Discursos

LUIGI R. EINAUDI, SECRETARIO GENERAL ADJUNTO DE LA ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOS
EN LA INAUGURACIÓN DE LA EXPOSICIÓN DEL ARTISTA PERUANO EDUARDO TOKESHI

3 de octubre de 2003 - Washington, DC


Cuando encontramos mundos tan diferentes al estrictamente convencional entendemos porque el mundo del arte renueva el espíritu y nos deja pensando en la infinidad de medios de comunicación que tiene el hombre en su imaginación creadora.
Hoy, nos encontramos frente al trabajo de Eduardo Tokeshi, un inventor de historias paralelas que en su discurso plástico ha creado un personaje literario para vestirlo de metáforas que tienen como trasfondo la necesidad profunda de reafirmar su identidad peruana.

Eduardo Tokeshi es peruano, nacido en el Perú; pero sus padres vinieron de lejos con su cultura japonesa puesta, su lenguaje armado y costumbres marcadas por la sutileza delicada y su religión shintoista. En el Perú sintió los gemidos teluricos y respiró el barroco colonial y la fe católica, que acompaña a casi todos los ciudadanos. Esta sumatoria de vertientes, referentes y condiciones de vida, han obligado a que este artista proponga unas historias que encuentran en el arte un lenguaje más universal.
El personaje que se ha inventado tiene nombre propio: El Hombre Invisible. Invisible porque representa los muchos anhelos y todas las utopías que vienen representadas en apariencia por un vestido; que, sin duda, es el primer objeto social que representa la apariencia y complementa uno de los disfraces más usados para representar exteriormente lo que queremos proyectar.

A los vestidos, Eduardo Tokeshi los impregna de poesía. La más fuerte y la que más suena es la interpretación de la fe. Un mandato religioso que nos muestra una cara optimista de la esperanza humana y Tokeshi la viste con exvotos. Una figura común que vine desde el Renacimiento y que en América Latina se representa con pequeñas imágenes que personifican la vocación de la fe y sus milagros: que nos ayude a que se cure una enfermedad, que el pulmón respire, que la pierna camine, que el corazón tenga amor, que por fin llegue la anhelada casa propia, que la lotería me permita comprar un carro. Así todas las ilusiones quedan depositadas en la fe que es una vocación que no tiene fronteras y que soluciona milagros.

En esta exposición también hay hombres invisibles que responden a deseos más terrenos, por eso los vestidos representan estadios diferentes como puede ser el tiempo para florecer, para construir, tiempo para jugar, tiempo para recordar o tiempo para llegar al cielo y comerse las nubes.

Y, sin bastarle toda esa sinfonía interminable de sueños, Eduardo Tokeshi representa la memoria colectiva y la historia puntual del legado de las riquezas que arrastraron a los conquistadores a buscar el sueño del Dorado. Por eso y mucho más, el hombre invisible se viste de oro y plata.
Otro hombre invisible es patriótico y por eso se viste con la bandera para reafirmar la identidad y el reconocimiento de lo propio que viene junto a la nacionalidad.
Estos hombres invisibles cumplieron su ciclo y ésta exposición será la ultima vez que se exponen porque su creador comienza una nueva etapa de una reflexión pictórica como lo que podemos observar en los medallones que acá también expone.

Quiero agradecerle al artista su presencia, a la señora Susy de Portaro por el interés y dedicación de promover a los artistas peruanos en el exterior, a la Misión del Perú por su incondicional colaboración y a todos los presentes por su asistencia.

Muchas Gracias