Discursos

CÉSAR GAVIRIA TRUJILLO, SECRETARIO GENERAL DE LA ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOS
DURANTE LA CEREMONIA DE FIRMA DE LA CONVENCIÓN INTERAMERICANA SOBRE TRANSPARENCIA EN LAS ADQUISICIONES DE ARMAS CONVENCIONALES

6 de junio de 1999 - Ciudad de Guatemala


Es para mi un placer y un honor estar reunido con ustedes para abrir a la
firma la Convención Interamericana sobre Transparencia en las Adquisiciones
de Armas Convencionales. Antes de presentar algunas consideraciones sobre la
importancia de este nuevo instrumento interamericano, es imprescindible
hacer un reconocimiento especial a un grupo de personas, sin cuyo concurso
no estaríamos reunidos hoy aquí.

Ante todo, quiero destacar y agradecer el compromiso y la dedicación de los
Co-Presidentes del Grupo de Trabajo encargado de redactar esta Convención,
los Embajadores Carlos Alberto Leite Barbosa de Brasil y Víctor Marrero de
los Estados Unidos. También quiero subrayar el denuedo y energía del
Presidente de la Comisión de Seguridad Hemisférica, el Embajador Carlos
Portales, de Chile. La perseverancia, talento diplomático y búsqueda
incesante del consenso demostrados por estos tres experimentados
negociadores fueron esenciales para lograr la aprobación consensuada, en
menos de un año, del proyecto de Convención. Gracias también a Giovanni
Snidel de la delegación de los Estados Unidos.


Esta Convención es la expresión de la voluntad de los pueblos de las
Américas, enunciada por sus Jefes de Estado y de Gobierno que, en Santiago,
recomendaron se perfeccionara el Registro de Armas Convencionales de las
Naciones Unidas y su aplicación en el Hemisferio. Podemos decir con orgullo
que hemos cumplido la tarea.

Cuatro elementos son de particular importancia en esta Convención: Primero,
su objeto. Las Naciones Unidas crearon un registro sobre adquisición de
armas convencionales. Por su parte, los países del Hemisferio reconocieron
la participación en tal registro como una de las medidas de fomento de la
confianza y de la seguridad adoptadas en la Conferencia de Santiago en 1995.

Al compartir la información y fortalecer su alcance, oportunidad y
pertinencia se ha avanzado en uno de los que se considera pilares del
establecimiento de relaciones de confianza en el ámbito militar y de
seguridad.

El registro de Naciones Unidas es únicamente de carácter voluntario y anual,
mientras que la Convención a su examen, es un instrumento vinculante para
los Estados parte. Hace obligatorio el reporte anual, aún en el caso de un
Estado que no haya realizado importaciones o adquisiciones nacionales de
este tipo de armas. Deben igualmente reportarse las exportaciones
realizadas. Esta obligatoriedad incrementa de manera significativa la
solidez y la certeza de la información suministrada.

Tercero, adicional al informe anual, la convención establece la necesidad de
reportar cualquier operación de adquisición --trátese de importaciones o
equipos producidos nacionalmente-- en un plazo no mayor de 90 días
posteriores a la incorporación de los equipos a los inventarios militares.

Lo anterior es un significativo avance en términos de oportunidad y validez
frente a la información disponible a través de las Naciones Unidas.

Finalmente, la Convención contempla, a través de conferencias de los Estados
Parte, la modificación de las categorías de armas incluidas en los reportes
nacionales. Esto permitiría en el futuro incorporar, conforme el Hemisferio
continúe avanzando en la construcción de un nuevo panorama de seguridad
regional, nuevos tipos de armas. Estoy pensando particularmente en las armas
ligeras y pequeñas. Este mecanismo de revisión de la aplicación y
pertinencia de las disposiciones de la Convención al desarrollo de las
relaciones hemisféricas, garantiza su vigencia futura.

