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Aprendiendo del pasado

Las dos últimas décadas pasadas han dejado algunas lecciones importantes. Más vidas y propiedades personales se podrían ahorrar, si se invirtiera modestamente en la reducción de vulnerabilidades de peligros naturales y en la prevención de desastres naturales. Estudios han demostrado que por cada dólar americano gastado en medidas de reducción de riesgos, aproximadamente de 10 a 30 pueden ser ahorrados en gastos de recuperación y reconstrucción de post-desastres. La rentabilidad económica y financiera en la reducción de riesgos podría ser más alta, si consideramos que la mayor parte del dinero invertido en la recuperación y reconstrucción de post-desastres es obtenido a través de préstamos, los cuales conllevan mayores tasas de interés que aquellos préstamos originales utilizados en la construcción de la dañada infraestructura social y económica.

El impacto económico de los desastres naturales va mas allá de la pérdida de cultivos e infraestructura económica, dejando atrás décadas de planificación para el desarrollo. Con pérdidas estimadas en US $ 5.5 mil millones y cerca de 11,000 muertes, el Huracán Mitch azotó fuertemente Centroamérica, atrasando los planes de desarrollo de todos los países de esa región. Más aún, sucesos recientes demuestran que los impactos van más allá de los estados y las fronteras internacionales, así como el Huracán Katrina, el cual luego de haber afectado tres de los estados más pobres de Estado Unidos, continúa produciendo pérdidas para la economía del país. Noventa y cinco por ciento de la capacidad de refinamiento del Estado de Lousiana resultó afectada, lo cual representó una reducción del  30 % de la capacidad de refinamiento en los Estados Unidos. Esto causó pérdidas de alrededor de US$ 150 mil millones en el comercio exterior del país en aceite, acero, granos, y otros productos, además de los impactos significativos en las cuentas fiscales de la nación. Al final, Katrina impactó el PIB crecimiento en Latinoamérica debido que las exportaciones a los Estados Unidos desde esa región se redujeron significativamente.

Otra lección evidente y necesaria de mencionar es el hecho que el área más pobre fue la  más golpeada. En el caso de Katrina, Nueva Orleans fue la ciudad más afectada, con índices de pobreza de 18.4% comparado con el promedio nacional de 10.9%. El Huracán Mitch afectó los municipios con los más altos niveles de pobreza en Nicaragua, en particular las áreas rurales. “De conformidad con la clasificación del FISE (Fondo de Inversión Social de Emergencia), de los 58 municipios más pobres en el país, 40 se encuentran en las provincias más afectadas por el Huracán Mitch.” (PNUD). En Honduras, las comunidades más humildes como Municipalidad de Choloma, La Lima y el Progreso, fueron las más afectadas.

De acuerdo con el Segundo Informe sobre el Desarrollo del Agua Mundial de la ONU, los desastres generados por fenómenos hidrológicos conforman 90% de ellos.  De conformidad con el Informe Mundial sobre Desastres 2005 de la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, las inundaciones afectaron más de 74 millones de personas, mientras que los huracanes afectaron 56 millones. Durante los años 90, en Sudamérica, los desastres naturales causaron cerca de 70 mil muertes. Más de la mitad de esta última cifra fueron producto de inundaciones. En 2003, las inundaciones que sufrió Argentina fueron las más grandes en  500 años que golpearon la región central-norte del país, desplazando más de 100,000 personas y causando cerca de US $1 mil millón en daños.

De conformidad con el Cuarto Informe de Evaluación del Panel Intergubernamental del Cambio Climático – IPCC, nuevas observaciones y modelos de los gases del invernadero, actividad solar, características superficiales de la tierra y algunos aspectos de aerosoles han aumentado las estimaciones cuantitativas de la fuerza radioactiva. Esto ha permitido concluir a los científicos que la contribución antropogénica al calentamiento global – principalmente del combustible fósil y del cambio en el uso de la tierra, es significativo; y esto ha incrementado la frecuencia de intensidad y duración de las sequías e inundaciones. Once de los doce últimos años (1995-2006) figura entre los doce más calientes en el registro instrumental desde 1850. Este incremento en la temperatura, lo que conlleva a fuertes precipitaciones que probablemente aumenten en frecuencia, podría aumentar el riesgo de inundaciones. En el curso del siglo, se ha pronosticado que los abastecimientos de agua almacenados en los glaciares y cubiertas de nieve van a disminuir, reduciendo la disponibilidad del agua.

Por lo tanto, es necesario la reducción de emisiones, y la implementación de medidas y prácticas de adaptación. Sin embargo, como el Resumen de Responsables de Políticas del Grupo de Trabajo II del Panel Intergubernamental del Cambio Climático – IPCC indica, un conjunto de estrategias que incluyan mitigación, adaptación, desarrollo tecnológico y necesidades de investigación deben llevarse a cabo. Más aun, la capacidad de adecuación necesita ser incrementada, a través de una planificación del uso de la tierra y consideraciones en el diseño de infraestructura en el desarrollo de planes y políticas, y a través de medidas para reducir la vulnerabilidad de las estrategias existentes en la reducción del riesgo de desastres.

En concordancia con los mandatos y directrices del DDS – Programa de Reducción de Riesgos de Peligros Naturales, los cuales surgieron del Proceso de Cumbre de las Américas y de las resoluciones de la Asamblea General, el Programa del DDS se enfoca en la reducción de la vulnerabilidad, y en la prevención y gestión de riesgo. Se dirige a desarrollar la capacidad local, apoyar la evaluación del riesgo y alerta preventiva, y crear comunidades locales más sólidas a fin de integrar factores de riesgo de desastres naturales en la planificación del uso de la tierra, y teniendo en cuenta las secuelas de los desastres naturales, particularmente los que tienen que ver con la pérdida de puestos de trabajo y la reducción en ingresos y producción. En consecuencia, el fortalecimiento de la capacidad para adaptarse al Cambio Climático y a la Variabilidad Climática, teniendo en cuenta el fenómeno Oscilación del Sur de El Niño – ENSO y posibilidades de Cambio Climático, es de suma importancia para el DDS - Programa de Reducción de Riesgos de Peligros Naturales.