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Capítulo 4 - Principales ecosistemas de los trópicos húmedos americanos con énfasis en la selva central del Perú

Clasificación de los trópicos húmedos americanos
Clasificación de la selva central dentro de los trópicos húmedos americanos
Protección de los principales ecosistemas en los trópicos húmedos
Conflictos entre las áreas protegidas y otras formas de uso de los recursos naturales
Referencias

Clasificación de los trópicos húmedos americanos

El manto verde que cubre gran parte de los trópicos húmedos americanos esconde una extraordinaria diversidad de hábitats. Tan sólo la Selva Central del Perú contiene 11 zonas de vida diferentes con 6 zonas de vida transicionales (ONERN, 1976). Esta diversidad se debe, en gran parte, a la topografía montañosa. Como las condiciones de trópico húmedo se presentan desde el nivel del mar hasta los 3 800 m de altura o más, la misma diversidad también se encuentra en Bolivia, Ecuador, Colombia, Venezuela, Panamá y América Central. También contribuye a ello la existencia de cadenas montañosas más bajas e inundaciones en las zonas adyacentes.

La temperatura media anual en las tierras bajas supera los 24° C y la precipitación iguala o excede el retorno a la atmósfera del agua evaporada y transpirada. La precipitación anual es de más de 1 500 mm, con no más de dos meses secos y libre de heladas (NRC, 1982).

El método de clasificación de zonas de vida natural de Holdridge (1967) proporciona información de utilidad para la planificación del desarrollo regional. En el Cuadro 4-2 se muestra la correspondencia entre el sistema Holdridge y el de Brack (1976), para la Selva Central del Perú. Este último, corresponde estrechamente con la clasificación biogeográfica de Udvardy (1975) y con la de Cabrera y Willink (1973).

Las provincias situadas en el trópico húmedo americano abarcan una superficie de 898 millones de hectáreas, de las cuales las más importantes son la Amazonense (28.5%), la Paranense o Bosque Pluvial Brasileño (20.7%), la Madeirense (18.4%), la Guyanense (9.5%) y las Yungas (7.0%). Estas cinco provincias abarcan más del 84 por ciento de la extensión de los trópicos húmedos americanos. La Selva Central del Perú pertenece, en su mayor parte, a la provincia de las Yungas y, en menor grado, a la provincia Amazónica.

Provincia de las Yungas

La provincia de las Yungas situada en la Selva Central del Perú se halla entre los 3 500 y 3 800 m sobre el nivel del mar, con una precipitación pluvial promedio anual de 2 000 a 4 000 mm, que varía entre un mínimo de 800 a un máximo de aproximadamente 6 000 mm. Las temperaturas medias varían de 7 a 11 ° C en las zonas más frías y altas, hasta 19 y 26° C en las más cálidas y bajas (Cuadro 4-1 y 4-2).

Cuadro 4-1 ZONAS DE VIDA NATURAL EN LA SELVA CENTRAL DEL PERU Y SUS PRINCIPALES CARACTERISTICAS

 

Zona de vida

Nivel de altitudes

Nivel de precipitación anual

Nivel de temperaturas medias

Nivel de relación de evapotranspiración potencial

(mm)

°C

bmh-MT

Bosque muy húmedo-montano tropical

2800-3800

838-1722

7-11

0.25-0.5

bp-MT

Bosque pluvial-montano tropical

2500-3800

2000-3800

6-12

0.25-0.25

bmh-MBT

Bosque muy húmedo-montano bajo tropical

1900-3200

2000-4000

12-17

0.25-0.5

bh-MBT

Bosque húmedo-montano bajo tropical

1800-3000

791-1972

13-18

0.5-1

bp-MBT

Bosque pluvial-montano bajo tropical

1600-2600

3915

12-17

0.125-0.25

bp-PT

Bosque pluvial-premontano tropical

600-2000

5660

24

0.125-0.25

bmh-PT

Bosque muy húmedo-premontano tropical

600-2000

2193-4376

19-26

0.25-0,5

bh-PT

Bosque húmedo-premontano tropical

500-2000

936-1968

17-25

0.5-1

bs-T

Bosque seco-tropical

300-850

1020-1391

24-25

1.0-2

bmh-T

Bosque muy húmedo-tropical

200-500

4000-8000

24

0.25-0.5

bh-T

Bosque húmedo-tropical

350

1916-3420

23-26

0.5-1

Fuente: ONERN (1976).

Cuadro 4-2 CORRESPONDENCIA ENTRE LAS ZONAS DE VIDA NATURAL DE HOLDRIDGE Y LAS PROVINCIAS Y DISTRITOS DE BRACK EN LA SELVA CENTRAL DEL PERU



Sistema Holdridge

Sistema Brack

Distritos

Provinciales

bmh-MT

Bosque muy húmedo-montano tropical

Monte Chico


bp-MT

Bosque pluvial-montano tropical



bmh-MBT

Bosque muy húmedo-montano bajo tropical

Bosque Nublado


bh-MBT

Bosque húmedo montano bajo tropical


Yungas

bp-MBT

Bosque pluvial-montano bajo tropical



bp-PT

Bosque pluvial-premontano tropical

Selva Alta


bmh-PT

Bosque muy húmedo-premontano tropical



bh-PT

Bosque húmedo-premontano tropical



bs-T

Bosque seco-tropical



bmh-T

Bosque muy húmedo-tropical


Amazónica

bh-T

Bosque húmedo-tropical



Fuente: ONERN (1976), y Brack (1976).

