Discursos y otros documentos del Secretario General

INAUGURACIÓN XVIII FORO DE IBEROAMÉRICA, “CONSTRUIR PUENTES Y DERRIBAR TODOS LOS MUROS”

3 de noviembre de 2017 - Buenos Aires, Argentina


Primero que nada un sentimiento profundo de humildad luego de haber escuchado a Fernando Enrique Cardozo y a Pedro Pablo Kuczynski, mi admiración por sus palabras y mi reconocimiento a sus extraordinarios aportes a la democracia en el continente.

  • Definitivamente las Américas es una región democrática salvo un par de excepciones, casi mil millones de personas viven bajo sistemas donde la apuesta democrática de tender puentes para combatir la intolerancia y la imposición de ideas por la fuerza es definitivamente el camino de construcción de diálogo;
  • Lo anterior no significa que hemos ganado la batalla contra formas autoritarias de ejercer el poder en la región, tenemos mucha discriminación y desigualdades que derribar y mucho por construir para reestabilizar la cultura democrática de convivencia.
  • Es que la democracia en América Latina no está exenta de faltas o de déficits, las tienen tanto estructurales, como en la falta de generar oportunidad de progreso para todos, en los ciudadanos y ciudadanas, en la resolución eficiente de los problemas cotidianos de la gente. La democracia es una tarea de perfeccionamiento continuo, sobre la base del resguardo de los derechos humanos, las libertades individuales y el respeto a las opiniones diversas. La Argentina actual es un claro ejemplo de que la democracia está viva en la región más allá del calor de las pasiones políticas con que se discuten los distintos signos, los distintos colores políticos que traspasan el poder que está dando la institucionalidad democrática y está en tareas de construcción, está en tareas de reforma.
  • La OEA representa justamente los principios y valores democráticos que los propios Estados Miembros han hecho suyos en diferentes documentos interamericanos, la prueba más clara es que los Estados negociaron y acordaron voluntariamente la Carta Democrática Interamericana, que es un elemento de identidad regional, una suerte de constitución hemisférica; la firma de la Carta dejó en evidencia que el compromiso incondicional con la democracia ha sido nuestra propia elección, compromiso incondicional con las libertades fundamentales, con los derechos humanos, con la democracia, que deben ser protegidos siempre y deben funcionar en todo momento.
  • La defensa de la democracia se convierte en el mandato central de la institución y el pilar fundacional de la relaciones internacionales en el hemisferio. Definitivamente uno de los principios fundamentales en que se basa la democracia es el respeto a la libertad de opiniones, es decir; la construcción de puentes de diálogo con los que piensan diferente para buscar soluciones a los problemas comunes. Si un partido tiene 50% mas 1 voto esto no se debe convertir en un 100%, 50% menos 1 voto no es igual a cero; definitivamente esa no es la mejor ecuación política.
  • El sentido de construcción nos lleva a que tenemos que ver ¿de dónde surge esta democracia?, ¿cuál es nuestro empoderamiento?. La Carta Democrática obliga a los estados a promover y defender la democracia y dice que es un derecho de los pueblos, por consiguiente los líderes que no protegen ese derecho a la democracia, esa muralla en el poder, pierden su legitimidad para gobernar. Las cartas y convenciones de esta Organización no fueron concebidas para acumular polvo en los archivos, fueron creadas para defender derechos; derechos que pertenecen al pueblo. Nuestra responsabilidad es asegurar que cada uno de esos derechos consagrados en convenios internacionales estén al alcance de todos los ciudadanos de la región, debemos asegurarnos que haya más democracia, más derechos, más seguridad y más prosperidad.
  • Los puentes y muros son obras de ingeniería en la política, obras de ingeniería política que en definitiva sirven o no sirven, son útiles o no, son malos o no, de acuerdo al propósito que les demos. El primer muro quizá esté en nuestra propia conciencia, quizá dentro de nosotros mismos; el muro de la intolerancia puede representarse con algo físico pero fundamentalmente está en nosotros, en nuestros miedos, en las pequeñas miserias humanas, en la discriminación que se tolera o se fomenta. Los muros son definitivamente una estrategia defensiva de mucho tiempo; esa estrategia defensiva de mucho tiempo obviamente, que tiene que ver con cómo nos protegemos de aquello  que nos puede amenazar o de aquello que no nos conviene, cómo nos protegemos de nuestros propios miedos y, es en ese camino que definitivamente tenemos que trabajar los desafíos éticos de superar la discriminación y superar la barreras que pueden existir,
  • Algunos de los desafíos éticos y estructurales que deben ser atendidos con urgencia hoy en la democracia del continente, son la corrupción que definitivamente afecta la confianza en el sistema, la desafección y la desconfianza de la ciudadanía hacia la política, la brecha de oportunidades, constituciones y estructuras que a veces van perpetuando y ratificando la exclusión. Frente a la corrupción tolerancia cero seguirá siendo nuestro lema, ningún puente puede haber hacia la corrupción y hacia los corruptos. Es necesario fomentar la integridad, la transparencia y la rendición de cuentas superando las practicas clientelistas para profundizar el ejercicio ético de la democracia. Muchos casos recientes de corrupción de alto perfil con tratamiento diferencial en la justica fomentan la percepción de impunidad y desigualdad y tienen un claro impacto negativo con la percepción de la democracia. El delito siempre ha existido lo que no se puede tolerar es la impunidad.
