Discursos

CÉSAR GAVIRIA TRUJILLO, SECRETARIO GENERAL DE LA ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOS
SESION PROTOCOLARIA DEL CONSEJO PERMANENTE PARA CONMEMORAR EL NATALICIO DEL LIBERTADOR SIMON BOLIVAR

24 de julio de 1997 - Washington, DC


En otro aniversario del natalicio del Libertador Simón Bolívar, nos reunimos hoy para rendirle un homenaje a quien ayudó a forjar la libertad de los pueblos americanos y la identidad de nuestras naciones. Nos congregamos también para honrar el destino de democracia, paz e integración que él nos propuso y que unidos luchamos por construir día a día.

Los habitantes de las Américas guardamos por Bolívar un profundo sentimiento de gratitud, y en esta fecha especial debemos hacer un alto en el camino para alimentar nuestro coraje en el recuerdo de su capacidad para enfrentar la adversidad y el infortunio. El Libertador Bolívar siempre construyó sobre sus derrotas temporales la victoria final, haciendo de esa una de sus mejores virtudes como militar, político, gobernante y estadista, cuyos laureles de triunfo le han dado con creces los méritos para ocupar las mejores páginas de nuestra historia.

Y mas allá de sus triunfos y de sus derrotas, su dimensión humana trasciende sus victorias militares en Boyacá, Carabobo, Pichincha, Junin y Ayacucho. Sus actividades como político y gobernante visionario, explorando nuevas formas de gobierno y definiendo rumbos para nuestro continente que excedieron su corta vida, son igualmente episodios que han partido en dos la historia de los pueblos americanos y que siguen siendo, a través de los siglos, invitaciones a lograr lo que parece imposible y a seguir buscando el norte de nuestro destino colectivo en América.

Bolívar no limitó su actividad a aquellas naciones en las cuales combatió con denuedo por las libertades y la independencia. En Europa exploró el origen de lo que era entonces la cultura dominante en nuestra América. Se refugió en el caribe y, tanto en Haití como en Jamaica, tuvo sosiego para su vida agitada y encontró nuevas razones y alientos para continuar en la empresa libertadora. En su paso por las islas hizo reflexiones que se constituyeron en el germen de la unión continental hacia la cual hoy avanzamos.

Porque si a Bolívar le deben la libertad de manera directa los países de una vasta región del continente, es bueno señalar que todos los hijos de las Américas recibieron del renovador impulso de sus campañas militares y de sus prédicas políticas un ethos para las iniciativas de independencia de pueblos hermanos o para las que habrían de venir a lo largo de estos dos siglos, y todos se beneficiaron de su designio de establecer instituciones republicanas en un mundo que recién empezaba a abandonar los gobiernos absolutistas.

Pero mas que las palabras son los hechos los que rinden verdadero homenaje al Libertador Simón Bolívar. Esta conmemoración no sólo debe hacernos ver su vasto legado de realizaciones, sino también el amplio compromiso que hemos heredado para hacer realidad el sueño americano de Bolívar. Nuestra obligación hoy no debe reducirse a defender la libertad y la independencia que él conquistó para nosotros, sino también a completar la obra que concibió con miras a afianzar la seguridad y el progreso del hemisferio sobre la idea motriz de la integración.

El Congreso de Panamá, convocado por Bolívar en 1826, fue el resultado de un descomunal esfuerzo iniciado de tiempo atrás por el Libertador para establecer un proceso de alianzas entre las nuevas repúblicas que diera sustento a la supervivencia de los jóvenes estados. Fue también la primera instancia en la cual se procuró el acercamiento entre las naciones de las Américas, cuyas principales preocupaciones giraban en torno de la seguridad y del mantenimiento de la independencia alcanzada. La solidaridad entre naciones no era entonces una propuesta teórica o hipotética. Fue, por el contrario, una acción determinante en la supervivencia de las recién nacidas repúblicas y que, de alguna manera, bien podría inspirarnos en momentos como los que nos ha correspondido vivir.

El pensamiento de Bolívar sobre las virtudes de ese encuentro, está expresado en un documento que preparó antes de su celebración y en el que esboza su idea de un Congreso “destinado a formar la liga mas vasta, mas extraordinaria y mas fuerte que haya aparecido hasta el día sobre la tierra”. Con esa idea se llevó a cabo la reunión, y aunque algunos de los principios, como la libertad de comercio, que Bolívar mantuvo como bases sobre las cuales se deberían organizar las relaciones en el hemisferio no fueron acogidos en el tratado, otros aspectos, como el hacer de la reforma republicana y democrática de gobierno condición para pertenecer a la confederación prevista, fueron consagrados de manera indirecta y han recuperado su vigencia solo en nuestros tiempos, en torno de la nueva OEA que todos estamos comprometidos a forjar.

Hoy, el espíritu y las aspiraciones del Congreso de Panamá siguen siendo fundamentales para las naciones americanas. Hoy, después de tantos lustros, nos encontramos frente a circunstancias promisorias y desafiantes para seguir avanzando en el propósito de lograr hacer realidad su ideales de unión y solidaridad. Esos sueños de unidad política entre naciones soberanas, constituyen hoy el faro para nuestras acciones de renovado multilateralismo.

Ayer la unión de las Américas era una quimera, un propósito relegado a la retórica vacía. Hoy, al derrumbarse los muros de la dictadura, del proteccionismo y del aislacionismo, este sueño se ha puesto a nuestro alcance. La integración es hoy mas viable gracias a la renovada vigencia de la democracia y de los valores de la libertad, del pluralismo, del respeto por la voluntad popular y de la defensa de los derechos humanos. Pero el secreto para mantener vigentes nuestros esfuerzos de unidad está en lograr que las realizaciones marchen siempre bien adelante de las expectativas. Hay que sorprender a los escépticos con audaces avances que se traduzcan en tangibles beneficios para los millones de americanos que han puesto sus esperanzas de redención social y económica en este esfuerzo integracionista. Ahora mas que nunca, es nuestro deber avanzar en ese propósito, buscando un lenguaje común, compartiendo información y tendiendo puentes que contribuyan a fortalecer las posibilidades de acción colectiva que abrirá para las Américas un camino seguro y certero hacia el nuevo siglo.

Estoy seguro que en el cometido de seguir adelante para hacer realidad este ideal contamos con el entusiasta y total apoyo de nuestros países. Hagamos propicia entonces esta fecha cuando celebramos el natalicio del padre de nuestra nacionalidad, del visionario precursor de nuestra integración, para renovar y reforzar nuestra determinación de ejecutar su legado.
Exaltemos la memoria, la obra y el ideario del Libertador fortaleciendo la integración de nuestros pueblos, recreando nuestra conciencia democrática, y ampliando las vías de la cooperación y la solidaridad en aras de la unidad americana y de la conquista de la justicia social, el desarrollo, la prosperidad y la paz.

Muchas gracias