Cuadro 4-3 PROVINCIAS BIOGEOGRAFICAS EN LOS TROPICOS HUMEDOS AMERICANOS

Cabrera y Willink

Udvardy

Superficie


(miles de km2)

%

Amazónica

Amazonense

2,542

28.5

Madeirense

1,646

18.4

Pacífica

Yucatense

52

0.6

Campechense

263

2.9

Guerrense

170

1.9

Centroamericanense

321

3.6

Panamense

68

0.8

Costa colombiana

180

2.0

Yungas

Yungas

621

7.0

Montano colombiano

154

1.7

Paranense

Bosque pluvial brasileño

1,852

20.7

Atlántica

Sierra del mar

216

2.4

Guyana

Guyanense

849

9.5

Total

8,934

100.0

Fuente: Cabrera y Willink (1973) y Udvardy (1975).

Distrito del Monte Chico

Se ubica entre los 3 500 y 3 800 m y los 2 500 y 2 800 m sobre el nivel del mar. Este distrito corresponde a las zonas de vida bosque muy húmedo-montano tropical y bosque pluvial-montano tropical del sistema Holdridge (Cuadro 4-2). La precipitación media anual varía entre 840 y 1 720 mm en la primera y entre 2 000 a 4 000 mm en la segunda. Con frecuencia se presentan temperaturas medias bajas (de sólo 7-12° C) y neblinas.

Este distrito se caracteriza por su relieve accidentado, con pendientes de más del 60 por ciento en sus partes más altas colindantes con la provincia de la Puna, con laderas abruptas de más del 75 por ciento en su parte inferior. Los suelos son relativamente profundos en las mayores altitudes y muy delgados en la zona de vida bosque pluvial-montano tropical. Los suelos más altos son ligeramente ácidos, de textura media y pesada, clasificados como phaeozems o luvisoles. También existen cambisoles dístricos y éutricos. A menor altitud predominan los litosoles, pero también hay formas de transición que se acercan a los cambisoles.

En las partes más altas la vegetación es mayormente de tipo muy achaparrado, con árboles aislados que apenas alcanzan de 3 a 5 m de altura. Se encuentran varios géneros que provienen de la Puna, como Berberis, Ribes, Baccharis, Gynoxys, Vaccinium y Polyiepis pero también hay Buddleia, Escallonia, Oreopanax, así como especies propias de la zona, como las de los géneros Podocarpus, Eugenia, Clusia, Brunellia, Rapanea, Ocotea, Myrcia, Laplacea, Solanum, Weinmannia, Pipper, Cinchona, Clethra y Cecropia. Los mismos aumentan en proporción, densidad y desarrollo en las partes más bajas del distrito, donde pueden alcanzar hasta 15 m de altura. La vegetación de gramíneas que existe en las partes más altas desaparece completamente en altitudes menores, donde los claros producidos en el bosque son invadidos por el carrizo Chusquea. Hay muchas melastomáceas y es común encontrar helechos de los géneros Cyathea, Alsophila y Dicksonia (Tosi, 1960).

En la fauna en este distrito se entremezclan especies de la Puna y de las Yungas, pero muchas de las especies oriundas de otros distritos de las Yungas, que son comunes a la provincia Amazónica, no existen en el monte chico.

Distrito del Bosque Nublado

El Distrito del Bosque Nublado descrito por Brack (1976) incluye el bosque muy húmedo-montano bajo tropical, bosque pluvial-montano bajo tropical y bosque húmedo-montano bajo tropical, aunque las neblinas sean raras en este último. Este distrito se halla entre los 2 500 y los 2 800 m y los 1 600 y 1 800 m sobre el nivel del mar, y tiene una precipitación media anual de 790 a 1 970 mm en el bosque húmedo-montano bajo tropical, alcanzando casi 4 000 mm en el bosque pluvial-montano bajo tropical. Las temperaturas medias oscilan entre un mínimo de 12° C y un máximo de 18° C.

Su topografía es predominantemente inclinada, con pocas zonas planas. Los suelos son, en general, de profundidad moderada, textura variable media o fina, moderadamente ácidos o ligeramente básicos y con alta capacidad de intercambio catiónico. Pueden incluir kastanozems y, en menor proporción, litosoles y redzinas en los sitios más empinados. Las otras zonas de vida que integran este distrito son de configuración considerablemente accidentada, con pendientes del 70 por ciento o mayores en suelos no profundos, mayormente litosoles, aunque también existen cambisoles y acrisoles (Tosi, 1960; ONERN, 1976).

La vegetación, al igual que la fauna, es característica de la provincia de las Yungas y muy rica en endemismos. Los árboles pueden alcanzar hasta 40 m de altura, aunque el promedio varía entre 20 y 30 m. Los Podocarpus son muy comunes en este distrito, donde también abundan Weinmannia, Ocotea, Nectandra, y otras lauráceas; Cinchona, Cedrela, Guarea, Roupala, Clethra, Clusia, Befaria, Laplacea, Ilex, Oreopanax, Cecropia, Brunellia, Ladenbergia y muchas otras. Igualmente abundan el carrizo Chusquea, los helechos arborescentes Cyathea y una Carludovica sin tallo aéreo, además de numerosas plantas arbustivas, trepadoras, epífitas, helechos, musgos y liqúenes (Tosi, 1960).

La fauna de este distrito es muy rica, especialmente en aves, murciélagos y batracios, entre los vertebrados. Asimismo existe una gran variedad de insectos. Son característicos, entre otros, el gallito de las rocas (Rupicola), el pato de los torrentes (Merganetta), las tucanetas (Aularohrynchus, Pteroglossus), el venado enano (Pudu mephistopheles), el machetero (Dinomys branickii), el oso de anteojos (Tremarctos ornatus).

Distrito de la Selva Alta

El Distrito de la Selva Alta se halla entre los 600 y 800 m y los 1 600 y 1 800 m sobre el nivel del mar, y es una zona de transición entre la provincia Amazónica y la de las Yungas. En el sistema Holdridge, presenta el bosque pluvial-premontano tropical, el bosque muy húmedo-premontano tropical y una gran parte de bosque húmedo-premontano tropical. La precipitación pluvial media anual de este distrito varía entre 940 y 1 970 mm produciéndose las menores lluvias en el bosque húmedo-premontano tropical. Las temperaturas van de 17°C a 26°C.

