Discursos y otros documentos del Secretario General

INAUGURACIÓN DEL PRIMER ENCUENTRO INTERAMERICANO DE JÓVENES LEGISLADORES

26 de junio de 2015 - Lima, Perú

La ética en la conducción de la actividad pública, la transparencia, la probidad republicana y la rendición de cuentas a la ciudadanía son todos valores que devuelven a nuestros jóvenes los deseos de incursionar en la actividad política.

En cambio, la colusión de intereses, la vinculación del dinero a la política y el enriquecimiento a través de la política son factores que provocan daños irreparables, generan escepticismo, apatía, afectan la credibilidad de los partidos políticos, la base natural del sistema democrático, y abren el paso a alternativas anti-sistémicas.

En nuestro hemisferio, alrededor de 350 millones de menores de 35 años, con espíritu y energía, revitalizan a diario la ilusión de ser parte de un futuro compartido y decidido por todos. Son la generación nacida en democracia y, además, en la era digital y de las redes sociales. Son la generación de la participación como derecho político, con la posibilidad de todo ciudadano de tener opinión y de ejercer su derecho a expresarla sobre la base de la acción política.

Si no tiene instancias de participación, esta generación las busca donde sea: en la calle, en Facebook, Instagram o Twitter; su opinión sobre lo que considera injusto o incorrecto, así como sobre lo que la motiva, se hace sentir desde en todo el hemisferio.

Ustedes son parte de esta generación. Como diputados jóvenes, además, saben interpretar y decodificar para la política las nuevas formas de participación. Si el sistema político les es esquivo, se harán escuchar por fuera del mismo, ya que hoy vivimos un mundo de redes al que los parlamentarios más viejos tenemos que adaptarnos para no quedar fuera de la conversación con los jóvenes.

La comunicación cambia y seguirá cambiando. Se calcula que siete de cada diez jóvenes de la región cuenta con un teléfono inteligente, que se ha convertido en un elemento fundamental para estar permanentemente conectados, así como para facilitar la participación política.

La tendencia que se impone a nivel global -y en el hemisferio de una manera más lenta- es que cada vez más jóvenes se informan de lo que pasa en el país y en el mundo desde sus teléfonos, y no a través de los medios tradicionales de comunicación, si bien la conectividad de América Latina y el Caribe es todavía muy dispar. Chile está en la cabeza, con una penetración de Internet de 65%, mientras que en Haití es solo del 11%.

En esta dinámica de las relaciones entre los parlamentos y la ciudadanía que los elige se inserta la creciente pérdida de confianza que enfrentan estas instituciones. Según cifras de las encuestas realizadas por el Latinobarómetro durante la última década, la confianza hacia los órganos legislativos se ha mantenido baja y únicamente supera a la que consiguen los partidos políticos. De hecho, en su último informe de 2014, el porcentaje de confianza sólo alcanza al 41,6%, menor que el 45,2% alcanzado en el año 2012 (LAPOP 2014: 198).

Es por eso que la inserción de los jóvenes en el quehacer público y, particularmente en la participación política, es una oportunidad de renovación y dinamismo en la representatividad democrática. Al tratarse de un segmento numeroso y sub-representado, la inclusión de la perspectiva de los jóvenes en la toma de decisiones se vuelve imperativa. Y para atraer a los jóvenes no hay como una agenda que interprete sus valores y que promueva sus derechos en una amplia expresión.

Desde que llegué a la Secretaría General de la OEA, hoy exactamente hace un mes, explicité que el lema de mi administración en estos cinco años será MÁS DERECHOS PARA CADA VEZ MÁS PERSONAS. Eso implica, obviamente, cada vez más derechos para cada vez más jóvenes.

Hay que continuar ampliando, redimensionando los derechos políticos. No podemos aceptar, cruzados de brazos, que las oportunidades para los jóvenes de hoy sigan dependiendo de su cuna social, del lugar donde nacieron, de su género, su raza o de su orientación sexual. Nuestro hemisferio está cansado de exclusiones y está enfermo de desigualdad; por ello, quienes actuamos en política tenemos que nivelar el terreno de juego para que todos tengan las mismas reales oportunidades para construir un futuro digno.

