Discursos y otros documentos del Secretario General

LA DEMOCRACIA EN LAS AMÉRICAS, CONFEDERACIÓN MASÓNICA INTERAMERICANA (CMI)

27 de agosto de 2022 - Washington, DC

La defensa y promoción de la democracia y de los derechos humanos constituyen dos de los pilares centrales de la Organización de los Estados Americanos. Estos principios son comunes a los que congregan a la Masonería.

Afuera de mi oficina en el Edificio Principal de la OEA se encuentran los bustos de los padres fundadores de nuestras repúblicas americanas.

La gran mayoría de ellos fueron Masones y gracias a sus ideales y principios de Igualdad, Libertad y Fraternidad, llevaron a la independencia de buena parte de nuestros países y trabajaron para la configuración del orden interno de los mismos sobre la base de los fundamentos de la democracia.

En este sentido resulta muy difícil imaginar a un integrante de la masonería vinculado a un régimen dictatorial, así como en otro contexto existe un claro conflicto entre la pertenencia de la OEA y la connivencia con las dictaduras.

Por lo anterior, hablar de democracia y de derechos humanos implica referirnos a un tema central dentro de la realidad de las Américas, al cual nos debemos como ciudadanos y en mi caso, como Secretario General de la OEA.

Nuestra organización considera que el respeto por la democracia, por los valores democráticos contribuye de manera significativa para asegurar la paz, la estabilidad, la seguridad y el desarrollo regional.

Es significativo lo que se ha avanzado en este camino, sin embargo, se mantienen aún grandes retos y dificultades que continuamos enfrentando.

Para comprender mejor los obstáculos que enfrentan las democracias en la región, es indispensable tener en cuenta los efectos nocivos que dejan sobre nuestros países y sociedades la pandemia del COVID-19 y la guerra de agresión rusa contra Ucrania.

En lo que tiene que ver con la pandemia, somos conscientes del alto costo que hemos pagado en nuestro hemisferio por el doloroso número de fallecidos, con personas que contrajeron la enfermedad, así como las consecuencias económicas y sociales de esta crisis.

La inequidad, la violencia, la corrupción, la exclusión, el narcotráfico y la discriminación que viven nuestros pueblos se constituyen en brechas que nos siguen distanciando y que necesitamos superar para que haya una recuperación real e inclusiva, para que la democracia sea cada vez más democratizadora.

En el caso de la corrupción en América Latina, se habla de cifras de miles de millones de dólares. Seguimos empeñados en la lucha contra este flagelo, tanto en el sector público como en el privado.

La corrupción también está asociada a otro grave problema que padece la región, representado por la desigualdad y la pobreza. Somos la región más desigual de todas, algo que es inadmisible desde cualquier punto de vista.

Si a lo anterior le sumamos los efectos de la pandemia, las consecuencias son devastadoras para las condiciones sociales de los habitantes de las Américas.

Nuestras vulnerabilidades han quedado todas expuestas. Vulnerabilidades institucionales, debilidades institucionales, ineficiencias y problemas a la hora de socializar las estructuras del diálogo político en la región.

Consideramos que la actual dimensión de pobreza existente es inadmisible, así como la de la desigualdad. Si no resolvemos estos problemas estructurales es muy difícil que sigan mejorando nuestras democracias.

El aumento de la pobreza conduce a su vez a un aumento de la violencia en la región, con niveles alarmantes. Con solo el ocho por ciento de la población mundial contamos con el 38 por ciento de las muertes violentas.

También debemos referirnos a otro de los graves problemas que afecta al hemisferio, y que tiene efecto negativo en las democracias, como es el narcotráfico y el crimen organizado. Estos delitos transnacionales están vinculados con el lavado de activos, en la medida que conduce a que el dinero sucio permee en los sistemas democráticos y también permee dentro de los sistemas políticos.

Si queremos que la democracia avance dentro de los parámetros previstos en los instrumentos internacionales, se debe hacer el mayor esfuerzo para erradicar ese dinero contaminado que ingresa a las campañas y a diversas actividades políticas.