En la primera de las zonas nombradas la topografía varía entre ondulado y moderadamente empinado. Los suelos son comparativamente profundos, de textura media o pesada y relativamente ácidos. Entre los grupos edáficos predominan los acrisoles órticos, los urbisoles y cambisoles tanto éutricos como dístricos y también hay gleysoles y fluvisoles, siendo estos últimos los más fértiles de la zona. En las otras dos zonas del distrito la topografía es abrupta, con pendientes del 70 por ciento o más. Los suelos son ácidos y superficiales o medianamente profundos (ONERN, 1976).

La vegetación es muy heterogénea y ostenta árboles de gran valor comercial como Cedrelinga, Juglans, Tabebuia, Cedrela, Cordia, Aspidosperma, Guarea, Trichilia, Aniba, Ocotea, Persea, Nectandra, Podocarpus, Weinmannia, etc. Abundan las palmeras de los géneros Euterpe, Bactris, Wettinia y Geonoma. Se forman comunidades de Cecropia, Psidium, Visma y de melastomáceas en las áreas desmontadas abandonadas. Además se encuentran carrizos Chusquea y Guadua, y en los suelos menos desarrollados, el helecho Pteridium (Tosi, 1960).

Mucha de la fauna de este distrito también se encuentra en la provincia Amazónica como Tayassu, Tapirus, Felis, Panthera, Lutra, Mazama, Hydrochoerus, Myrmecophaga y Priodontes, entre los mamíferos, así como un gran número de aves, reptiles y batracios. La diversidad de peces es mayor que en los distritos antes indicados, pero aún es baja en comparación con la provincia Amazónica.

Provincia Amazónica

La provincia Amazónica abarca, en el sistema Holdridge, el bosque seco-tropical, el bosque muy húmedo-tropical y el bosque húmedo-tropical, así como las partes más bajas del bosque húmedo-premontano tropical. Se extiende desde 600 y 800 m hasta pocos metros sobre el nivel del mar, aunque en la Selva Central su altitud más baja es de unos 150 m.

Desde el punto de vista climático, hay una enorme diferencia entre el llamado bosque seco-tropical que recibe un promedio anual de 900 a 1 400 mm de lluvias y el bosque muy húmedo-tropical, que generalmente tiene una precipitación media anual superior a los 4 000 mm, que puede llegar hasta el doble de ese nivel. El bosque húmedo-tropical, en cambio, tiene una precipitación media anual de 1 900 a 3 400 mm. Las temperaturas medias son muy estables, variando de 23 a 26° C.

La topografía de esta provincia es predominantemente ondulada o con colinas, aunque en el bosque muy húmedo-tropical es ocasionalmente abrupta. Los suelos son generalmente profundos, de textura fina y ácidos o neutros en las zonas secas. En las zonas de vida húmedas y muy húmedas predominan los acrisoles, en las zonas de vida secas predominan los vertisoles y los cambisoles. En las zonas de vida húmedas, la vegetación es típicamente exhuberante, rica en bromeliáceas, orquidáceas, lianas y bejucos. Los troncos de los árboles suelen estar recubiertos de epífitas y trepadoras, entre ellas aráceas, helechos, liqúenes y musgos. Los árboles más altos superan los 50 m de altura. Se distinguen cuatro estratos y hasta cinco en la zona muy húmeda. Las especies más comunes de esta provincia son, entre otras, de los géneros Cedrela, Swietenia, Chorisia, Virola, Calophyllum, Brosimum, Guazuma, Hura, Simarouba, Spondias, Miroxylon, Aspidosperma, Duguetia, Aniba, Nectandra y Ocotea. También hay palmeras de los géneros Scheelea, Phytelephas. Socratea, Iriartea y Astrocaryum. En los sectores hidromorfos o de mal drenaje existen rodales de Mauritia, Euterpe o de Jessenia. La vegetación secundaria suele estar dominada por Cecropia, que a veces forma rodales homogéneos.

En el bosque seco-tropical la vegetación es más baja, con árboles dispersos que alcanzan los 30 m de altura, y forma tres estratos. Hay diversas cactáceas y las especies arbóreas más conspicuas pertenecen a los géneros Cedrela, Amburana, Hymenaea, Manilkara, Tabebuia y Schinopsis. También hay palmeras de los géneros Scheelea, Phytelephas y Astrocaryum.

La fauna es típica del llano amazónico, con una gran diversidad de primates (Ateles, Alouatta, Cebus, Saimiri, Lagothrix, Saguinus), de murciélagos y roedores. Entre las especies de mamíferos más notables se encuentran pecaríes, tapires, ronsocos, venados, jaguares, ocelotes, pumas, lobos de río y nutrias. También existen los raros cánidos Atelocynus y Speothos, los prociónidos Nasua y potos, diversos mustélidos y un gran número de edentados. En los ríos se encuentran delfines, pero no manatíes. Las aves son abundantes y hay muchos reptiles y batracios. Entre los primeros se encuentran Caimán, Crocodylus y Melanosuchus niger así como tortugas Podocnemis unifilis y P. geochelone.

Clasificación de la selva central dentro de los trópicos húmedos americanos

Una vez efectuada esta somera descripción de los principales ecosistemas de la Selva Central del Perú, debe recordarse que esta región representa apenas el 0.5 por ciento de los trópicos húmedos de América del Norte, Central y del Sur y sólo incluye dos de las seis provincias reconocidas por Cabrera y Willink (1973) y dos de las trece que reconoce Udvardy (1975). También contribuye a la complejidad de la región la existencia de numerosas cadenas montañosas, aunque menos importantes que los Andes.

