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H.4 Relaciones interétnicas

La apertura de la Carretera Panamericana añadirá un nuevo elemento de inestabilidad dentro del delicado panorama de las relaciones interétnicas en el Darién. Históricamente, el aislamiento geográfico de la población a lo largo de las arterias fluviales, lo mismo que la débil dinámica económica del área, han permitido la prolongada continuidad de este precario balance interétnico, aunque con alteraciones ocasionales.

Con la Panamericana vendrán nuevos proyectos y empresas donde surgirán fuerzas socio-económicas que alterarán el equilibrio tradicional y se intensificará la migración de Colombia, lo mismo que del interior del país hacia el Darién. Aunque por una parte la carretera servirá de vía de escape a la población, facilitando su emigración hacia la zona de tránsito, por otro lado será más fuerte el proceso inverso, o sea la migración hacia el Darién, fenómeno que acentuará la competencia por los recursos existentes.

Colonos, darienitas, chocoes y chocoanos han convivido por largos años, aunque no en estrecha amistad por lo menos con tolerante indiferencia y bastante sospecha mutua. Sin embargo, en este juego interétnico el punto álgido será, a corto plazo, lo que ocurrirá entre los indígenas chocoes y los libres, en particular los negros chocoanos, emigrantes de Colombia. A largo plazo las relaciones entre chocoes y los colonos interioranos contienen el potencial más destructor.

La inflación mundial ha traído durante los últimos dos años un debilitamiento del poder adquisitivo de la moneda colombiana, y este fenómeno ha reafirmado el atractivo económico de Panamá, donde circula libremente una moneda fuerte como el dólar. La dispersa información existente pareciera indicar que durante este mismo período ha aumentado el caudal migratorio colombiano hacia el Darién, sobre todo de hombres en la plenitud de su edad productiva; muchos ya están formando parte de la fuerza de trabajo de las grandes obras de infraestructura (represa del Bayano y carretera del Tapón del Darién). Sin embargo, otros siguen engrosando las filas de la población agrícola, asentándose en las orillas de los ríos darienitas y entrando en competencia directa con los chocoes.

Durante los últimos congresos regionales indígenas han surgido llamados de los dirigentes chocoes solicitando al Gobierno Nacional que intensifique los controles para reducir la migración de los chocoanos al Darién. Este es un problema tan serio, que si el Gobierno no actúa con presteza, puede que los mismos indígenas encuentren la forma de ejercer este control migratorio con sus propias manos.

De los grupos étnicos, son los chocoes los más conscientes del potencial destructor que puede traer la apertura de la Carretera Panamericana, sobre todo la migración de colonos interioranos. Lo que a largo plazo se perfila como el problema más serio es la expansión casi natural del frente ganadero representado por los campesinos interioranos. Los chocoes perciben este potencial, y con el fin de tener un mayor margen de seguridad están presionando fuertemente para lograr que el estado les reconozca la reserva que sirva de base territorial garantizadora de la continuidad socio-económica del grupo.

Recientemente han surgido conflictos entre campesinos chiricanos que han organizado un asentamiento dentro de tierras que los chocoes consideran terrenos tradicionales del grupo, y ven la promoción de esta empresa como una invasión. No hay duda alguna que en el futuro se organizarán más campesinos a través de Juntas Agrarias o asentamientos para obtener mayor ayuda estatal. Parece evidente que no se debe permitir la migración de campesinos o la formación de sus organizaciones si éstos se establecen en áreas habitadas por los grupos indígenas.

En síntesis el Darién, más que ninguna otra provincia ofrece un complejo e inestable marco social en donde las relaciones interétnicas juegan un papel preponderante y la Carretera Panamericana será un factor de inestabilidad que alterará este equilibrio. Por consiguiente, hoy más que nunca el Estado debe actuar con prontitud y firmeza a fin de que el resquebrajamiento del equilibrio no degenere en actos de violencia étnica, como fácilmente podría ocurrir. Algunas de las medidas concretas que podrían servir como un paso en esta dirección podrían ser las siguientes: en primer lugar se podría conceder a los grupos chocoes la seguridad de los bienes que hoy ocupan, porque de otra forma habría violencia interétnica ya sea contra los chocoanos o los campesinos interioranos y viceversa, y en segundo lugar habría que formular una política de zonificación de áreas de colonización. Por último, habría que ejercer un control sobre la inmigración chocoana, que es rechazada por los otros grupos del área.

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