Discursos

CÉSAR GAVIRIA TRUJILLO, SECRETARIO GENERAL DE LA ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOS
EN LA INSTALACIÓN DEL VIGÉSIMO NOVENO PERÍODO ORDINARIO DE SESIONES DE LA ASAMBLEA GENERAL

6 de junio de 1999 - Antigua, Guatemala


Los americanos venidos desde todos los rincones del Hemisferio estamos orgullosos de pisar suelo guatemalteco, tierra madre de una de las más avanzadas civilizaciones indígenas de América, los Mayas, y cuna de uno de los grandes de la literatura universal: Miguel Ángel Asturias, cuyas Leyendas de Guatemala enriquecieron el patrimonio cultural de las Américas.

Y nos sentimos orgullosos también porque Guatemala avanza confiada por el camino de la paz que usted le trazó, señor Presidente, cuando culminó el Acuerdo que concluyó para siempre 36 años de conflicto. A pesar de los retrocesos y los obstáculos, usted como nadie ha sido un impulsor visionario y decidido de los cambios que necesita esta sociedad para enfrentar con éxito los desafíos de fin de siglo.

En la OEA, hemos procurado poner un grano de arena con nuestro Programa Especial de Apoyo al Proceso de Paz. En tres años hemos contribuido a la alfabetización de miles de ex-combatientes y sus familiares en los campamentos de desmovilización y en sus comunidades; hemos brindado asesoramiento en mediación y resolución pacífica de conflictos en el nivel local; hemos colaborado con el Congreso de la República en la formulación de los proyectos legislativos para implementar los acuerdos de paz; hemos trabajado en la identificación y destrucción de minas y otros artefactos explosivos; hemos apoyado el Tribunal Supremo Electoral.

Y este certamen se celebra en Guatemala, a pesar de las devastadoras consecuencias del Huracán Mitch y los considerables daños que este infligió a las economías y al tejido social de América Central. Déjeme expresarle de nuevo en nombre de todos los presentes y de todos los pueblos de América nuestra solidaridad.

En este terminar del milenio, cuando por doquier se aproximan los balances de la década o de la centuria, nos corresponde en la OEA, reexaminar nuestro rol en el concierto de las naciones, otear el horizonte, identificar cuál es el rumbo y ver en que medida los hechos que nos dieron origen, como los de más reciente ocurrencia, se aproximan a nuestros sueños, a nuestros ideales.

Ya hace un quinquenio, cuando fui escogido por ustedes para tomar el mando de esta Institución, propuse una Nueva Visión de la OEA, tratando de captar ese nuevo espíritu reinante en las Américas, tratando ante todo de trazar un conjunto de tareas, nuevas metas, que interpretaran ese sentimiento de unión que se alberga en el alma de nuestros líderes, y por sobre todo en la de nuestros pueblos.

Y cuando hemos ido en búsqueda de nuestro libro de ruta y escudriñado para ver qué hemos alcanzado de lo que nos trazamos entonces como lugar de destino, hemos encontrado que los hechos superaron nuestra imaginación. Que no navegamos en una pequeña carabela, como las de Colón, sino en un barco fruto de la revolución industrial y la revolución informática, que hemos renovado nuestra fe en las posibilidades del hombre.

En este lustro también hemos aprendido que en el camino de la globalización hay enormes oportunidades, pero también asechanzas y peligros, que nuestra nave debe eludir o superar.

Este último año vientos de tempestad se avizoraron desde el amanecer. Y de nuevo vivimos la que ha resultado ser la característica más indeseable de la globalización: la volatilidad de los capitales. El efecto contagio, la rapidez con la que se expande la desconfianza y con la que las corrientes de capital abandonan los países ante cualquier desajuste en las variables económicas, sean fiscales o cambiarias, constituye una grave amenaza a lo que hemos conseguido con sacrificios, coraje y decisión.

Es verdad que de cada crisis hemos salido fortalecidos, mejor preparados, con mejores instrumentos, con instituciones más sólidas. También podemos decir de manera inequívoca que nuestras autoridades han reaccionado con excepcional prontitud y firmeza, y han puesto todo su capital político en la mesa para defender la bien ganada estabilidad de precios y los equilibrios macroeconómicos, superando debates trasnochados, y recuperando en pocos meses el sendero de la estabilidad y el crecimiento. Esperamos que con nuestro concurso el mundo industrializado avance hacia un sistema financiero internacional menos secreto, más seguro y transparente, mejor regulado.