Así como varían las características climáticas, geológicas y edafológicas, también varía la biota, aunque puedan conservar características similares. Hay muchas especies y géneros de plantas y animales que se encuentran en la gran mayoría de las provincias biogeográficas, pero muchas de ellas son endémicas de cada provincia y a veces aún de cada zona de vida. Por ejemplo, algunos importantes mamíferos son muy generalizados, como el pécari (Tayassu tajacu), el jaguar (Panthera onca), el ocelote (Felis pardalis), el puma (Felis concolor) y el venado (Mazama americana). Otras especies, como el Tapirus terrestris, aunque muy extendidas, están restringidas a ciertas provincias. El Tapirus bairdi aparece en América Central y el Tapirus pinchaque únicamente se encuentra en ciertos distritos del Perú, Ecuador y Colombia. Otras especies son endémicas a una o pocas zonas de vida del sistema Holdridge, como el mono de cola amarilla (Lagothrix flavicauda) o los monos del género Leontopithecus que sólo pueden encontrarse en la provincia Atlántica o en la provincia de Sierra del Mar, del Brasil, respectivamente.

Suelos

Sólo el 7 por ciento de los trópicos húmedos americanos contiene suelos moderadamente fértiles. El resto tiene suelos que son ácidos y estériles (oxioles y ultisoles), con drenaje inadecuado, arenosos y estériles, o poco profundos. Los más abundantes son los oxisoles (50 por ciento), seguidos de los ultisoles (32 por ciento), ambos de características ácidas y pobres en nutrientes, aunque los oxisoles tienen buenas propiedades físicas y son profundos y bien drenados. Los ultisoles son morfológicamente similares, ya que también son profundos y bien drenados, aunque muestran un acusado incremento de la proporción de arcilla en sus partes más profundas, y sus propiedades físicas son menos favorables, ya que se presentan generalmente en pendientes y, por lo tanto, son susceptibles a la erosión (NRC, 1982; Sánchez y Cochrane, 1980). Los oxisoles y ultisoles también presentan serias deficiencias químicas: alta acidez, niveles tóxicos de aluminio, deficiencias en fósforo, calcio, magnesio, azufre, zinc y otros micronutrientes, baja capacidad de intercambio catiónico, y alta capacidad de fijación de fósforo. Algunos oxisoles tienen baja capacidad de retención de agua. Por otra parte, hay evidencia de que estos suelos no son tan laterizables como se creía en el pasado (NRC, 1982).

Los suelos jóvenes denominados inceptisoles, entisoles, gleysoles, andosoles, cambisoles y fluvisoles, regosoles y litosoles, en la descripción de la Selva Central, pueden ser fértiles o estériles y cubren un 14 por ciento de los trópicos húmedos americanos. El 4 por ciento restante son alfisoles (luvisoles, nitosoles éutricos, planosoles), spodosoles (podzoles) y vertisoles.

Infortunadamente, en la edafología de los trópicos húmedos se han utilizado diferentes sistemas de nomenclatura. Cada método tiene sus aspectos positivos, pero ello puede resultar confuso para los profesionales que no son especialistas en suelos. El U.S. National Research Council (NRC, 1982) ha proporcionado información (Cuadro 4-4) que puede resultar de utilidad para correlacionar los distintos sistemas de clasificación.

Cuadro 4-4 TERMINOLOGIA DE LA CLASIFICACION DE LOS SUELOS EN LOS TROPICOS HUMEDOS

Clasificación taxonómica de los suelosa

Descripción de FAOb

Sistema USDA 1938c

Francésd

Brasileñoe

Oxisoles

Ferrasols

Latosols

Soils Ferraltiques fortement desatures typiques ou humiféres

Latossolos. Terra Roxa Legitima

Ultisoles

Acrisols Dystric Nitosols

Red Yellow

Soils ferralitiques lessives

Podzólico Vermelho-Amarelo

Inceptisoles

(varios)

(varios)

Sols peu evolues

Solos com horizonte B


Aqueptes

Gleysols

Low Humic Gleys

Sols Hydromorphes

Solos hidromorficos


Andeptes

Andosols

Andosols

Andosols



Tropeptes

Cambisols

Brown Forest

Sois brunifiés

Solos com horizonte B. incipiente

Entisoles

(varios)

(varios)




Fluventes

Fluvisols

Alluvials

Sols minereaux bruts

Solos aluviais


Psammentes

Arenosols and Regosols

Regosols

Regosols

Regosols, Areias Quartzisosas

Fases Líticas

Lithosols

Lithosols

Sols lithiques

Litossolos

Alfisoles

Luviosols Eutric Nitosols Planosols

Eutric Red Yellow Podzolics, Terra Roxa, Planosols

Sols ferrugineaux tropicaux, lessives

Podzólico Vermelho-Amarelo equivalente eutrofico; Terra Roxa Estruturada, Planossolos

Histosoles

Histosols

Peat, Bogs

Sois organiques

Solos orgánicos

Spodosoles

Podzols

Podzols

Podzols

Podzols

Mollisoles

Rendzinas
Phaeozems

Rendzinas
Chernozems

Brunizems

Vertisoles

Vertisols

Grumusoles

Vertisols

Grumusols

Aridisoles (salino)

Solonchaks

Solonchaks

Sols halomorphes

Solonchak

a. Soils Survey Staff (1975).
b. Dudal(1980).
c. Baldwin et al, (1938). Cline el al, (1955).
d. Aubert(1965).
e. Costa de Lemos (1968).

Fuente: U.S. National Research Council (1982).

Ecosistemas

Cada provincia o distrito biogeográfico y cada zona de vida contiene diversas unidades suficientemente diferenciadas, organizadas y estables como para constituir ecosistemas en sí mismas. Tal es el caso de los ríos, lagunas, quebradas, pantanos, llanuras aluviales, colinas y laderas de montañas. La diversidad de los ecosistemas es mayor si se consideran los ecosistemas seminaturales (que algunos llamarían artificiales) creados por la intervención humana. En el Cuadro 4-5 se indican algunos de los ecosistemas más frecuentes.

