Discursos

CÉSAR GAVIRIA TRUJILLO, SECRETARIO GENERAL DE LA ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOS
EN LA INSTALACIÓN DE LA PRIMERA REUNIÓN DEL COMITÉ INTERAMERICANO PARA LA REDUCCIÓN DE DESASTRES NATURALES, CIRDN

8 de noviembre de 1999 - Washington, DC


Es para mi un placer darles la bienvenida en la Casa de las Américas. En especial quiero agradecer la presencia de Enrique Iglesias y George Alleyne. Estamos aquí reunidos para sentar las bases de una agenda de trabajo que nos permita diseñar mecanismos de apoyo y de coordinación del sistema Interamericano y de la comunidad internacional. Tales bases nos deben servir para brindar asistencia y cooperación a los Estados de la región que enfrentan los desafíos y riesgos que fenómenos naturales como los huracanes, los terremotos, las inundaciones o las erupciones volcánicas representan para el desarrollo y la vida misma de millones de americanos.

Es claro que hacia el futuro los eventos naturales continuarán, si no es que aumentan, su ritmo de ocurrencia y quizás su magnitud. Pero estos eventos no necesariamente tienen que condenar a los países a pérdidas cada vez mayores si todos trabajamos de manera ordenada y sistemática para evitarlo.

He tenido, al igual que ustedes, la oportunidad de ver directamente y en múltiples ocasiones los estragos y la desolación que dejan a su paso los embates de la naturaleza. Trátese del fenómeno de El Niño, los Huracanes Mitch y Georges, o del terremoto en Armenia el panorama es similar. Al balance trágico de vidas perdidas, se suman los elevados costos generados por la destrucción de viviendas, de la infraestructura económica y social, en particular hospitales y escuelas. En América Central, por ejemplo, el Mitch causó la muerte a más de 10.000 personas, dejó a un millón sin hogar y destruyó infraestructura por más de 5 mil millones de dólares.

Para hacer frente a estos peligros y para reducir al máximo la devastación que siembran a su paso, la Asamblea General de la OEA en buena hora tomó la decisión de crear un Comité Interamericano para la Reducción de los Desastres Naturales, invitando a la participación de los actores claves del sistema, en sus ámbitos político, económico, de salud pública y de apoyo al desarrollo.

La región está reaccionando así de una manera pionera a los enormes desafíos que nos está imponiendo la naturaleza. En efecto, el Comité se constituye en el primer y único foro de nivel político regional que se dedica al tema de la reducción de los desastres naturales en el contexto del desarrollo de sus pueblos.

En la OEA el tema fue considerado por el Consejo Permanente desde 1990, pero fue con los mandatos de la Cumbre de Santa Cruz de la Sierra sobre desarrollo sostenible y de la Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de Santiago que la idea de este Comité cobró fuerza.

Esos mandatos nos imponen una agenda de trabajo clara. Este Comité debe convertirse en el espacio de reflexión, diálogo y proposición de políticas y estrategias para informar y orientar las decisiones de los Estados en el Consejo Permanente de nuestra Organización e individualmente. Como es probable que sean útiles también a los Cuerpos directivos de las otras Organizaciones que en él participan, en particular el BID y la OPS. Tales propuestas deben buscar reducir los desastres naturales gracias a la aplicación de esquemas de desarrollo sostenible y responsable que reduzcan el nivel de vulnerabilidad de nuestros países. Además, debemos también concentrarnos en diseñar y proponer mecanismos de coordinación y cooperación en materia de preparación y atención de emergencias que hagan que la asistencia internacional y nacional sea más efectiva, más rápida y llegue a aquellos que más la necesitan.

Este último aspecto es de particular importancia en el corto plazo. Debemos reconocer que en algunas ocasiones del pasado las generosas demostraciones de solidaridad internacional con las comunidades más afectadas se han visto limitadas y obstaculizadas por fallas en la coordinación de los esfuerzos. Esto se ha traducido en duplicaciones, confusiones y demoras en la ayuda humanitaria de emergencia que se pretende prestar. Quisiera proponerles hoy que constituyamos un grupo de trabajo que prepare un informe completo y detallado para nuestros cuerpos directivos, que incluya una propuesta de organización de un esquema de coordinación de la ayuda de emergencia.

La Organización Panamericana de la Salud ha jugado un papel encomiable y destacado liderando con rapidez y eficiencia los esfuerzos en materia de asistencia médica y sanitaria. El Doctor George Alleyne ha presentado igualmente un documento valioso y útil que de seguro servirá para la acción de dicho grupo. Por ello me gustaría proponer que fuese la OPS quien asumiera la presidencia de este primer grupo de trabajo que debería contar con la activa participación del conjunto de instancias multilaterales, interamericanas e internacionales, así como de las principales agencias gubernamentales y no gubernamentales comprometidas con el tema.

Además de contar con tales mecanismos de coordinación y articulación de la ayuda de emergencia, debemos buscar fórmulas que permitan que las políticas de desarrollo se orienten, como parte integral de sus objetivos, a la reducción de la destrucción que pueden causar los eventos naturales, disminuyendo la vulnerabilidad de nuestros países y economías frente a ellos. En este tema, el Banco Interamericano de Desarrollo es la instancia más apropiada para coordinar y orientar la discusión sobre los mecanismos financieros o de desarrollo institucional que se pueden prestar a los países para la disminución de la vulnerabilidad. Quisiera invitar a Don Enrique Iglesias, quien jugó un papel fundamental en la convocatoria de la Comunidad Internacional para el apoyo a Centroamérica en el caso del Huracán Mitch, a que acepte presidir en nombre del BID un grupo de trabajo que examine y evalúe las diferentes opciones, y entre ellas las propuestas de creación de fondos especiales y de reaseguro que se han venido examinando y en algunos casos aplicando. Este grupo podría contar con la participación del Banco Mundial y de las entidades de fomento subregionales y especializadas.

En ese mismo frente, creo que es necesario avanzar e incrementar la capacidad que tenemos para identificar, evaluar y estimar la vulnerabilidad de nuestros pueblos y su infraestructura económica y social. Esa es la única manera de conocer los riesgos y proponer políticas, estrategias e inversiones para reducirlos. Este podría ser el objeto de un tercer grupo de trabajo, que la OEA estaría dispuesta a dirigir. Para ello contamos con las actividades que desarrolla el grupo interagencial de seguimiento a la Cumbre Santa Cruz de la Sierra y su grupo de trabajo sobre la reducción de desastres en el marco del desarrollo sostenible.

Finalmente, debemos apoyar la labor del Consejo Permanente en su tarea de elaborar un Estatuto para este Comité. Creo que es necesario buscar formas eficientes de trabajo que sean compatibles con las apretadas agendas que todos manejamos.

Los frentes de trabajo que he señalado son amplios y ambiciosos. Quiero insistir en la necesidad de que este Comité juegue plenamente su papel de foro de análisis de políticas y estrategias en relación directa con nuestros Cuerpos Directivos. Para contribuir a ello esperamos invitar a nuestra próxima reunión a representantes de otras entidades, algunas de las cuales espero se vinculen a los grupos de trabajo que se creen hoy.

Quiero renovarles a todos nuestros agradecimientos por su presencia en esta Casa de las Américas