Assistant Secretary General Speech

DISCURSO DEL EMBAJADOR ALBERT R. RAMDIN EN OCASIÓN DE LA TOMA DE POSESIÓN DE SU CARGO COMO SECRETARIO GENERAL ADJUNTO DE LA OEA, PARA UN SEGUNDO PERÍODO 2010 - 2015

19 de julio de 2010 - Sede de la OEA, Washington, DC

Presidente del Consejo Permanente, Embajador Francisco Proaño, Representante Permanente de la República de Ecuador,
Distinguidos Representantes Permanentes,
Secretario General, señor José Miguel Insulza,
Distinguidos Observadores Permanentes,
Distinguidos Representantes Alternos,
Representantes de Organizaciones Internacionales y Regionales,
Invitados especiales,
Colegas y amigos de la OEA,
Damas y caballeros,

Me complace en este día presentarme ante Ustedes para aceptar el honor de servir a esta institución por un segundo período. Tal como lo hiciera en mi primer período, me comprometo a trabajar sin descanso por los Estados Miembros y los pueblos de las Américas.

Damas y caballeros, considero que las preguntas fundamentales que debemos hacernos hoy son las siguientes:

• ¿Cómo vamos a fortalecer y transformar esta organización hemisférica en los próximos cinco años para responder con mayor eficacia a las cambiantes necesidades de los Estados Miembros?
• ¿Cómo podemos mejorar en forma tangible la vida de los pueblos de las Américas?
• ¿Qué podemos hacer para dar esperanza y confianza a los jóvenes de las Américas para que alcancen su pleno potencial y logren sus aspiraciones?
• ¿Qué podemos hacer para consolidar y arraigar nuestras democracias y así fortalecer el desarrollo, la seguridad y los derechos humanos?

Toda mi vida he estado inspirado e impulsado por lo que llamo las tres pes fundamentales: Creo en los pueblos, creo en la paz y creo en la prosperidad. En este preciso contexto prometo dedicarme y comprometerme a seguir promoviendo el trabajo de esta Organización durante mi segundo período en mi cargo, en beneficio de las Américas.

Distinguidos Observadores Permanentes, el desarrollo sostenible sólo puede alcanzarse con políticas sociales y económicas que sean inclusivas y equitativas. No podemos permitir que haya contratiempos ni diferencias temporales en nuestro modo de actuar pues ello socavaría o debilitaría lo que se ha logrado en los últimos sesenta y dos años. Debemos aprovechar las bases de las instituciones democráticas establecidas y de los principios y valores compartidos. Asimismo, debemos trabajar con más ahínco para alcanzar los beneficios prometidos de la democracia que legítimamente esperan nuestros pueblos.

Lamentablemente, algunos pueblos de las Américas que todavía no reciben los beneficios que puede ofrecer esta institución. Creo que debemos hacer todo esfuerzo posible para asegurarnos de que los Estados Miembros suspendidos y todos los pueblos de las Américas gocen de los beneficios de ser parte de esta familia hemisférica. Sigo estando plenamente comprometido a trabajar por un Hemisferio unido en el que todos los Estados Miembros se esfuercen mancomunadamente en pos del desarrollo equitativo y el bienestar de nuestros ciudadanos. Esto será una realidad sólo si podemos interactuar y comunicarnos en forma estructurada.

Las experiencias del pasado y las realidades del presente me hacen creer que es necesario someter a análisis el marco del desarrollo tradicional y dar más énfasis a la equidad, la igualdad y la reducción de la pobreza. Se requiere un marco de desarrollo integral en el que se tome en cuenta el grado de vulnerabilidad de los países, en particular de las economías más pequeñas; un marco en el que se dé énfasis al combate a la pobreza extrema y la injusticia social, al logro de la inclusión e igualdad social y a la creación de oportunidades más equitativas para todos, como hemos prometido.

En una región como la nuestra con este grado de desarrollo no debería ser posible que un tercio de sus habitantes vivan por debajo del umbral de pobreza. Es esta una situación inaceptable y lastimosa para la estabilidad social y la seguridad sostenida. Por ello, es importante dar continuidad a los programas de protección social a fin de salvaguardar el capital humano de nuestras sociedades.

Permítanme ahora referirme brevemente a nuestros hermanos de Haití; un país que ha enfrentado desafíos históricos y que no hace mucho fue devastado por un fuerte terremoto. La comunidad internacional ha demostrado una solidaridad y compromiso ejemplar con el pueblo de Haití; y ha llegado el momento en que hagan realidad sus promesas para ayudar al desarrollo social y económico de este país.

Todo esfuerzo que emprenda la comunidad internacional y las organizaciones no gubernamentales de todo el mundo debe hacerse con la participación y liderazgo de Haití. Debemos guiarnos por los principios que han acordado la OEA y otras instituciones colaboradoras: participación del pueblo de Haití, sostenibilidad, responsabilidad, inclusividad, eficacia y coordinación.

En vista de que el pueblo de Haití tendrá elecciones presidenciales y parlamentarias conforme a su Constitución a finales de este año, es fundamental que continuemos apoyando lo avances logrados en dicho país en los últimos años así como las tareas de recuperación y reconstrucción que se llevan a cabo ahora. Este compromiso amplio y de largo plazo es esencial para conservar la estabilidad social y política, la seguridad y para reforzar el desarrollo a largo plazo.

