Discursos

CÉSAR GAVIRIA TRUJILLO, SECRETARIO GENERAL DE LA ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOS
EN LA SESIÓN PLENARIA DE LA CUMBRE DE LAS AMÉRICAS

12 de diciembre de 1994 - Miami


Con esta Cumbre se cierra un capítulo de nuestra historia caracterizado por la desconfianza, el espíritu de la solidaridad y la unidad interamericanas, que son la razón de ser de la OEA, nunca han estado más vivos que ahora. Ustedes nos han dado un nuevo horizonte, una nueva razón para la esperanza.

Quiero agradecer a los Señores Mandatarios de las Américas por la oportunidad que nos han brindado a las principales instituciones del sistema interamericano para acompañarlos en esta cita histórica y quiero, Señor Presidente Clinton, felicitarlo por su iniciativa de reunir a los líderes del Hemisferio en esta hospitalaria ciudad de Miami, puerto de enlace de las relaciones hemisféricas.

Sobretodo, sé que las gentes de las Américas, los millones de habitantes que nacen, sueñan, laboran, sufren, levantan una familia y ponen su parte en el enorme trabajo de la historia, le agradecen hoy lo más preciado que han entrado en ésta Cumbre. Me refiero a la visión que su trabajó aporta sobre un Hemisferio unido, fuerte, democrático y encaminado hacia el bienestar, el progreso y la paz por la vía del comercio abierto y el desarrollo económico con equidad.

Las expectativas de cambio que generó este encuentro han sido ampliamente superadas. Los pueblos de las Américas han sido oídos y sus anhelos adecuadamente interpretados. Cada de uno de ustedes les ha cumplido a nuestras gentes.

Señores Jefe de Estado y de Gobierno, ustedes han terminado de derribar el muro que tanto ha distanciado el Norte del resto del Hemisferio. Con esta Cumbre se cierra un capítulo de nuestra historia caracterizado por la desconfianza. Atrás queda la época en la que nuestro destino estaba sujeto al vaivén de las urgencias de la guerra fría.

Antes el miedo sirvió de catalizador de la acción colectiva. Estábamos unidos porque teníamos un enemigo común. Ahora nos convoca la inspiración de los valores compartidos y los urgentes retos comunes que afectan a todos los países por igual. Esa identidad fundamental ha propiciado el entendimiento y ha hecho de esta Cumbre un gran paso hacia adelante.

La declaración de principios contiene una visión integral del Hemisferio que queremos construir. Ella se puede sintetizar en algunas pocas palabras : democracia y desarrollo sostenible, integración económica, cambio. Pero esta declaración no es un simple enunciado de ideales. Se ha definido también un plan de acción detallado que asigna responsabilidades concretas y define los instrumentos de coordinación necesarios para hacer realidad las metas propuestas. Esta Cumbre nos aporta una visión pragmática de la América posible.

La comunidad hemisférica ha aceptado la responsabilidad colectiva de defender la vigencia de la democracia y de sus instituciones, de los derechos humanos y del pluralismo en el Continente. La pesadilla totalitaria que han vivido muchos de nuestros pueblos será por fin una época superada de la historia. Los golpistas saben que los pueblos del Hemisferio no se quedarán solos en la defensa de sus libertades. Y, lo que es más trascendental, en ninguna otra región del planeta vivirán tantos millones de personas bajo el amparo de las libertades individuales y colectivas inherentes al sistema democrático.

Por otra parte, de esta Cumbre de Miami ha surgido una voluntad renovada de trabajar unidos para superar los retos que enfrentan las Américas. El terrorismo, el crimen organizado, la corrupción, el narcotráfico y la contaminación ambiental podrán ahora enfrentarse con la contribución solidaria de todos los miembros de la comunidad hemisférica.

Ustedes han recogido el llamado de los más olvidados de las Américas. Sus angustias han estado aquí presentes. Los esfuerzos que cada país hace para luchar contra la miseria, la discriminación y la pobreza serán ahora enriquecidos por un compromiso colectivo irrevocable con la educación y la salud.

Y ha sucedido algo fundamental en materia de comercio. Sin duda el proceso económico más significativo que ha vivido el Hemisferio en la última década es el florecimiento de una multiplicidad de acuerdos de liberación comercial e integración económica. Más de veinte acuerdos están actualmente en vigencia. Aún cuando todos estos son pasos decisivos en la dirección correcta, hasta hoy existía una gran incertidumbre sobre el futuro de la voluntad colectiva de la integración. Ustedes, Señores Presidentes, han dejado el camino allanado.

Se ha optado por la convergencia y la armonización para construir la que será el área de libre comercio más grande del mundo. El compromiso de construirla coloca al Continente a la vanguardia en la economía global.

Ustedes han reafirmado en esta Cumbre de las Américas su confianza indeclinable en el sistema interamericano. En los mandatos y las serias responsabilidades entregadas a la OEA, al BID, la OPS y la CEPAL, se hace palpable la voluntad de hacer de nuestras instituciones el corazón de la acción colectiva, el punto de encuentro de nuestras aspiraciones.

Para cumplir con las transcendentales tareas que se nos han asignado, es evidente que ustedes esperan una OEA distinta. Ya no se trata solamente de ofrecer un Foro de discusión política. Es también indispensable colocar a la Organización al servicio de la nueva agenda, reorientar los recursos de la Organización hacia las prioridades expresadas por los señores mandatarios y enfocar todas nuestras energías en alcanzar las metas señaladas en la Declaración de la Cumbre de las Américas.

Señores Presidentes:

Cuando pienso en los días que vivió hasta hace unas semanas el presidente Aristide, así como su pueblo durante tantos y tantos meses, y cuando lo veo aquí sentado entre ustedes, dedicado de lleno a la ardua tarea de reconstruir la vida de su nación atormentada, sé que la visión que hoy han plasmado descansa sobre cimientos fuertes. No obstante, el compromiso que tenemos en la reconstrucción de Haití debe ser apoyado todos los días por todas la naciones aquí representadas.

El espíritu de la solidaridad y la unidad interamericanas, que es la razón de ser de la OEA, nunca ha estado más vivo que ahora. Ustedes nos han dado un nuevo horizonte, una nueva razón para la esperanza.

Muchas gracias señores Presidentes y señores Ministros en nombre de los millones de habitantes del Hemisferio americano.