Discursos

CÉSAR GAVIRIA TRUJILLO, SECRETARIO GENERAL DE LA ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOS
EN LA INSTALACIÓN DE LA REUNIÓN ESPECIAL DE LA COMISIÓN DE SEGURIDAD HEMISFÉRICA "LOS NUEVOS ENFOQUES SOBRE LA SEGURIDAD HEMISFÉRICA"

13 de noviembre de 2000 - Washington, DC


Es para mí un placer estar hoy con ustedes en esta sesión especial de la Comisión de Seguridad Hemisférica. Quiero agradecer al Presidente de la Comisión, el Embajador Marcelo Ostria Trigo de Bolivia, por la oportunidad que me brinda de darles la bienvenida a los expertos que, en representación de sus gobiernos, han venido desde las capitales de todas las Américas.

Esta es una reunión de particular importancia en el marco del cumplimiento de las tareas que los Jefes de Estados y de Gobierno nos encomendaron. Se trata de analizar, estudiar y proponer reformas para fortalecer y renovar los principios e instrumentos que nos permiten darle plena vigencia a uno de los pilares de la Organización: afianzar la paz y la seguridad en el hemisferio.

Desde la creación de la Comisión Especial de Seguridad en 92 y su consolidación en el 95, hemos avanzado de manera notable gracias a la voluntad de los Estados miembros de crear un sistema de seguridad cooperativo, mediante un conjunto de instrumentos de fomento de la confianza, la transparencia y la cooperación en materia de seguridad. Con ello hacemos frente a las amenazas comunes y avanzamos en la profundización de un de clima de paz, confianza y seguridad.

Hitos notorios en este proceso han sido las conferencias regionales sobre medidas de fomento de la confianza y la seguridad cumplidas en Santiago de Chile en 1995 y en San Salvador en 1998, así como la reunión de alto nivel sobre las preocupaciones especiales de seguridad de los pequeños estados insulares. Recientemente se adoptó la Convención Interamericana sobre Transparencia en las Adquisiciones de Armas Convencionales y la Convención Interamericana contra la Fabricación y el Tráfico Ilícitos de Armas de Fuego, Municiones, Explosivos y Otros Materiales Relacionados.

Al construir sobre estos avances, y en consonancia con los mandatos directos de la Cumbre de Santiago, la Comisión ha propiciado el intercambio de visiones, opiniones y conceptos para abordar los que deben ser los elementos constitutivos de este renovado sistema de seguridad en el hemisferio. Estos trabajos preliminares son necesarios y nos imponen seriedad y disciplina. Es necesario sacar todas las lecciones del pasado, analizar con visión de futuro el presente, y estar seguros de considerar todos los aportes y todas las posiciones. Un sistema eficaz de fortalecimiento de la paz y la seguridad demanda el respaldo de todos los Estados, y las preocupaciones legítimas de cada uno de ellos deben encontrar efectiva respuesta en la arquitectura hemisférica.

Al mismo tiempo, creo que es necesario intensificar el ritmo de labores de la Comisión para generar una dinámica de discusión y participación de todos los Estados que permita cumplir, en un plazo razonable, con los mandatos de Santiago antes de la Cumbre de Quebec.

Un sistema de seguridad renovado requiere unos valores y principios guía, una agenda, unos foros para debatirla y herramientas para la acción.

Los valores son los que sustentan la identidad americana: la democracia y el respeto al Estado de Derecho. Son ellos los que permiten hacer compatible y armonizar el carácter multidimensional, y a veces en apariencia divergente, de las preocupaciones de seguridad de cada uno de los Estados de la región.

Los principios por su parte se desprenden de la Carta de la OEA: el respeto de la soberanía e integridad territorial, el derecho a la autodeterminación, la igualdad jurídica de los Estados, la no-injerencia en asuntos internos, la solución pacífica de controversias y el rechazo del uso de la fuerza o la amenaza de su uso para resolverlas. A ellos debe agregarse el fundamento de nuestra acción multilateral que es la acción colectiva basada en la cooperación.

En materia temática, los aspectos ligados a la dimensión militar y estratégica de la seguridad siguen siendo primordiales. El objetivo debe ser la consolidación de un clima de confianza y respeto que sea el resultado de la credibilidad, la transparencia, y la oportunidad de la información y el conocimiento mutuo respecto de las políticas de defensa, así como sobre el tamaño, dispositivo y equipamiento militares.

Para ello es indispensable seguir avanzando en la consolidación y profundización de las medidas de fomento de la confianza y de la seguridad adoptadas en Santiago y San Salvador. Hacia el futuro, cada una de ellas debería ser el objeto de esfuerzos detallados para promover y extender su aplicación. La Comisión de Seguridad Hemisférica de la OEA debe continuar su labor y convertirse en el instrumento principal para asegurar el cumplimiento de las decisiones de los estados respecto de las medidas pactadas y para la consideración de desarrollos futuros.

La vigorosa aplicación de las medidas de fomento de la confianza y de la seguridad deberá facilitar el paso lógico siguiente, es decir, el inicio de consultas en temas de control y limitación de armamentos, incluyendo el desarme, particularmente de los sistemas de armas de carácter ofensivo. Este es un tema que seria procedente iniciar a escala subregional. Se entiende que un proceso como éste no se puede llevar a cabo afectando las necesidades que tienen las fuerzas militares de mantener un nivel adecuado de preparación y disciplina de las tropas, conforme a estándares modernos, ni la posibilidad de modernizar y renovar periódicamente parte de sus equipos. Un paso en esta dirección permitiría sin duda destinar recursos crecientes al desarrollo social de los pueblos americanos.

