Capítulo 1
ENTORNO INTERNACIONAL
Se acabó la guerra fría. El Pacto de Varsovia fue
desmantelado y ya no existe la Unión Soviética. En pocos años hemos
presenciado un reordenamiento esencial del equilibrio mundial de poder,
lo que produjo importantes adelantos en el control de los armamentos, la
solución de los conflictos y la democratización. También hemos visto
un brote de conflictos violentos localizados, de la proliferación de
los armamentos y de luchas con frecuencia infructuosas de las
organizaciones de seguridad colectiva para hacer frente a los desafíos
de la nueva época. El progreso hacia un mundo más seguro,
especialmente evidente en la extraordinaria reducción de la amenaza de
una guerra mundial, se ve contrapesado por la persistencia de conflictos
dentro de los Estados y entre ellos. Es imposible predecir qué surgirá
de este período de transición, pero resulta claro que cabe esperar la
persistencia de bolsones de conflicto e inestabilidad que amenazarán la
paz y la seguridad internacionales. En pocas palabras, Canadá enfrenta
un mundo imprevisible y fragmentado, en el que el conflicto, la
represión y los disturbios coexisten con la paz, la democracia y una
prosperidad relativa.
Como nación que a lo largo de su historia se ha
empeñado en el contexto de las alianzas internacionales por defender la
libertad y la democracia, Canadá sigue teniendo un interés vital en
desempeñar su papel en la tarea de garantizar la seguridad mundial,
especialmente dado que el futuro económico de Canadá depende de su
capacidad para comerciar libremente con otras naciones.
PROGRESOS RECIENTES
Relaciones globales. El desmembramiento de la Unión
Soviética redujo significativamente la amenaza de una aniquilación
nuclear que Canadá y sus aliados enfrentaron durante más de 40 años.
La disolución del Pacto de Varsovia y la unificación de Alemania
marcaron el fin de la división de Europa en bloques hostiles. La
Conferencia sobre la Seguridad y la Cooperación en Europa (CSCE), con
su amplia integración y su amplio enfoque de la seguridad, se ha
transformado en un mecanismo importante de defensa de los principios —los
derechos humanos, la libertad económica y la solución pacífica de las
controversias— consagrados en la Carta de París de noviembre de 1990.
Se está empezando a forjar un nuevo marco de seguridad transatlántico
y paneurásico, encarnado en la CSCE y en las dos creaciones de la OTAN,
el Consejo de Cooperación del Atlántico Norte y la Alianza para la
Paz. Pese a algunas excepciones notorias, la democracia se está
afianzando en Centroamérica y Sudamérica, así como en partes de Asia,
el Oriente Medio y Africa.
Control de armamentos. Se han alcanzado progresos
significativos en la eliminación, reducción y control de varias
categorías de armas. El Tratado sobre las Fuerzas Convencionales en
Europa y los acuerdos que dan continuación al mismo disponen
reducciones estables, previsibles y verificables del equipo y de las
tropas en ese continente. El Tratado de Cielos Abiertos, el Registro de
armas de las Naciones Unidas, y las medidas de fomento de la confianza
llevadas adelante en el contexto de la Conferencia sobre la Seguridad y
la Cooperación en Europa han reforzado la tendencia hacia la apertura y
la transparencia en las cuestiones militares. Los tratados sobre
reducción estratégica de armamentos (START I y II) y las medidas
adoptadas por Ucrania, Kazakstán y Belarús en respaldo del desarme
nuclear y la no proliferación encierran la promesa de profundas
reducciones en los arsenales de armas nucleares estratégicas. De la
misma manera, la Convención sobre Armas Químicas, firmada por 158
países desde enero de 1993, de los cuales 16 la han ratificado, reclama
la destrucción de estos arsenales, aunque mucho queda por hacer para
alcanzar este objetivo.
Se han emprendido otras iniciativas multilaterales
para contener la producción y proliferación de armas de destrucción
en masa y sus medios vectores, incluidos:
- los empeños por lograr la ampliación indefinida del Tratado de
No Proliferación Nuclear en 1995 y concluir un tratado completo
de prohibición de ensayos;
- el ajuste de la salvaguardias del Organismo Internacional de
Energía Atómica;
- tareas para el establecimiento de un régimen de verificación
de la Convención sobre Armas Biológicas y Toxínicas de 1972;
- el inicio, si se acuerda un mandato, de las negociaciones sobre
una convención "límite" ("cut-off") sobre
material fisionable, y
- la expansión y el fortalecimiento del Régimen de Control de
Tecnología de Misiles.
Estos empeños representan un ambicioso temario en
materia de control de armamentos que requerirá negociaciones sostenidas
y complejas en los años venideros.
Solución de conflictos regionales. Pese a los
frecuentes estallidos de violencia en todo el mundo, se ha avanzado en
la solución de varios antiguos conflictos regionales. El proceso de
reconciliación de El Salvador culminó en las elecciones generales de
1994, lo que refleja la tendencia a la democracia y el imperio del
derecho en muy buena parte de América Latina. Sudáfrica celebró este
año elecciones nacionales, poniendo fin al apartheid y al Gobierno de
la minoría blanca. El proceso de paz del Oriente Medio también logró
progresos, especialmente la autonomía palestina en Gaza y Jericó, un
tratado de paz israelí-jordano y el esbozo de un eventual acuerdo de
paz entre Israel y Siria.
PREOCUPACIONES DE SEGURIDAD INTERNACIONAL
Presiones Mundiales
La población mundial se acerca rápidamente a los
seis mil millones, aumentando a razón de 90 millones cada año. Las
proyecciones varían, pero la mayoría de los observadores creen que el
mundo tendrá en el 2050 entre 8 mil y 12 mil millones de habitantes.
Para que las generaciones futuras gocen de las mismas oportunidades que
las actuales, la producción agrícola y energética tendrá que
multiplicarse varias veces. Esto ejercerá una enorme presión en los
recursos políticos y financieros mundiales que se sumarán a los graves
daños ambientales y al agotamiento de los recursos naturales que serán
su probable resultante.
Las operaciones de mantenimiento de la paz y
asistencia humanitaria de la ONU cumplen una función vital para
responder a las consecuencias inmediatas, directas e indirectas, de las
presiones que ejerce el crecimiento demográfico y la insuficiencia de
recursos. Las fuerzas armadas están llamadas a participar cada vez más
para garantizar un medio ambiente seguro que proteja a los refugiados,
alimentos y suministros médicos y los servicios esenciales en los
países en los que se ha desintegrado la sociedad civil.
Al mismo tiempo, la complejidad, los costos
crecientes y los riesgos vinculados al mantenimiento de la paz en los
años de 1990, las dificultades financieras de las Naciones Unidas y los
decrecientes presupuestos de defensa de la mayoría de los países
industriales determinan que la comunidad internacional no puede
intervenir toda vez que estas presiones plantean un conflicto inminente.
Evidentemente, la capacidad del mundo para hacer frente a las
consecuencias del crecimiento demográfico, el deterioro del medio
ambiente y el agotamiento de los recursos ya se ve seriamente
restringida y probablemente lo estará más en los próximos años.
Refugiados. El decenio pasado ha sido testigo de un
crecimiento exponencial en el número de refugiados. De acuerdo con
cálculos de la ONU, unos 20 millones de personas en todo el mundo se
han visto obligadas a huir de sus países ante la guerra, el hambre, la
pobreza, los conflictos étnicos, de clanes, tribales o religiosos, con
frecuencia de proporciones horroríficas. Un número equivalente de
personas han sido desplazadas dentro de sus propios países. Una vez
desarraigadas, estas poblaciones plantean el riesgo de nuevos disturbios
en los lugares donde son ubicadas. Con frecuencia se les considera
perturbadoras, inclusive subversivas, por parte de los gobiernos
anfitriones, en particular si alteran lo que se considera un equilibrio
demográfico favorable dentro de la sociedad. Los grandes contingentes
de desplazados colocan una pesada carga en la infraestructura, los
recursos y el medio ambiente, lo que provoca el resentimiento de las
poblaciones locales.