Todos estos factores terminaron por afectar de manera significativa el comportamiento económico de la región y los últimos 12 meses han sido sin duda difíciles para todos nuestros países. Si bien el impacto de la crisis parece ser hoy menor que lo esperado hace unos meses, existe consenso entre los analistas sobre la dureza de la coyuntura.

En nuestra opinión debemos proceder pronto con claridad y firmeza para que estos episodios no conduzcan a la perplejidad, temor al cambio, deseos de involución y cierta tendencia nostálgica de volver al pasado. En el escenario de la OEA y de todo el sistema multilateral de instituciones debemos dar respuestas más ordenadas, más colectivas, con un sentido más asertivo, que ayuden a orientar, a recuperar la fe en el camino de la modernización y de las reformas que hemos adoptado.

Es esta la hora de impulsar la segunda generación de reformas con una base social y política más amplia, dejando atrás los procedimientos cerrados y autoritarios que caracterizaron en algunos países la primera generación de reformas hacia la competencia, hacia una mayor confianza en los mecanismos de mercado, hacia un equilibrio en los agregados económicos, hacia limitar el ámbito de acción del estado.

Durante el último año la región vivió acontecimientos significativos, que pusieron en evidencia la solidez de los pilares sobre los cuales estamos construyendo nuestra seguridad colectiva, entre ellos la solución pacífica de controversias, la defensa de la democracia y de los derechos humanos, la cooperación solidaria para el desarrollo y la integración económica.

El primero es la firma de los acuerdos de paz entre Ecuador y Perú. Se trata del hecho que mejor refleja el nuevo espíritu reinante en las Américas desde el fin de la guerra fría. Ambos países han establecido relaciones que no sólo estarán libres de temor, discordias o suspicacias, sino que estarán enmarcadas en un escenario de integración y cooperación. Con su determinación, los mandatarios Mahuad y Fujimori, encarnan hoy los ideales de nuestros pueblos de vivir en paz y en armonía.

El Acuerdo de Paz firmado en Brasilia, en el marco del Protocolo de Río, es un paradigma para todas las naciones. El decidido compromiso de los países garantes, Argentina, Brasil, Chile y Estados Unidos, y en particular de sus presidentes, permitió abrir caminos cuando parecía que se habían encontrado obstáculos insalvables. Gracias a las cancillerías de todos los países y en especial a Itamaraty, que otorgó su hospitalidad, su valiosa experiencia y su permanente apoyo.

Tenemos que registrar también nuestra satisfacción por la ratificación por los Congresos del Acuerdo entre Argentina y Chile para la solución definitiva del litigio fronterizo relativo a la zona llamada de Hielos Continentales o Campos de Hielo Sur.

El Paraguay también vivió días difíciles y de incertidumbre que se superaron dentro del marco de la Constitución. Para conseguir una evolución como la anotada los países de MERCOSUR jugaron un papel de mediación y moderación efectivo y digno de encomio.

La solidaridad de la región también fue puesta a prueba a raíz de la estela de destrucción y de muerte dejada por el Huracán Mitch en la región centroamericana. Países e instituciones, incluida la OEA se movilizaron para aliviar el dolor de las víctimas y apoyar la reconstrucción. Con la iniciativa de Antigua y Barbuda, se ha iniciado un proceso para reforzar y modernizar las actividades de la OEA en materia de desastres naturales. Tal iniciativa cobra aún más validez a la luz de los estragos dejados por el Huracán Georges en el Caribe y por el terremoto que asoló a la zona cafetera de Colombia.

Quisiera también subrayar un hecho histórico que tendrá lugar en diciembre de este año. Me refiero al traspaso del Canal de Panamá. En el seno del entonces Consejo la OEA los Estados Unidos y Panamá optaron por la vía de la negociación para resolver sus diferencias. También sirvió la OEA de sede para la firma de los Tratados, que garantizan que el canal pasará a manos de la República de Panamá, la que asumirá la plena responsabilidad de su administración, funcionamiento y mantenimiento. Sin duda la firma de los tratados y su cabal y armoniosa ejecución han constituido uno de los capítulos mas afortunados de las relaciones interamericanas de este siglo y representan un ejemplo sin igual de la vigencia de los principios en que se basa el sistema interamericano consignados en nuestra Carta.

