5/20/2024
English  Français  Português

 


Temas considerados por la Comisión

Programa de Educación para la Paz

Reunión de Expertos Gubernamentales para Diseñar un Proyecto de Programa de Educación para la Paz

CONSEJO PERMANENTE DE LA
ORGANIZACIÓN DE LOS ESTADOS AMERICANOS

COMISIÓN SOBRE SEGURIDAD HEMISFÉRICA

OEA/Ser.G
CP/CSH-225/99
25 agosto 1999
Original: español
 

EDUCACIÓN PARA LA PAZ EN EL HEMISFERIO “POR UNA CULTURA DE LA CONFIANZA Y DE LA CONVIVENCIA DEMOCRÁTICA”

Documento de Trabajo

(Colombia)

SIGUE HARD COPY –CARTA DEL REPRESENTANTE PERMANENTE DE COLOMBIA ANTE LA OEA

TABLA DE CONTENIDO

Página

I. ANTECEDENTES 1

II. CONTEXTO TEÓRICO DE LA PROPUESTA 1

A. Referente cultural 1 B. Referente ético 2 C. Referente educativo 2

III. LOS ESCENARIOS DE LA PAZ EN EL HEMISFERIO 3

IV. LOS ÁMBITOS QUE CUBRE LA PROPUESTA 3

V. PROPUESTA DE PROGRAMA DE EDUCACIÓN PARA LA PAZ EN EL HEMISFERIO 4

A. Educación en la solución inteligente de los conflictos 4 B. Educación en la promoción de los valores y prácticas democráticas 5 C. Educación para la promoción de la paz entre los Estados 6

VI. UN COMPROMISO CONCRETO DEL PROGRAMA DE EDUCACIÓN PARA LA PAZ EN EL HEMISFERIO. 7

VII. LA TRADUCCIÓN DE LA PROPUESTA A LA PRÁCTICA. 8

I. ANTECEDENTES

La iniciativa del programa de Educación para la Paz surgió dentro del marco de la “Conferencia Regional sobre medidas de fomento de la Confianza y de la Seguridad”, realizada en Santiago de Chile en 1995. Por tal motivo la Comisión de Seguridad Hemisférica fue la encargada de solicitar ante el Consejo Permanente los lineamientos generales para el programa de Educación para la Paz dentro del ámbito de la OEA.

Este origen define un sesgo a la vez ético y político de la iniciativa, diferente, tal vez, del que hubiera tenido si procediera de las instancias educativas de la Organización. El tema responde a uno de los principios de la Carta de la OEA que consagra: “... la organización internacional que han desarrollado para lograr un orden de paz y de justicia, fomentar la solidaridad, robustecer la colaboración y defender su soberanía, su integridad territorial”.

Por eso desde el comienzo se solicitó la colaboración de la UNESCO para que contribuyera su experiencia en este campo, y es así como las iniciativas de este organismo también se traducen en esta propuesta.

Los criterios básicos que orientan este Documento de Trabajo son congruentes con los siguientes principios de la Carta de OEA: “La unidad espiritual del Continente se basa en el respeto de la personalidad cultural de los países americanos y demanda su estrecha cooperación en las altas finalidades de la cultura humana”, y “La educación de los pueblos debe orientarse hacia la justicia, la libertad y la paz”.

II. CONTEXTO TEÓRICO DE LA PROPUESTA

A. Referente cultural

La aspiración de los pueblos del Hemisferio a convivir dentro de progresivos niveles de confianza mutua, de mutua colaboración, progreso y equidad dentro de la diversidad de los proyectos nacionales y la variedad de las culturas que nos caracterizan, lejos de ser una quimera es un proyecto realizable, del cual se vienen dando pasos significativos en el Hemisferio.

El horizonte histórico de ese proyecto no se limita al corto o al mediano plazo, sino que se perfila hacia el largo plazo y su contenido anuncia un mayor dinamismo y una más grande complejidad y diversidad en los procesos que lo conforman.

Su sentido se encuentra, por consiguiente, más allá de un programa específico y limitado en relación con la seguridad o la coexistencia pacífica, en el amplio sustrato de la cultura, en el que se acrisolan los gérmenes de humanidad y de la conquista de superiores niveles de organización civilizada.

En esta forma, esta propuesta coincide con el pensamiento de la UNESCO que considera que “La formulación de un nuevo paradigma para la paz en respuesta a los desafíos de la violencia social en aumento es indispensable. Es preciso desarrollar una Cultura de Paz en el plano mundial” / En este nivel adquiere una especial importancia el lenguaje, en cuanto vehículo de articulación y de transmisión de la cultura, y en cuanto “lenguaje interior” a las personas, desde donde se alimenta o se perturba la confianza mutua y la paz.

