Discursos

CÉSAR GAVIRIA TRUJILLO, SECRETARIO GENERAL DE LA ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOS
CEREMONIA DE ASUNCIÓN DEL CARGO DE SECRETARIO GENERAL ADJUNTO POR EL EMBAJADOR CHRISTOPHER THOMAS

13 de julio de 1995 - Washington, DC


"He encontrado en el Secretario General Adjunto un colaborador dispuesto a analizar diferentes opciones y puntos de vista a fin de definir los cursos de acción apropiados; abierto a la necesidad del cambio como elemento ineludible de progreso, y listo a contribuir en la búsqueda de nuevos derroteros. Un colaborador que no esta comprometido con prácticas tradicionales incrustadas en el comportamiento de las instituciones, sino deseoso, como yo, de construir un futuro mejor".

Extiendo mis más expresivas congratulaciones al señor Embajador Christopher Thomas, quien inicia un segundo período en el cargo de Secretario General Adjunto de la Organización de los Estados Americanos (OEA), para el cual fue electo de manera unánime por los representantes de los Estados miembros en la Asamblea General.
Me complace saber que seguiré contando con la colaboración del embajador Thomas en esta nueva etapa que inicia la Organización de los Estados Americanos. Me refiero, por supuesto, a la tarea que han puesto sobre nuestros hombros los países miembros, no sólo en la Cumbre de Presidentes que se llevó a cabo en diciembre sino, sobre todo, durante la pasada Asamblea general de la OEA en Haití. Señor Embajador Thomas, creame que tengo la certeza de que su presencia constituye una enorme fortaleza para el equipo que deberá poner en práctica los mandatos de la Asamblea y los lineamientos de la Nueva Visión de la OEA contenidos en la Declaración de Montrouis.
Debo decir que me llena de satisfacción el que la elección del Secretario General Adjunto haya sido la expresión consensual de respaldo de los países a su gestión en el ejercicio del cargo durante los cinco años pasados. En el curso de su mandato, que ha dejado huella en la OEA en varios aspectos importantes, el Embajador Thomas dirigió, en carácter de Secretario General Interino, la transición entre la administración anterior de la Secretaría General y la actual. Lo hizo con tino y acierto, con prudencia y lealtad.
Desde cuando me hice cargo de la Secretaría General a la cual fui elegido por los gobiernos de los Estados miembros de la Organización, encontré en el Secretario General Adjunto un colaborador dispuesto a analizar diferentes opciones y puntos de vista a fin de definir los cursos de acción apropiados; tuve el agrado de compartir preocupaciones e iniciativas con quien está abierto a la necesidad del cambio como elemento ineludible de progreso, y listo a contribuir en la búsqueda de nuevos derroteros; trabajé con alguien, en fin, que no está comprometido con prácticas tradicionales incrustadas en el comportamiento de las instituciones, sino deseoso, como yo, de construir un futuro mejor transformado las vivencias del pasado en germen de innovación y regeneración para el porvenir.
La expresión diplomática del Embajador Thomas ante gobiernos de naciones latinoamericanas; la representación que llevó de su país ante las Naciones Unidas; y estos últimos cinco años en un alto cargo interamericano, son garantía de que su visión de las relaciones entre los países de las Américas se encuadra dentro del concepto global de las circunstancias del Hemisferio y de una clara comprensión del panorama mundial y de su influencia sobre nuestro Continente.
Junto con su vocación y su formación de diplomático avezado y conocedor de numerosos temas bilaterales, el Secretario General Adjunto aporta al ejercicio de sus funciones su identidad como persona del Caribe.
Las jóvenes naciones caribeñas han tenido una influencia visible y saludable en las tres ultimas décadas de la historia de la OEA. Desde mediados de los años sesenta cuando Trinidad y Tobago se hizo miembro de la Organización y su Primer Ministro fue el primer mandatario del Caribe de habla inglesa en participar en una Cumbre de Presidentes americanos, hasta 1990 cuando, vigente el Protocolo de Cartagena de Indias, fue posible el ingreso de Belice y Guyana que selló la vinculación de todos los Estados soberanos de las Américas en la Organización y su reconocimiento pleno en el ámbito continental, el Caribe ha traído a la agenda hemisférica su propia identidad cultural, las inquietudes y modalidades de desarrollo inherentes a sus características geográficas y económicas, su realidad institucional, jurídica, política y social forjada a través de una trayectoria histórica que tuvo características distintas al resto del Hemisferio.
La presencia del Caribe angloparlante en la OEA no solo ha cambiado de manera radical el alcance regional de la Organización al incorporar en ella trece nuevos miembros, sino que ha resaltado la rica diversidad del Hemisferio, y ha hecho mas visible la necesidad de la integración de áreas con culturas, tradiciones y perspectivas diferentes.
Las opciones para construir un futuro de desarrollo, democracia y paz sobre la identidad diversa de las naciones del Hemisferio, están ligadas al éxito que tenga el proyecto de integración que además de los inmediatos aspectos comerciales y financieros, persigue el entendimiento y la integración entre los pueblos.
El acercamiento de los países del Caribe y los continentales es uno de los elementos claves en el proceso de integración regional. En virtud de su formación histórica y su localización geográfica, aquellos son a la vez adelantados de las Américas hacia las viejas culturas de otros continentes, y puertos de entrada de las tradiciones y valores que desde el resto del mundo vienen a mezclarse con lo autóctono para fecundar los gérmenes de esa amalgama de elementos diversos que define la identidad de América.