"Estados inoperantes". El quiebre de la
autoridad de los Estados en algunos casos es otra fuente de
inestabilidad. Estas situaciones se caracterizan por el caos, la
violencia y la incapacidad de los dirigentes políticos de dar a la
población los servicios más elementales. En los últimos años, este
problema no se ha limitado a ninguna región en particular y ni siquiera
a países con niveles de vida especialmente bajos. Ejemplos tan diversos
como los de Somalia, la antigua Yugoslavia, Ruanda y Afganistán
ilustran la gravedad del problema. La comunidad internacional sigue
sumamente comprometida en los intentos de reaccionar ante estas
situaciones, pero el éxito no es fácil de alcanzar cuando se trata de
hacer frente a los desafíos de la escasez y la guerra.
Resurgimiento de Antiguos Odios
Entre los desafíos más complejos e inmediatos para
la seguridad internacional se encuentran las guerras civiles atizadas
por el extremismo étnico, religioso y político que estallaron en los
Balcanes y en regiones de la antigua Unión Soviética, tras la caída
del comunismo. En años recientes, grupos antagónicos han chocado en
varios de estos Estados. En otras regiones del mundo, especialmente en
algunas partes de Africa y Asia, se han registrado afianzamientos de
grupos fundamentalistas, sin que se vean signos de que se atenúen las
guerras civiles y otras manifestaciones de violencia.
Muchos de estos conflictos han demostrado ser
relativamente inmunes a la diplomacia y la intervención regional o
multilateral. La tarea de mantenimiento del cese del fuego en medio de
guerras civiles es especialmente difícil dada la ausencia de líneas de
frentes coherentes, la falta de disciplina entre las partes beligerantes,
poblaciones civiles objeto de depredaciones y atrocidades horrendas y,
lo que es más importante, la renuencia de los combatientes a respetar
dichos ceses del fuego.
La persistente violencia de la antigua Yugoslavia
pone claramente de manifiesto los peligros que entrañan los intentos de
grupos nacionales de corregir las fronteras para crear Estados
étnicamente homogéneos. La guerra civil de Bosnia podría entrañar
conflictos similares en otras partes del territorio eurasiático. En
muchas regiones, un sinnúmero de minorías viven entremezcladas, sin
claras líneas de demarcación entre ellas. Reivindicaciones
territoriales encontradas podrían crear tirantez y eventualmente
provocar hostilidades. La manifestación más aborrecible es la
práctica de la "depuración étnica", horrendo eufemismo para
las matanzas desembozadas o expulsiones que se perpetran con el objetivo
de lograr la pureza étnica o religiosa en una determinada zona
geográfica. Las nuevas fronteras establecidas tras la "depuración
étnica" son sumamente inestables pues los desarraigados con
frecuencia tratan de regresar al territorio perdido, habitualmente por
medios violentos.
Por más horrendos que resulten para las poblaciones
locales los efectos de las guerras civiles, la ausencia actual de
relaciones de adversidad entre las grandes potencias mundiales sugiere
una mayor posibilidad de contener esos conflictos. Al mismo tiempo,
Canadá no escapa a las consecuencias de los conflictos regionales, sea
a través de las corrientes de refugiados, los obstáculos al comercio o
daños a importantes principios tales como el imperio del derecho, el
respeto por los derechos humanos y la solución pacífica de los
conflictos. Inclusive en casos en que no están comprometidos
directamente los intereses de Canadá, los valores de la sociedad
canadiense crean en sus ciudadanos la expectativa de que su gobierno
reaccione cuando las modernas tecnologías de comunicaciones nos
permiten presenciar en tiempo real la violencia, el sufrimiento e
inclusive el genocidio en muchas partes del mundo. De manera que Canadá
sigue firmemente empeñado en la defensa de un sistema internacional
pacífico y estable.
Proliferación
Otra importante amenaza a la seguridad que surgió en
los años de 1990 es la difusión de las tecnologías de armas avanzadas
a zonas de posible conflicto. Sea que los armamentos modernos se
adquieren en el exterior o se producen a nivel local, su introducción
en regiones "volátiles" socava la estabilidad, plantea una
amenaza a los Estados vecinos, echa por tierra las iniciativas de
control de armamentos y complica la planificación y las operaciones
militares, como lo experimentaron Canadá y otros miembros de la
coalición de la ONU directamente durante la guerra del Golfo.
Llevará casi una década implementar totalmente los
tratados sobre reducción de armas estratégicas. La desnuclearización
es un proceso difícil, que comporta el almacenamiento y
desmantelamiento de ojivas, el retiro, almacenamiento o eliminación de
sustancias peligrosas y la destrucción de los silos. Además, en tanto
Belarús, Kazakstán y Ucrania están ejecutando acuerdos que rigen la
devolución de armas nucleares a Rusia, aún no se ha completado esta
consolidación. Rusia tiene antecedentes sólidos en el control central,
que tienen más de medio siglo, pero el mero volumen de su arsenal
nuclear —unas 25.000 ojivas nucleares de todo tipo distribuidas en
más de 100 localizaciones— hacen de éste un material vulnerable a la
pérdida o el robo. Es vital que estas armas y el material fisionable de
las armas desmanteladas, se almacene bajo las salvaguardias físicas y
de inventario más estrictas.
El comercio de armamentos sigue activo pese a que el
mercado mundial de armas se ha reducido. Existe una importante
supercapacidad en la producción mundial para la defensa, pese a los
empeños en favor de la conversión de las industrias militares. Algunos
Estados no han instituido la legislación o los mecanismos
administrativos apropiados para controlar la exportación de armamentos.
En muchos casos, la venta de armas continúa siendo una de las pocas
fuentes seguras de divisas. A menudo, el incentivo de vender supera las
preocupaciones por una posible amenaza para la estabilidad regional o
global. Una consecuencia es el amplio comercio de armas ligeras,
incluidas las armas automáticas ligeras, las granadas de mano y las
minas terrestres. En efecto, hombres, mujeres y niños de 62 países
enfrentan diariamente la amenaza de morir o de ser mutilados por una de
las 85 millones de minas terrestres sembradas aleatoriamente. Otra
consecuencia es el riesgo de que los científicos y técnicos
desempleados o subempleados que antiguamente participaban en la
producción de sistemas avanzados emigren a países con programas
clandestinos de armamentos. Elementos de las organizaciones delictivas
ya han demostrado interés en el comercio lucrativo de armamentos y
materiales sofisticados.
La transferencia de armas de destrucción en masa y
de tecnología de proyectiles balísticos a los regímenes que actúan
al margen de la ley es motivo de especial preocupación. Estas
transacciones ocurren, aunque en forma más lenta y difícil, pese al
control de la exportación de materiales y equipos que realizan países
como Canadá. Esto deja, pues, a la comunidad internacional con pocos
recursos, fuera de la condena y la sanción post facto. Análogamente,
la creciente difusión de tecnologías con aplicaciones civiles y
militares y la globalización de la producción y comercialización de
sistemas de armamentos hacen mucho más difícil la prevención o el
control y más probable que la transferencia de recursos, técnicas y
tecnologías se torne irreversible.
Limitaciones en la Formulación de Políticas
Los propios Estados industriales avanzados enfrentan
una gran incertidumbre a nivel interno, lo que complica su capacidad
para hacer frente a los desafíos mundiales de la seguridad. Muchas
economías occidentales siguen caracterizadas por un elevado desempleo,
monedas inestables y voluminosas deudas nacionales. La tendencia hacia
la globalización, ilustrada por la concertación de la Ronda Uruguay
del Acuerdo General de Aranceles y Comercio, se ve contrarrestada por
una creciente preocupación ante los problemas internos. En momentos en
que los recursos disminuyen, se dispone de escasos fondos para hacer
frente a las exigencias de la sociedad post industrial, la necesidad de
reparar una infraestructura obsoleta, proteger y fomentar un medio
ambiente sostenible, brindar atención a la tercera edad, mejorar la
capacitación en el trabajo y reformar los programas sociales, para no
mencionar las prioridades militares en distintas regiones del mundo.
Canadá y la mayoría de los aliados de la OTAN han visto disminuir sus
presupuestos militares, en reconocimiento de los cambios fundamentales
en el entorno mundial y de la necesidad de reducir el gasto general de
los gobiernos.