El cultivo de un lenguaje propicio al fortalecimiento de las relaciones de confianza y a la solución pacífica de los conflictos tiene una importante función formativa y permite desarrollar la capacidad argumentativa con respecto a los asuntos de la moral colectiva. Si todo lenguaje -individual o social- refleja valores, creencias y actitudes, se trata entonces del punto de partida para hacer de la paz una conversación permanente y continuo diálogo.

B. Referente ético

La convivencia en paz, en los niveles intra y extra-estatales es el resultado de pautas de comportamiento, usos, costumbres, normas e instituciones, congruentes con valores compartidos y arraigados en el interior de cada pueblo y de cada persona. Pautas y valores que se tienen que ir construyendo y madurando gracias, principalmente, a la educación bajo todas sus modalidades posibles. Entre esos valores o supuestos colectivos se destacan la convicción de que es posible y necesario detener la guerra, porque a la postre cada día más ésta se manifiesta como un medio carente de sentido para la solución humana de los conflictos, así se justifique en razones coyunturales de aparente solidez racional.

Así mismo, la convicción de que la confianza entre las personas, los grupos, las culturas y los países tiene que anteceder a las estrategias y mecanismos políticos que dinamizan a las sociedades, y al mismo tiempo ser la principal resultante de ellos. Esa confianza ha de estar arraigada en el “ethos” de las dichas personas, grupos, culturas y países para que una convivencia positiva en paz sea consistente.

C. Referente educativo

Con razón la UNESCO afirma que “...es en la mente de los hombres donde deben erigirse los baluartes de la paz” (Carta Constitutiva). La mente y el corazón son, desde esta perspectiva, el objetivo de la educación; ésta adquiere cada vez más el papel principal en la construcción de una convivencia en paz. De una paz que , como afirma una vez más la UNESCO, “no puede consistir únicamente en la ausencia de conflictos armados, sino que entraña, principalmente un proceso de progreso, de justicia, de respeto mutuo entre los pueblos, destinado a garantizar la edificación de una sociedad internacional en la que cada cual pueda encontrar su verdadero lugar y gozar de la parte de los recursos intelectuales y materiales del mundo que le corresponde...” /

Pero, la educación no es la única mediación que puede garantizar la paz, ni su eficacia a este respecto es absoluta; tampoco toda educación lleva directamente a la paz. Es claro que se requiere la mediación de otras instancias, como la de la política y la de la economía y la de ciertos sectores sociales para que este valor tenga vigencia, así como para que el propio derecho a la educación tenga la cobertura y la equidad que necesita. La ausencia de paz sigue estando vinculada a “problemas ancestrales sin solución como la pobreza (a los que) se han agregado o intensificado, fenómenos como el narcotráfico, la corrupción, el terrorismo, el crimen organizado, la inseguridad pública” / la inestabilidad democrática, la violación de los derechos humanos, problemas concretos que demandan urgente solución.

III. LOS ESCENARIOS DE LA PAZ EN EL HEMISFERIO

Las situaciones internas y externas de los países dentro del Hemisferio, en relación con la paz, configuran diversos escenarios que van desde órdenes sociales en los que las diferencias se resuelven sin violencia armada, hasta situaciones de guerra en las que se requiere intensificar el respeto al Derecho Internacional Humanitario y la construcción de espacios de neutralidad en las que se vayan creando oportunidades de reconciliación, pasando por situaciones en las que recientemente se ha dado el cese de hostilidades y se han empezado a desarrollar procesos de reconciliación.

A esta variedad de escenarios debe corresponder necesariamente un distinto papel de la educación, por lo cual, dentro de una propuesta de educación orientada por el propósito de la paz es necesario una identificación del escenario que se vive en cada región y país, y a la vez una comprensión y apoyo al ritmo de los respectivos procesos por parte de las demás regiones y países.

Se dan también ejes conflictuales transversales que afectan a todo el hemisferio o a una gran parte de sus países, que es necesario enfrentar dentro de un esfuerzo educativo conjunto –aunque sin desconocimiento de las especificidades que se dan en cada región. Se trata de los conflictos relacionados con el respeto de los derechos humanos, especialmente los de los niños, las condiciones de pobreza extrema, el pluralismo étnico, el narcotráfico y la corrupción, así como los procesos de organización y movilización de la sociedad civil y las propuestas de participación ciudadana.