Es necesario erradicar la violencia que el narcotráfico trae a las campañas y a las actividades políticas. A los asesinatos de candidatos, al amedrentamiento y a forzar la renuncia de candidatos.

El crimen organizado y su violencia, el narcotráfico y su violencia son un problema estructural hoy de décadas en nuestro hemisferio y en el funcionamiento de las democracias.

Haciendo un repaso sobre la forma en que las democracias de las Américas han respondido a los grandes retos que enfrentaron durante la pandemia, tenemos que decir que los resultados debieron ser mejores.
Los grandes retos continúan ahí, las restricciones temporales que hubo a ciertas normas esenciales en un estado de derecho democrático, como el de la libertad de movilización, lo fueron durante períodos claramente definidos y las mismas fueron restituidas tan pronto se dieron las condiciones de salubridad para que así fuera.

No sucedió lo mismo en los regímenes autoritarios o abiertamente dictatoriales, donde hubo un aumento en materia de represión y violación sistemática de los derechos humanos, aprovechando la excusa del período excepcional generado por la pandemia.

Debemos hacer una diferencia clara entre las llamadas democracias imperfectas -todas nuestras democracias son imperfectas- y las dictaduras, donde no existe estado de derecho, donde se violan sistemáticamente los derechos humanos, donde hay crímenes de lesa humanidad, donde no hay separación real de poderes, donde existe una lógica constante persecución política contra cualquiera que sea considerado opositor o disidente.

Siempre debemos ser consecuentes que las dictaduras no tienen ideología y que están en la misma categoría los dictadores de izquierda y los dictadores de derecha. Las dictaduras en la región son la muestra evidente del fracaso productivo y social de sus regímenes.

Vemos en cada una de las dictaduras del hemisferio, en países ricos como Venezuela, por ejemplo, o el en el caso de Cuba, cómo claramente destruyen el aparato productivo, el tejido social y las variables económicas y -en especial- el ejercicio pleno de la soberanía por parte del pueblo de la nación conculcado por cúpulas gobernantes, por burocracia gobernantes y por dictadores gobernantes.

La lógica es muy perversa por cuanto extiende malas prácticas en el resto del hemisferio y ese es uno de los peligros latentes en estos períodos de crisis como los que viven las democracias. El hartazgo del electorado -en especial de la juventud- que a veces ve su futuro con un techo muy bajo, que a veces se ve sin oportunidades y se ve discriminada en las variables estructurales de discriminación que mencioné. La falta de experiencia o práctica democrática a veces puede llevar al desencanto con la democracia.

La democracia es más valorada cuando se ha perdido, pero debe ser valorada en todo caso, en toda situación y en todo momento.

La democracia en ese contexto debe servir también para dar respuesta a las inquietudes, a la inquietud de cada grupo discriminado, tales como mujeres, afrodescendientes, pueblos indígenas y a cada una de las variables de pobreza, de pobreza extrema u orientación sexual. Cada una de ellas deben ser cuidadas especialmente, deben encontrar respuesta en nuestras democracias, deben encontrar condiciones de democratización y de igualdad en nuestras democracias.

En este contexto lo peor que puede suceder es que se termine siendo objeto de los cantos de sirena de propuestas populistas y autoritarias.

Tenemos que reiterar que la democracia es un proceso en construcción permanente. Siempre habrá más derechos que conseguir, mejor institucionalidad que construir y siempre será necesario generar mejores y más eficientes condiciones de gobierno. Siempre será necesario construir instituciones más sólidas.

La responsabilidad de su promoción y fortalecimiento nos corresponde a todos, organismos multilaterales, Estados miembros, sociedad civil, sector empresarial, universidades y ni qué decir -como lo hace manera permanente- organizaciones históricas como la masonería.

Con sus eventuales imperfecciones, es este el único orden político que puede garantizar como principio fundamental las libertades y los derechos, es el único sistema garantista.