El haber logrado avanzar de manera significativa en tantos aspectos es sin
duda alguna un éxito que pone nuevamente en evidencia la voluntad política
que anima hoy a los Estados miembros de la Organización para construir un
marco de seguridad y de paz basado en la transparencia, la confianza y la
cooperación continentales.

Sin duda en estos años hemos avanzado en la conformación de una agenda en
materia de seguridad hemisférica. Y sin duda ello se explica porque hasta
solo hace diez años éramos aún una región presa y víctima del conflicto
ideológico militar de la guerra fría. No habíamos encontrado la forma de
establecer mecanismos confiables y cooperativos que contribuyeran a reducir
y resolver las tensiones que podían surgir entre nosotros. Con el retorno de
la democracia y la caída de la cortina de hierro, como en otras áreas de la
agenda colectiva, la región acometió, bajo las nuevas premisas de
cooperación hemisférica, los principales desafíos a enfrentar por los
estados.

Es en ese nuevo entorno en el que debemos analizar los nuevos hechos y
determinaciones que se dan en este campo. Valga mencionar particularmente l
paz alcanzada entre Ecuador y Perú y la labor cumplida por los países
garantes hacia tal logro; el tratado que puso fin al litigio fronterizo
entre Argentina y Chile; la suscripción de acuerdos subregionales de
seguridad como el Sistema de Seguridad Regional del Caribe, el tratado Marco
de Seguridad Democrática de Centro América y la Declaración Política del
Mercosur, Bolivia y Chile como Zona de Paz.

Tan importantes desarrollos se han visto complementados por los logros
alcanzados a nivel hemisférico, y en particular las otras Medidas de Fomento
de la Confianza y la Seguridad adoptadas en Santiago y San Salvador. Y
retomando la herencia de Tlatelolco para crear una zona libre de armas
nucleares, la región fue pionera en el propósito de liberarse de las minas
terrestres anti-personal. Iniciamos con aquellas sembradas en Centroamérica
en los tiempos del conflicto, y esperamos hacerlo también en la frontera
entre Perú y Ecuador. Estos logros se vieron ampliados gracias a la
moratoria a la producción de minas y a la participación hemisférica en la
Convención de Ottawa.

El continente ha estado también a la vanguardia en materias como el control
a la producción y tráfico ilícitos de armas de fuego, municiones y
explosivos, gracias a la Convención acordada en el seno de la Organización,
y que ahora está sirviendo de guía a las Naciones Unidas en esfuerzos
similares.

Pero la renovación de los conceptos y sistemas de seguridad en la región no
se limita a abordar de manera novedosa la agenda tradicional de la
seguridad. También hemos avanzado en áreas que, si bien no hacen parte
directa de dicha problemática, tienen una incidencia incontrovertible sobre
la seguridad y estabilidad de los países de la región. El terrorismo o el
tráfico de estupefacientes han encontrado en este renovado espíritu de
solidaridad hemisférica, formas de tratamiento más equilibradas y efectivas.

En el caso de los estados insulares, se ha abierto un espacio para que se
consideren las particulares amenazas que ellos confrontan.
De manera conjunta, todos los aspectos que mencioné antes confirman que en
nuestra región, a través de la OEA, se está dando un diálogo franco, maduro
y fructífero en asuntos de seguridad hemisférica.

Señores Ministros, Embajadores, Delegados, Amigos:

La Convención Interamericana sobre Transparencia en las Adquisiciones de
Armas Convencionales representa un significativo progreso hacia la meta,
enunciada por la Carta de la OEA, de alcanzar "una limitación efectiva de
las armas convencionales que permitirá, a su vez, dedicar el mayor número de
recursos al desarrollo económico y social de los Estados Miembros."

Esta Convención es un soporte que contribuye a la edificación de un
Continente más seguro y más pacífico. Quiero aprovechar este momento que nos
hace sentir orgullosos, y que augura un mejor mañana, para felicitarlos por
los avances alcanzados e invitarlos a proseguir, de manera vigorosa y
decidida, por la senda que hemos de seguir recorriendo para que los ideales
de paz y de progreso se hagan realidad.

Muchas Gracias.