Cuadro 4-5 ECOSISTEMAS MAS FRECUENTES EN LOS TROPICOS HUMEDOS DE AMERICA

1. Ecosistemas naturales

Ecosistemas Terrestres

Ecosistemas Forestales

Bosques Inundables

Bosques Aluviales

Bosques de Colina

Bosques de Meseta

Bosques de Montaña

Ecosistemas No Forestales

Palmeras de Mauritia

Pantanos

Savanas

Manglares

Islas

Ecosistemas Acuáticos

Ecosistemas Lénticos

Lagos y Lagunas

Estuarios

Ecosistemas Lóticos

Ríos de Aguas Claras

Ríos de Aguas Blancas

Ríos de Aguas Negras

Riachuelos y Quebradas

2. Ecosistemas Semi-Naturales

Ecosistemas Terrestres

Bosques Explotados y/o Manejados


Bosques Secundarios


Vegetación Secundaria


No Arbórea


Ecosistemas Acuáticos

Ecosistemas Lénticos Muy


Intervenidos y/o Afectados


Ecosistemas Lóticos Muy


Intervenidos y/o Afectados


3. Ecosistemas Artificiales

Ecosistemas Terrestres

Agricultura Anual


Agricultura Perenne


Pastizales


Plantaciones Forestales


Ecosistemas Acuáticos

Embalses


Estanques


Todos los ecosistemas, así como las especies que existen dentro de ellos, se ven sometidos a influencias decisivas de otros ecosistemas, especialmente los adyacentes. Los ecosistemas acuáticos, por ejemplo, están estrechamente influenciados por los ecosistemas terrestres que los rodean. En efecto, los ríos no son sino partes funcionales de unidades mayores. Sus aguas se deslizan por superficies terrestres o surgen de corrientes subterráneas que drenan a través de los ríos. Las aguas acarrean todo lo que pueden movilizar por su acción física y química, incluyendo sustancias particuladas y solubles provenientes de la descomposición y del proceso de remineralización de la materia orgánica.

Biomasa

La biomasa de la vegetación (fitomasa) de los bosques tropicales húmedos es usualmente muy alta. En el Cuadro 4-6 se muestra la biomasa en toneladas de materia seca encontrada en diferentes lugares, en diferentes condiciones de bosque. La fitomasa proveniente de las proximidades de Manaos, en Brasil, alcanzó a 990 toneladas por hectárea de materia fresca, incluidas las raíces, que equivaldría a 283 toneladas de materia orgánica seca por hectárea (Klinge et al. 1975). Esta fitomasa se acumula durante largos períodos de tiempo, probablemente siglos, y no representa un índice de productividad, que es bastante baja en los trópicos húmedos.

En contraste con la fitomasa, la zoomasa es muy escasa. Se han encontrado zoomasas de apenas 64 a 210 kilogramos por hectárea (Klinge et al. 1973; NRC, 1982) de la que los invertebrados del suelo, en especial ácaros, colémbolas, termitas y hormigas, representan un 79 por ciento. La biomasa de vertebrados varía, en promedio, entre 7 y 30 kilogramos por hectárea. Esto se debe a la escasa disponibilidad de nutrientes para los herbívoros y los invertebrados del follaje, a la amplia diversidad de especies, y al reducido tamaño de los mamíferos en comparación con los de otros continentes. Por otra parte, el tamaño de los peces en América del Sur iguala o excede al de los peces de Africa y Asia, y la zoomasa acuática de los ambientes lóticos de aguas blancas es propocionalmente elevada.

Productividad

La productividad es la biomasa producida durante una determinada unidad de tiempo. La producción primaria bruta de vegetación es muy alta en los trópicos húmedos a consecuencia de la luz, la temperatura, el agua, los nutrientes y el dióxido de carbono. De esta producción depende la alimentación de la mayoría de los organismos, que obtienen los nutrientes a través de tres diferentes rutas: cadenas de alimentación en base a plantas vivas, cadenas de alimentación en base a plantas muertas y, cadenas de alimentación basadas en detritos vegetales y microbios. De éstas, la principal en el trópico húmedo es la tercera, que provee la mayor parte de la productividad primaria del sistema, ya que sólo los microbios pueden descomponer la lignina y la celulosa. Sin embargo, las tres cadenas de alimentación son estrechamente interdependientes como lo demuestra la simbiosis entre las termitas y los microorganismos que descomponen la madera.

Cuadro 4-6 VALORES DE BIOMASA VEGETAL CIM/HA DE MATERIA SECA PARA ALGUNOS BOSQUES TROPICALES DE AMERICA LATINA Y EL CARIBE

Sitio

Característica

Fitomasa (TM de material seco/ha)

Autor

Puerto Rico

Bosque montano bajo

198a

Ovington y OIson (1970)

" "

Bosque montano bajo

311

Odum et al (1970)

Panamá

Bosque tierra baja

363a

Golley et al (1969)

Brasil

Bosque lluvioso

380

Klinge (1972)

Colombia

Bosque lluvioso

325

Salas (1973)

"

Bosque lluvioso

185

"

"

Primary Rain Forest

326

Salas (1978)

"

Bosque lluvioso primario

182a

"

"

Bosque lluvioso primario

185a

"

"

Bosque secundario 16 años

203a

"

"

Bosque secundario 5 años

68a

"

"

Bosque secundario 2 años

19a

"

a. Sin raíces.

Fuente: G. de las Salas (1978).

El factor principal que limita la productividad es la baja fertilidad de los suelos. En los trópicos húmedos, la mayoría de los nutrientes se encuentra en la biomasa viva o muerta, más que en el suelo (como sucede en los ecosistemas templados o secos). Los sistemas radiculares se mantienen superficiales y penetran el colchón de materia orgánica, pero no el suelo.