Consideramos que el ejercicio de la democracia está vinculado al hecho de que exista una auditoría permanente a los gobiernos, que tengan el permanente escrutinio de la opinión pública, que tengan que estar abiertos a la opinión pública y que respondan por sus acciones políticas.

De allí que nos corresponda así mismo asegurar que exista un balance de los poderes, con organismos electorales independientes, con un Poder Judicial independiente, un Congreso fuerte y que además haya libertad de expresión. Cada una de estas instituciones, cada uno de esos derechos, son fundamentales en el proceso de asegurar más y mejor democracia en las Américas.

Otro aspecto esencial para la democracia en las Américas es el de la permanente promoción del diálogo que aborde los aspectos centrales de la vida en sociedad.

Es la mejor manera de atender los grandes retos que padecemos, derivados de la movilidad humana, la crisis climática, la inseguridad, la inseguridad alimentaria y los efectos que tienen en general las acciones sobre las poblaciones más vulnerables.

El diálogo político tiene que ser de construcción permanente. Nuestros países no pueden pasar en esquemas en los cuales a veces el 50 por ciento más un voto equivale al 100 por ciento, en esquemas en que a veces con menos que eso, con el 33-34 por ciento equivalen al 100 por ciento.

No pueden pasarse del todo a la nada y de la nada al todo y del todo a la nada permanentemente, eso lleva a condiciones de polarización que son absolutamente inaceptables porque lleva a condiciones de enemización que son absolutamente inaceptables.

El dialogo político es fundamental para estructurar las mejores relaciones interinstitucionales, para estructurar las mejores condiciones de vida social y para generar las condiciones de igualdad que son necesarias.

Para trabajar a favor de la democracia, tenemos en el hemisferio un instrumento jurídico fundamental del sistema interamericano: La Carta Democrática Interamericana.

Este es el principal instrumento interamericano para la promoción y el fortalecimiento de los principios, prácticas y cultura democrática de nuestros Estados miembros.

En unos días se cumplirán 22 años desde que se adoptó esta hoja de ruta para construir un hemisferio basado en la libertad y la justicia social.

Sobre esta base hemos venido trabajando para ejercer funciones preventivas en la transparencia y probidad en la gestión pública, para las transiciones democráticas y pacíficas, la defensa de la libertad de expresión y la libertad de prensa, el fortalecimiento de los partidos políticos y organizaciones políticas y la celebración de elecciones libres.

Tenemos la convicción de que la Carta Democrática es una verdadera Constitución para las Américas y les corresponde a los funcionarios gubernamentales construir un hemisferio basado en la libertad y la justicia social para crear las condiciones en las que toda la ciudadanía pueda realizar sus aspiraciones democráticas.

Es el primer instrumento que reconoce a la democracia como derecho, como derecho a los pueblos y es nuestra obligación siempre asegurar que así sea.

Un elemento significativo que establece la Carta es el de contar con elecciones libres y justas para asegurar su celebración oportuna y segura.

La Carta recoge el principio de las Misiones de Observación Electoral, las fortalece y les da los instrumentos necesarios para que sean un factor fundamental de democratización. En este sentido, la OEA continúa siendo un ejemplo en materia de observación electoral a nivel internacional.

La Carta Democrática Interamericana no es injerencista y no es intervencionista, como equivocadamente lo mencionan algunos países, especialmente aquellos que tienen más problema con la democracia o que la han arrollado, pasado por arriba o dejado de lado.

La misma tiene que ser aplicada en los casos específicos, la Carta Democrática tiene que ser aplicada, tiene mecanismos para ello, mecanismos que todos han aceptado y que han acordado los países de la región.

Esos mecanismos acordados por los países de la región hacen que la democracia, así como la defensa a los derechos humanos tengan complementariedad en el sistema interamericano. Para más y mejores condiciones de gobernabilidad y de calidad de vida y eficiencia, es indispensable lograr el fortalecimiento de la institucionalidad democrática y el estado de derecho.

Muchas gracias.