Abierto por historia y geografía a la relación con países de otros continentes, no solía el Caribe mirar hacia el resto de las Américas con el mismo interés y expectativas. Todo ello ha cambiado, a medida que la participación de las nuevas naciones en el sistema interamericano ha puesto de relieve la comunidad de intereses e ideales que, con mucho mayor fuerza que las discrepancias y las diferencias divisorias, congrega a los países americanos.
El Embajador Thomas ha orientado su gestión de funcionario internacional hacia la promoción de relaciones mejores y más intensas entre la América insular y la América continental. Sin perder de vista sus obligaciones como depositario de la confianza de todos los Estados americanos, no ha dejado jamás de prestar su apoyo a iniciativas tendientes a afirmar, en el manejo de los asuntos hemisféricos, la presencia de las naciones que han asegurado su independencia en la ultima mitad del siglo que se va, ni ha escatimado esfuerzos para lograr una representación más amplia de naciones del Caribe en el Personal de Secretaría General.
A nivel personal, su impresionante dominio del castellano y su sensibilidad a la idiosincrasia latinoamericana tienen puentes de buena voluntad entre pueblos diversos en su identidad, pero idénticos en sus ideales de democracia, paz, justicia social y libertad.
La Carta de la OEA confiere al Secretario General Adjunto el carácter de Secretario del Consejo Permanente y define otras eventuales funciones del cargo sin referencia a responsabilidades específicas en relación con ningún área de la Secretaría General, sino en un ámbito especial, intermedio entre la oficina del Secretario General y las demás unidades y secciones de la Secretaría.
La naturaleza de la posición que ocupa, perfila al Secretario General Adjunto como valioso eslabón de apoyo en la puesta en práctica de las directrices para la marcha de la Secretaría definidas por el Secretario General. El Embajador Thomas es un colaborador eficaz para facilitarla implementación de las estrategias de conducción de la Secretaría General.
Un ejemplo destacado de este tipo de actividad ha sido su participación en la tarea de hacer más profundas y amplias la coordinación y la cooperación de la OEA con otras organizaciones multilaterales, en especial las de los sistemas interamericano y de las Naciones Unidas. Por encargo del Secretario General, el Embajador Thomas ha desempeñado activo papel en este campo. Confío en seguir contando con su apoyo en esta o en otras tareas con las cuales he comprometido mi impulso y mi respaldo, y en las que solicite su colaboración.
Discurrirá el segundo mandato del Secretario General Adjunto por un período que se insinúa particularmente promisorio en la vida de la OEA. El Hemisferio se dirige hacia los umbrales del nuevo milenio en un fervor democrático que ha transformado la realidad del Continente y ha traído a lugares prominentes en la agenda de la Organización temas tradicionales y nuevos —la defensa de los derechos humanos; la lucha contra la corrupción; el enfrentamiento del problema de las drogas; la erradicación del terrorismo; el fortalecimiento de la administración de justicia— que cambian las perspectivas de deliberación y acción de esta institución regional.
Una comprensión más profunda de la naturaleza del desarrollo y su vinculación con la estabilidad democrática dirige nuestra atención hacia el ambicioso proyecto de crear el Área de Libre Comercio de las Américas en el año 2005, a más tardar. Allí, sin duda, tenemos nuestro gran reto. Allí, sin duda, será medida nuestra capacidad de cambio, nuestra inteligencia y visión. Un nuevo espacio de comprensión de nuestra responsabilidad en la necesidad de preservar el medio ambiente emprendiendo un camino de desarrollo sostenible, pondrá a prueba nuestros antiguos sistemas de cooperación y nos llevará a emprender nuevas acciones en este campo. Y, por último, la evidencia del esfuerzo indispensable para mejorar las condiciones de vida de los grupos marginados y excluidos, será siempre un tema en el que la OEA no podrá estar ajena de manera alguna.
Serán temas en los cuales el Embajador Christopher Thomas, Secretario General Adjunto, encontrará amplias oportunidades para aportar su conocimiento, su experiencia y su talento a los programas de la Organización en servicio de los pueblos de los Estados miembros. Deseo y auguro al Embajador Thomas el mejor de los éxitos en el cumplimiento de la misión que le ha sido confiada y miro con especial agrado y satisfacción personal a nuestra continuada y fructífera relación de trabajo al frente de la Secretaría General de la OEA:
Señor Embajador Thomas, señores representantes Permanentes, amigos todos:
En los últimos meses, la Organización de los Estados Americanos ha recibido de los países miembros todo lo que ha una Organización regional como la nuestra podría querer para recuperar su relevancia en el futuro del Hemisferio americano. La agenda que le han diseñado los países miembros, esa nueva visión en la que estamos todos comprometidos, va a requerir no sólo de nuestros mejores hombres y mujeres, sino de la energía, el optimismo y la visión de todos los que hagan parte de este proyecto interamericano, de cara al próximo milenio. Agradezco a todos que para tal empresa, hayan escogido ustedes a alguien de la talla del Embajador Thomas. No me cabe duda de que pronto lograremos la meta de contar con una OEA renovada y fortalecida, capaz de hacerle frente a los retos de los nuevos tiempos.