IV. LOS AMBITOS QUE CUBRE LA PROPUESTA

Una propuesta como la presente tiene que alcanzar ciertamente el nivel individual (en la dimensión axiológica y moral), pero también el nivel familiar, en el que se aclimatan diversas formas de violencia, el de los grupos sociales (como los que genera la multietnia) asentados en diversos territorios, dentro de los que actúan diversos poderes en conflicto /. Los desplazamientos humanos que se suceden en varias regiones están dando origen a nuevos escenarios y situaciones culturales que es necesario reconocer y enfrentar.

Para alcanzar estos niveles ciertamente es preciso diseñar estrategias educativas formales, pero igualmente estrategias no formales e informales.

V. PROPUESTA DE PROGRAMA DE EDUCACION PARA LA CONVIVENCIA EN PAZ

Para el desarrollo de estos criterios se proponen tres áreas sustantivas del Programa: la de la Educación en la Promoción de la Paz entre los Estados, la de la Educación en la Promoción de los valores y prácticas democráticas y la de la Educación en la solución pacífica de los conflictos. De conformidad con la primacía que se ha señalado de la dimensión Etica (fomento de la confianza), que se relaciona más íntimamente con la naturaleza de la educación, sobre la dimensión política (Seguridad), las áreas se presentan en un orden inverso al mencionado.

A. Educación en la solución inteligente de los conflictos

En consonancia con los referentes teóricos mencionados se constata que el enfrentamiento armado es tan solo una de las alternativas para solucionar el conflicto; precisamente la alternativa menos inteligente, menos madura y más onerosa, con frecuencia promovida por agentes ajenos o lejanos a las aspiraciones humanas reales de las comunidades regionales o nacionales. Ello invita a diferenciar claramente entre la categoría de “conflictos” y las maneras como éstos se solucionan.

El conflicto es inherente a la dinámica humana y social y, en general, lejos de tener una connotación negativa, presenta más bien un claro sentido positivo, bien en cuanto constituye una oportunidad para desarrollar la creatividad o promover la madurez personal, social e internacional, en la búsqueda de superiores y mejores niveles de organización, o bien en cuanto los conflictos más inteligentes demandan formas de solución igualmente más inteligentes. Las sociedades que progresan se merecen conflictos inteligentes.

Desde esta óptica es preciso formar a las nuevas generaciones para que aprendan a aprovechar la riqueza de la diversidad y de los conflictos y a cualificarlos de tal manera que se haga evidente la total perdida del sentido y de funcionalidad del recurso a las armas y de la guerra /; pero a la vez, que las habitúe a escudriñar y a actuar en las raíces reales de dichos conflictos a la vez que a cultivar la crítica y el diálogo, y la recursividad frente a la incertidumbre que acompaña al dinamismo social de sociedades cada vez más complejas. Así mismo, capacitarlos para enfrentar diversas contingencias.

Esta empresa compromete a la educación con un profundo cambio en la manera de pensar y de relacionarse entre sí de estas nuevas generaciones. Se destaca aquí la invitación de la UNESCO a desarrollar sentido de descubrimiento del otro y la actitud de orientación hacia objetivos comunes /.

La experiencia viene demostrando que en esta tarea de aprovechar constructivamente la pluralidad, individual, cultural, étnica o religiosa entre individuos, comunidades locales o Estados, el propósito de construir la confianza entre ellos es más un asunto humano, que un tema propio de las llamadas “sociedades del conocimiento” /; que se desarrolla en los educandos con base más en los principios de “aprender haciendo” y a “aprender deliberando” que con investigaciones o programas de corte academicista. En este campo se aprecia que la potencia pedagógica de la interacción social supera a la de la escuela formal. Un programa de Educación para la Paz necesita, entonces, rescatar y poner de relieve las experiencias de vida cotidiana de construcción de la paz.

Una educación para un manejo inteligente de los conflictos implica la consciencia, el respeto, la valoración y hasta el disfrute de las diferencias.

B. Educación en la promoción de los valores y prácticas democráticas

Tanto la educación en el manejo inteligente de los conflictos, como en la promoción de los valores y prácticas democráticas se ubican en el terreno de la ética y se traducen en la construcción de un nuevo “ethos” cultural: es indispensable “movilizar el poder de la cultura” /.

