Discursos

CÉSAR GAVIRIA TRUJILLO, SECRETARIO GENERAL DE LA ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOS
DURANTE LA XXIX ASAMBLEA DE DELEGADOS DE LA COMISION INTERAMERICANA DE MUJERES

16 de noviembre de 1998 - Washington, DC


Es para mi un verdadero honor acompañarlos en la inauguración de esta nueva Asamblea de la Comisión Interamericana de Mujeres, para compartir con ustedes algunas reflexiones sobre nuestra Organización y la situación de la mujer en las Américas, cuya importancia y alcance en el Hemisferio todos compartimos.

Quiero aprovechar esta oportunidad para reconocer el excelente trabajo que han realizado la presidente de la CIM, Doctora Cristina Muñoz, y los miembros del Comité Ejecutivo, así como para expresar mi más cordial bienvenida a la nueva Secretaria Ejecutiva, Doctora Carmen Lomellin. Deseo igualmente dejar constancia de nuestro agradecimiento y solidaridad con el Gobierno de la República Dominicana que tuvo que declinar el ofrecimiento de ser sede de este encuentro por los fenómenos naturales que por estos días han afectado a muchos de nuestros países hermanos.

Señoras Delegadas y Señores Delegados:

Es un momento oportuno para esta reunión de la Asamblea de Delegados de la Comisión Interamericana de Mujeres que se celebra con el fin de renovar sus cuerpos directivos, fortalecer su estructura y definir sus prioridades para los próximos años. La CIM se encuentra hoy en una nueva etapa caracterizada por la renovación de programas y el diseño de acciones que nos permitan alcanzar los niveles de bienestar y progreso que demandan los pueblos de las Américas y las que serán generaciones del siglo XXI.

Digo que es oportuno porque en el nivel regional existe actualmente un extraordinario consenso en torno a las metas hemisféricas para mejorar la situación de la mujer en nuestras sociedades. Este consenso sin duda nos abre las puertas para poner en marcha políticas efectivas que nos permitan superar las dificultades que a diario enfrentan las mujeres de América.

Los países del Hemisferio exhortaron en la Declaración de Principios y el Plan de Acción adoptados en la Cumbre de las Américas celebrada en Miami en 1994, a fomentar la participación plena e igualitaria de la mujer en el proceso de toma de decisiones y en todas las esferas de la vida política, social y económica; a erradicar la violencia contra la mujer y a poner fin a la discriminación legal; y a incluir el enfoque de género en los proyectos de cooperación y planificación del desarrollo.

En la Cumbre de las Américas celebrada en Santiago en 1998, nuestros países reafirmaron esos propósitos y se comprometieron a mejorar la situación de la mujer y asegurar "la igualdad de derechos y oportunidades entre hombres y mujeres", tal como quedo establecido en varios capítulos del Plan de Acción, como son los de educación, democracia y derechos humanos, trabajadores migrantes, y en las materias laborales, de salud y de microempresas, gracias en especial a la voluntad política de Nicaragua, Chile y Argentina, países coordinadores del tema mujer.

Estos mandatos que todas las organizaciones multilaterales nos hemos empeñados en incluir incorporan la Plataforma de Acción aprobada en la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, en Beijing, en 1995 y el Plan de Acción para la Participación Plena e Igualitaria de la Mujer en el Año 2000, elaborado por la Comisión Interamericana de Mujeres (CIM). De igual manera, las recomendaciones emanadas de la reciente reunión "Voces Esenciales de las Américas: La Mujer en la Democracia" auspiciada por el gobierno de los Estados Unidos y el Banco Interamericano de Desarrollo, hicieron eco de estos principios.

En esta, nuestra Casa de las Américas, debemos aunar esfuerzos para lograr el hemisferio igualitario que buscamos, aprovechando la creciente conscientización de que no hemos hecho lo suficiente para incorporar el enfoque de género y las perspectivas y contribuciones de la mujer en los programas y proyectos de la Organización, y que tenemos mucho por hacer para fortalecer la CIM.

En este sentido, tanto en mi discurso ante la CIM en febrero de este año, como en un documento presentado para la consideración de los países en el marco de seguimiento de la Cumbre de las Américas, hemos propuesto algunas ideas para promover la igualdad de la mujer desde la OEA.

En principio, reconocemos el papel central que desempeña la Comisión Interamericana de Mujeres en la promoción de los temas de la mujer y la importancia de apoyar a los gobiernos en el cumplimiento de los compromisos adquiridos en las conferencias internacionales y regionales. Por otro lado, sabemos que la Comisión Interamericana de Mujeres no puede ni debe trabajar sola, ya que la situación de la mujer tiene un significativo impacto en el desarrollo socioeconómico y en la consolidación de la democracia.