Interdependencia entre Especies y Sucesión

Cualquier perturbación natural o humana, que crea un nuevo hábitat o que altere significativamente el existente, origina una serie fija de composición de las especies, que se llama sucesión. Por ejemplo, las primeras plantas existentes en una zona se benefician de la escasa competencia por la luz y por los nutrientes, y quizá ésa sea la única oportunidad de que un 75 por ciento de las especies arbóreas del bosque alcancen la madurez (Hartshorn, 1978). Al mismo tiempo, muchos invertebrados y vertebrados dependen de la sucesión para sus ciclos vitales: una especie, cuando es joven, puede requerir hospedadores en la vegetación sucesional, mientras que en estado adulto puede vivir en un bosque clímax. Dicho de otro modo, las áreas sucesionales son indispensables para una saludable regeneración forestal, así como para la supervivencia de numerosas especies animales.

Los datos disponibles sugieren que la interacción entre poblaciones tiene mayor significación en la regulación de la estructura y función de las comunidades en los trópicos húmedos que en las regiones templadas. El papel de los murciélagos, aves, insectos y otros animales que se alimentan de semillas en los claros de los bosques son ejemplos de este fenómeno. El árbol de la nuez del Brasil (Bertholletia excelsa) depende de ciertas abejas de la familia de las Meliponidae para su polinización, y sus semillas deben pasar necesariamente por el tracto digestivo de ciertos roedores para poder germinar. Cuando ese árbol no está en flor, las abejas dependen de las flores de otros árboles pequeños, que si son eliminados, provocarán indirectamente dificultades a la fertilización del árbol de la nuez del Brasil.

Otro ejemplo de interdependencia es el de las hormigas cortadoras de hojas (Atta). Estas son afectadas por la sucesión vegetal, siendo sus nidos más numerosos en las primeras etapas de la sucesión y mucho menos en los bosques clímax. Pero las hormigas, a su vez, también influyen sobre la sucesión vegetal a través de su uso selectivo de las especies vegetales y por su aporte de nutrientes depositados.

Diversidad de Especies

La diversidad de especies en los trópicos húmedos es extraordinaria. Pueden contarse centenares de especies en una hectárea, incluyendo hasta un centenar de especies arbóreas. El número de animales es aún mayor, habiéndose estimado recientemente la existencia de 42 000 especies de insectos en una sola hectárea (NRC, 1982) y Janzen (1982) encontró 50 especies de hormigas en apenas un metro cuadrado. En sólo una décima parte de un kilómetro cuadrado pueden hallarse más de un centenar de especies de mamíferos, 400 especies de aves, un centenar de especies de reptiles y algo menos de batracios. Esta diversidad, que explota con tanto éxito las condiciones del trópico húmedo y la escasa fertilidad de la mayoría de sus suelos tropicales, hace que para el hombre resulte un considerable desafío explotar esos ecosistemas sin que pierdan algunos de sus recursos genéticos, muchos de los cuales son endémicos.

La evidencia sugiere que la diversidad de las especies tropicales podría ser en gran medida el resultado de los cambios climáticos ocurridos en la América tropical durante el período cuaternario, especialmente en los últimos 100 000 años. Particularmente importante fue la alternancia de condiciones climáticas favorables y desfavorables a la vida provocadas por las glaciaciones. Durante los períodos de glaciación la biota se mantuvo aislada en unas pocas áreas donde pudo sobrevivir debido a la humedad. En los períodos interglaciares, las especies se esparcieron desde esos refugios y se entremezclaron. La dispersión que siguió a los repetidos aislamientos causados por las sucesivas glaciaciones originó una pasmosa diversidad de especies. Los refugios pleistocénicos que se han identificado claramente en diversos países, incluyendo Brasil y Perú, constituyen centros de crecimiento de especies endémicas, y su preservación puede proteger eficazmente el patrimonio genético.

Protección de los principales ecosistemas en los trópicos húmedos

Se denominan zonas protegidas aquellas que gozan de un status legal especial, que se hallan bajo protección absoluta o uso restringido y que aseguran la conservación de los ecosistemas y especies que contienen. En América Latina y en otras partes del mundo, es tan grande la diversidad de los términos para designar las zonas protegidas y los objetivos que corresponden a esos términos, que la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) adoptó una nomenclatura que clasifica a las categorías alternativas de manejo de acuerdo con los principales objetivos de conservación perseguidos en cada caso. Los números romanos que se incluyen en la lista siguiente indican las categorías de la UICN que equivalen a las categorías peruanas.

La legislación peruana reconoce siete categorías: parques nacionales (I-II), reservas nacionales (III), santuarios nacionales (III-IV), santuarios históricos (V), bosques de protección (VIII), cotos de caza (VIII), zonas reservadas (VI) y reservas comunales (VII). De éstas, las cuatro primeras forman parte del Sistema Nacional de Unidades de Conservación. Los bosques de protección son zonas directamente dependientes de la administración forestal propiamente dicha y no de los parques nacionales, mientras que los cotos de caza y las reservas comunales dependen de la administración de la fauna silvestre. Las zonas reservadas (VI), como norma, son de carácter transitorio, y generalmente se convierten en cualquiera de las otras categorías.

El Sistema Nacional de Unidades de Conservación del Perú está formado por 18 parques nacionales, reservas nacionales y santuarios nacionales e históricos que abarcan en conjunto 4 285 499 hectáreas, o sea el 3.33 por ciento del territorio nacional. El sistema también incluye 2 506 739 hectáreas a las que se ha acordado el status de reservas de la biosfera, de las que actualmente hay tres establecidas. Se encuentran bastante avanzados los estudios para establecer otras 11 unidades de conservación, que podrían proteger más de 5 millones de hectáreas adicionales. Por lo tanto, sería realista esperar que para fines del siglo, el Perú tenga protegido, bajo un régimen especial, a más del 7 por ciento de su territorio.