En el mejor de los casos, predecir las tendencias
internacionales es todo un desafío. Dado el carácter dinámico de los
asuntos mundiales, es imposible predecir con una mínima certeza cómo
evolucionarán éstos en los próximos años. Teniendo en cuenta la gran
reducción de la amenaza de una guerra mundial, el mundo puede no estar
hoy ante un peligro inminente, al menos para Canadá, pero no es más
pacífico ni más estable. Por supuesto que sería erróneo concentrar
la atención exclusivamente en los casos extremos de desorden de algunas
regiones a expensas de los progresos reales logrados en otras partes. No
obstante, dada la tendencia actual, parece prudente planificar para un
mundo caracterizado a largo plazo por la inestabilidad. La política de
defensa de Canadá debe ser reflejo del mundo tal cual es, y no del
mundo que nosotros desearíamos. En tales circunstancias, la respuesta
más adecuada es una política flexible, realista y viable, que aporte
los medios para aplicar la fuerza militar cuando los canadienses lo
consideren necesario para defender sus valores esenciales y sus
intereses vitales de seguridad a nivel interno y externo.
Artículo
ASPECTOS INTERNOS
La política de defensa debe responder, no sólo a un
mundo exterior incierto e inestable, sino también a los problemas
internos. Al diseñar la nueva política de defensa, el Gobierno ha
procurado mantener su atención frente a las importantísimas
influencias externas en la posición de defensa de Canadá y, en
particular, ante las circunstancias fiscales imperantes.
El amplio programa del Gobierno de renovación
política, social y económica se concentra en preservar los valores que
hacen de Canadá uno de los países más afortunados del planeta. Sin
embargo, actualmente, nuestra prosperidad —y, por ende, nuestra
calidad de vida— se ve amenazada por un sostenido crecimiento de la
deuda pública.
La deuda acumulada de los gobiernos federal y
provinciales actualmente asciende a unos US$750 mil millones; los
servicios anuales de la deuda del gobierno federal en 1994-95 solamente
ascendían a US$44 mil millones, lo que supera el déficit
presupuestario de 39.700 millones y representa alrededor del 27% del
presupuesto federal total.
Esta situación limita el margen de maniobra del
gobierno para responder a las necesidades de los canadienses y restringe
la capacidad de los gobiernos a todos los niveles para brindar los
servicios más esenciales. Para hacer frente a este problema y evitar
una crisis de confianza en la economía canadiense, el gobierno federal
ha venido recortando sus gastos. El informe económico y fiscal
actualizado de octubre de 1994 confirma inequívocamente la intención
del gobierno de hacer frente al desafío fiscal que plantean el déficit
y la deuda.
En los últimos años, la necesidad de controlar el
déficit federal ha determinado reducciones en la mayoría de las áreas
de gasto, incluida la defensa. En efecto, como lo ilustra el gráfico
adjunto, las hipótesis financieras de defensa incluidas en el
presupuesto de 1994 preveían un nivel de gastos de defensa para el año
2000 que, en términos reales, sería inferior al 60% del que se manejó
en el Documento Blanco de defensa de 1987.
En un entorno de restricción fiscal, el Gobierno
debe seguir limitando todos los gastos, incluidos los destinados a la
defensa. El informe de la Comisión Especial Conjunta del Parlamento
sobre la política de defensa canadiense tiene en cuenta esta realidad
elemental. En el mismo se establece un período de financiamiento
relativamente estable, pero a niveles inferiores a los previstos en el
presupuesto de 1994. Aunque la Defensa Nacional y las Fuerzas
Canadienses ya han aportado una importante contribución al empeño
nacional por reducir el déficti, el Gobierno considera que es necesario
y viable imponer nuevos cortes. Los detalles de financiamiento futuro
del Departamento de Defensa se incluirán en el próximo presupuesto.
El Departamento de Defensa y las Fuerzas Canadienses
han absorbido en el pasado reducciones presupuestarias por distintas
vías. Se han revisado los compromisos de defensa de Canadá, se han
racionalizado los niveles de tropas, se han reducido los presupuestos de
operaciones y de mantenimiento, al igual que la infraestructura de
defensa, y se han cancelado o postergado programas de capital. Como
consecuencia de la nueva reducción en el gasto de defensa que configura
el contexto fiscal de este documento, los cortes serán mayores y habrá
mayores reducciones, cancelaciones y postergaciones. En algunas esferas,
el Departamento de Defensa Nacional y las Fuerzas Canadienses harán
menos. El Departamento y las Fuerzas también reconfigurarán el
programa de defensa y operarán en forma más eficiente para dar
cumplimiento a los elementos de la política descrita en este Documento
Blanco.
Aunque los aspectos fiscales son un factor clave en
la formulación de una política de defensa apropiada y realista, el
Departamento y las Fuerzas Canadienses también deben tener en cuenta
una serie de aspectos internos de otra índole. Los canadienses han
reclamado la renovación de un gobierno responsable. Quieren un gobierno
que demuestre su liderazgo ante un temario político, financiero,
económico y social exigente. Piden que sea eficiente en el uso de los
dineros del contribuyente: si la industria privada ha tenido que
reestructurares ante las difíciles circunstancias económicas, el
gobierno debe hacer lo propio. Los canadienses desean que el gobierno
sea eficaz en el diseño de medidas innovadoras y constructivas para
abordar los problemas actuales y futuros. Exigen que sea ético en el
estilo y en la substancia de sus decisiones, y abierto en la consulta
con los ciudadanos en torno a cuestiones importantes.
Más allá de dar satisfacción a estos requisitos
fundamentales, todas las dependencias del gobierno deben tener presente
otros temas de actualidad. Estos incluyen la necesidad de fomentar un
sólido sentido de nación, fomentar el crecimiento industrial y la
competitividad internacional, proteger el medio ambiente, brindar
capacitación a los jóvenes y a los canadienses afectados por la
reestructuración económica, y garantizar que el gobierno se adapta a
los cambios demográficos en la fuerza laboral y en la sociedad en su
conjunto. Pese a la singular vocación del Departamento de Defensa
Nacional y las Fuerzas Canadienses, la nueva política de defensa
establecida en este Documento Blanco tiene en cuenta también todos
estos aspectos.
Capítulo 3
FUERZAS CON CAPACIDAD DE COMBATE
Canadá no puede desprenderse de la capacidad de
combate naval, terrestre y aérea de unas fuerzas armadas modernas. Es
verdad que en el momento actual no existe una amenaza militar inmediata
directa para Canadá y que los conflictos de hoy están lejos de sus
costas. Pese a ello, debemos mantener un nivel prudente de poderío
militar para hacer frente a los desafíos a nuestra soberanía en
tiempos de paz y mantener la capacidad de generar fuerzas capaces de
contribuir a la defensa de nuestro país, si ello fuera necesario. Más
allá de este requisito nacional básico, si Canadá abandonara la
capacidad de participar efectivamente en la defensa de Norteamérica, de
los aliados europeos de la OTAN y de las víctimas de la agresión en
otras regiones, nos expondríamos a perder un importante grado de
respeto y de influencia en el exterior.
- El compromiso de Canadá de seguir siendo un participante activo
en los empeños multilaterales para fomentar la seguridad
colectiva es reflejo de nuestros valores e intereses.
- Los canadienses creen que las relaciones entre los Estados deben
estar regidas por el imperio del derecho. Los canadienses han
considerado su propia seguridad indivisible de la de sus aliados.
- Los canadienses tienen un sólido sentido de responsabilidad en
el alivio del sufrimiento y en actuar cuando su esfuerzo puede
aportar un beneficio importante.
El compromiso de Canadá con la seguridad colectiva
se asienta en ciertos principios. Éstos han demostrado su valor en el
pasado y siguen siendo igualmente válidos en un entorno mundial cada
vez interdependiente.
La seguridad colectiva y la evolución del
mantenimiento de la paz. Si deseamos aportar una contribución
significativa a la seguridad colectiva, debemos reconocer que la
naturaleza de las operaciones multilaterales en respaldo de la paz y la
estabilidad han cambiado considerablemente. En efecto, las operaciones
de "mantenimiento de la paz" han evolucionado, pasando de
operaciones básicamente de interposición y supervisión, a
emprendimientos mucho más ambiciosos que plantean desafíos y riesgos
mucho mayores a nuestros efectivos. Los objetivos tradicionales de
Canadá —las disuasión y la reversión de la agresión, la solución
pacífica de las controversias y el socorro a las poblaciones civiles—
siguen en pie. Es el contexto el que ha cambiado. Si las Fuerzas
Canadienses han de cumplir su función en la seguridad colectiva, deben
mantener su capacidad de combate.
