durante este período.

En primer lugar, el Mecanismo se ha consolidado como el instrumento hemisférico para que las autoridades y expertos gubernamentales con responsabilidades directas en relación con las políticas públicas en materia de lucha contra la corrupción se conozcan entre ellas, se intercambien información y se cooperen mutuamente.

En segundo lugar, a través del reglamento, la metodología, el cuestionario, la estructura uniforme de los informes y los procedimientos imparciales para el análisis de los países y la integración de los respectivos subgrupos, se establecieron unas bases muy sólidas y duraderas para la organización y el funcionamiento de este Mecanismo y para dar comienzo a la primera ronda de análisis, de acuerdo con los principios acordados en el “Documento de Buenos Aires”.

En tercer lugar, los informes adoptados hasta ahora en relación con Argentina, Paraguay, Colombia, Nicaragua, Uruguay, Panamá, Ecuador y Chile, han mostrado la alta calidad, solidez y objetividad de los análisis realizados y de las recomendaciones formuladas a los Estados, así como su inmensa utilidad para los Estados destinatarios como resultado de un esfuerzo de cooperación recíproca.

En cuarto lugar, conviene destacar la gran apertura a las contribuciones de la sociedad civil en el proceso de análisis, lo cual ha permitido no sólo que organizaciones de la sociedad civil hagan llegar información al Comité sino que éste las reciba en el marco de reuniones informales.

En quinto lugar, quisiera relevar que, como parte de esa voluntad de apertura y transparencia, Estados Parte han venido autorizando voluntariamente la publicación, a través de la página en “Internet”, de sus respuestas al cuestionario y de los informes adoptados por el Comité en relación con ellos.

Finalmente, deben mencionarse los avances realizados por el Comité en la consideración de los llamados “temas de interes colectivo”, como los relacionados con la transparencia en la contratación pública y los programas y proyectos de cooperación técnica contra la corrupción, ejecutados con el apoyo de organizaciones internacionales o agencias de financiamiento o cooperación.

Señoras y Señores Representantes de los Estados Parte:

En la reciente Cumbre Extraordinaria de las Américas, los Jefes de Estado y de Gobierno se comprometieron a incrementar la cooperación en el marco de la Convención Interamericana contra la Corrupción, particularmente a través del fortalecimiento del Mecanismo de Seguimiento de este instrumento. Para ello encomendaron a esta Conferencia determinar “medidas concretas” para fortalecer el Mecanismo.

Como en el pasado, los Estados Parte y sus representantes rápidamente han emprendido acciones para responder a los mandatos que, en este campo, les han dado los Jefes de Estado y de Gobierno. Así, apenas tres semanas después de la Cumbre Extraordinaria de las Américas, el Comité de Expertos le dio especial consideración al encargo de los mandatarios del Hemisferio y formuló recomendaciones específicas con el fin de que pudieran ser consideras por los Estados Parte.

Estos, a su vez, se han venido ocupando de esta encargo con gran celeridad y dedicación en el marco de las labores preparatorias de esta Primera reunión de la Conferencia de los Estados Parte.
Como resultado de ese esfuerzo colectivo, viene a consideración de ustedes un proyecto de conclusiones y recomendaciones de medidas concretas para fortalecer el Mecanismo que, en su mayoría, ya han sido acordadas por consenso entre los Estados Parte en el marco de las reuniones preparatorias.

Quisiera destacar que las propuestas acordadas en las reuniones preparatorias son el resultado de un gran esfuerzo, realista, de conciliación entre los recursos existentes, los cuales siempre son limitados, y la voluntad de los Estados de avanzar en el fortalecimiento de este Mecanismo de cooperación hemisférica.

En lo que tiene que ver con la Secretaría General de la OEA, como en el pasado, quisiera reiterar nuestra total disponibilidad para dar cumplimiento a los encargos a que se refiere el proyecto de conclusiones y recomendaciones, y de continuar así apoyando el fortalecimiento de este Mecanismo, en el marco de los recursos disponibles.
Estoy seguro que los resultados de esta reunión, sin lugar a dudas, representarán un paso muy importante en el proceso de fortalecer el Mecanismo y, en últimas, de la voluntad y decisión de los Estados de consolidar la cooperación mutua en el combate contra un problema crucial para la gobernabilidad democrática, el crecimiento económico y el desarrollo social de nuestros Estados.
Les deseo mucho éxito en sus deliberaciones.
Muchas gracias.