Entre los cinco parques nacionales (1 984 606 ha), ocho reservas nacionales (2 218 006 ha), dos santuarios nacionales (11 315 ha) y tres santuarios históricos (35 392 ha), sólo cuatro unidades pertenecen a la denominada provincia de las Yungas, según la clasificación de Udvardy (1973). Dichas unidades son los Parques Nacionales Manu (1 532 896 ha), Tingo María (18 000 ha) y Cutervo (2 500 ha) y el Santuario Histórico Machu Picchu (32 592 ha).

De acuerdo con Dourojeanni y Ríos (1981), sólo 884 585 hectáreas de la provincia de las Yungas dentro de esta provincia biogeográfica están protegidas (4.1 por ciento) correspondiendo más del 95 por ciento a la parte alta del Manu. Por otra parte, tanto Tingo María como Cutervo son excesivamente pequeños para asegurar la conservación de sus biotas y, además, están profundamente alterados por la explotación forestal y los cambiantes cultivos. No obstante, la provincia de las Yungas tiene una especial significación porque contiene la mayor diversidad biológica y la mayor proporción de endemismos biológicos en el Perú. Es también la más amenazada por la expansión agropecuaria y la expansión de las actividades de pastoreo. Diversos estudios demuestran que durante las próximas dos décadas, 7 millones de hectáreas en esta región se verán afectados, con un total de 12 millones de hectáreas (Dourojeanni, 1980), con lo que la pérdida de especies de la flora y la fauna será considerable.

Se han propuesto tres áreas de la Selva Central como unidades de conservación. La primera es Cutibireni, en la cordillera de Vilcabamba, la segunda es Yanachaga y la tercera es Sira-San Carlos. Yanachaga es un ejemplo de refugio del pleistoceno de Chanchamayo-Apurímac, mientras que Sira-San Carlos constituye una parte del refugio Pachitea-Ucayali, y Cutibireni es una parte del refugio Urubamba.

El proyecto de parque nacional en la cordillera del Sira abarcaría 1 022 hectáreas; la unidad de conservación de Yanachaga 226 000 hectáreas y la de Cutibireni probablemente cerca de un millón de hectáreas (Dourojeanni, 1980).

Unidades de Conservación en los Trópicos Húmedos Americanos

En el Cuadro 4-7 se muestra una lista de las unidades de conservación (parques nacionales y reservas equivalentes) reconocidas por la UICN (1980) y que existían en los trópicos húmedos americanos en 1980. Puede verse que existían 87 unidades establecidas que abarcaban prácticamente 143 000 km2, es decir el 1.6 por ciento de la región. Las provincias de Udvardy (1975) mejor representadas son la Panamense (4.2%), la Amazonense (3.6%), la Costa Colombiana (3.6%) y la Montano Colombiana (3.3%). Las menos representadas eran las provincias Guerrense, el Bosque Pluvial Brasileño, la Sierra del Mar, la Campechense, la Madeirense, la Guyanense y la Centroamericana, todas con menos de 1 por ciento de su territorio protegido. Sólo la provincia Yucatense no contenía ninguna unidad de conservación reconocida.

La efectividad de la conservación y el manejo de estas 87 unidades es sumamente variable. Algunas zonas han sido virtualmente abandonadas, aunque ello no implique necesariamente la pérdida de los recursos que justificaron su establecimiento.

No existen pautas precisas sobre el porcentaje mínimo del territorio de una región o ecosistema que deba ser protegido para asegurar la supervivencia de su patrimonio genético o para lograr otros objetivos. Se estima, sin embargo, que esta cifra debe ser por lo menos de un 3 a un 7 por ciento. El porcentaje de tierras protegidas en los trópicos húmedos americanos se halla muy por debajo de ese porcentaje. No obstante, en los últimos dos años se han establecido varias unidades de conservación nuevas en Brasil y Centroamérica. Con las propuestas para el Perú y otros países, por lo menos un 2 por ciento de las tierras debería quedar finalmente protegido.

Existen otras áreas protegidas que corresponden a categorías no incluidas en la lista de la UICN: reservas forestales, bosques nacionales, bosques de protección, reservas hídricas, etc. Sin embargo, en general estas zonas de América Latina sólo existen en el papel y no han generado el manejo que requieren.

Cuadro 4-7 UNIDADES DE CONSERVACION ESTABLECIDAS EN EL TROPICO HUMEDO AMERICANO EN RELACION A LAS PROVINCIAS BIOGEOGRAFICAS (UDVARDY)

Provincias biogeográficas

Número de unidades

Superficie de las unidades (km2)

% de todas las área de conservación

% de las provincias biogeográficas

Amazonense

14

92 180

64.4

3.6

Madeirense

1

10000

6.9

0.6

Yucatense

-

-

-

-

Campechense

3

935

0.7

0.4

Guerrense

2

112

0.1

0.1

Centroamericanense

17

2863

2.0

0.9

Panamense

4

2871

2.0

4.2

Costa Colombiana

4

6450

4.5

3.6

Yungas

3

9 585

6.7

1.5

Montano Colombiana

5

5 090

3.6

3.3

Bosque Pluvial Brasileño

8

3948

2.8

0.2

Sierra del Mar

8

2 962

2.1

0.2

Guyanense

18

6053

4.2

0.7

TOTAL

87

143049

100.0


Fuente: UICN(1980) y Dourojeanni (1981).

Bienes y Servicios Producidos por las Zonas Protegidas

Entre los productos provenientes de las zonas protegidas figuran aquellos que son hechos de plantas no maderables, una de las pocas especies cuya explotación puede resultar aceptable en ciertos tipos de zonas protegidas, tales como las reservas forestales y de cuencas hídricas. Las plantas no maderables son muy importantes para las economías locales. Proporcionan una amplia variedad de productos, incluyendo gomas, látex, resinas, cortezas, fibras de corteza, fibras de hojas (especialmente de palmeras), frutos, semillas, flores, hojas para construcción, lianas para amarres, plantas ornamentales, plantas medicinales, plantas utilizadas para la magia, drogas, forrajes y hongos comestibles.

