Temas considerados por la Comisión
Programa de Educación para la Paz
Reunión de Expertos
Gubernamentales para Diseñar un Proyecto de Programa de Educación para
la Paz
CONSEJO PERMANENTE DE LA
ORGANIZACIÓN DE LOS ESTADOS AMERICANOS
COMISIÓN SOBRE SEGURIDAD
HEMISFÉRICA |
OEA/Ser.G
CP/CSH-225/99
25 agosto 1999
Original: español |
EDUCACIÓN PARA
LA PAZ EN EL HEMISFERIO “POR UNA CULTURA DE LA CONFIANZA Y DE LA
CONVIVENCIA DEMOCRÁTICA”
Documento de Trabajo
(Colombia)
SIGUE HARD COPY –CARTA DEL
REPRESENTANTE PERMANENTE DE COLOMBIA ANTE LA OEA
TABLA DE CONTENIDO
Página
I. ANTECEDENTES 1
II. CONTEXTO TEÓRICO DE LA
PROPUESTA 1
A. Referente cultural 1 B.
Referente ético 2 C. Referente educativo 2
III. LOS ESCENARIOS DE LA
PAZ EN EL HEMISFERIO 3
IV. LOS ÁMBITOS QUE CUBRE
LA PROPUESTA 3
V. PROPUESTA DE PROGRAMA
DE EDUCACIÓN PARA LA PAZ EN EL HEMISFERIO 4
A. Educación en la
solución inteligente de los conflictos 4 B. Educación en la promoción
de los valores y prácticas democráticas 5 C. Educación para la
promoción de la paz entre los Estados 6
VI. UN COMPROMISO CONCRETO
DEL PROGRAMA DE EDUCACIÓN PARA LA PAZ EN EL HEMISFERIO. 7
VII. LA TRADUCCIÓN DE LA
PROPUESTA A LA PRÁCTICA. 8
I. ANTECEDENTES
La iniciativa del programa
de Educación para la Paz surgió dentro del marco de la “Conferencia
Regional sobre medidas de fomento de la Confianza y de la Seguridad”,
realizada en Santiago de Chile en 1995. Por tal motivo la Comisión de
Seguridad Hemisférica fue la encargada de solicitar ante el Consejo
Permanente los lineamientos generales para el programa de Educación
para la Paz dentro del ámbito de la OEA.
Este origen define un
sesgo a la vez ético y político de la iniciativa, diferente, tal vez,
del que hubiera tenido si procediera de las instancias educativas de
la Organización. El tema responde a uno de los principios de la Carta
de la OEA que consagra: “... la organización internacional que han
desarrollado para lograr un orden de paz y de justicia, fomentar la
solidaridad, robustecer la colaboración y defender su soberanía, su
integridad territorial”.
Por eso desde el comienzo
se solicitó la colaboración de la UNESCO para que contribuyera su
experiencia en este campo, y es así como las iniciativas de este
organismo también se traducen en esta propuesta.
Los criterios básicos que
orientan este Documento de Trabajo son congruentes con los siguientes
principios de la Carta de OEA: “La unidad espiritual del Continente se
basa en el respeto de la personalidad cultural de los países
americanos y demanda su estrecha cooperación en las altas finalidades
de la cultura humana”, y “La educación de los pueblos debe orientarse
hacia la justicia, la libertad y la paz”.
II. CONTEXTO TEÓRICO DE LA
PROPUESTA
A. Referente cultural
La aspiración de los
pueblos del Hemisferio a convivir dentro de progresivos niveles de
confianza mutua, de mutua colaboración, progreso y equidad dentro de
la diversidad de los proyectos nacionales y la variedad de las
culturas que nos caracterizan, lejos de ser una quimera es un proyecto
realizable, del cual se vienen dando pasos significativos en el
Hemisferio.
El horizonte histórico de
ese proyecto no se limita al corto o al mediano plazo, sino que se
perfila hacia el largo plazo y su contenido anuncia un mayor dinamismo
y una más grande complejidad y diversidad en los procesos que lo
conforman.
Su sentido se encuentra,
por consiguiente, más allá de un programa específico y limitado en
relación con la seguridad o la coexistencia pacífica, en el amplio
sustrato de la cultura, en el que se acrisolan los gérmenes de
humanidad y de la conquista de superiores niveles de organización
civilizada.
En esta forma, esta
propuesta coincide con el pensamiento de la UNESCO que considera que
“La formulación de un nuevo paradigma para la paz en respuesta a los
desafíos de la violencia social en aumento es indispensable. Es
preciso desarrollar una Cultura de Paz en el plano mundial” / En este
nivel adquiere una especial importancia el lenguaje, en cuanto
vehículo de articulación y de transmisión de la cultura, y en cuanto
“lenguaje interior” a las personas, desde donde se alimenta o se
perturba la confianza mutua y la paz.
