Discursos

CÉSAR GAVIRIA TRUJILLO, SECRETARIO GENERAL DE LA ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOS
EN LA PRIMERA REUNION DEL CONSEJO INTERAMERICANO PARA EL DESARROLLO INTEGRAL (CIDI).

2 de junio de 1996 - Ciudad de Panamá


Señor Presidente: En nombre de todos, le expreso nuestra gratitud por habernos recibido en esta, la casa de las Américas. Estar aquí en Ciudad de Panamá reitera el firme compromiso del Presidente Pérez Balladares, el de su Gobierno y el de la Nación panameña, con todos los pueblos del Hemisferio.

Panamá es el escenario donde surgirá a la vida institucional, el instrumento con el cual la OEA hará vigentes los postulados de solidaridad y lucha contra la pobreza en los que todos estamos comprometidos.

Hacemos votos por la recuperación del Canciller Gabriel Lewis y porque pronto esté nuevamente entre nosotros.

Señor Presidente, Cancilleres, Jefes de Delegación, Embajadores:

Es un honor estar con ustedes hoy en esta trascendental, primera reunión del Consejo Interamericano para el Desarrollo Integral. Han sido tres años de un fecundo y enriquecedor proceso que se inició en Managua, que continuó en México, Miami y Montruis y que ha estado encaminado a fortalecer la actuación de la OEA, como el gran foro desde donde se promueve la acción de todos para enfrentar los desafíos de nuestra democracia y de nuestro desarrollo.

En AGECID, la Asamblea Extraordinaria de México, se sentaron las bases de un nuevo concepto de la cooperación que involucra a Estados miembros, observadores permanentes y organismos multilaterales- a dirigir nuestros esfuerzos hacia la acción colectiva.

La Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de las Américas le dió especial atención a las tareas que debíamos emprender y definió una precisa agenda, articulada en torno del fortalecimiento de nuestras democracias, de la defensa y promoción de los derechos humanos, de la integración y el libre comercio, de la erradicación de la pobreza y del desarrollo sostenible.

También estableció un claro mandato para que las instituciones americanas operen como un sistema de organizaciones cuyas labores se realicen de manera concertada, sean claramente complementarias y tengan como guía las orientaciones establecidas al más alto nivel político.

Y en Montrouis, nos comprometimos en la urgente e imperiosa necesidad de efectuar las reformas requeridas al interior de la Organización para adecuar nuestra agenda a las nuevas realidades hemisféricas.

El estar reunidos aquí, constituye una muy especial ocasión, porque en el marco de esta primera reunión, el CIDI entra en funcionamiento.

Hoy, ustedes deberán considerar el estatuto del CIDI y un proyecto de resolución para adoptar la estrategia que nos permitirá poner en vigencia el nuevo espíritu y los nuevos mecanismos de la cooperación solidaria.

Señoras y señores:

Desde la firma del Protocolo de creación del CIDI, la OEA inició un ambicioso proceso de reforma de la manera como se venía manejando la cooperación, que a mi modo de ver aún no concluye.

La transición al CIDI nos sirvió para repensar la OEA y su papel en la acción colectiva; para revisar los objetivos, instrumentos y procedimientos de la cooperación; para reformarla en función de las nuevas prioridades y para proponer una estructura de apoyo que responda a los temas consignados en la ya renovada agenda.

Permítanme referirme ahora sobre cómo creo que debería ser el CIDI en el próximo futuro y cómo diseñamos una estrategia sobre la forma en la que debemos orientar nuestra cooperación hacia el siglo XXI.

Varias veces me he referido a la necesidad de abandonar algunas de las viejas prioridades y los esquemas autosuficientes y asistencialistas del pasado; a los elevados costos administrativos, y a la necesidad de asegurar una pronta ejecución y un adecuado control de gestión de los proyectos; a la importancia de aprovechar las fortalezas institucionales, las ventajas comparativas y la experiencia de la Organización en diferentes áreas; a la necesidad de que la OEA recoja los esfuerzos que los países realizan dentro de la llamada cooperacion horizontal; y a la conveniencia de establecer los sistemas de costos compartidos, en algunas áreas, en los países que puedan asumir esta modalidad, lo que nos permitirá liberar más recursos para la cooperación solidaria en los Estados que más lo necesitan.

