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5. Transformación de la estructura productiva

5.1 Establecimiento de objetivos
5.2 1a. Etapa: Adecuación del uso actual del suelo
5.3. 2a Etapa: Ampliación de la frontera agrícola

5.1 Establecimiento de objetivos

En los apartados anteriores la problemática de la agricultura a niveles nacional, regional y local fue tratada de manera general. La disponibilidad de información local, no dejo otro alternativa que recurrir a fuentes creadas por otros trabajos realizados anteriormente.

De dichos antecedentes puede concluirse que la posibilidad de expansión del área productiva está directamente vinculada al riego. Esto puede constatarse en primer lugar por la distribución pluviométrica anual y los niveles de precipitación y, en segundo lugar, por los índices de rentabilidad de los cultivos, notándose una sensible diferencia en favor de las actividades agrícolas bajo riego.

El principal objetivo de un programa de desarrollo en este campo sería elevar los niveles de renta, empleo, consumo, ahorro, productividad y salud, buscando modificar positivamente las condiciones actuales del área. Para ello debería intentarse abordar de manera sistemática ciertos obstáculos básicos del propio sistema productivo tales como la estructura fundiaria y la forma de utilización del suelo, organizando la producción de manera de buscar cierta especialización en el proceso productivo, ampliando el sistema de asistencia técnica, mejorando la infraestructura, etc.

El punto de partida estaría dado por la optimización del uso de los recursos naturales, entendiendo esto como la mejor forma de adecuar el proceso productivo a la disponibilidad y distribución de los recursos naturales existentes.

En tales condiciones, el riego debería integrarse como un instrumento de apoyo, para el cual se definirían los límites cuantitativos y cualitativos en función de lo que requiera la adecuación de la estructura productiva.

Otro punto importante a considerar es el relativo a la falta de definición de una política de desarrollo regional en Bolivia. Esto es fundamental pues en la medida en que se pretenda definir un grupo de proyectos vinculados al sector agropecuario, se hace necesario dejar previamente aclaradas las funciones que debe asumir cada región dentro de la estrategia nacional.

Lo que se nota actualmente es la ausencia de funciones diferenciadas a nivel regional lo que se traduce en zonas con estructuras productivas idénticas, y por ende en una falta de aprovechamiento de ventajas comparativas y en un comercio interregional de escasa significación.

Encarando el riego como instrumento básico imprescindible para el proceso dé crecimiento del área, el objetivo fundamental de un programa de acción sería la determinación de una mejor utilización de la escasa cantidad de suelos existentes dentro de las mejores condiciones de aprovechamiento posibles. De esta manera podría establecerse un programa en dos etapas: la primera correspondería al plan de adecuación del uso actual del suelo al uso potencial, dentro de los límites actualmente cultivados; la segunda etapa correspondería a la ampliación espacial de la frontera agrícola, incorporando nuevas áreas al proceso productivo, dentro de los límites de uso potencial del suelo que éstas ofrezcan.

Estas dos etapas deben apoyarse en procesos de adaptación sistematizados para la población campesina y de adecuación de las estructuras de apoyo necesarias, y deberán corresponderse con una racionalización efectiva del sistema de riego actual y futuro.

5.2 1a. Etapa: Adecuación del uso actual del suelo

Con los estudios ya realizados sobre clasificación de los suelos y su capacidad agrícola, se puede hacer un balance técnico de las condiciones que son utilizados. Esas condiciones implican establecer relaciones técnicas entre tipos de productos y suelos utilizados, intensidad y forma de uso, tecnología y rentabilidad obtenida, etc.

En el análisis del uso actual y potencial del suelo relativo a la primera etapa, corresponde aclarar si existe algún defecto sensible en la utilización, a partir del cual se pueda establecer un programa de ajuste que permita mejorar la disponílidad actual de tierras.

Se trata de adecuar la estructura productiva actual a las condiciones de suelo existentes y a partir de ello, estimar los efectos directos e indirectos sobre todo el aparato productivo. Esta adecuación deberá posibilitar de inmediato una combinación mejor de las demandas de cada producto para su pleno cultivo, de tal manera que implique una utilización más eficiente de los recursos hídricos, lo que podrá, de inmediato, representar una economía en la aplicación de inversiones para riego.

En el caso específico de la cuenca del Río Guadalquivir, es indispensable que el análisis del uso potencial del suelo esté estrechamente correlacionado con la estructura fundiaria.

De cualquier forma, lo fundamental es definir esta primera etapa en la cual se procurará adecuar el uso actual al potencial partiendo de una estructura productiva en funcionamiento dentro ce un espacio definido y con una disponibilidad de capital, individual o social, que debe ser totalmente aprovechada. Uno de los factores que más salta a la vista en el análisis del área, es la escasez de capital para reinversión, consecuencia de una tasa de ahorro baja, lo cual lleva inicialmente a la necesidad de organizar un programa dentro de los límites definidos por la estructura actual.

Asimismo, el propio producto individual debe estar en condiciones de sufrir modificaciones, aunque inicialmente las mismas no podrán sobrepasar los límites de su capacidad económica y tecnológica, debiendo tomar así una dimensión capaz de ser absorbida y desarrollada de tal forma que el producto esté próximo a las metas proyectadas por el programa.

