Discursos

CÉSAR GAVIRIA TRUJILLO, SECRETARIO GENERAL DE LA ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOS
REUNION AD HOC DE MINISTROS DE RELACIONES EXTERIORES

5 de junio de 1995 - Montrouis, Haití


"Al expresar una vez más nuestra adhesión al proyecto de un Haití democrático y próspero, estamos suscribiendo un pacto de respaldo a la democracia en las Américas, para alentarla en donde surja, apoyarla en donde sea vulnerable, profundizarla en donde arraigue. "

Esta sesión de la Reunión Ad Hoc de Ministros de Relaciones Exteriores tiene un significado especial. Venimos a saludar la democracia restaurada en Haití, que por virtud de su liderazgo y de su fe en el destino de su pueblo ha remontado tremendas dificultades y ofrece, después de una etapa de represión y terror, un futuro de desarrollo, esperanza y libertad.

Estamos aquí para rendir tributo a su persistencia en la búsqueda de la legitimidad y a su insistencia en labrar un futuro de convivencia, solidaridad y progreso para todos los haitianos. Queremos también expresar nuestro reconocimiento a quienes han colaborado de cerca con usted en esta gesta democrática. Deseo saludar de manera especial al Embajador Jean Casimir, Representante Permanente de Haití ante la OEA, cuyas altas dotes diplomáticas han estado siempre al servicio de la democracia haitiana.

Culmina en Puerto Príncipe, Señores Cancilleres, una etapa de solidaridad de los pueblos de las Américas con la nación haitiana, a la que acompañamos en su empeño de renovación democrática. Formalizamos ahora un compromiso de futuro, cuando apostamos por el porvenir de la democracia en Haití.

El 6 de junio del año pasado, cuando esta Reunión Ad Hoc de Ministros de Relaciones Exteriores sesionó en Belém do Pará, ante un cúmulo de circunstancias desfavorables que entonces dificultaban el éxito de la cruzada de renovación democrática, la OEA mantuvo invariable la voluntad de prevalecer en el alcance de los objetivos que persiguió desde el dia mismo del golpe militar, en apoyo de la decisión inquebrantable del pueblo de Haití de restaurar el gobierno democrático por medios ajustados al derecho internacional. Se forjó en Belém la visión de que en junio de este año nos reuniríamos aquí, en este Haití largo tiempo independiente pero apenas ahora libre, para celebrar con regocijo el retorno del Presidente Aristide a su patria, a su puesto de servicio, y a su pueblo.

La Reunión Ad Hoc de Ministros de Relaciones Exteriores, que ha desempeñado papel decisivo en defensa de la democracia haitiana, se clausurará, cumplida como está su misión. Clausura que es un simple acto procedimental, en reconocimiento de que el instrumento para hacer frente al eventual quebrantamiento de la democracia en cualquier Estado miembro, cumplió los resultados que buscaban los pueblos de América. Pero la finalización de sus tareas no es más que una acción formal: no vinimos a clausurar su espíritu, ni vamos a renunciar a los principios y propósitos que inspiraron su quehacer. El compromiso de la OEA con el nuevo Haití democrático será confirmado y fortalecido.

En el último lustro, la OEA ha estado estrechamente vinculada al proyecto electoral en el que el pueblo eligió con libertad, por primera vez en su historia, al Presidente del país, el Presidente Aristide. Ha prestado su concurso y su apoyo desde el comienzo mismo a la lucha por restablecer la democracia violada por el golpe de estado de septiembre de 1991. Y ha consignado la voluntad de respaldar la consolidación y el perfeccionamiento del régimen democrático.

La Reunión Ad Hoc de Ministros de Relaciones Exteriores, encargada de poner en marcha por primera vez el procedimiento para la defensa de la democracia adoptado por la Asamblea General en Santiago de Chile, ha abierto un camino nuevo para la defensa de las instituciones democráticas en las Américas.

Descartando prácticas del pasado, el gobierno del Presidente Aristide fue siempre reconocido por la OEA como el único legítimo de Haití y estuvo representado en todas las deliberaciones y decisiones de la Organización. El Presidente fue recibido por los Ministros de Relaciones Exteriores durante su primera sesión, y este y otros foros de la Organización, a los cuales se dirigió en distintas ocasiones durante el tiempo en que se vio forzado a gobernar desde lejos de su patria, lo acogieron siempre con el respeto y solidaridad debidos al Mandatario de los haitianos.

La condena inmediata de los acontecimientos que interrumpieron el ejercicio de la democracia, y las iniciativas puestas en práctica para privilegiar medios diplomáticos de solución de la situación planteada, corrigieron la inercia que caracterizó en otras ocasiones a la OEA y constituyeron antecedentes valiosos establecidos por los Cancilleres en la aplicación del procedimiento de defensa de la democracia adoptado por la Asamblea General mediante la resolución 1080.

El establecimiento de la Misión Civil Internacional, ejemplo singular de cooperación entre la Organización Regional y las Naciones Unidas, fue una enorme contribucion para defender los derechos humanos, atenuar y contener la brutalidad de la dictadura y para ayudar a mantener vivo el espíritu indomable de libertad y justicia del pueblo haitiano. La Misión participó además en programas de ayuda humanitaria, junto con otras organizaciones internacionales.