El cultivo de un lenguaje
propicio al fortalecimiento de las relaciones de confianza y a la
solución pacífica de los conflictos tiene una importante función
formativa y permite desarrollar la capacidad argumentativa con
respecto a los asuntos de la moral colectiva. Si todo lenguaje
-individual o social- refleja valores, creencias y actitudes, se trata
entonces del punto de partida para hacer de la paz una conversación
permanente y continuo diálogo.
B. Referente ético
La convivencia en paz, en
los niveles intra y extra-estatales es el resultado de pautas de
comportamiento, usos, costumbres, normas e instituciones, congruentes
con valores compartidos y arraigados en el interior de cada pueblo y
de cada persona. Pautas y valores que se tienen que ir construyendo y
madurando gracias, principalmente, a la educación bajo todas sus
modalidades posibles. Entre esos valores o supuestos colectivos se
destacan la convicción de que es posible y necesario detener la guerra,
porque a la postre cada día más ésta se manifiesta como un medio
carente de sentido para la solución humana de los conflictos, así se
justifique en razones coyunturales de aparente solidez racional.
Así mismo, la convicción
de que la confianza entre las personas, los grupos, las culturas y los
países tiene que anteceder a las estrategias y mecanismos políticos
que dinamizan a las sociedades, y al mismo tiempo ser la principal
resultante de ellos. Esa confianza ha de estar arraigada en el “ethos”
de las dichas personas, grupos, culturas y países para que una
convivencia positiva en paz sea consistente.
C. Referente educativo
Con razón la UNESCO afirma
que “...es en la mente de los hombres donde deben erigirse los
baluartes de la paz” (Carta Constitutiva). La mente y el corazón son,
desde esta perspectiva, el objetivo de la educación; ésta adquiere
cada vez más el papel principal en la construcción de una convivencia
en paz. De una paz que , como afirma una vez más la UNESCO, “no puede
consistir únicamente en la ausencia de conflictos armados, sino que
entraña, principalmente un proceso de progreso, de justicia, de
respeto mutuo entre los pueblos, destinado a garantizar la edificación
de una sociedad internacional en la que cada cual pueda encontrar su
verdadero lugar y gozar de la parte de los recursos intelectuales y
materiales del mundo que le corresponde...” /
Pero, la educación no es
la única mediación que puede garantizar la paz, ni su eficacia a este
respecto es absoluta; tampoco toda educación lleva directamente a la
paz. Es claro que se requiere la mediación de otras instancias, como
la de la política y la de la economía y la de ciertos sectores
sociales para que este valor tenga vigencia, así como para que el
propio derecho a la educación tenga la cobertura y la equidad que
necesita. La ausencia de paz sigue estando vinculada a “problemas
ancestrales sin solución como la pobreza (a los que) se han agregado o
intensificado, fenómenos como el narcotráfico, la corrupción, el
terrorismo, el crimen organizado, la inseguridad pública” / la
inestabilidad democrática, la violación de los derechos humanos,
problemas concretos que demandan urgente solución.
III. LOS ESCENARIOS DE LA
PAZ EN EL HEMISFERIO
Las situaciones internas y
externas de los países dentro del Hemisferio, en relación con la paz,
configuran diversos escenarios que van desde órdenes sociales en los
que las diferencias se resuelven sin violencia armada, hasta
situaciones de guerra en las que se requiere intensificar el respeto
al Derecho Internacional Humanitario y la construcción de espacios de
neutralidad en las que se vayan creando oportunidades de
reconciliación, pasando por situaciones en las que recientemente se ha
dado el cese de hostilidades y se han empezado a desarrollar procesos
de reconciliación.
A esta variedad de
escenarios debe corresponder necesariamente un distinto papel de la
educación, por lo cual, dentro de una propuesta de educación orientada
por el propósito de la paz es necesario una identificación del
escenario que se vive en cada región y país, y a la vez una
comprensión y apoyo al ritmo de los respectivos procesos por parte de
las demás regiones y países.
Se dan también ejes
conflictuales transversales que afectan a todo el hemisferio o a una
gran parte de sus países, que es necesario enfrentar dentro de un
esfuerzo educativo conjunto –aunque sin desconocimiento de las
especificidades que se dan en cada región. Se trata de los conflictos
relacionados con el respeto de los derechos humanos, especialmente los
de los niños, las condiciones de pobreza extrema, el pluralismo étnico,
el narcotráfico y la corrupción, así como los procesos de organización
y movilización de la sociedad civil y las propuestas de participación
ciudadana.