Defensa colectiva. Con la transformación del entorno
estratégico, el papel de nuestras relaciones de defensa colectiva con
la Europa de la OTAN y los Estados Unidos, cambiarán. Sin embargo,
sería un error desconocer el mérito de estos acuerdos. Desde una
perspectiva canadiense, la defensa colectiva sigue siendo fundamental
para nuestra seguridad.
- Primero, nuestros aliados son países a los que nos vinculan
valores, intereses y tradiciones políticas que tenemos interés
en defender y fomentar.
- Segundo, los beneficios prácticos de la defensa colectiva —equipo
y procedimientos normalizados, así como la experiencia acumulada
en operaciones conjuntas— revisten gran valor para los empeños
internacionales en apoyo de la seguridad colectiva.
- Tercero, de plantearse una amenaza militar grave para Canadá o
sus aliados, nuestro país procuraría una vez más su seguridad
en los acuerdos de defensa colectiva. Por lo tanto, es importante
que estos acuerdos se mantengan en tiempo de paz pues sería muy
difícil restablecerlos en una crisis.
Gestión de todo un espectro de conflictos. En los
últimos ochenta años, han muerto más de 100.000 canadienses
combatiendo junto a nuestros aliados en defensa de valores comunes.
Abandonar la función de combate a otro significaría abandonar este
compromiso de ayudar a defender principios comunes aceptados de
comportamiento de los Estados. En pocas palabras, si optáramos por una
fuerza tipo guardia civil —es decir, una fuerza que no pueda efectuar
una contribución real en combate— estaríamos enviando una señal muy
clara sobre la profundidad de nuestro compromiso para con nuestros
aliados y nuestros valores, una señal que traicionaría nuestra
historia y comprometería nuestro futuro. Más allá de ello, puesto que
no podemos pretender que nuestra influencia política en los acuerdos
globales y regionales de seguridad esté sustancialmente fuera de
proporción con nuestro aporte militar, debemos efectuar la inversión
necesaria en nuestras fuerzas armadas para poder cumplir algún papel en
la construcción de nuestro futuro común.
El Gobierno ha llegado a la conclusión de que el
mantenimiento de una fuerza de propósitos múltiples y con capacidad de
combate es uno de nuestros intereses nacionales. Sólo mediante el
mantenimiento de esta fuerza Canadá podrá contar con el grado de
flexibilidad y libertad de acción necesarios cuando se trate de
defender sus intereses y proyectar al exterior sus valores. Más
importante aun, el mantenimiento de una capacidad de combate básica
constituye la base para la generación de fuerzas mayores, si alguna vez
fueran necesarias. En realidad, el Gobierno opina que desde el punto de
vista del fomento de nuestros valores, la protección de nuestros
intereses y la seguridad contra la incertidumbre, e inclusive desde el
punto de vista de usar eficazmente los recursos, una inversión en una
fuerza con capacidad únicamente de guardia civil, sería muy difícil
de justificar.
El desafío será diseñar un programa de defensa que
permita contar con fuerzas armadas capaces de cumplir su misión dentro
de la limitación de nuestros recursos. Un país del tamaño y los
medios de Canadá no puede ni debe tratar de abarcar todo el espectro
militar, sino que las Fuerzas Canadienses deben estar en condiciones de
aportar una contribución genuina a una amplia variedad de objetivos
nacionales e internacionales.
Flexibilidad, capacidad y opciones. Si bien el
mantenimiento de técnicas de combate y de capacidades especializadas es
esencial, no debe interpretarse que el mantenimiento de una fuerza con
capacidad de combate significa que Canadá debe poseer todos los
componentes del poderío militar. En realidad, aunque las Fuerzas
Canadienses han tenido que desprenderse a lo largo de los años de
varias capacidades militares específicas —incluyendo portaaviones,
cruceros, helicópteros medianos, aviones patrulleros de mediano alcance,
así como flotas separadas de aviones de combate para las funciones de
defensa y ataque en tierra— han seguido satisfaciendo las necesidades
internas de Canadá y efectuando una contribución efectiva a la paz y
seguridad internacionales. Creemos que esta tendencia a la
especialización en esas capacidades con propósitos múltiples que
hemos considerado esenciales, no ha socavado nuestra capacidad para
proteger nuestros intereses ni ha disminuido nuestra capacidad para
cumplir con las obligaciones para con nuestros aliados.
Canadá necesita una fuerzas armadas capaces de
operar con fuerzas modernas como las de nuestros aliados y con naciones
que alienten iguales propósitos contra un oponente poderoso, es decir,
capaces de combatir "junto a los mejores y contra los mejores".
Para mantener esta capacidad general, hemos debido adoptar algunas
decisiones difíciles. Seguiremos evaluando el costo y los beneficios
relativos de las distintas capacidades a fin de tomar decisiones que,
aunque difíciles, serán esenciales para que las Fuerzas contribuyan a
una gama más amplia de objetivos del Canadá. Sería erróneo invertir
en fuerzas y capacidades muy específicas, sea en el extremo superior de
la escala (aviones diseñados para la guerra antitanques, por ejemplo) o
al extremo inferior (fuerzas limitadas a operaciones de mantenimiento de
la paz de mínimo riesgo). La opción en favor de uno u otro criterio
equivaldría a abandonar la capacidad y flexibilidad intrínsecas de una
fuerza con propósitos múltiples. En pocas palabras, el mantenimiento
de una fuerza de este tipo constituye un criterio pragmático y sensible
de defensa en momentos de restricción fiscal, un criterio que brindará
al Gobierno una amplia gama de acciones militares a un precio congruente
con otras políticas y otras prioridades fiscales del Gobierno.
El criterio gubernamental de defensa es mantener a
las Fuerzas Canadienses como un recurso nacional fundamental que
efectúa una contribución importante a una serie de objetivos
nacionales. La capacidad política y de inteligencia del Departamento y
de las Fuerzas Canadienses garantizarán que el Gobierno tenga acceso a
un asesoramiento canadiense independiente como base para la adopción de
decisiones fundadas. Más allá de esto, nuestra inversión en la
capacitación de las fuerzas y en el equipo nos permitirá contar con
una fuerza de combate capacitada, cuya técnica pueda aplicarse no sólo
a una serie de tareas especializadas, sino también a una amplia gama de
objetivos nacionales e internacionales.
El mantenimiento de una fuerza con propósitos
múltiples y capacidad de combate constituye la única opción prudente
para Canadá. Sólo el mantenimiento de la capacidad militar básica que
define ese tipo de fuerza permitirá que, en cualquier circunstancia,
Canadá pueda satisfacer sus propias necesidades de seguridad, tanto
ahora como en el futuro.
Capítulo 4
PROTECCIÓN DE CANADÁ
En conjunto, el tamaño de nuestro país y su
reducida población plantea desafíos singulares a quienes planifican la
defensa nacional. Nuestro territorio abarca cerca de 10 millones de
kilómetros cuadrados, que equivalen al 7% de la masa terrestre del
planeta. Estamos rodeados por tres océanos con más de 240.000
kilómetros de costas. Tenemos la responsabilidad de controlar nuestro
espacio aéreo y las proximidades aéreas del territorio canadiense.
Más allá de nuestras costas, Canadá procura mantener la soberanía
política y la jurisdicción económica sobre más de 10 millones de
kilómetros cuadrados de océano en el Pacífico, el Atlántico y el
Ártico.
Nuestra geografía no es solamente vasta; es también
diversa y sumamente difícil. Esto impone una carga sustancial a nuestro
personal militar, en cuanto a su capacitación y su equipo. El
territorio abarca terreno montañoso, fiordos, vastas planicies, bosques,
zonas desérticas y la ecología particularísima del Ártico. Nuestro
clima es riguroso. El sustento económico de muchos canadienses se
encuentra en zonas remotas, en medio ambientes difíciles que incluyen
tres océanos, el norte y minas y bosques muy alejados.