Los esfuerzos de la OEA en apoyo de la democracia en Haití se vieron fortalecidos en los meses inmediatamente siguientes a la sesión anterior de la Reunión Ad Hoc, cuando el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas autorizó la creación de una Fuerza Multinacional liderada por Estados Unidos, que facilitó el regreso a Haití del Presidente Aristide. La OEA utilizó todos los medios previstos en su Carta y sólo cuando ellos se agotaron, algunos Estados miembros llevaron el tema a las Naciones Unidas, encontrándose una solución plenamente ajustada a las normas del derecho internacional. Es este un ejemplo del diferente papel que coresponde a las organizaciones regionales y a la organización mundial, y de las amplias oportunidades de cooperación que existen entre ellas.

Algo más de tres años de denodados esfuerzos del pueblo haitiano, con el apoyo tenaz y solidario de los Estados Americanos y de la comunidad mundial, transcurrieron antes que fuera posible el retorno a Puerto Príncipe del Presidente de los haitianos el 15 de octubre de 1994. No conozco otro caso semejante de restauración democrática en la historia. Por primera vez, un golpe militar que tuvo éxito en los condenables fines inmediatos que perseguía, no sólo fue repudiado en los foros internacionales y en las Cancillerías de las democracias, sino que tuvo que ceder ante la fuerza moral del mismo gobierno constitucional al que habia derrocado.

Restaurada la democracia, la OEA está presente en esta nueva etapa de fortalecimiento institucional, de respaldo al proceso de desarrollo y de consolidación democrática en Haití. Se ha puesto en marcha un amplio programa de apoyo a las instituciones, promoción del desarrollo y afianzamiento de la democracia, acordado con el Gobierno de Haití en respuesta a sus propias prioridades, para el cual la Organización aportará cuantiosos recursos.

Hemos aceptado la invitación del Gobierno para observar el proceso electoral que llevará a los comicios del próximo 25 de junio. El certamen electoral haitiano despierta merecida atención universal: es el primer paso en seguimiento de las elecciones que llevaron al Presidente Aristide al poder, y el punto de partida para establecer una tradición de gobierno democrático, ungido por el pueblo en actos electorales periódicos, libres y abiertos.

Hemos venido adelantando con éxito programas para fortalecer y modernizar el Estado mediante apoyo, con el concurso de la experiencia y destreza de ciudadanos haitianos, a instituciones claves del sector público: las Oficinas de la Presidencia y del Primer Ministro, y el Ministerio de Relaciones Exteriores. La OEA contribuye así a desarrollar el marco institucional indispensable para sustentar una democracia estable.

Conscientes de la necesidad de llegar a las comunidades con nuestro programa de cooperación y convencidos de la importancia de la educación como ingrediente de liberación y fundamento de ordenada convivencia en sociedad, estamos trabajando con el Gobierno para llevar adelante una campaña piloto de alfabetización en creole, con la idea de que quienes se beneficien de este programa enseñen a su vez a otros, multiplicando el efecto del esfuerzo incial.

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la Misión Civil Internacional siguen trabajando en defensa de los derechos humanos. En este contexto, colaboran con la Comisión de la Verdad y la Justicia. Al mismo tiempo, la Misión participa en varios otros proyectos dirigidos a fomentar la observancia de los derechos humanos. Ha emprendido, por ejemplo, a través de presentaciones sobre los derechos y las garantías fundamentales a grupos comunitarios y organizaciones populares, un programa de educación cívica. Participa también en el Plan de Solidaridad, que busca mejorar la capacidad de gobierno de los núcleos locales mediante la obtención de recursos externos, para financiar proyectos que satisfagan necesidades y prioridades locales.

En esta ocasión, es apenas justo poner de relieve el inmenso aporte que la Misión Civil Internacional, un esfuerzo conjunto entre la OEA y las Naciones Unidas, ha hecho para recuperar la democracia en Haití. No es posible nombrar a todas las personas que han contribuido a esta tarea, pero es necesario destacar la labor incansable y eficaz del señor Colin Granderson, y presentar mi reconocimiento especial al Representante del Secretario General de las Naciones Unidas para Haití, señor Brahimi.

Señores Cancilleres:

La dirección de nuestros nuevos programas es símbolo del cambio de los tiempos. No se trata ya, por fortuna, de defender la democracia truncada en su ejercicio legítimo, ni de restaurar al mandatario electo por el pueblo en sus funciones y atribuciones. Para bien de Haití y para profunda satisfacción de América, esos objetivos ya fueron logrados.

Ahora estamos comprometidos en una tarea no menos formidable. Somos responsables de lograr que los aciagos episodios que derrumbaron la democracia haitiana en septiembre de 1991 y que originaron la historia de estos cuatro años de esfuerzo, frustación y éxito, no se repitan jamás en Haití ni en ninguna otra nación americana.

La misión futura de la OEA tiene que estar dirigida a sembrar estabilidad y progreso, más que a corregir yerros y reivindicar derechos violados. Tenemos que ayudar para hacer mejor la vida de la gente, en lugar de enderezar rumbos desquiciados por la arbitrariedad y el desenfreno.

Al expresar una vez más nuestra adhesión al proyecto de un Haití democrático y próspero, estamos suscribiendo un pacto de respaldo a la democracia en las Américas, para alentarla en donde surja, apoyarla en donde sea vulnerable, profundizarla en donde arraigue. Estamos manifestando nuestra decisión de ampliar la participación de los pueblos, de todos los grupos marginados y excluidos, en el gobierno de la socidad, que siendo el ámbito en donde todos actuamos ha de ser también el resultado de la conjugación de todos nuestros esfuerzos.