Por lo tanto, estamos comprometidos en fomentar una mayor colaboración entre la Secretaría General y la CIM, especialmente la Unidad para la Promoción de la Democracia, la Unidad de Desarrollo Social y Educación, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, y el Consejo Interamericano para el Desarrollo Integral, lo que ya está empezando a suceder a través de los programas conjuntos que existen en varias áreas de la Organización.

Quiero enfatizar la importancia de seguir trabajando en pro de la erradicación de la violencia contra la mujer y la discriminación legal. Como ustedes bien saben, estos son mandatos de la Convención como lo son, también, de las Cumbres de Miami y Santiago, y son áreas en donde la Organización, a través de la CIM y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, tiene una trayectoria importante.

Al mismo tiempo, podemos beneficiarnos y aprender de la experiencia alcanzada por el Banco Interamericano de Desarrollo, la Organización Panamericana de la Salud y algunas agencias del Sistema de las Naciones Unidas, así como de algunas organizaciones no-gubernamentales en la puesta en marcha de esquemas denominados complementarios y conjuntos, que no son otra cosa que la inclusión de la perspectiva de género en todos los programas y proyectos de desarrollo en todo el hemisferio.

Quiero igualmente agradecer la constante iniciativa de nuestro Consejo Permanente, y en particular de la Embajadora Beatriz Ramacciotti, por manifestar un profundo compromiso con el examen de la situación de la mujer en las Américas y estar decidido a lograr la plena incorporación de la perspectiva de equidad e igualdad de género en la agenda política de nuestros gobiernos.

Señoras delegadas y señores delegados:

Ustedes tienen una agenda rica y llena de actividades. Antes de que comiencen a definir las prioridades para el CIM, quiero compartir con ustedes algunas ideas sobre de la situación de la Organización.

Han transcurrido seis meses desde la Cumbre de las Américas en Santiago. Si en Miami la OEA recibió una docena de mandatos, ese número se triplicó en Santiago. Nosotros tenemos muy claro que la relevancia e importancia de la OEA y sus agencias especializadas en nuestro continente no proviene ni de su antigüedad, ni de su pasado a veces accidentado. Proviene de algo más sencillo pero fundamental: de su capacidad de adaptación a un hemisferio y a un mundo en cambio permanente y a su vocación de repuesta a los desafíos de cada época.

Es en ese contexto que hemos participado activamente en todo el proceso de consultas y reuniones preparatorias de la Cumbre, ofreciendo nuestra Casa de las Américas como sede de reuniones y presentado documentos sobre temas importantes en las Américas, como democracia representativa, el fomento de la igualdad para la mujer, la acción de la OEA en relación con los pueblos indígenas, la superación de la pobreza, y el mejoramiento de la educación, para la consideración de los Estados miembros.

Ya estamos incorporando plenamente los mandatos de Santiago en nuestra agenda de trabajo, y espero que la Comisión Interamericana de Mujeres haga lo mismo.

Atender tantas tareas nuevas implica desde luego fortalecer el papel de la OEA como foro político de las Américas y como centro de información y de intercambio de experiencias; ampliar los mecanismos de participación para permitir una mayor presencia de la sociedad civil en el diálogo hemisférico y en nuestros programas; modificar los mecanismos de cooperación sin menoscabo de los recursos que reciben los países de economías más pequeñas; y utilizar algunos de los recursos humanos de la Organización para reforzar las áreas temáticas relacionadas con las cumbres presidenciales.

Con estas acciones, esperamos romper con las ataduras que inmovilizan a la OEA. No obstante, sabemos que nos falta por recorrer un largo camino para hacer de nuestra institución un instrumento más útil y eficaz, y para cumplir las nuevas tareas que los gobiernos nos han asignado. La Cumbre de Santiago nos plantea una nueva y contundente realidad política. Por ello, estamos pensado en la Organización del futuro. Estamos viviendo un proceso de reforma de la OEA y de creación de una nueva arquitectura interamericana.

Como parte de la nueva Organización, espero que la Comisión Interamericana de Mujeres aproveche los desafíos y las oportunidades que ofrecerá este proceso de evaluación y reforma. La Comisión tiene un conocimiento cercano y profundo del medio, las condiciones y los problemas específicos de la mujer que enfrenta cada uno de nuestros países. Tienen ustedes una gran tarea por desarrollar y un gran reto por alcanzar: lograr un hemisferio más igualitario, sin discriminación, y lleno de oportunidades todos los hombres y mujeres de las Américas.

Les deseo mucha suerte en sus deliberaciones. Muchas Gracias