Señor Presidente:

Cuando se mira el pasado inmediato de las Américas es imposible pasar por alto la cada vez más firme vocación democrática del continente. Estamos orgullosos de que la democracia representativa, que es la razón de ser primordial de esta nueva OEA, siga echando sus raíces en la tierra buena de las Américas.

Nuestro trabajo en este campo es creciente, a pesar de los limitados recursos con que contamos. Hemos aumentado las actividades que llevamos a cabo con los poderes legislativos y judiciales, además de fortalecer nuestros programas tradicionales en materia de apoyo y observación electoral. Con apoyo canadiense esperamos profundizar estos esfuerzos en la esfera legislativa. También por su iniciativa y con la juiciosa coordinación del Embajador de El Salvador, y después de un largo proceso, la OEA está abriendo más espacios a las organizaciones de la sociedad civil y esperamos que antes de concluir el año tendremos las directrices que han de regir su mayor presencia en nuestras actividades.

Dentro de este campo de acción en aumento no puedo pasar por alto el tema de la remoción de las minas anti personal, que tanto dolor y sufrimiento han dejado en América Central en donde existe un compromiso inalterable para ser la primera región del mundo libre de minas. A pesar del retroceso que significó el Huracán Mitch para la detección y desactivación de estos artefactos de muerte, estamos trabajando para culminar el próximo año el desminado en Honduras, Costa Rica y posiblemente Guatemala, con el apoyo de la Junta Interamericana de Defensa. Y esperamos fortalecer nuestro apoyo al programa de Nicaragua que aun requiere de recursos humanos y financieros adicionales para culminar nuestras tareas a mediados de la próxima década. Esperamos igualmente iniciar en breve el desminado de las zonas de frontera de Ecuador y Perú, con recursos originalmente otorgados por el Gobierno de Canadá. Celebramos que haya entrado en vigencia la Convención de Ottawa y que en América la hayan ratificado 24 países, de los 33 que la firmaron.

En lo que hace relación a nuestro sistema de protección de los derechos humanos en el último año hemos visto un significativo fortalecimiento del mismo y la expansión de la agenda de la Comisión a una nueva generación de derechos más acordes con los problemas de profundización de nuestras democracias. Queremos celebrar los anuncios de Brasil, República Dominicana, Haití y México, de aceptar la jurisdicción de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. La Comisión, por su parte, ha iniciado un proceso amplio de consultas para afinar su reglamento y aumentar más la eficiencia de un sistema prestigioso y respetable que ha visto aumentar el número de casos traídos para su consideración. Esperamos que se logren resolver algunas diferencias en el funcionamiento del sistema con las naciones del Caribe.

La Comisión produjo un reporte sobre los derechos de la mujer, el cual ha sido complementado por el intenso trabajo del Consejo Permanente liderado por la Misión Permanente del Perú ante la OEA y de la Comisión Interamericana de Mujeres. La reunión de expertos gubernamentales que examinó el proyecto de Declaración sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas avanzó en la participación de las colectividades indígenas y de la sociedad civil en el examen del tema y esperamos pueda significar su adopción en la próxima Asamblea. Para firma de nuestros países está la Convención Interamericana sobre Discapacitados. El Informe de la Comisión contiene el primer reporte del Relator para la Libertad de Expresión, en desarrollo de un mandato de la Cumbre de Santiago.

Estas y otras actividades han enriquecido el tradicional papel de la OEA como epicentro del dialogo político hemisférico.

De tal manera realizamos en Brasil una reunión de Ministros de Educación que puso en marcha un ambicioso programa de proyectos multilaterales. En la reunión de Ministros de Justicia de Lima se acordó, entre otros, trabajar en delitos cibernéticos y se decidió crear un Centro para Estudios de la Justicia. En la reunión de Ministros de Trabajo en Chile en fortalecer la aplicación y respeto de los derechos básicos de los trabajadores, en la modernización de los ministerios, en temas de administración laboral y en identificar las consecuencias de la globalización sobre este sector. El Simposio sobre el Fortalecimiento de la Probidad en el Hemisferio en Santiago hizo énfasis en la modernización del Estado y de la función pública. En Medellín, se celebró la primera reunión de expertos gubernamentales para hacerle frente a los problemas del crimen y la delincuencia.