Ese sesgo de oportunidades también se ve aquí entre nosotros. Los poderes legislativos de América Latina y el Caribe cuentan apenas con el 1,3% de mujeres y el 2,7% de hombres menores de 30 años, y el 6,5% de mujeres y el 15% de hombres por debajo de los 40 años, según datos del PNUD. No podemos negar que existe una brecha de representación de los jóvenes, ya que la mayoría de los 5.500 legisladores del total de 35 países que componen la OEA tienen edades comprendidas entre los 51 y los 60 años.

Por el bien de la sociedad en su conjunto, esperemos que los desequilibrios de hoy en las representaciones parlamentarias vayan disipándose, para dar cabida a más hombres y mujeres jóvenes. Por suerte, hay atisbos de esperanza: nueve de los 35 parlamentos de las Américas están presididos por menores de 40 años. Y un cambio más significativo aún, como en el caso de Ecuador y de nuestro anfitrión, Perú, es que ya podemos hablar no solamente de sus presidentes, sino también de sus presidentas.

Este cambio no es accesorio, sino de fondo: la aparición de un nuevo tipo de liderazgo, más abierto y dialogante. Es hora de abrir las puertas del poder Legislativo a la juventud, lo que implica redimensionar su participación política en las instancias parlamentarias.

Amigas, amigos,

Estamos en los tiempos de la democracia 2.0, de la comunicación multidireccional y de los tuits o videos que se vuelven virales en minutos. Los parlamentos tienen que ser conscientes de este nuevo mundo y construir los puentes necesarios para acceder a él. Las cámaras de representación realizan esfuerzos de apertura y los representantes tienen el deber no sólo de acercarse a quienes representan, sino también de interactuar con ellos.
En los últimos años, los parlamentos de la región han comenzado a trabajar en esta dirección, favoreciendo la creación de nuevos mecanismos y herramientas que permitan al ciudadano conocer qué sucede en ellos, y la posibilidad de que su opinión sea tomada en cuenta, hasta el punto de que sus decisiones puedan incluso ser vinculantes.

Derechos como el acceso efectivo a la información pública hoy son indiscutibles, así como el monitoreo del trabajo parlamentario y la rendición de cuentas asociada a ello. Sin embargo, las instituciones tardan en cambiar. En ese sentido, las nuevas generaciones de jóvenes no encuentran aún en las cámaras de representación un reflejo análogo a la presencia que sí tienen en el tejido social.

Quedan muchos caminos por recorrer, pero tenemos ante nosotros el hermoso reto de revertir la desconfianza institucional; de transformar a los parlamentos en los mejores instrumentos posibles al servicio de la ciudadanía y de la comunidad; de hacer partícipes a los jóvenes como protagonistas, y de convertir la tecnología en una herramienta que redunde en la mejora y profundización de la democracia, al facilitar la participación y el control social de la actividad.

En esa dirección, nuestro firme compromiso como OEA, a través de nuestra Sección de Apoyo a las Instituciones Representativas, es acompañar el trabajo de los parlamentos, de asistir a los parlamentarios y de favorecer las vías de comunicación entre éstos y el resto de los ciudadanos, así como también hemos puesto nuestro empeño en fortalecer el contacto entre las distintas cámaras de representación de la región y fomentar un diálogo fluido y respetuoso.

Este encuentro es un paso más en la construcción de ese futuro común, en el que todas y todos, más allá de las legítimas y sanas diferencias, podemos soñar. Un buen punto de partida para avanzar en esta dirección es la promoción de un Foro Interamericano de Jóvenes Legisladores que impulse acciones conjuntas y coordinadas para abordar los retos mencionados con anterioridad y en el cual se puedan encontrar diversos actores clave para el desarrollo, como el sector público, el privado y la sociedad civil.

Gracias por ofrecer vuestra casa para reflexionar sobre estos temas claves de la democracia regional. Recordemos siempre que para la juventud el futuro es ahora, por lo tanto, la participación y el acceso a los derechos es ahora y no tienen por qué esperar.

GRACIAS