Los canadienses admiran su país, rico en bellezas
naturales y en recursos naturales. Han hecho saber inequívocamente a
sucesivos gobiernos que están decididamente empeñados en proteger esas
riquezas. Están preocupados por el bienestar ambiental en general, así
como por el ordenamiento de recursos específicos tales como los bosques
y la pesca, que se han tornado temas acuciantes en los últimos años y
que exigirán una renovada vigilancia y una gestión cada vez más
perfeccionada.
La Defensa y la Soberanía del Canadá
La soberanía es un atributo vital del Estado nación.
Para Canadá, la soberanía significa garantizar dentro de su
jurisdicción el derecho canadiense, su respeto y su aplicación. El
Gobierno está empeñado en que así sea.
Hay quienes sostienen que los recientes cambios en el
entorno internacional han erosionado el fundamento tradicional del papel
que desempeñan las Fuerzas Canadienses en la defensa de su país. Sin
embargo, sería un grave error desmantelar la capacidad de defensa de
nuestro país. Canadá no debe encontrarse nunca en la situación de que,
a raíz de decisiones pasadas, la defensa de nuestro territorio nacional
sea responsabilidad de otros.
Asistencia al poder civil. En la historia del
Canadá, las provincias han podido recurrir a las fuerzas armadas para
mantener o restablecer la ley y el orden cuando esta tarea queda fuera
del alcance de las autoridades civiles. La sección 275 de la ley de
defensa nacional establece que las Fuerzas Canadienses:
pueden ser llamadas a prestar servicios de
asistencia al poder civil en toda situación de amotinamiento o
quebrantamiento de la paz cuya contención escape al poder de la
autoridad civil ... que, a juicio del procurador general, pueda
ocurrir.
El papel de las Fuerzas Canadienses en este contexto
está definido con gran precisión. Cuando existe una situación de
amotinamiento o de quebrantamiento de la paz o cuando es inminente que
ocurra y esté fuera del poder de control de las autoridades civiles, el
procurador general provincial puede requerir la asistencia de las
Fuerzas Canadienses al poder civil. En esta situación, el jefe de las
tropas de defensa determina el carácter de la asistencia. Las Fuerzas
Canadienses no sustituyen al poder civil; le brindan asistencia para
mantener la ley y el orden.
En los últimos tiempos, el uso de las Fuerzas
Canadienses en esta función ha sido relativamente poco frecuente. Sin
embargo, la crisis Oka de 1990 sirvió para recordarnos que estas
situaciones se pueden plantear. Las Fuerzas cumplieron un papel crucial
en el sofocamiento de la crisis. Demostraron que la posibilidad de
recurrir a efectivos militares disciplinados, bien entrenados y bien
dirigidos es muy valiosa para brindar al gobierno los medios efectivos
que le permitan hacer frente a situaciones potencialmente explosivas.
Se puede recurrir a las Fuerzas Canadienses para que
asistan a las autoridades civiles en situaciones diferentes a la
descrita. Las Fuerzas podrían, por ejemplo, ser llamadas a combatir
actos de terrorismo que superen la capacidad de las fuerzas policiales.
Aparte de otros recursos militares, las Fuerzas Canadienses mantienen un
grupo de tareas especial que brinda una capacidad perfeccionada para
reaccionar inmediata y efectivamente ante actos de este tipo.
Supervisión y control en tiempos de paz. La
supervisión y el control es parte integrante de las actividades de las
Fuerzas en Canadá. Inclusive en momentos en que no medie una amenaza
militar contra Canadá, las Fuerzas deben mantener y ejercitar la
capacidad de la marina, el ejército y la fuerza aérea para asegurar el
control del territorio, su espacio aéreo y su entorno marítimo. De por
sí, el mantenimiento de una capacidad para concretar una presencia
militar en cualquier punto de la jurisdicción soberana canadiense
envía una clara señal a los ciudadanos de que no se verá comprometida
su soberanía.
La responsabilidad de muchas de las actividades
gubernamentales de supervisión y control del territorio, el espacio
aéreo y el espacio marítimo de la jurisdicción canadiense recae en
organismos civiles tales como el Departamento de Transporte. Sin
embargo, las Fuerzas Canadienses aportan una contribución valiosa a
esta exigente tarea, que con frecuencia requiere una capacidad de
respuesta y de alcance mayor que la que está a disposición de los
organismos civiles. La capacidad de desplegar efectivos de las Fuerzas
Canadienses altamente preparados y su equipo especializado en cualquier
punto del territorio nacional en poco tiempo, contribuye también a la
consecución de los objetivos nacionales en esferas tales como la
protección ambiental, la búsqueda y el rescate, el socorro en caso de
desastre, la interdicción del narcotráfico y la protección de la
pesca.
Seguridad de nuestras fronteras contra actividades
ilegales. Los canadienses enfrentan el creciente desafío de quienes
intentan explotar la vastedad de nuestro país y de sus recursos para
actividades ilegales. Esto rige para el narcotráfico y otras formas de
contrabando, así como para la introducción de inmigrantes ilegales al
país. Al apoyar la acción de otros organismos gubernamentales, las
Fuerzas Canadienses desempeñan un papel importante en el combate de ese
tipo de actividades ilegales.
Durante la renovación del acuerdo de defensa aérea
Norteamericana (NORAD) en 1991, Canadá y Estados Unidos acordaron dar a
NORAD una función en la supervisión y el control de las acciones
antidroga. Esta es una misión auxiliar a la que también se ha aplicado
la capacidad de nuestras fuerzas navales y terrestres e ilustra cómo
las estructuras y la capacidad existentes se pueden adaptar para
enfrentar nuevos problemas.
Protección de la pesca. Los canadienses han
dejado en claro que desean proteger la pesca canadiense de una
explotación ilegal y altamente perjudicial. Ante la disminución de
importantes reservas pesqueras, este tema se ha tornado más acuciante.
Las Fuerzas Canadienses han aportado una importante contribución al
patrullaje de las zonas pesqueras durante más de 40 años. El
Departamento de Defensa Nacional y el Departamento de Transporte
participan ahora en una tarea federal dirigida por el Departamento de
Pesca y Océanos. Las Fuerzas Canadienses dedicarán un número de horas
de vuelo y de patrullaje marítimo importante a esta tarea. Este acuerdo
es un buen ejemplo de la cooperación entre departamentos que produce un
uso eficiente de los recursos del Estado.
Uno de los aspectos más acuciantes en la actual
crisis pesquera de la Costa Oriental es el que plantea la pesca abusiva
por extranjeros en el zócalo continental de Canadá fuera de la zona de
exclusión de 200 millas. Esta forma de pesca atenta contra el futuro de
la pesca y contraviene el espíritu de las medidas de conservación
acordadas internacionalmente. El Gobierno ha iniciado una acción contra
estas actividades. Si bien la política gubernamental se propone evitar
emprender acciones represivas fueras de las 200 millas a menos que sea
absolutamente necesario para proteger una recurso natural vital, las
Fuerzas Canadienses deben estar en condiciones de emprender esa acción.
La cooperación interdepartamental se ha
perfeccionado muchísimo para responder a las recomendaciones del
Informe Osbaldeston y al informe de 1990 de la Comisión de Defensa
Nacional sobre soberanía marítima. Se han instalado comunicaciones
seguras, se han elaborado procedimientos operativos estándar y, a
través de políticas de adquisiciones, se aborda el posible beneficio
de contar con un equipo común e interoperable.
Vigilancia ambiental. El Gobierno ha
identificado la protección del medio ambiente como prioridad importante.
Ha subrayado la prevención de la contaminación y la promoción de
prácticas ecológicamente correctas en la operación cotidiana. El
Departamento de Defensa Nacional y las Fuerzas Canadienses han estado a
la vanguardia de las tareas para dar cumplimiento a estos objetivos. En
efecto, toda la planificación y las operaciones (y ello incluye la
actividad aliada en Canadá) están diseñadas en base a una
preocupación por el medio ambiente.
Más allá de esto, el Departamento de Defensa
Nacional ha concluido un memorando de entendimiento con el Departamento
de Medio Ambiente respecto del uso de las Fuerzas Canadienses en la
vigilancia y recuperación del medio ambiente. El acuerdo establece el
papel del Departamento y de las Fuerzas en las tareas de asistencia al
Departamento del Medio Ambiente en caso de grave incidente ambiental.
Además, las Fuerzas realizan misiones de vigilancia de rutina que
permitirán identificar y denunciar problemas ambientales actuales y
potenciales.