En el nuevo modelo, la Organización deja de ser fundamentalmente una entidad proveedora de asistencia técnica y pasa a ser promotora de cooperación internacional, articuladora y facilitadora de la acción colectiva, que promueve el diálogo interamericano, que propicia el intercambio de información y de experiencias, y cuya orientación debe ser el diseño y la formulación de políticas.

Como lo dispusieron nuestros Presidentes y Jefes de Estado, tenemos en marcha acuerdos con el BID y el Banco Mundial en temas de democracia, comercio, desarrollo social, medio ambiente, educación, derechos humanos, ciencia y tecnología, seguridad ciudadana y modernización del Estado. Con Naciones Unidas, además de las áreas tradicionales de cooperación, estamos empezando a recorrer un camino para fortalecernos como Organización regional en los procesos de observación electoral, para recibir memoria institucional y experiencia en el campo de resolución de conflictos.

Quisieramos igualmente estrechar nuestras relaciones con las agencias de cooperación de los Estados miembros y observadores y con fundaciones privadas y organismos no gubernamentales. De esta manera ampliaremos las posibilidades de acción de la OEA, las fuentes de financiamiento y lograremos una mayor flexibilidad en los métodos de trabajo.

Señores Jefes de Delegación:

He sido partidario decidido de que el CIDI oriente sus recursos a las prioridades y a los criterios definidos en México, Miami y Montrouis. De esta manera el nuevo Consejo atendería todas la reformas en las que están comprometidos los gobiernos de las Américas en áreas fundamentales como democracia, corrupción, derechos humanos, terrorismo o desminado, por citar solo algunas.

Hoy se reconoce solvencia a la OEA para desarrollar proyectos multinacionales, en áreas sensibles desde el punto de vista político como narcotráfico o el apoyo a sistemas regionales de seguridad; para promover proyectos de gran nivel de concertación política como la modernización del Estado, el apoyo a los parlamentos o a los sistemas electorales, la seguridad ciudana y la lucha contra la corrupción.

Quiero referirme ahora a las reuniones especializadas o sectoriales de nivel ministerial. Este mecanismo quedó consignado en el Protocolo de Managua, ampliado en el documento "Cooperación Solidaria para el Desarrollo de las Américas" bajo el nombre de "sillas rotativas de representación titular" y se encuentra recogido en el Estatuto del CIDI que esta a su consideración.

Este es, entre otros atributos, un novedoso esquema de programación porque lo que de las reuniones especializadas o sectoriales emane, será el más importante elemento de formulación de los lineamientos del CIDI y el insumo esencial para conformar el plan estratégico previsto en el Protocolo de Managua.

Esto no solo permitirá fortalecer los foros ya existentes, dentro de la OEA, como el de Ministros de Educación o de Trabajo, sino que contribuirá a estimular la creación de otros estrechamente vinculados con las demandas de los Estados miembros, como el desarrollo del turismo, la ciencia y tecnología, la cultura, el medio ambiente, las comunicaciones, la justicia o la seguridad social. Puede ser utilizado, también, de manera creciente para el seguimiento del Plan de Acción de la Cumbre de las Américas y de otras Cumbres Presidenciales Hemisféricas, si así lo disponen los países.

La Secretaría Ejecutiva de Desarrollo Integral tendrá una oficina de planeación y evaluación que atacará una de las mayores debilidades de la Organización: la carencia de una cultura que nos permita de veras, aunar nuestros recursos y objetivos; y articular y controlar y evaluar todas nuestras acciones y proyectos.

La Secretaría Ejecutiva estará también organizada por divisiones geográficas. De esta forma podremos lograr que los recursos humanos de las dependencias de coordinación regional tengan en esencia una buena comprensión de la problemática de la democracia y del desarrollo en cada región.

La Secretaría General creará además, unidades especializadas, dependientes del Secretario General, que ayudarán al nuevo Consejo, con sus propuestas de política y proyectos, a atender los requerimientos de la cooperación solidaria. Se ha dado un fecundo debate sobre si las nuevas Unidades deberían depender directamente del nuevo Consejo. Los Estados miembros quieren estar seguros de que sus representantes van a recibir adecuada información y van a preservar los debidos controles sobre las decisiones de naturaleza presupuestal.