5.3. 2a Etapa: Ampliación de la frontera agrícola

A esta segunda etapa corresponden las áreas que actualmente están fuera del sistema productivo y que una vez incorporadas implicarán un aumento absoluto de superficie utilizada en actividades agropecuarias. La diferencia fundamental entre ambas etapas es que en la primera se busca, a través de una racionalización del uso actual, un aumento relativo en los índices de productividad de renta global en el sector agropecuario, lo que implica una reorganización de los factores productivos, especialmente en la reasignación del factor capital combinado con el factor tierra, procurando dar al primero una mayor viabilidad, asegurada por una respuesta más efectiva del segundo.

En la segunda etapa, se podrá hablar de incremento en valor absoluto del factor tierra que participaren el proceso productivo lo que significará, al menos potencialmente, un incremento proporcional de la producción.

En el cuadro III-4 del Capítulo III se hizo un resumen del inventario de tierras según la clase de aptitud a que pertenecen y las condiciones de uso.

Del cuadro surge que hay más de 32 000 ha a incorporar en los usos más diversos. Esta superficie corresponde casi al doble de la superficie actualmente utilizada, pero no mantiene la misma distribución por grupos de capacidad dé uso.

En el cuadro IV-13, hecho a partir de las informaciones contenidas en el anterior, se procuró dar una idea más aproximada de esta distribución de suelos en la zona de ampliación de la superficie cultivada.

En la columna de porcentajes se calcularon los valores referentes al total cultivado, tanto en uso actual, como en las áreas potencialmente ocupables en el futuro; se nota que la distribución porcentual asume características inversas en las dos columnas cuando se les compara directamente. Es decir, las clases II, III y IV, en uso actual, presentan las mejores posibilidades de utilización. Con excepción del suelo tipo IV, que presenta algunas restricciones, exigiendo por consiguiente medidas de manejo más complejas, los suelos clase II y III tienen muy poca área a ser incorporada, lo que refuerza la necesidad de establecer bases de conocimiento y programación en dos etapas, correspondiendo a la primera una acción muy intensa, para verificar las posibilidades de reorganizar la base productiva sobre las superficies ya en uso.

CUADRO IV-13
Distribución de los usos actual y potencial por clase de suelos


Uso actual

Uso potencial

Superficie Cultivada

%

Superficie Cultivable

%

Clase II

4 197

22,8

757

2.3

Clase III

8 857

48,2

4 295

13,1

Clase IV

2436

13,2

9 078

27,8

Sub-total

15 490

84,3

14 130

43,3

Clase VI

1 572

8,5

6 309

19,3

Clase VII

-


11 690

35,8

Complejos Aluvio Coluviales

1 310

7,1

532

1,6

Sub-total

2 882

15,7

18 531

56,7

Total

18 372

100,0

32 661

100,0

Fuente: Evaluación económica del manejo del Sector Agropecuario (O.E.A., 1976)

La mayor superficie en condiciones potenciales de ser incorporada, corresponde a los suelos de clase VI y VII, dado que los dos grupos representan el 55,1% del total de superficie potencial. Los suelos de clase VIII fueron omitidos por los autores del cuadro base (Cuadro IV-4) por haber sido considerados inaptos para usos agropecuarios. Los complejos aluvio-coluviales que ya representan actualmente el 7,1% de la superficie total utilizada, tienen un potencial muy reducido de incorporación, el 1,6% del total, y aún pudiendo tener usos variados, se encuentran totalmente dispersos, lo que de manera global reduce aún más su potencial de aprovechamiento.

A partir de los suelos de clase IV, la mayor capacidad se le da a la pastura, para la cual existen menos restricciones de uso. En los suelos de clase VI aún podrían cultivarse aproximadamente 2 800 ha, dejando el resto para pasturas y bosques.

Los suelos de clase VII, que aisladamente tendrían una superficie incorporable de 11 700 ha, correspondiendo al 35,8% del total de tierras sin uso en el momento actual, presentan ya serias restricciones aún para la ganadería y la agricultura, siendo por lo tanto indicados para bosques.

En la medida en que se amplía el campo de restricciones al uso del suelo, se torna más complejo el problema de incorporación, especialmente considerando las exigencias de manejo, las cuales tienden a volverse gradualmente más intensas. Este factor va a afectar directamente la estructura de costos de los productos, que junto con su valor de mercado y demanda, puede llevar rápidamente a la no viabilidad de los proyectos que se propongan.

La ampliación de la frontera física de producción deberá tener en cuenta factores tales como mercado, estructura de productos, comercialización, stock, precios mínimos, crédito, asistencia técnica y coeficientes de utilización de mano de obra.

Por otra parte, como la producción y los índices de productividad estarán invariablemente condicionados al riego - y éste a su vez deberá exigir estructuras físicas de operación, que derivan en inversiones de gran valor - se hace indispensable que la ampliación de la frontera productiva tenga la capacidad de reducir los costos del sistema de apoyo directo a la producción bajo riego. Esto significa que las actividades agrícolas de bajo valor en el mercado estarán prácticamente fuera de las posibilidades de ocupar las superficies de producción futura. Esto, en el Valle del Guadalquivir, constituye el principal problema, pues la estructura productiva está excesivamente vinculada a pocos productos, que a su vez están vinculados al esquema de consumo regional y local, configurando incluso la gran superficie de cultivo para autoconsumo, lo que, de mantenerse hará impracticable, en términos de costos, la ampliación de la superficie de cultivo.

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