Discursos

CÉSAR GAVIRIA TRUJILLO, SECRETARIO GENERAL DE LA ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOS
SESION PROTOCOLARIA EN HONOR DEL EXCELENTISMO PRESIDENTE DE LA REPUBLICA FEDERATIVA DEL BRASIL, FERNANDO HENRIQUE CARDOSO

21 de abril de 1995 - Washington, DC


"Vemos ahora a un Brasil que promueve la convergencia, que participa y coopera activamente en la solución de los grandes problemas que afectan a la comunidad de naciones y que se está labrando un lugar como interlocutor esencial en los asuntos de la paz, la seguridad y el desarrollo."

La visita que hoy hace el Excelentísimo Señor Presidente de Brasil, Fernando Henrique Cardoso, a la Organización de Estados Americanos es motivo de inmensa complacencia para todos nosotros. América toda admira su lucha indeclinable por la libertad, su extraordinaria trayectoria académica y su inmensa capacidad para interpretar con precisión la realidad continental en cada coyuntura histórica.

Su presencia aquí, Señor Presidente, tiene además un especial significado. Brasil es una síntesis de las aspiraciones, de las posibilidades y de los retos que enfrentan América Latina y el Caribe en esta nueva era. Hacia el Brasil mira el mundo para entender el futuro de la región y hacia el Brasil miramos todos para encontrar respuestas a las inmensas necesidades de nuestros pueblos.

El destino del Brasil, Señor Presidente, es también el destino de las Américas. Brasil es la estrella del sur del Continente.

Para Brasil ha llegado nuevamente la hora de la esperanza. Su elección, Señor Presidente, fue un plebiscito en favor del cambio. Del cambio hacia la estabilidad. Del cambio hacia la seriedad y la prudencia. Y ante todo, un referendum que reclama el cambio hacia una vida mejor en democracia.

Los millones de sus compatriotas que abrumadoramente votaron por Usted, Señor Presidente, reafirmaron la fe en su capacidad de liderar al Brasil por la senda de la estabilidad. En un entorno de desequilibrio e hiperinflación la primera verdadera revolución social es derrotar la insensata carrera de los precios, la locura de la moneda que no vale nada, la infinita desigualdad entre quienes pueden y quienes no pueden defender el valor de sus salarios. Es por ello que no puedo menos que calificar de revolucionaria su exitosa política de estabilización y de reforma de la economía brasilera.

Y lo que es igualmente importante. En un contexto particularmente adverso, Usted, Señor Presidente, también ha logrado que los mercados financieros internacionales le otorguen un plebisicito de confianza a sus programas y a su estrategia de desarrollo. Sin duda quedan todavía muchos obstáculos en el camino, pero estamos convencidos que Brasil avanza sólidamente hacia el progreso con estabilidad.

Hay un clamor sentido en América Latina y el Caribe para que la inversión en la gente sea la motivación central de la acción estatal. Usted ha interpretado adecuadamente las urgencias del pueblo brasilero y de todos los pueblos latinoamericanos en la hora presente. Desde el día de su posesión hizo de la lucha contra el hambre, contra la ignorancia, la enfermedad y la violencia, el objetivo primordial de su mandato. Usted, Presidente Cardoso, tiene la firme convicción de que la construcción de un Brasil democrático, libre, y desarrollado no es posible sin justicia social.

Queremos, igualmente, desearle el mejor de los éxitos en su empeño de modernizar las instituciones de su país. Sus iniciativas de cambio constitucional no podrían ser más oportunas. América Latina ha aprendido en los últimos años que no basta con las reformas económicas. Para avanzar en el camino del progreso en libertad son igualmente definitas la transformaciones del Estado y su estructura institucional.

Desde la perspectiva internacional, sus esfuerzos para adecuar la política exterior brasilera a las nuevas circunstancias globales, dentro de la preservación de los valores fundamentales, alienta a quienes estamos convencidos de que Brasil está llamado a desempeñar un papel protagónico en el surgimiento de un nuevo orden mundial.

El día de su inaguración definía Usted, Señor Presidente, la actitud de la nueva política exterior del Brasil diciendo: El tiempo ha llegado para actualizar nuestro discurso y nuestras actividades en el exterior... Vamos a dejar atrás los dilemas ideológicos del pasado y las formas desgastadas de confrontación para encarar los nuevos temas que impulsan hoy la cooperación y el conflicto entre los países: los derechos humanos y la democracia; el medio ambiente y el desarrollo sustentable; la amplia gama de tareas relacionadas con el multilateralismo y la regionalización; la dinamización del comercio y la superación del proteccionismo y el unilateralismo."

Y la verdad es que vemos ahora a un Brasil que promueve la convergencia, que ha superado los debates del pasado para concentrarse en liderar el futuro, que participa y coopera activamente en la solución de los grandes problemas que afectan a la comunidad de naciones y que se está labrando un lugar como interlocutor esencial en los asuntos de la paz, la seguridad y el desarrollo.

Es ese mismo espíritu de innovación y de cambio el que Usted, Señor Presidente, encontrará en esta Organización. La OEA también está empeñada en tener su propia revolución.

Queremos adecuar la agenda interamericana para que aquí se discutan y se encuentren soluciones a los verdaderos problemas que hoy afectan a la comunidad de las Américas. Queremos promover la convergencia para que mediante la fortaleza de la acción colectiva sea posible superar los retos del momento. Queremos que los temas de la democracia, de los derechos humanos, del medio ambiente, de la cooperación, del comercio y de la paz, que son los asuntos que hoy a todos nos preocupan, tengan en la OEA un foro legítimo y eficaz.

En fin, queremos dejar atrás una OEA marcada por los temores y la desconfianza de la guerra fría, para pasar a una Organización que todos hagan suya. No podemos perder la oportunidad que nos ofrece un hemisferio que ha recobrado el entusiasmo por la unidad, el multilateralismo y la acción colectiva. Hay que aprovechar que en esta hora compartimos todos los valores de la democracia, la libertad y la integración. Haciendo mías sus palabras, quiero decirle, Señor Presidente, que aquí en la OEA también estamos construyendo una utopía realista.

No quiero terminar sin agradecer sus palabras del día de ayer en las que expresaba el apoyo de Brasil a las actividades de la Organización en favor de la defensa y promoción de la democracia. Igualmente, el significativo gesto de sancionar en nuestra sede el Protocolo de Washington demuestra una vez más su reconocida vocación americanista y el compromiso histórico de su país con el Sistema Interamericano.

Al darle la bienvenida, entendemos su presencia en este recinto como un acto de fe en el futuro de muestra Organización y del Hemisferio.

Muchas Gracias.