Protección de la Ciudadanía
Socorro en caso de desastre. Las Fuerzas
Canadienses cumplen una función clave en la reacción ante casos de
desastres naturales y provocados por el hombre. No sólo el Ministro de
Defensa Nacional es también el Ministro responsable de la preparación
para casos de emergencia, sino que, como parte de una iniciativa de más
vasto alcance para reducir el volumen del Estado, la administración de
la planificación de la preparación para casos de emergencia —que
antes era responsabilidad de un organismo separado— ha sido absorbida
por el Departamento de Defensa Nacional. Memorandos de entendimiento
entre el Departamento y otros organismos del Estado rigen la
coordinación de los recursos para responder a emergencias y el
Departamento efectuará una contribución inmediata y efectiva de
socorro en casos de desastre.
Búsqueda y rescate. El Departamento de
Defensa Nacional y las Fuerzas Canadienses aportan una contribución
vital al mantenimiento y las operaciones de la capacidad de Canadá para
búsqueda y rescate. Aunque algunos elementos de esta capacidad competen
a otras organizaciones federales y provinciales, las Fuerzas Canadienses:
- son responsables de la búsqueda y rescate aéreos;
- brindan recursos importantes de asistencia a los guardacostas en
la búsqueda y el rescate marítimos;
- asisten a las autoridades locales en la búsqueda y el rescate
terrestres, y
- operan tres centros de coordinación de rescate que responden a
miles de señales de peligro por año.
Objetivos
La reducción de la amenaza militar directa al
territorio canadiense no ha eliminado una función permanente de las
Fuerzas Canadienses a nivel interno. Mantendremos un nivel de capacidad
militar suficiente para cumplir una función adecuada en la defensa del
país. Las Fuerzas cumplirán la exigencia estatutaria de responder a
los pedidos de ayuda al poder civil. A través de la asistencia que
brindan a las autoridades civiles, las Fuerzas Canadienses ayudarán a
proteger la soberanía del país y cumplirán una amplia gama de
funciones secundarias.
Las Fuerzas podrán montar respuestas eficaces a
situaciones de emergencia en nuestra jurisdicción marítima, aérea y
terrestre, incluyendo el norte. Especialmente, las Fuerzas Canadienses:
- demostrarán periódicamente la capacidad de supervisar y
controlar la actividad dentro del territorio, el espacio aéreo y
las zonas marítimas de jurisdicción canadiense;
- asistirán en forma rutinaria a otros departamentos
gubernamentales en la consecución de diversos objetivos
nacionales de otra índole en esferas tales como la protección de
la pesca, la interdicción del narcotráfico y la protección del
medio ambiente;
- estarán preparadas para contribuir a la asistencia humanitaria
y el socorro en casos de desastre dentro de un plazo de 24 horas,
y mantendrán esta asistencia tanto como sea necesario;
- mantendrán su capacidad de búsqueda y rescate a nivel nacional;
- mantendrán su capacidad de asistencia para montar en todo
momento que sea necesario una reacción inmediata y efectiva ante
incidentes terroristas, y
- responderán a pedidos de asistencia del poder civil y
mantendrán esa respuesta tanto como sea necesario.
Capítulo 5
OPERACIONES DE DEFENSA ENTRE ESTADOS UNIDOS Y CANADÁ
Los Estados Unidos son el aliado más importante del
Canadá y ambos países mantienen relaciones singularmente estrechas,
complejas y múltiples. Canadá y Estados Unidos son contrapartes en la
relación comercial bilateral más grande del mundo. La frontera
indefendida que los separa es prueba de los valores políticos,
económicos, sociales y culturales comunes que los dos países comparten
como democracias industriales avanzadas. La geografía, la historia, la
confianza y las creencias comunes han hecho también de estos dos
países socios en la defensa de Norteamérica.
Evolución del Contexto de Seguridad
Desde 1940, cuando el Presidente Roosevelt y el
Primer Ministro Mackenzie King suscribieron el acuerdo Ogdensburg, en el
que se reconocía el carácter indivisible de la seguridad continental y
se establecía el compromiso de asistencia mutua en caso de hostilidades,
la cooperación defensiva entre Canadá y Estados Unidos ha persistido a
lo largo de más de cinco décadas en que los desafíos han ido
evolucionando.
El contexto de seguridad de Norteamérica está
cambiando nuevamente. Rusia ha retenido el grueso del antiguo arsenal
estratégico soviético, que incluye actualmente unas 10.000 ojivas. Sin
embargo, de acuerdo con las condiciones de los tratados sobre reducción
de las armas estratégicas (START I y II), se introducirán profundas
reducciones en las armas nucleares, ubicándose el total de ojivas
estratégicas en cada una de las partes entre 3.000 y 3.500. Los misiles
balísticos intercontinentales de ojivas múltiples, el componente más
desestabilizador de las fuerzas nucleares de Estados Unidos y Rusia,
serán eliminados en el 2003. A medida que se avance en la
implementación de los acuerdos START I y II en el próximo decenio, la
estabilidad será aun mayor.
El riesgo que plantean para Norteamérica estas armas
ha disminuido con la reducción de la tirantez y se logrará una mayor
seguridad a medida que se avance en la reducción de armamentos. No
obstante, siguen existiendo desafíos potenciales para la defensa
continental, especialmente si uno piensa más allá del futuro cercano.
Las armas nucleares siguen ocupando un lugar central en la doctrina
militar rusa. La amplia mayoría de los arsenales nucleares
estratégicos rusos siguen emplazados, en tanto importantes obstáculos
financieros y ambientales impiden una rápida implementación de las
reducciones que imponen los acuerdos START I y II. China también
conserva fuerzas nucleares estratégicas capaces de llegar a
Norteamérica y sigue modernizando sus sistemas intercontinentales.
La proliferación de las armas de destrucción en
masa y de sus vectores es otra preocupación. Una serie de Estados han
adquirido o procuran adquirir armas nucleares, químicas y biológicas
al igual que capacidad en materia de vectores para el lanzamiento de
misiles balísticos.
Las amenazas intercontinentales constituyen un
problema a más largo plazo. Ninguno de los países con posibilidades de
desarrollar esta capacidad poseería misiles balísticos capaces de
llegar a Norteamérica hasta bien entrado el siglo próximo. Sin
embargo, al planificarse para futuras contingencias, no pueden
descartarse los programas nucleares, químicos, biológicos y de misiles.
Una razón para ello es que en el caso de las armas químicas y
biológicas no se requiere de mecanismos de lanzamientos sofisticados.
Además, las armas de destrucción en masa ya amenazan o pronto podrían
amenazar a países amigos y aliados de Canadá en Europa y en otras
regiones, y Canadá quiere retener la opción de desplegar sus fuerzas
en regiones donde podrían tener que enfrentar estos armamentos.
Defensa Bilateral
La base institucional de la cooperación entre
Canadá y Estados Unidos en materia de defensa aporta una valiosísima
estabilidad en un mundo explosivo y turbulento. Sin embargo, a medida
que evolucionan las realidades estratégicas y fiscales, también lo
hacen nuestros acuerdos de defensa bilateral. Canadá seguirá
modificando sus relaciones con Estados Unidos en materia de defensa de
acuerdo con las prioridades de la nueva era.
La cooperación entre Canadá y Estados Unidos en
esta materia está definida por una amplia gama de acuerdos bilaterales
que incluyen acuerdos oficiales gobierno a gobierno, memorandos
interdepartamentales y cartas de entendimiento entre servicios. Estos
acuerdos abarcan, entre otras cosas, planificación y operaciones
conjuntas, ejercicios combinados, producción para la defensa,
logística, comunicaciones, investigación y desarrollo e intercambio de
inteligencia. Además, existen numerosos foros bilaterales donde se
celebran consultas, deliberaciones y reuniones periódicas.