Los temas de la agenda no se limitan a la integridad territorial del conjunto de la región frente a amenazas militares externas. Son factores de riesgo adicionales para la seguridad regional, el narcotráfico, el terrorismo, el tráfico ilegal de armas, el crimen organizado, los desastres naturales, la degradación ambiental, y aún los problemas como la pobreza y la fragilidad de las economías más pequeñas frente a los desafíos de la globalización.

Es claro que frente a las circunstancias específicas de cada país, es difícil sustentar la validez de uno u otro argumento para definir que constituye una amenaza real para la seguridad de una nación. La OEA, como foro de discusión política, debe responder al conjunto de estas preocupaciones.

La solución no está en la mera elaboración de una lista taxativa de las amenazas a la seguridad, sino en la definición de los espacios y de los instrumentos más idóneos para enfrentarlas. Debemos, en acuerdo con nuestros valores y principios, dotarnos de instituciones y herramientas eficientes para abordar estos problemas. La seguridad del conjunto de las sociedades americanas y caribeñas no se obtendrá mediante la construcción de un edificio monolítico que pretenda englobar todos los temas.

La región deberá avanzar con el apoyo y reconocimiento de los esquemas y mecanismos binacionales y subregionales por una parte, y afinar los instrumentos temáticos específicos por el otro. Las decisiones políticas expresadas en la declaración del Mercosur, Chile y Bolivia, el Tratado Marco de Seguridad Democrática de Centroamérica, o el Sistema de Seguridad Regional del Caribe conforman bloques concurrentes que deben converger, encontrar apoyo y a su vez sustentar el esquema hemisférico.

La Comisión de Seguridad Hemisférica es el espacio idóneo para el diálogo, el intercambio y la negociación de instrumentos de cooperación. Ella debe abrirse a ideas y propuestas que se adelanten en los diferentes foros, políticos y académicos, dentro y fuera de la región. Más importante aún debe ser capaz de articular y coordinar los trabajos y aportes de los foros especializados del hemisferio, en particular la Conferencia de Ministros de la Defensa a la que parece haber llegado el momento de articular dentro del proceso de cumbres hemisféricas de mandatarios.

Algo similar sucede con la Junta Interamericana de Defensa. Su vinculación jurídico-institucional con la Organización debería ser clarificada ya que es fundamental que la Junta y todos los demás elementos del sistema se integren y relacionen bajo la dirección política de los gobiernos a través de la Organización, para cumplir con la decisión de los Presidentes de contar con un renovado y fortalecido sistema de seguridad.

Para ciertos temas específicos, debemos seguir desarrollando herramientas especificas. En materia de lucha contra el narcotráfico la CICAD ha demostrado plenamente no sólo su capacidad para generar propuestas de política cooperativas y equilibradas, sino también para asistir a los Estados miembros en sus esfuerzos nacionales y subregionales. Ha desarrollado también un cuerpo de conocimiento particularmente útil en temas relacionados con el narcotráfico como el lavado de activos o el tráfico ilícito de armas. Esta experiencia está y debe seguir siendo aprovechada por la Comisión de Seguridad Hemisférica.

Frente al terrorismo, la creación del CICTE es un paso importante, pero creo que esta entidad requiere y merece mayor atención por parte de los Estados miembros y creo también que esta Comisión debería servir para facilitar, preparar y asistir a las autoridades nacionales encargadas del tema para que su participación en el CICTE sea lo más fructífera posible.

Los desastres naturales también pueden convertirse en amenazas, tal y como ha sido reconocido en el tratamiento de las amenazas a la seguridad de los pequeños Estados insulares. Pero su tratamiento requiere integrar todas las facetas de esta problemática, desde los esquemas de desarrollo y la reducción de las vulnerabilidades, hasta la atención humanitaria de urgencia y la reconstrucción posterior. Para ello, es necesario que las labores del Comité Interamericano para la Reducción de Desastres Naturales se intensifiquen.

Con estos ejemplos quiero subrayar que debemos tener herramientas y mecanismos adaptados a cada tema, reconociendo y aprovechando la sinergia existente entre todos ellos, lo cual debe redundar en un tratamiento más completo e integral de la agenda global de seguridad.

Todos estos foros deben no sólo articularse de manera estrecha entre sí, sino también y sobre todo responder coordinadamente a las decisiones y orientaciones de política que los máximos representantes de los Estados miembros adopten.

Finalmente, la reflexión que ustedes adelantan debe abocarse al estudio de propuestas concretas para revisar de manera franca y directa las herramientas jurídicas con las que cuenta el hemisferio en estos temas. Estoy pensando principalmente en el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, o Tratado de Río, así como en el Pacto de Bogotá sobre Solución Pacífica de Controversias. Es claro que tales instrumentos adolecen de varias carencias y falencias, la principal tal vez su falta de universalidad. Por lo tanto esos instrumentos deben ser revisados, actualizados o reemplazados de manera que permitan aglutinar a todos los estados de la región.

Señor Presidente, señores delegados, señores expertos

La responsabilidad depositada en ustedes por nuestras máximas autoridades políticas es inmensa. La labor que han venido adelantando hasta ahora es encomiable. Pero el camino por recorrer es largo y requerirá del compromiso, dedicación y esfuerzo del conjunto de los países miembros de la Organización. Su responsabilidad es, a partir de unos valores y principios comunes, empezar a diseñar y definir un sistema y unos instrumentos para responder a los desafíos y amenazas comunes que enfrentan nuestros pueblos y nuestras naciones para garantizar la democracia, la paz, la seguridad y el progreso de todos los pueblos de América.

Les deseo muchos éxitos.

Muchas Gracias.