En cuanto a la democracia, la proximidad a un nivel deseable de una democracia participativa real es igualmente muy variada en los distintos Estados del Hemisferio. Estos niveles de proximidad o distancia están mediados por diversos factores, tales como la vigencia del derecho de la educación (y dentro de éste, de la formación para la cultura ciudadana y política), los niveles de inequidad o exclusión y de corrupción (tanto en el campo intra-estatal como en el extra-estatal) y las formas de injerencia de poderes trans o supranacionales.

En esta área, el compromiso educativo tiene que orientarse a la construcción del “ethos” cultural democrático por medio de experiencias locales de participación ciudadana en las que se ponga de relieve la dignidad humana y la singularidad de los individuos y de sus grupos primarios y se promueva un lenguaje intra e intersubjetivo autónomo, responsable y solidario.

Este "ethos" tiene que articularse con vocaciones culturales particulares de las distintas regiones y países, a las cuales es preciso darles la palabra, vocaciones que se arraigan en un territorio determinado, y en una historia igualmente específica que fundamenta la agenda de las comunidades sujeto de esas vocaciones y de sus conflictos locales y regionales. El reto educativo, en este caso radica en la forma de consolidar la “identidad nacional” de cada Estado y la “identidad hemisférica”, dentro del respeto y la promoción de esta diversidad cultural /, es decir, en la resignificación y reconstrucción permanente del tejido social, que permita en real ejercicio de las libertades y derechos consagrados en las Cartas Políticas nacionales y en la de las Naciones Unidas /.

Así mismo el compromiso educativo tiene que orientarse hacia la construcción de una ética viable dentro de este rico espectro antropológico. Para ello, a la vez que habrá que promover el reconocimiento y aprecio por el hábitat común, por la potencialidad de la riqueza cultural del hemisferio y por el futuro común e interdependiente que nos aguarda, será necesario cultivar la capacidad de buscar acuerdos mínimos para la convivencia en medio de necesaria pluralidad que nos caracteriza. Para ello, las estrategias educativas necesitan una vez más cultivar el sentido argumentativo del lenguaje y su riqueza comunicativa.

La educación sola no puede generar confianza ni hacer vigente la democracia, pero ciertamente sin ella no se pueden lograr estas metas. La convivencia es natural, la democracia es el resultado de una construcción cultural y en tanto tal, es educable.

C. La Educación para la promoción de la paz entre los Estados

El espíritu de este propósito es claramente positivo, ya que se basa en el fomento de la confianza entre las naciones del hemisferio y se articula con los objetivos de la Carta de la OEA, de “prevenir las posibles causas de dificultades y asegurar la solución pacífica de las controversias que surjan entre los Estados miembros; promover, por medio de la acción cooperativa, su desarrollo económico, social y cultural (Cf. Artículo 2 de la Carta).

Para el desarrollo de esta propuesta es necesario que la educación promueva entre las nuevas generaciones la convicción de que la guerra no es más una alternativa de la gestión política, sino su enemigo, que es una invención de la cultura y que se puede detener con decisiones inteligentes de los Estados.

Dentro de la posibilidad de mediación que tiene la educación en este asunto, (una vez más limitado, pues hay otras instancias que median, con frecuencia con mayor impacto), una tarea que tiene que desarrollar es la de la formación en la continuidad e interacción que debe existir entre lo ético y lo político, así como en la capacitación para la interacción y la colaboración entre la sociedad civil y el Estado, dentro del concepto de solución inteligente de los conflictos y por medio de experiencias significativas.

Otra es, nuevamente en el plano ético, la de formar a las nuevas generaciones para la tramitación institucional de los conflictos (esto es, hacer visible el poder que tiene el Derecho), para lo cual habrá que profundizar con ellos en la recuperación del valor y la importancia que tiene la norma para la vida personal y en comunidad y el carácter nocivo de la anomia, lo mismo que la necesaria correlación que se da entre derechos y deberes, cuya formación y fomento no siempre han sido aparejados.

Los programas y procesos de integración y cooperación inter-regional e inter-estatal, no solo en el campo económico sino en el social y cultural, seguramente harán posible el mutuo reconocimiento de la riqueza que encierra nuestra variedad cultural y social, la pluralidad de “ethos” que poseemos, la diversidad de situaciones, mentalidades, realidades humanas y sueños, de nuestra cotidianidad . De esta manera tales programas y procesos se constituyen en una de las mejores estrategias pedagógicas para prevenir que ocurra la guerra ya que, como se recordaba anteriormente “las guerras nacen en la mente de los hombres” (Carta de la UNESCO) y con frecuencia se organizan y gerencian en medio de racionalizaciones abstractas que no tienen oportunidad de considerar los conflictos concretos, locales, del desarrollo humano, al que atropellan con efectos irreparables.