Señor Presidente, damas y caballeros, creo que debemos comprometernos con lo que he llamado “las medidas de siguiente generación” para fortalecer y arraigar la democracia en nuestro Hemisferio. En mi opinión, estas medidas de siguiente generación deben ir más allá de las elecciones y de la legalidad de las instituciones democráticas. En este nuevo orden de ideas, los gobiernos y los organismos multilaterales deben estar dispuestos a:

• modernizar sus sistemas políticos y sus instituciones pertinentes;
• mejorar la eficiencia, la transparencia y la gestión responsable de los órganos representativos y de los servidores públicos;
• incorporar los derechos humanos como parte fundamental de la educación y del Gobierno;
• hacer énfasis en el desarrollo y la equidad como parte integral del fortalecimiento de la democracia;
• promover una mayor participación estableciendo mecanismos que permitan a los ciudadanos comunes participar en los procesos decisorios; y
• fomentar más alianzas público-privadas para el progreso.

Damas y caballeros, no cabe duda que las democracias dinámicas y estables ayudan a promover una mayor seguridad. La realidad es que los líderes de nuestra región enfrentan a diario una variedad de amenazas tradicionales y no tradicionales a la seguridad, muchas de las cuales son de naturaleza transfronteriza. Como comunidad hemisférica tenemos la responsabilidad colectiva de trabajar por la seguridad y protección de nuestros ciudadanos. En este contexto, creo que los Gobiernos deben analizar la forma en que pueden crear mejores condiciones para la estabilidad y la seguridad, a través de una mayor cooperación con respecto a la reforma judicial, el cumplimiento de las leyes y el intercambio de información.

Creo también que debemos conservar nuestro compromiso para luchar contra las drogas ilícitas, la trata de personas, el tráfico de armas, la delincuencia organizada y el terrorismo. Los crecientes desafíos que plantean la degradación del medio ambiente, el cambio climático y los desastres naturales hacen obligatoria la colaboración en el Hemisferio.

Sigo creyendo que debemos prestar mayor atención a la epidemia de la delincuencia y la violencia pues constituyen una amenaza para la seguridad de nuestros ciudadanos. Si hemos de encontrar soluciones reales a la delincuencia y a la violencia, es importante que no sólo nos concentremos en el cumplimiento de las leyes sino que también entendamos las causas sociales y económicas de estos fenómenos. Asimismo, debemos establecer mecanismos de intervenciones dirigidas a grupos específicos en todos los niveles y promover los métodos para prevenir la violencia en alianza con los Gobiernos, el sector privado, las familias, las escuelas y las comunidades.

La OEA debe seguir siendo un vehículo único para resolver las diferencias y crear consensos. Creo que debemos recurrir a la diplomacia preventiva y los esfuerzos para la consolidación de la paz como herramienta eficaz para ayudar a los Estados Miembros a dirimir sus controversias antes de que se conviertan en conflictos mayores. Este proceso de participación es esencial si queremos cumplir cabalmente el propósito y metas de la OEA establecidos en su Carta y en la Carta Democrática Interamericana.

Damas y caballeros, durante mi segundo período seguiré esforzándome para fortalecer a esta Organización. Seguiré trabajando con todos los Estados Miembros para crear una Organización más trascendente, eficaz y eficiente. La OEA es una institución histórica, un espacio político confiable que inspira a las naciones de las Américas a lograr el consenso para actuar en forma unida e implementar un plan positivo encaminado a promover la igualdad y la equidad para todos.

Al igual que Ustedes, no he perdido la fe en la visión de Simón Bolívar de una América unida y pacífica. Si esta Organización ha de cumplir la promesa y la premisa de esa visión primordial e inspiradora y si ha de ser capaz de responder de manera decisiva tanto a los desafíos como a las oportunidades que se nos presentan, entonces creo que:

• el futuro requiere una Organización que cuente con el personal adecuado, con líderes eficientes y fondos suficientes;
• la OEA del siglo XXI debe conservar su dinamismo, visión y capacidad, y responder con más eficiencia a las nuevas ideologías y a las cambiantes necesidades y prioridades de los Estados Miembros y del mundo;
• debemos dar mayor énfasis a la revitalización del sistema interamericano, a través del proceso de Cumbres de las Américas, y al fortalecimiento de las relaciones de cooperación con otras instituciones internacionales y Observadores Permanentes; y
• la OEA debe seguir siendo el principal órgano político de consulta, negociación y alianzas en las Américas, al mismo tiempo que debemos reconocer el valioso trabajo que realizan las entidades de integración subregional.

Además, al buscar el fortalecimiento de la OEA, pretendo continuar la modernización de nuestra institución y la implementación de políticas sostenibles que, entre otras cosas, nos lleven a tener una OEA “verde” que implemente políticas benéficas para el medio ambiente y que preste servicios con mayor eficiencia y oportunidad.

Damas y caballeros, para concluir, creo firmemente en que se dará realce a la importancia de esta institución si nos concentramos en la igualdad del diálogo, la acción y los resultados.

Debemos estar a la altura de las expectativas de los pueblos del Hemisferio de un entorno seguro y estable, con oportunidades económicas para mejorar sus niveles de vida y los de sus hijos de manera significativa.

No olvidemos entonces que independientemente de lo que hagamos, todo lo hacemos en beneficio de los pueblos, la paz y la prosperidad.

Gracias.