Sobre el trascendental tema de la creación de la zona de libre comercio quisiera sólo señalar que se realizó la primera ronda de negociaciones en la ciudad de Miami en las que participaron cerca de 750 negociadores de 34 países. Los viceministros de comercio, agrupados en el Comité de Negociaciones Comerciales, se han reunido en dos ocasiones para avanzar en la identificación de medidas de facilitación del comercio a ser presentadas a la reunión Ministerial de Toronto.

El último año ha sido particularmente favorable en la construcción de un continente más pacífico y seguro. Permítanme mencionar varios hechos de gran trascendencia. Ya me referí al acuerdo entre Ecuador y Perú, pero quiero además señalar cómo hemos avanzado en una Nueva Agenda de Seguridad Hemisférica para lo cual han sido de particular importancia las dos reuniones sobre medidas para la confianza y la seguridad, la realizada para los Pequeños Estados Insulares, los acuerdos de paz y seguridad regionales y el trabajo de la Comisión de Seguridad Hemisférica.

Un reflejo de esos avances, es la Convención Interamericana sobre Transparencia en la Adquisición de Armas Convencionales, que será adoptada y abierta a la firma de los países durante este período de sesiones de la Asamblea General. Esta Convención, propuesta originalmente por Brasil y Estados Unidos, es un paso trascendental que fortalece los mecanismos de fomento de la confianza y de la seguridad en la región pues hace obligatoria una medida que antes era voluntaria.

Una de las amenazas más graves que enfrentan el conjunto de las sociedades y de los países del Hemisferio, es el abuso y tráfico de estupefacientes. En esta materia debo celebrar el avance de las negociaciones en torno al Mecanismo de Evaluación Multilateral, que han permitido llegar a acuerdos sobre sus principios, objetivos y características, así como los indicadores a utilizar. El proceso que se adelanta es tan alentador que podemos esperar que el Mecanismo sea aprobado en Montevideo, el próximo mes de octubre, y su primera aplicación se haga en los 34 países miembros, durante el primer trimestre del año entrante.

Durante la Segunda Conferencia Especializada sobre Terrorismo en Mar del Plata, se decidió la creación del Comité Interamericano contra el Terrorismo, cuyos estatutos se presentan para aprobación de la Asamblea.

Estos hitos confirman la profundidad, la amplitud y la velocidad con las cuales el Hemisferio ha emprendido la tarea de redefinir, moldear y construir un escenario de paz, seguridad y cooperación para el siglo XXI. Se trata de revisar los conceptos de seguridad hemisférica, incluido eventualmente el desarme y el control de armamentos; así como celebrar una Conferencia Especial sobre Seguridad a comienzos de la próxima década.

Frente a estas características ustedes, nuestros Cancilleres, dispusieron en Caracas que la Organización debe acometer un proceso de reforma interna que le permita acometer las nuevas responsabilidades y su nueva Agenda tan diversa, tan extensa. Creo no exagerar si usamos el símil del pasaje bíblico de lograr la multiplicación de los panes y los peces.

Y para encarar esas transformaciones la Asamblea creó un grupo de trabajo que, bajo la eficiente y seria conducción del Embajador del Uruguay, ha avanzado en cuatro importantes áreas identificando de nuevo ideas de cómo mejorar los procedimientos y el funcionamiento de los cuerpos gobernantes de la Organización; de cómo reestructurar el sistema de cooperación solidaria; de cómo emitir lineamientos para la participación de la sociedad civil; y finalmente de cómo proyectar mejor en la opinión las tareas que cumple la Organización.

En este contexto, en el mes de noviembre, la Secretaría presentó a la Asamblea General Extraordinaria propuestas en materia financiera, administrativa y de personal, que aún no han sido consideradas por los países. Y también dentro este propósito de reforma, y siguiendo las decisiones de la Asamblea de Caracas, hemos dado soporte a las reuniones ministeriales y de expertos que dan seguimiento al Plan de Acción de Santiago de Chile y que nos permiten asumir nuestro rol como responsables de la memoria institucional del proceso de Cumbres Presidenciales y del apoyo técnico a este tipo de reuniones.

