Discursos

CÉSAR GAVIRIA TRUJILLO, SECRETARIO GENERAL DE LA ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOS
EL HEMISFERIO OCCIDENTAL: UNA ZONA LIBRE DE MINAS ANTIPERSONALES. LA PAZ NO SERÁ COMPLETA MIENTRAS EXISTAN MINAS

12 de noviembre de 1996 - Washington, DC


No quisiera iniciar unas reflexiones en esta importante reunión sin antes hacer primero un reconocimiento expreso a los valiosos aportes y logros conseguidos en el tratamiento de este difícil tema por parte del Consejo Permanente de esta Organización, su Comisión de Seguridad Hemisférica presidida en forma eficaz y decidida por la Excelentísima Embajadora Carmen Moreno de del Cueto, por la UPD, y por la Junta Interamericana de Defensa, así como resaltar la permanente preocupación del Comité Internacional de la Cruz Roja por denunciar los perversos efectos de las minas antipersonales.
De la misma manera debo destacar el importante apoyo recibido de los gobiernos de Estados Unidos, Colombia y Brasil, quienes han enviado personal especializado, y de todos los miembros de la Junta Interamericana de Defensa, quienes han participado de una manera activa y directa en la preparación, entrenamiento, asesoría y apoyo logístico para la puesta en marcha del programa de desminado de Centroamérica.
A lo anterior debemos sumar el inestimable apoyo brindado por los gobiernos de Alemania, Estados Unidos, Inglaterra, Japón, Suecia y de la intención de participar manifestada por Francia y España, al igual que la reiterada y permanente acción cumplida por los Presidentes de los países Centroamericanos y sus Embajadores ante la OEA, con el propósito de convertir en una realidad la aspiración americana de librar a Centroamérica de las minas terrestres implantadas en su suelo.
Esta trascendental labor de desminado se ha traducido en un plan de trabajo concreto, ejecutado con decisión, cuyo impacto ha dejado ya sentir sus beneficiosos influjos desde el momento mismo en que se han dado los primeros pasos.
Es éste, sin duda alguna, uno de los proyectos de cooperación, asesoría y asistencia técnica más exitosos que ha logrado impulsar la OEA, resaltando las ventajas que se derivan de un modelo que se basa en la directa participación de los países beneficiarios, los países donantes, las diferentes instancias y autoridades de la Organización, con el impulso y apoyo de las autoridades y habitantes de las regiones afectadas.
A estos resultados, representados en el número de minas retiradas, en las grandes extensiones territoriales recuperadas para la agricultura y la economía, debemos agregar el número inversamente proporcional de ciudadanos: campesinos, mujeres, niños, miembros todos de la población civil indefensa, que ha escapado de sus perversos efectos.
Además podemos indicar que el estudio y conocimiento del tema por parte de la OEA ha generado un efecto aún más amplio y sin duda más duradero: la creciente convicción de la inhumanidad y la barbarie que entrañan la utilización de este tipo de artefactos bélicos y la gradual aceptación, por los diferentes países, de la urgencia para proscribir su utilización.
De aquí, de este foro interamericano, han salido entonces posturas tan importantes como la moratoria declarada por algunos países para su exportación, el virtual congelamiento de los depósitos actualmente existentes, la aceptación de la destrucción gradual de las minas ya fabricadas, así como el firme propósito de no producir, transferir o utilizar minas terrestres antipersonales en el futuro, lo cual seguramente, permitirá en breve plazo, convertir en una realidad esa que hoy es una gran aspiración: convertir al hemisferio occidental en una zona libre de minas terrestres antipersonales, tal y como quedó consagrado en la Resolución 1411 adoptada en Panamá en el pasado mes de junio por la Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos.
Alientan esta reunión, hoy día, entonces, dos claros propósitos:
El primero, avanzar aún más en el propósito de librar a Centroamérica de las minas terrestres antipersonales que aún se encuentran implantadas en la región. Terminar la guerra no será una tarea completa mientras existan allí estos letales artefactos amenazando a la población. Esta decisión está claramente impulsada por los órganos e instancias de la Organización, la que se ha propuesto que Centroamérica esté libre de minas antipersonales antes del fin de siglo, lo cual puede parecer razonable si se toma en cuenta que actualmente existen planes y programas específicos para lograrlo.
En segundo lugar, la moratoria declarada por varios países del continente para la exportación de minas terrestres antipersonales, al igual que la voluntad declarada por un creciente número de Estados Miembros de la OEA para no producir, ni transferir, ni utilizar dichos artefactos en lo futuro, abren para todos los países y habitantes del continente la perspectiva para su proscripción definitiva en un no lejano futuro.
Todos estos pasos constituyen, sin duda alguna, fuente de renovado optimismo para el logro de los propósitos consagrados en nuestra carta y son base de la inspiración del ideal americano de tener un continente en paz. Por eso deseo expresar mi felicitación por esta reunión y manifestarles mi intención de prestar todo el apoyo y concurso que sean demandados de la Secretaría General para convertir en una realidad estas aspiraciones de los pueblos de América.