Al examinar estos acuerdos, el Gobierno llegó a
varias conclusiones. En primer lugar, que la cooperación entre Canadá
y Estados Unidos en materia de defensa sigue sirviendo a los intereses
fundamentales de este país en forma extraordinariamente positiva. En
segundo lugar, el Gobierno desea que la Fuerzas Canadienses mantengan la
capacidad de actuar estrechamente con sus contrapartes estadounidenses
en una serie de situaciones. En tercer lugar, pese a que el Gobierno
decidió reducir significativamente el nivel de cooperación en materia
de defensa con Estados Unidos, Canadá seguirá obligada a recurrir a
Estados Unidos para obtener ayuda en la protección de su territorio y
cercanías, y esta asistencia se ofrecerá estrictamente en términos
americanos, sin que se vea afectada por la influencia de que goza
Canadá a raíz de su asociación defensiva con Estados Unidos y con
otros aliados de la OTAN. Por último, aunque algunos aspectos de la
relación no serán modificados en general, ciertos acuerdos exigen una
actualización.
Acuerdos Principales
Dirección Conjunta Permanente de Defensa.
Creada por el acuerdo de Ogdensburg de 1940, la Dirección Conjunta
Permanente de Defensa es un órgano asesor de alto nivel sobre seguridad
continental y está integrado por dos secciones nacionales integradas
por representantes diplomáticos y militares. Sus reuniones han servido
como vidriera de las relaciones defensivas Canadá-Estados Unidos por
más de cinco decenios. La Dirección ha examinado prácticamente todas
las medidas de defensa conjunta importantes emprendidas desde el final
de la segunda guerra mundial, incluida la construcción de la línea de
radares distantes para una alerta temprana, la creación del comando
aéreo norteamericano (más tarde, el comando aeroespacial) en 1958, la
operación binacional de sistemas de vigilancia acústica submarina y la
red de detección de alta frecuencia, así como la decisión de
emprender el programa de modernización de la defensa aérea
norteamericana, de 1945.
En los últimos años, la Dirección ha demostrado su
eficacia como conducto alternativo de comunicaciones a través del cual
se puede acelerar la solución de problemas difíciles. En particular,
ha contribuido a diseñar soluciones imaginativas al tipo de problemas
planteados en el nuevo contexto de seguridad global, como es el caso de
las decisiones para compartir costos, en una época de presupuestos
restringidos. El Gobierno considera que la Dirección seguirá siendo un
foro valioso en el que se articulan los intereses nacionales y en el que
un intercambio franco sobre los temas actuales permiten debatir todo el
espectro de temas de seguridad y defensa que enfrentan nuestros dos
países.
Comité de Cooperación Militar. Creado en
1945, el Comité de Cooperación Militar ha servido como vehículo para
la planificación militar conjunta en materia de defensa de
Norteamérica. Su primera función es la revisión del plan de defensa
de Canadá y Estados Unidos para casos de guerra. A lo largo de los
años, este plan ha evolucionado, transformándose en el actual Plan de
Seguridad Básica de Canadá y Estados Unidos que establece el uso
coordinado de la fuerzas navales, terrestres y aéreas de ambos países
en caso de hostilidades. Hoy en día, el Comité de Cooperación Militar
actúa como vínculo directo entre el personal militar nacional de ambos
países.
Como parte del Plan Básico de Seguridad, Canadá
tradicionalmente ha asignado fuerzas ya experimentadas en una amplia
gama de misiones para la defensa del continente. En el nuevo entorno de
seguridad norteamericano, estas fuerzas consistirán ahora en lo
siguiente:
- el comando general de un grupo de tareas conjunto;
- un grupo de tareas naval en cada costa;
- una brigada con elementos de apoyo conexos;
- dos escuadrones de aviones de combate, y
- un escuadrón de aviones de transporte
Cooperación terrestre. La cooperación entre
las fuerzas terrestres de Canadá y Estados Unidos se concentra en el
adiestramiento. Un intercambio de notas de 1968 establece los principios
y procedimientos vinculados a los movimientos transfronterizos de tropas,
que prevé que las unidades terrestres de un país tengan acceso directo
a los servicios de adiestramiento del otro. Acuerdos adicionales rigen
el intercambio temporario de pequeñas unidades terrestres con fines de
adiestramiento y la supervisión de las iniciativas y ejercicio de
adiestramiento bilaterales como los establecidos dentro del contexto del
programa de los ejércitos americano, británico, canadiense y
australiano.
Cooperación marítima. La dimensión
marítima de la cooperación entre Canadá y Estados Unidos en la
defensa de Norteamérica comprende la vigilancia y el control de vastas
regiones oceánicas en ambas costas y en el Ártico. Esta misión se
lleva a cabo en estrecha asociación con la marina de los Estados Unidos
y con sus servicios de guardacostas, e incluye la planificación, las
operaciones y el apoyo logístico.
Se realizan ejercicios bilaterales periódicos en el
mar, que ofrecen la oportunidad de evaluar los planes de defensa,
mejorar las normas operativas y fomentar la capacidad de las fuerzas
canadienses y estadounidenses para actuar conjuntamente. Ambos países
comparten datos de vigilancia, como lo han hecho durante muchos años,
respaldados por la operación conjunta de servicios tales como el
sistema integral de vigilancia submarina de las Fuerzas Canadienses,
recientemente inaugurado en Halifax. El intercambio de información y de
servicios se realiza en respaldo de operaciones de búsqueda y rescate y
de combate al narcotráfico.
Ambos países se benefician de los acuerdos que
comprenden el intercambio de combustible y material entre buques en
altamar, el uso compartido de pruebas y evaluaciones y el apoyo durante
las visitas de buques. Las fuerzas navales canadienses han ampliado
significativamente su estrecha cooperación con la marina de los Estados
Unidos frente a las costas norteamericanas del Pacífico. Por último,
las fuerzas navales canadienses y estadounidenses han cooperado en los
últimos años en la prestación de socorro humanitario en zonas
devastadas por los desastres naturales, así como tras el Huracán
Andrew, en 1992.
Acuerdo de defensa aeroespacial norteamericano (NORAD).
El acuerdo NORAD oficializa más de diez años de cooperación ad hoc
entre Canadá y Estados Unidos en materia de defensa aérea continental,
que se inició poco después de la segunda guerra mundial. En virtud del
acuerdo, un comando integrado asumió el control operativo de las
fuerzas disponibles para la defensa aérea. Desde entonces, NORAD ha
evolucionado para enfrentar los desafíos que plantean a Norteamérica
las nuevas tecnologías de armamentos.
En las nuevas circunstancias geoestratégicas de hoy,
Canadá mantendrá la vigilancia aeroespacial, las advertencias contra
misiles y la capacidad de defensa aérea a un nivel muy reducido. El
Gobierno considera prudente preservar la capacidad de Canadá y de
Estados Unidos de regenerar las fuerzas, en caso de que surgiera una
amenaza estratégica al continente en el futuro —en efecto, mantener
una capacidad razonable en materia de equipo, infraestructura y técnica—
reduciendo los niveles operativos a los necesarios para las actuales
actividades en tiempo de paz.
El sistema de alerta por radares y las operaciones a
distancia se mantendrán a un nivel reducido de alerta. Al concluir, el
costo de la operación y el mantenimiento del sistema será anualmente
significativamente menor. Sin embargo, mantendrá la capacidad de
realizar operaciones de vigilancia y control de más alto nivel, si
fueran necesarias.
En los meses venideros, se iniciarán negociaciones
oficiales sobre la renovación del acuerdo NORAD, cuya última prórroga
vence en 1996. Canadá procurará preservar los beneficios de esta
antigua cooperación en asuntos de defensa aeroespacial. El Gobierno
examinará de cerca aquellas esferas que puedan exigir una
actualización de acuerdo con la evolución de la seguridad continental.
Canadá tratará de forjar un acuerdo que impulse nuestros intereses
nacionales y satisfaga nuestras necesidades de defensa ahora y en el
siglo XXI.
Programa de pruebas y evaluación de Canadá y
Estados Unidos. En 1993, el programa de pruebas y evaluación de
Canadá y Estados Unidos fue creado en el contexto del acuerdo que
permite el acceso del ejército estadounidense a las instalaciones de
pruebas de Canadá. En el último decenio, se sometieron a prueba en
Canadá la tecnología de boyas transmisoras submarinas, las municiones
antiblindados, las técnicas de perfeccionamiento de aviones de combate
F/A-18 y, especialmente, los misiles de crucero desarmados. En febrero
de 1993 se renegoció y renovó por diez años este programa. De acuerdo
con las condiciones del acuerdo, Canadá tiene acceso recíproco a los
servicios de prueba de Estados Unidos. Además, cada uno de los países
ha acordado cobrar únicamente los costos incrementales, es decir, los
vinculados a la conducción de una prueba específica en una determinada
instalación o servicio, en lugar de los gastos vinculados a la
operación de todo el servicio, con lo que se reduce significativamente
para Canadá el costo de las pruebas, la evaluación y la certificación
que realiza Estados Unidos.