IV. LOS AMBITOS QUE CUBRE
LA PROPUESTA
Una propuesta como la
presente tiene que alcanzar ciertamente el nivel individual (en la
dimensión axiológica y moral), pero también el nivel familiar, en el
que se aclimatan diversas formas de violencia, el de los grupos
sociales (como los que genera la multietnia) asentados en diversos
territorios, dentro de los que actúan diversos poderes en conflicto /.
Los desplazamientos humanos que se suceden en varias regiones están
dando origen a nuevos escenarios y situaciones culturales que es
necesario reconocer y enfrentar.
Para alcanzar estos
niveles ciertamente es preciso diseñar estrategias educativas formales,
pero igualmente estrategias no formales e informales.
V. PROPUESTA DE PROGRAMA
DE EDUCACION PARA LA CONVIVENCIA EN PAZ
Para el desarrollo de
estos criterios se proponen tres áreas sustantivas del Programa: la de
la Educación en la Promoción de la Paz entre los Estados, la de la
Educación en la Promoción de los valores y prácticas democráticas y la
de la Educación en la solución pacífica de los conflictos. De
conformidad con la primacía que se ha señalado de la dimensión Etica (fomento
de la confianza), que se relaciona más íntimamente con la naturaleza
de la educación, sobre la dimensión política (Seguridad), las áreas se
presentan en un orden inverso al mencionado.
A. Educación en la
solución inteligente de los conflictos
En consonancia con los
referentes teóricos mencionados se constata que el enfrentamiento
armado es tan solo una de las alternativas para solucionar el
conflicto; precisamente la alternativa menos inteligente, menos madura
y más onerosa, con frecuencia promovida por agentes ajenos o lejanos a
las aspiraciones humanas reales de las comunidades regionales o
nacionales. Ello invita a diferenciar claramente entre la categoría de
“conflictos” y las maneras como éstos se solucionan.
El conflicto es inherente
a la dinámica humana y social y, en general, lejos de tener una
connotación negativa, presenta más bien un claro sentido positivo,
bien en cuanto constituye una oportunidad para desarrollar la
creatividad o promover la madurez personal, social e internacional, en
la búsqueda de superiores y mejores niveles de organización, o bien en
cuanto los conflictos más inteligentes demandan formas de solución
igualmente más inteligentes. Las sociedades que progresan se merecen
conflictos inteligentes.
Desde esta óptica es
preciso formar a las nuevas generaciones para que aprendan a
aprovechar la riqueza de la diversidad y de los conflictos y a
cualificarlos de tal manera que se haga evidente la total perdida del
sentido y de funcionalidad del recurso a las armas y de la guerra /;
pero a la vez, que las habitúe a escudriñar y a actuar en las raíces
reales de dichos conflictos a la vez que a cultivar la crítica y el
diálogo, y la recursividad frente a la incertidumbre que acompaña al
dinamismo social de sociedades cada vez más complejas. Así mismo,
capacitarlos para enfrentar diversas contingencias.
Esta empresa compromete a
la educación con un profundo cambio en la manera de pensar y de
relacionarse entre sí de estas nuevas generaciones. Se destaca aquí la
invitación de la UNESCO a desarrollar sentido de descubrimiento del
otro y la actitud de orientación hacia objetivos comunes /.
La experiencia viene
demostrando que en esta tarea de aprovechar constructivamente la
pluralidad, individual, cultural, étnica o religiosa entre individuos,
comunidades locales o Estados, el propósito de construir la confianza
entre ellos es más un asunto humano, que un tema propio de las
llamadas “sociedades del conocimiento” /; que se desarrolla en los
educandos con base más en los principios de “aprender haciendo” y a
“aprender deliberando” que con investigaciones o programas de corte
academicista. En este campo se aprecia que la potencia pedagógica de
la interacción social supera a la de la escuela formal. Un programa de
Educación para la Paz necesita, entonces, rescatar y poner de relieve
las experiencias de vida cotidiana de construcción de la paz.
Una educación para un
manejo inteligente de los conflictos implica la consciencia, el
respeto, la valoración y hasta el disfrute de las diferencias.
B. Educación en la
promoción de los valores y prácticas democráticas
Tanto la educación en el
manejo inteligente de los conflictos, como en la promoción de los
valores y prácticas democráticas se ubican en el terreno de la ética y
se traducen en la construcción de un nuevo “ethos” cultural: es
indispensable “movilizar el poder de la cultura” /.
En cuanto a la democracia,
la proximidad a un nivel deseable de una democracia participativa real
es igualmente muy variada en los distintos Estados del Hemisferio.