  • En términos de desafección con la política, observamos una erosión de los mecanismos para el ejercicio de la democracia. Con elecciones no alcanza. Puede que haya un mayor pragmatismo ciudadano a la hora de emitir el voto o interactuar con las autoridades, pero los mecanismos institucionales son imperfectos para canalizar preferencias complejas y heterogéneas del mundo de hoy y de la tecnología de hoy. Estamos frente a un claro crecimiento de la democracia digital y el uso de las redes sociales como mecanismo de participación, la libertad y la responsabilidad a la vez se hacen más necesarias que nunca.
  • La exclusión y la desigualdad de oportunidades de progreso es uno de los factores que más alimentan el desencanto con la democracia. Observamos sobre todas las cosas, una necesidad creciente de construir los puentes digitales que permitan la más amplia participación ciudadana significativa en la toma de decisiones. El sistema democrático debe poder articular las diferentes demandas de los ciudadanos en sus vidas cotidianas, no la de los más poderosos sino la de todos, para que realmente se trate de democracia. Si no damos acceso igualitario construyendo derechos para más gente, no podremos lograr una democracia integral en lo económico, social y político. No podremos construir un futuro donde lo ideal para estar seguros sea vivir en barrios amurallados porque tememos que los excluidos del sistema vengan a robarnos o a secuestrarnos. Debemos apostar por las fuentes de inclusión para alcanzar la paz social.
  • De la democracia esperamos más y exigimos más. Los ciudadanos y ciudadanas de las Américas quieren que el terreno de juego no esté siempre desnivelado; quieren que hayan puentes que conecten las rutas de desarrollo para todas las personas sin importar el lugar donde han nacido, ni su condición social, ni su raza, ni género, ni orientación sexual. La consigna que hemos enarbolado en la OEA de “más derechos para más gente” es más que un slogan, es una forma de  pensar. La democracia, los retos de la democracia se resuelven con más democracia, con más participación, con menos segregación, con menos discriminación. Además el crecimiento de los pueblos de América se potencia a través de movilidad humana -  esa es la historia de nuestra América, de nuestros abuelos y tatarabuelos.
  • Siempre hubo y seguirán habiendo crisis y problemas que pueden afectar nuestras relaciones, pero debemos enfrentar los desafíos sin perder nuestra esencia como americanos, la democracia, el estado de derecho muestran todo su potencial mientras superan la dura prueba de vencer el abuso del poder. Es seguro que no vamos a encontrar los caminos para crecer y asegurar los derechos a todos los habitantes de la región si fomentamos hoy odio y racismo, si nos refugiamos en el nacionalismo extremo.
  • Los muros para separar a los pueblos por razones coyunturales o políticas nunca tuvieron éxito en el mediano plazo. Quedaron como signos ignominiosos o simplemente como obras de ingeniería. La muralla china no impidió que los pueblos mongoles invadieran china o finalmente se integraran, el muro de Berlín no impidió en el mediano plazo que las personas que vivían bajo un régimen opresivo y autoritario siguieran pensando y sonando con la libertad e incluso se animaran a derribarlo, la primera brecha de libertad y solidaridad que visualizaron. Luego de la caída del muro de Berlín el canciller alemán de la reunificación Helmut Kohl no vacilo en anunciar que estaba dispuesto a cooperar y concretar la unidad. Pero, Kohl tampoco le tembló el pulso para decir que para aspirar a la integración todos los antiguos habitantes de la Alemania oriental debían aceptar la idea de la libertad de expresión y de información, la libertad sindical y de partidos y la celebración de elecciones libres. Sin estas libertades no habría unidad posible.
  • Este año el Papa Francisco al visitar Colombia dijo estas palabras: cuanto más difícil es el camino que conduce a la paz y el entendimiento, más empeño debemos  de poner en reconocer al otro, de sanar las heridas, de componer puentes, estrechar lazos y ayudarnos mutuamente. Por ello en América no solo debemos pararnos frente a los muros físicos, también debemos evitar demonizar a quienes piensan distinto, debemos evitar el cierre de las carreteras físicas y digitales que unen a nuestros pueblos y también debemos exigir a cada gobierno respeto por las libertades fundamentales y las reglas democráticas. Sin ellas imposible la existencia misma de la democracia, del entendimiento mutuo y el respeto a los derechos humanos.
  • Fundamentalmente debemos entender al ciudadano, el entender al ciudadano es el imperativo moral de la democracia de hoy, fomentar la participación del ciudadano es el imperativo político de la democracia de hoy. Quizás en una visión muy estrecha de ciudadanía, a mí me gusta un juramento de la corona castellana del siglo XIII que decía: Tu que eres igual que nosotros, te elegimos para proteger nuestras libertades y sino no; o lo que decía el propio Artigas cuando señalaba mi autoridad emana de vosotros y ella cesa ante vuestra presencia soberana. Lo tenemos que tener en cuenta porque tenemos que sentir esa empatía con cada uno de los ciudadanos y ciudadanas de las Américas, hace poco veía un artículo de Jerry Useem en atlantic.com que el poder causa daño cerebral y afecta funciones neuronales, de la empatía y del espejo de mirarse a sí mismo.
  • Es definitivamente mirando a los ciudadanos como podemos construir mejores democracias y como evitamos esa propia enfermedad cerebral; y el poder el empoderamiento del ciudadano creo que esta dicho admirablemente en una frase de Robert Kennedy que dice: Cada vez que alguien se para para defender un ideal o actúa para mejorar la suerte de muchos, emite una pequeña onda de esperanza y esa pequeña onda de esperanza, cruzándose con otros centros de energía genera las corrientes más admirables que pueden barrer las murallas de la opresión.
  • Hoy en día necesitamos más líderes comprometidos con la dignidad humana, la paz y la democracia.

Gracias.