Las zonas protegidas en los trópicos húmedos proveen numerosos y variados servicios, tales como control de inundaciones y de la erosión, provisión para bancos genéticos, agua dulce, buffering de ecosistemas, y recreación (Miller, 1980). La significación de estos servicios depende directamente de los objetivos y del tamaño de cada área protegida. En consecuencia, los parques nacionales, las reservas nacionales y las reservas forestales, que son las zonas protegidas de mayor tamaño, proporcionan los servicios más importantes desde un punto de vista global. Todas estas zonas, exceptuando las zonas reservadas, incluyen la provisión de algunos de esos servicios entre sus objetivos concretos.

Las zonas protegidas pueden parecer obstáculos al desarrollo, pero si se considera que dentro de dos o tres décadas las mismas serán las únicas áreas de los trópicos húmedos americanos que no habrán sido profundamente alteradas por la actividad humana, su protección será considerada la única forma de asegurar la supervivencia de los servicios verdaderamente irremplazables que proveen.

Conflictos entre las áreas protegidas y otras formas de uso de los recursos naturales

Existe una serie de conflictos entre la protección de una zona y otras formas de uso de los recursos naturales. Estos conflictos pueden agruparse en tres categorías: los provocados por el uso propuesto de áreas naturales existentes o previstas en formas incompatibles con los objetivos de tales áreas; los derivados del uso propuesto de tales áreas en formas moderadamente compatibles con sus objetivos, y los conflictos provocados en otras áreas y en otras actividades, como resultado de la existencia de áreas protegidas.

El primer tipo de conflicto no tiene fundamentalmente solución: en un parque nacional no puede talarse y quemarse la vegetación para hacer prados o pastizales.

Esta incompatibilidad es tan absoluta que los arreglos no constituyen soluciones viables. Estos conflictos deben evitarse o prevenirse, ya que su resolución siempre origina nuevos problemas.

El segundo tipo de conflicto, a diferencia del anterior, puede tener alguna forma de solución. Este tipo de conflicto aparece cuando la explotación de los recursos de un área protegida no es totalmente compatible con los objetivos del área. Por ejemplo, puede ser necesario construir una carretera a través de un parque o de una reserva nacional. Si su construcción satisface ciertos requisitos, su construcción no sólo puede resultar factible sino beneficiosa para las áreas protegidas que atraviesa.

El tercer tipo de conflicto es el que aparece cuando las áreas protegidas tienen efectos adversos sobre la salud o las actividades humanas. Un ejemplo típico es un parque nacional u otra área natural que contiene animales que constituyen plagas para los cultivos, parásitos del ganado o del hombre o reservorios de enfermedades. Cuanto más susceptibles sean tales áreas a la actividad humana, mayor será su impacto y los conflictos resultantes. Por ejemplo, los vampiros y los grandes felinos pueden atacar al ganado y refugiarse en áreas protegidas cercanas. Este tipo de conflictos tiene, por lo general, soluciones técnicas apropiadas.

Algunos conflictos importantes surgen por la extensión que ocupan las áreas protegidas y la necesidad de mantenerlas intactas. Tal es el caso de los parques nacionales que deben ser de gran extensión. Como los mismos protegen ejemplos de diferentes ecosistemas y por su diversidad genética deben, necesariamente, ocupar tierras potencialmente valiosas para la agricultura, la ganadería o la silvicultura, lo que puede también agravar los conflictos.

Con frecuencia los bosques de protección se crean para proteger las cuencas altas, es decir, evitar la erosión y mantener el volumen y la calidad del abastecimiento de agua. Mientras que la caza, la pesca o aún la minería pueden no causar problemas (siempre que no contaminen el aire y el agua) el conflicto surge si los bosques contienen especies valiosas (Podocarpus o Juglans) que resultan atractivas para los intereses madereros. La tala de grandes extensiones de árboles es incompatible con los propósitos de la conservación del suelo y del agua, a menos que se la efectúe con el mayor cuidado.

En muchos casos, la importancia de un conflicto no depende del tamaño del área protegida o de su atractividad para la industria, sino de otros factores. Tal es el caso de los santuarios nacionales e históricos. Estas áreas son generalmente pequeñas y su tamaño varía de cientos a varias decenas de miles de hectáreas, y o bien protegen a determinados ecosistemas, especies o fenómenos geológicos o constituyen tesoros arqueológicos o históricos. Sin embargo, sus territorios deben mantenerse absolutamente intactos. La importacia de los conflictos generados por ellos puede llegar a tener gran significación, como en el caso de la central hidroeléctrica construida en el corazón del Santuario Histórico de Machu Picchu en el Perú.

Es preciso tener en cuenta que los conflictos no sólo surgen como consecuencia de los efectos que las áreas protegidas pueden tener sobre sus propios territorios o en territorios vecinos. También incluyen a las actividades que se realizan en áreas aledañas que afectan a las áreas protegidas. Ese es el caso de los contaminantes industriales, como los producidos por la refinación de metales, las fábricas de cemento o de pulpa y papel por encima o a sotavento de un área protegida. Las mismas también pueden verse perjudicadas por fertilizantes, pesticidas y otros contaminantes agrícolas y urbanos que son transportados por el agua o el viento. Cuanto más pequeña sea el área protegida, mayor será el daño resultante. Tales influencias negativas sobre las unidades de conservación y otras áreas protegidas han llevado a desarrollar el concepto de áreas "buffer" o tampón, como cuando los bosques nacionales que rodean a un parque, reserva o santuario nacional los aíslan parcialmente de las zonas agropecuarias o del desarrollo industrial y urbano.

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