Ya desde el año pasado la delegación de los Estados Unidos, encabezada por el Embajador Marrero, en la reunión ordinaria del CIDI, presentó a los países la creación de una Agencia de Cooperación, cuya discusión se ha visto enriquecida por un intenso debate en el Grupo de Trabajo Conjunto. Esperamos que la Agencia nos permita focalizar la cooperación en los países que más lo necesitan, haga más eficiente la asignación de los recursos, y facilite la vinculación de otras instituciones y de donantes internacionales.

Quisiera hacer un alto en este tema. En los últimos años la Secretaría ha hecho un esfuerzo notorio para mejorar la eficiencia de su gestión, al aumentar sus áreas de acción y reforzar sus campos prioritarios, no obstante que el número de empleados pagados por el Fondo Regular ha disminuido 18.5%, desde fines de 1995, y el presupuesto real del Fondo Regular se ha reducido 13.1% desde 1995.

A pesar de tales esfuerzos, la salud financiera de la Organización se ha deteriorado a pasos agigantados, como consecuencia directa de los crecientes atrasos en las cuotas que deben pagar los países y a la caída en los llamados otros ingresos. En años pasados he procurado llamar la atención tanto de la Asamblea como del Consejo Permanente sobre este tema, sin que lamentablemente hayan mejorado las perspectivas. Por tal motivo hoy quiero subrayar una vez más que la Secretaría General puede verse obligada en los próximos meses a tomar decisiones drásticas en materia de reducción o suspensión indefinida de programas y actividades, si el fenómeno de los atrasos de cuotas continúa. Es bien difícil asegurar la sostenibilidad del esquema financiero de la OEA, hoy, con la fuente de recursos congelados a su valor nominal, mayor retraso en el pago de cuotas y nuevos mandatos.

Hemos insistido, también, en la necesidad de que se revise el servicio de carrera y en general la política de personal. Las actuales normas de contratación no nos permiten hacer lo que ya hacen las otras instituciones multilaterales y avanzar hacia el perfil del personal que demanda la OEA. Una reforma administrativa debe apuntar tanto hacia el fortalecimiento de las facultades de la Secretaría General, como hacia el fortalecimiento de los organismos y mecanismos de control por parte de los Estados Miembros.

En todo este proceso, la Organización y la Secretaría han tenido la fortuna de contar con el concurso entusiasta y profesional del Embajador de Guatemala, Alfonso Quiñónez, quien merece nuestra admiración y respeto. Al ver este magnífico escenario y el buen apoyo que todos hemos recibido queremos expresar nuestro reconocimiento al Canciller Eduardo Stein, persona que goza de bien merecido prestigio en las Américas por su profesionalismo, y al personal de la Cancillería guatemalteca.

Señor Presidente, señores Cancilleres:

Hace cinco años recibí la confianza de ustedes, los representantes de los Países Miembros, para continuar las tareas de reforma y renovación de la Organización que hoy nos congrega. Ahora, al acercarse la renovación de ese compromiso, quiero reiterar mi fe y mi vocación de trabajar por la causa de las Américas, sumándome a los esfuerzos de construir un continente más justo, más próspero y pacífico.

Vamos a continuar con la guía de nuestros gobernantes hasta hacer que se cumplan sus sueños, sus ideales que son los nuestros y los de todos los pueblos de las Américas. En esta urbe que como dijo Asturias es "de horizonte limpio y viejo vestido colonial", en esta "ciudad antigua bajo la cruz católica y la guarda fiel de sus volcanes", que es patrimonio de América y de la humanidad, los invito a ser testigos de nuestra fe, de nuestra determinación de llevar esta nave al nuevo milenio con vientos a favor y desplegando cada vela que representa a cada una de nuestras naciones, a cada uno de nuestros pueblos, a cada ciudadano fortalecido en su capacidad para ejercer sus derechos y para cumplir con sus obligaciones con un Hemisferio donde reinen la paz, la justicia, la libertad y donde todos conservemos la esperanza en las posibilidades de prosperidad, igualdad y hermandad.

Muchas gracias.