VI. COMPROMISO CONCRETO DEL PROGRAMA DE EDUCACIÓN PARA LA PAZ EN EL HEMISFERIO.

Cumplidos los cincuenta años de existencia de la Organización y en el umbral de un nuevo milenio, la sociedad actual cuenta con potencialidades hemisféricas e internacionales que le permiten a la OEA convocar a los Estados miembros a retos nuevos y ambiciosos en las áreas propuestas.

Entre esas potencialidades se pueden destacar el papel medular que se le asigna a la educación en el nuevo siglo, la revolución del conocimiento que se ha producido a lo largo del que termina; el nivel de consciencia planetaria y hemisférica que ha alcanzado el hombre, su sensibilidad ante los derechos humanos y el valor de la democracia, el reconocimiento del valor de la diversidad étnica y cultural, el avance del saber pedagógico y de las nuevas ciencias cognitivas, las oportunidades de la informática, el aprendizaje de los riesgos que tiene una ciencia, una política y una economía desconectadas de la ética.

A ellas se suma la voluntad y los programas de organizaciones, como los de la UNESCO en favor de la cultura de la paz, lo mismo que la coincidencia que han venido manifestando , en la última década, las distintas agendas de los países del hemisferio en cuanto a las intenciones de esta Propuesta, las cuales, sin embargo, no han pasado frecuentemente del nivel del discurso al nivel de la práctica.

Todas esas y otras potencialidades con que culmina el ser humano el presente siglo permite a la Organización de Estados Americanos proponer a los Estados miembros el reto de formar, en una primera etapa, una generación de educandos del hemisferio dentro de los lineamientos y en los propósitos mencionados en la presente propuesta. Lineamientos que conducen a la construcción de la cultura de la paz, ya que como lo definió la Conferencia General de la UNESCO en 1995, “En las postrimerías del siglo XX, el principal desafío es iniciar la transición de una cultura de guerra hacia una cultura de paz: una cultura de la armonía social y del compartir, fundada en los principios de libertad, justicia y democracia, de tolerancia y solidaridad, una cultura que rechace la violencia y que procure prevenir las causas de los conflictos en sus raíces y dar solución a los problemas mediante el diálogo y la negociación, una cultura que garantice a todos el ejercicio pleno de todos los derechos y los medios para participar plenamente en el desarrollo endógeno de su sociedad” / .

La evaluación que se haga al finalizar este lapso permitirá profundizar en los mismos, o por el contrario replantearlos, pero habrá quedado para entonces, el valioso legado de un empeño hemisférico concreto y solidario y de una experiencia particularmente significativa.

VII. TRADUCCIÓN DE LA PROPUESTA A LA PRÁCTICA

La traducción de esta propuesta a la práctica puede tener diversas expresiones en el campo de la docencia, la investigación, la cooperación interinstitucional, de las redes académica e informáticas, por medio de diversos programas que mantengan la intencionalidad de los grandes lineamientos propuestos para las áreas trabajo y eviten reducirse a actividades transitorias o de carácter estrictamente local.

Dentro de los agentes más pertinentes para traducir a la práctica el programa de Educación para la Paz en el Hemisferio, una responsabilidad prioritaria le corresponde a los ministerios de Educación, Cultura, Comunicaciones o sus equivalentes y a las universidades, pues según la apreciación de la UNESCO “La participación de las universidades en la creación y mantenimiento del nuevo paradigma, en el fomento de una Cultura de Paz, puede ser un componente crítico” /. “Las instituciones de educación superior -añade- interconectadas con otras organizaciones tienen una oportunidad sin precedentes de promover la enseñanza, la investigación y el servicio dedicados a una Cultura de la Paz” /.

El éxito del presente Programa dependerá de la acción del coordinador internacional que se designe para llevarlo a cabo y de los coordinadores regionales (uno por cada subregión del hemisferio) quienes, de conformidad con las características de los distintos piases y en coordinación con los otros programas de la OEA, así como de la UNESCO, promoverán el programa y gerenciarán el desarrollo de las distintas iniciativas que se formulen.

Dentro de tal gestión promoverán reuniones regionales de expertos para evaluar periódicamente el seguimiento del programa, y proponer nuevas alternativas de desarrollo del mismo.

 

 

Copyright © 2024 Todos los derechos reservados.
Organización de los Estados Americanos