Estos niveles de proximidad o distancia están mediados por diversos
factores, tales como la vigencia del derecho de la educación (y dentro
de éste, de la formación para la cultura ciudadana y política), los
niveles de inequidad o exclusión y de corrupción (tanto en el campo
intra-estatal como en el extra-estatal) y las formas de injerencia de
poderes trans o supranacionales.
En esta área, el
compromiso educativo tiene que orientarse a la construcción del
“ethos” cultural democrático por medio de experiencias locales de
participación ciudadana en las que se ponga de relieve la dignidad
humana y la singularidad de los individuos y de sus grupos primarios y
se promueva un lenguaje intra e intersubjetivo autónomo, responsable y
solidario.
Este "ethos" tiene que
articularse con vocaciones culturales particulares de las distintas
regiones y países, a las cuales es preciso darles la palabra,
vocaciones que se arraigan en un territorio determinado, y en una
historia igualmente específica que fundamenta la agenda de las
comunidades sujeto de esas vocaciones y de sus conflictos locales y
regionales. El reto educativo, en este caso radica en la forma de
consolidar la “identidad nacional” de cada Estado y la “identidad
hemisférica”, dentro del respeto y la promoción de esta diversidad
cultural /, es decir, en la resignificación y reconstrucción
permanente del tejido social, que permita en real ejercicio de las
libertades y derechos consagrados en las Cartas Políticas nacionales y
en la de las Naciones Unidas /.
Así mismo el compromiso
educativo tiene que orientarse hacia la construcción de una ética
viable dentro de este rico espectro antropológico. Para ello, a la vez
que habrá que promover el reconocimiento y aprecio por el hábitat
común, por la potencialidad de la riqueza cultural del hemisferio y
por el futuro común e interdependiente que nos aguarda, será necesario
cultivar la capacidad de buscar acuerdos mínimos para la convivencia
en medio de necesaria pluralidad que nos caracteriza. Para ello, las
estrategias educativas necesitan una vez más cultivar el sentido
argumentativo del lenguaje y su riqueza comunicativa.
La educación sola no puede
generar confianza ni hacer vigente la democracia, pero ciertamente sin
ella no se pueden lograr estas metas. La convivencia es natural, la
democracia es el resultado de una construcción cultural y en tanto tal,
es educable.
C. La Educación para la
promoción de la paz entre los Estados
El espíritu de este
propósito es claramente positivo, ya que se basa en el fomento de la
confianza entre las naciones del hemisferio y se articula con los
objetivos de la Carta de la OEA, de “prevenir las posibles causas de
dificultades y asegurar la solución pacífica de las controversias que
surjan entre los Estados miembros; promover, por medio de la acción
cooperativa, su desarrollo económico, social y cultural (Cf. Artículo
2 de la Carta).
Para el desarrollo de esta
propuesta es necesario que la educación promueva entre las nuevas
generaciones la convicción de que la guerra no es más una alternativa
de la gestión política, sino su enemigo, que es una invención de la
cultura y que se puede detener con decisiones inteligentes de los
Estados.
Dentro de la posibilidad
de mediación que tiene la educación en este asunto, (una vez más
limitado, pues hay otras instancias que median, con frecuencia con
mayor impacto), una tarea que tiene que desarrollar es la de la
formación en la continuidad e interacción que debe existir entre lo
ético y lo político, así como en la capacitación para la interacción y
la colaboración entre la sociedad civil y el Estado, dentro del
concepto de solución inteligente de los conflictos y por medio de
experiencias significativas.
Otra es, nuevamente en el
plano ético, la de formar a las nuevas generaciones para la
tramitación institucional de los conflictos (esto es, hacer visible el
poder que tiene el Derecho), para lo cual habrá que profundizar con
ellos en la recuperación del valor y la importancia que tiene la norma
para la vida personal y en comunidad y el carácter nocivo de la anomia,
lo mismo que la necesaria correlación que se da entre derechos y
deberes, cuya formación y fomento no siempre han sido aparejados.
Los programas y procesos
de integración y cooperación inter-regional e inter-estatal, no solo
en el campo económico sino en el social y cultural, seguramente harán
posible el mutuo reconocimiento de la riqueza que encierra nuestra
variedad cultural y social, la pluralidad de “ethos” que poseemos, la
diversidad de situaciones, mentalidades, realidades humanas y sueños,
de nuestra cotidianidad . De esta manera tales programas y procesos se
constituyen en una de las mejores estrategias pedagógicas para
prevenir que ocurra la guerra ya que, como se recordaba anteriormente
“las guerras nacen en la mente de los hombres” (Carta de la UNESCO) y
con frecuencia se organizan y gerencian en medio de racionalizaciones
abstractas que no tienen oportunidad de considerar los conflictos
concretos, locales, del desarrollo humano, al que atropellan con
efectos irreparables.