Quiero expresar que la Secretaría comparte a plenitud estas preocupaciones pero considera que, para el adecuado cumplimiento de sus nuevas funciones de diseñar y formular políticas y de articular y facilitar la acción de otras instituciones es fundamental que los Jefes de las nuevas Unidades tengan la movilidad, la flexibilidad y el grado razonable de capacidad para tomar la iniciativa en materia de políticas, bajo la orientación del Secretario General y con la aprobacion de los países miembros.

Además de las Unidades de Democracia y de Comercio ya existentes, hemos presentado a consideración de los órganos políticos de la Organización las propuestas de creación de la Unidad de Desarrollo Social y Educación, de Turismo y de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible, y una serie de programas especiales en áreas bajo nuestra responsabilidad.

Estas propuestas contienen las ideas que tiene la Secretaría no sólo sobre el papel que ellas deben jugar dentro del nuevo esquema, sino sobre las metodologías de trabajo a emplear y sobre la manera de aprovechar el creciente intercambio de experiencias e información para iniciar un proceso de producir recomendaciones de la Organización sobre el diseño y la formulación de políticas.

Estas ideas deben ser de utilidad para la propuesta de plan estratégico de cooperación interamericana que se preparará para la consideración del CIDI, a partir de la eventual aprobación de la resolución que así lo dispone y que se trae hoy para la consideración de todos ustedes.

En el día de mañana tendré la oportunidad de referirme someramente a cómo algunas de las propuestas sobre el trabajo de las Unidades y del CIDI, se relacionan con la atención de los compromisos de la OEA con la agenda hemisférica.

Ante este panorama, señor Presidente, resulta ineludible referirme a la forma como la Organización distribuye sus cada vez más escasos recursos para la acción colectiva, y a su necesario proceso de transformación como requisito inaplazable para superar la pobreza de las Naciones americanas.

Soy un convencido de que los países que hasta ahora han sido los mayores beneficiarios de la cooperación, como son los de nivel medio de desarrollo, piensen en la idea de destinar más recursos a Centroamérica, al Caribe y a unos pocos países de Suramérica y, dentro de estos, a los países que más lo necesitan, siguiendo el criterio que nos anima de hacer de la cooperación una tarea más solidaria.

También es necesario liberar más recursos para facilitar su movilización hacia las nuevas áreas de trabajo de la Organización y hacia algunas de las instituciones dependientes de la OEA que requerirán recursos adicionales de naturaleza presupuestal.

En la medida de lo posible debemos abandonar los esquemas rígidos de reparto porcentual de los recursos entre todos los países receptores. Estas rompen nuestros propósitos de una mayor solidaridad, dañan el proceso de ser más rigurosos en la asignación de recursos y en la definición de proyectos, y dificultan los procesos de gestión y control administrativo. Algunas de las posturas de los países y de las decisiones tomadas en el seno del grupo de trabajo conjunto para la transición nos hacen pensar que nos movemos en esta dirección. Tengo la esperanza de que cada vez lo podamos hacer de manera más explicita.

En una Organización donde los países más avanzados liberan recursos y ofrecen oportunidades a los menos desarrollados se refleja con mayor claridad la solidaridad de la cooperación. Esa es la OEA del futuro, la OEA solidaria del siglo veintiuno que queremos todos.

Finalmente, no quiero dejar pasar la oportunidad que se me brinda para felicitar a los Embajadores Brian Dickson de Canadá y Kingsley Layne de San Vicente y las Granadinas, por la excelente conducción del Grupo de Trabajo Conjunto para la Transición al CIDI cuya dedicación y denodado esfuerzo hizo posible el estar reunidos en esta mañana.

Señor Presidente, señores Cancilleres:

Con la creación del CIDI inauguramos un nuevo período de cooperación y acción colectiva para hacerle frente a la formidable tarea que nos hemos propuesto para hacer de las Américas un Continente donde prevalezcan la prosperidad y la igualdad y empezar a desandar el camino con que Carlos Fuentes define el siglo XX: Fue un siglo de progreso inigualado junto a una desigualdad incomparable.

Muchas gracias.