Thirty-fifth Lecture - Luigi Einaudi

Luigi Einaudi

Thirty-fifth Lecture - May 14, 2009

"The Relations between the Americas and the United States and Post V Summit”

Speaker: Ambassador Luigi Einaudi, Former Assistant Secretary General of the OAS

Lima, Perú, May 14, 2009.

Señor rector, distinguidos miembros de la mesa, miembros del cuerpo diplomático, amigos y amigas peruanos, estudiantes que nos honran con su presencia, estoy bastante conmovido al empezar esta conferencia, ustedes, en la presentación han escuchado muchas cosas de mi, algunas que, incluso, mi madre no sabía, no conocía. Pero esta presentación me ha hecho recordar una cosa que explica parte de la emoción que tengo en este momento, es que cuando fui presentado como candidato a la Secretaría General Adjunta de la OEA, uno de los cuatro países que me presentó fue el Perú. Creo que puedo decir que el hecho que el Perú, Ecuador y Bolivia querían nombrarme para ese cargo, hizo que el Departamento de Estado, que no se acostumbraba a pensar que un norteamericano podría servir como líder de la OEA, aceptara también nombrarme y que resultara elegido.

La otra razón por la cual me siento muy honrado de estar aquí con ustedes es que la Cátedra de las Américas es una iniciativa peruana. El entonces rector José Antonio Chang dijo que el propósito de la Cátedra era traspasar las antiguas fronteras de los estados-nación para convertir la información en conocimiento al servicio del ser humano. Y mi colega, el entonces Embajador del Perú ante la OEA, Alberto Borea, subrayó que la Cátedra era un esfuerzo profundamente democrático para llegar, como el decía, a todas las personas con inquietud para extender sus horizontes. Así que les agradezco estar aquí.

Mi propósito es desarrollar algunos conceptos que nos puedan ayudar a entender mejor cuáles podrían ser las políticas de los Estados Unidos en las Américas durante la presidencia de Barack Obama y pienso desarrollar mis comentarios en cuatro periodos. Primero, quiero hablar de los Estados Unidos, después del mundo visto desde los Estados Unidos, luego algo sobre cómo está la situación actual de Latino América y el Caribe y finalmente, qué es lo que podemos esperar cuando se conjugan todas estas fuerzas.

Quien interpreta la última elección en los Estados Unidos solo como cambio del partido político se equivoca profundamente. Lo esencial tiene que ver con la persona del nuevo presidente Barack Obama. Pero quiero decirles una cosa, creo que es obvio, pero vale la pena subrayarlo, hablo como Luigi Einaudi, en mi propio nombre, con mi entender de nuestras realidades y de lo que es verdad o lo que es falso, no hablo en representación del gobierno de Estados Unidos ni de ningún otro gobierno y si fallo, fallaré pero lo voy a hacer en forma directa y honesta.

Mucho se ha comentado de Obama, como el primer presidente de los EE.UU. de raza negra. Es cierto y es mucho. Pero es solo la primera dama que representa la experiencia negra norteamericana en el sentido que desciende esclavos. El presidente es otra cosa. Hijo de madre blanca de Kansas en el corazón de nuestro middle west norteamericano y de padre negro de Kenia, en África. Es negro de acuerdo a la terminología norteamericana, mulato quizás, en la mayor parte del mundo. Pero Obama escapa a todas estas definiciones, con una niñez basada en Indonesia y Hawai, una formación intelectual y profesional en las mejores universidades de élite de Estados Unidos. Es un personaje único que encarna en su persona conciencias e inteligencias distintas. A mí me hace pensar a la raza cósmica del filósofo mexicano José Vasconcelos, quien esperaba que la revolución mexicana sirviese para forjar una nueva síntesis nacional e incluso universal.

Es con este concepto que creo que empezamos a acercarnos al significado político de Obama. Muchos en los Estados Unidos estábamos hartos de la combinación de nacionalismo ignorante, desprecio por lo extranjero y pánico amedrentado que se juntaron en la invasión a Irak. En todos esos sentidos Barack Obama es la antítesis de George W. Bush. Fue uno de los poquísimos miembros de la clase política estadounidense a oponerse a la invasión a Irak. Su estilo tranquilo y sereno contrasta con los exabruptos de su predecesor, su inteligencia pública fomenta diálogo en vez de dividir.

Dicho todo esto, es muy importante que nos demos cuenta de que el gobierno de Obama tardará en llegar. Un presidente es limitado necesariamente por las opiniones de la clase política y las capacidades ejecutivas de su gobierno, un hombre no puede gobernar solo, será por lo menos un año y quizás dos, antes de que Estados Unidos tenga un gobierno que funcione en la manera que refleje el pensar y las decisiones del actual presidente.

Un presidente de Estados Unidos tiene algo más de dos mil altos cargos que llenar, según el diario The Washington Post en los primeros cien días de su administración el presidente Obama había formalmente nombrado 204. Todos los que van a ocupar altos cargos tienen que ser investigados por su conducta ética, sus finanzas, su uso de drogas o no y sus posibles contactos con los enemigos de la nación. Completar estas investigaciones se requiere meses y después el proceso de confirmación en el Senado puede requerir otros meses. De las 204 personas ya nombradas solo 65 han sido confirmadas y son en su mayoría los miembros del gabinete y algunos subsecretarios.

Es evidente en situaciones como estas que un gobierno no se puede formar rápidamente. Pero hay otra razón bastante obvia por la cual en este caso tendremos que esperar y hacerlo con cierta incertidumbre, en cuanto a lo que se podrá producir. Es que los tiempos son pésimos. Estados Unidos está involucrado en dos guerras, existe una crisis económica y financiera gravísima a escala global, los problemas internos de reajuste económico y las dudas que han surgido en la industria automotriz, que en los Estados Unidos históricamente es una de las bases de la fuerza industrial norteamericana, hace que pensemos así.

Quizás es Franklin D. Roosevelt, quien tuvo que dirigir la nación durante la gran depresión de los años 30, el que nos puede representar el precedente a seguir. Las grandes conquistas de Roosevelt, de las cuales de joven me sentía orgulloso: el seguro social, la declaración de ilegalidad del trabajo forzado de menores y una serie de otras conquistas sociales datan todas de su segundo periodo presidencial, seis años después de su primera toma de posesión.

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