VI. COMPROMISO CONCRETO
DEL PROGRAMA DE EDUCACIÓN PARA LA PAZ EN EL HEMISFERIO.
Cumplidos los cincuenta
años de existencia de la Organización y en el umbral de un nuevo
milenio, la sociedad actual cuenta con potencialidades hemisféricas e
internacionales que le permiten a la OEA convocar a los Estados
miembros a retos nuevos y ambiciosos en las áreas propuestas.
Entre esas potencialidades
se pueden destacar el papel medular que se le asigna a la educación en
el nuevo siglo, la revolución del conocimiento que se ha producido a
lo largo del que termina; el nivel de consciencia planetaria y
hemisférica que ha alcanzado el hombre, su sensibilidad ante los
derechos humanos y el valor de la democracia, el reconocimiento del
valor de la diversidad étnica y cultural, el avance del saber
pedagógico y de las nuevas ciencias cognitivas, las oportunidades de
la informática, el aprendizaje de los riesgos que tiene una ciencia,
una política y una economía desconectadas de la ética.
A ellas se suma la
voluntad y los programas de organizaciones, como los de la UNESCO en
favor de la cultura de la paz, lo mismo que la coincidencia que han
venido manifestando , en la última década, las distintas agendas de
los países del hemisferio en cuanto a las intenciones de esta
Propuesta, las cuales, sin embargo, no han pasado frecuentemente del
nivel del discurso al nivel de la práctica.
Todas esas y otras
potencialidades con que culmina el ser humano el presente siglo
permite a la Organización de Estados Americanos proponer a los Estados
miembros el reto de formar, en una primera etapa, una generación de
educandos del hemisferio dentro de los lineamientos y en los
propósitos mencionados en la presente propuesta. Lineamientos que
conducen a la construcción de la cultura de la paz, ya que como lo
definió la Conferencia General de la UNESCO en 1995, “En las
postrimerías del siglo XX, el principal desafío es iniciar la
transición de una cultura de guerra hacia una cultura de paz: una
cultura de la armonía social y del compartir, fundada en los
principios de libertad, justicia y democracia, de tolerancia y
solidaridad, una cultura que rechace la violencia y que procure
prevenir las causas de los conflictos en sus raíces y dar solución a
los problemas mediante el diálogo y la negociación, una cultura que
garantice a todos el ejercicio pleno de todos los derechos y los
medios para participar plenamente en el desarrollo endógeno de su
sociedad” / .
La evaluación que se haga
al finalizar este lapso permitirá profundizar en los mismos, o por el
contrario replantearlos, pero habrá quedado para entonces, el valioso
legado de un empeño hemisférico concreto y solidario y de una
experiencia particularmente significativa.
VII. TRADUCCIÓN DE LA
PROPUESTA A LA PRÁCTICA
La traducción de esta
propuesta a la práctica puede tener diversas expresiones en el campo
de la docencia, la investigación, la cooperación interinstitucional,
de las redes académica e informáticas, por medio de diversos programas
que mantengan la intencionalidad de los grandes lineamientos
propuestos para las áreas trabajo y eviten reducirse a actividades
transitorias o de carácter estrictamente local.
Dentro de los agentes más
pertinentes para traducir a la práctica el programa de Educación para
la Paz en el Hemisferio, una responsabilidad prioritaria le
corresponde a los ministerios de Educación, Cultura, Comunicaciones o
sus equivalentes y a las universidades, pues según la apreciación de
la UNESCO “La participación de las universidades en la creación y
mantenimiento del nuevo paradigma, en el fomento de una Cultura de
Paz, puede ser un componente crítico” /. “Las instituciones de
educación superior -añade- interconectadas con otras organizaciones
tienen una oportunidad sin precedentes de promover la enseñanza, la
investigación y el servicio dedicados a una Cultura de la Paz” /.
El éxito del presente
Programa dependerá de la acción del coordinador internacional que se
designe para llevarlo a cabo y de los coordinadores regionales (uno
por cada subregión del hemisferio) quienes, de conformidad con las
características de los distintos piases y en coordinación con los
otros programas de la OEA, así como de la UNESCO, promoverán el
programa y gerenciarán el desarrollo de las distintas iniciativas que
se formulen.
Dentro de tal gestión
promoverán reuniones regionales de expertos para evaluar
periódicamente el seguimiento del programa, y proponer nuevas
alternativas de desarrollo del mismo.
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