El Gobierno considera que el programa de pruebas y
evaluación es un componente integral de nuestras relaciones bilaterales
de defensa. El acuerdo nos permite probar en forma eficiente en función
del costo una serie de sistemas canadienses clave en Estados Unidos. A
su vez, nosotros permitimos que Estados Unidos pruebe algunos sistemas
considerados esenciales para la seguridad continental y mundial, sujeto
a una aprobación en cada caso. El acuerdo es también muy flexible,
pues permite una fácil adaptación a circunstancias cambiantes. A
comienzos de este año, ambos gobiernos anunciaron el fin de las pruebas
de los misiles de crucero en el espacio aéreo canadiense.
Producción de defensa/acuerdos para compartir la
tecnología de defensa. Otro aspecto de la cooperación defensiva
estadounidense-canadiense consiste en una amplia red de acuerdos de
producción, investigación y desarrollo en materia de defensa. Suscrito
en 1956, el acuerdo sobre producción de defensa ha permitido que firmas
canadienses compitan en pie de igualdad con sus contrapartes
estadounidenses en el mercado de Estados Unidos. Desde 1963, el acuerdo
que establece el intercambio de desarrollo tecnológico en materia de
defensa ha ayudado a las firmas canadienses a producir artículos para
su uso por el ejército de Estados Unidos. Estos acuerdos se basan en el
principio de que, dado el carácter interdependiente de la defensa
norteamericana, ambos países se benefician de las economías de escala
derivadas de la especialización.
Canadá ha reconocido durante mucho tiempo que su
propio mercado de defensa es muy pequeño para sostener una base
industrial de defensa que pueda satisfacer todas las necesidades de las
Fuerzas Armadas Canadienses. Estos acuerdos han permitido que Canadá se
beneficie de la producción en gran escala de Estados Unidos así como
de la demanda de productos vinculados a la defensa en Estados Unidos y
en nuestros aliados europeos. Esto es aún más importante en una era de
recursos menguados y creciente competencia, en particular dado que la
Ronda Uruguay de negociaciones multilaterales de comercio poco avanzó
en la esfera de las adquisiciones y la investigación en materia de
defensa. Estos acuerdos también permiten que las empresas canadienses
mantengan contacto con la tecnología y ayudan a Canadá a generar y
mantener empleos altamente tecnológicos en los sectores de defensa y en
la producción civil.
Mirando al Futuro
El espacio. En los últimos años, el espacio
ha surgido como un componente cada vez más importante del contexto de
seguridad mundial. La tecnología espacial ya respalda a las actividades
militares tradicionales de las fuerzas navales, terrestres y aéreas,
incluyendo el comando, control y comunicaciones, la recolección de
inteligencia, la vigilancia, la navegación, la cartografía, los
servicios meteorológicos y la verificación del control de armamentos.
Con el advenimiento de la guerra de misiles, la incidencia del espacio
en la protección de los Estados modernos ha adquirido un significado
aún mayor.
Mirando hacia el futuro, se explorará la posibilidad
de desarrollar un sistema de vigilancia espacial para Norteamérica en
el próximo siglo, sujeto a una serie de consideraciones militares,
financieras y tecnológicas.
Advertencia contra misiles y defensa. Canadá
respalda las deliberaciones en curso con Estados Unidos, los aliados de
la OTAN y otras contrapartes sobre la posible expansión, más allá de
Norteamérica, de la función de alerta contra misiles actualmente a
cargo de NORAD, cuyo valor ha sido demostrado en el curso de la Guerra
del Golfo.
El Gobierno ha seguido con interés la evolución de
la política y la estrategia de defensa de Estados Unidos en los
últimos años, que pone el acento en los sistemas de defensa
misilísticos terrestres y marítimos. Canadá acoge con beneplácito la
decisión del Gobierno de Estados Unidos de adherir a una
interpretación estricta del Tratado de Misiles Antibalísticos de 1972.
En efecto, vemos que Estados Unidos está firmemente empeñado en
desarrollar una posición de defensa misilística que fomente la
estabilidad global y sea congruente con los acuerdos vigentes en materia
de control de armamentos.
Por ahora, Canadá está interesada en comprender
mejor la defensa misilística a través de la investigación y en
consulta con naciones con posición semejante. En el futuro, el posible
rol canadiense en la defensa de misiles balísticos no será determinado
aisladamente, sino conjuntamente con la evolución de los acuerdos de
defensa aeroespacial norteamericanos y, posiblemente, de la OTAN. La
participación canadiense en la defensa de misiles balísticos también
tendrá que ser económicamente viable y eficiente en función del costo,
deberá aportar una contribución inequívoca a la defensa de Canadá y
a las misiones que ya cumplen nuestras fuerzas, como las de vigilancia y
comunicaciones.
Objetivos
Por más de cinco decenios, Canadá y Estado Unidos
han cooperado en la defensa de Norteamérica y en apoyo de la
estabilidad y la paz internacionales. Los beneficios de esta relación
son hoy más válidos que nunca. En primer lugar, Canadá recibe un
adiestramiento y una experiencia operativa inestimable, aplicable no
sólo a Norteamérica, sino también a misiones de la ONU y a otras
misiones multilaterales en el exterior. En segundo lugar, Canadá
retiene una voz influyente en la formulación de la política de defensa
de Estados Unidos en áreas en que están directamente involucrados
nuestros intereses de seguridad. Tercero, Canadá obtiene acceso a
información importante sobre defensa que de otra forma no podría
obtener. En cuarto lugar, las compañías canadienses se benefician del
acceso a importantes tecnologías y al voluminoso mercado de defensa de
Estados Unidos.
Con la evolución de las circunstancias a lo largo de
los años, también han evolucionado las relaciones de defensa entre
Canadá y Estados Unidos, teniendo en cuenta las nuevas realidades
estratégicas y fiscales. El carácter turbulento de los asuntos
mundiales y la necesidad de hacer el máximo con recursos limitados como
los que se disponen para la defensa nos llevan una vez más a incorporar
otros cambios. Las modificaciones a las acuerdos bilaterales vigentes y
las inminentes negociaciones sobre la renovación del acuerdo NORAD son
elementos importantes en este proceso. Entre tanto, Canadá seguirá
basándose en la estabilidad y flexibilidad de sus relaciones con
Estados Unidos para ayudar a dar satisfacción a las necesidades de
defensa de nuestro país en Norteamérica y fuera de sus fronteras.
Con este fin, el Departamento y las Fuerzas:
- Mantendrán la capacidad de operar eficazmente en mar, tierra y
aire con las fuerzas militares de Estados Unidos para la defensa
de la región septentrional del Hemisferio Occidental;
- Iniciarán negociaciones oficiales con Estados Unidos sobre la
renovación del acuerdo NORAD que vence en 1996, asegurándose de
que sus disposiciones reflejen las prioridades de defensa
aeroespacial norteamericanas;
- Como parte de un nuevo acuerdo NORAD, cooperarán en:
- la vigilancia y el control del espacio aéreo norteamericano;
- la recolección, procesamiento y difusión de información sobre
alerta contra misiles en Norteamérica; y
- el examen de las opciones de defensa de misiles balísticos
concentrada en la investigación y el aprovechamiento de la
capacidad existente en Canadá en materia de comunicaciones y
vigilancia; y
- Mantendrán la participación de Canadá en el programa de
pruebas y evaluación entre Canadá y Estados Unidos, los acuerdos
sobre intercambio de producción y desarrollo en materia de
defensa y demás acuerdos bilaterales vigentes.
Capítulo 6
CONTRIBUCIÓN A LA SEGURIDAD INTERNACIONAL
Los canadienses son por naturaleza,
internacionalistas y no aislacionistas. Defendemos con orgullo un
patrimonio de servicios prestados fuera de nuestra fronteras. Nos
enorgullecemos del Premio Nobel de la Paz Lester B. Pearson, no
simplemente porque confirió un gran honor a un canadiense, sino porque
refleja la evolución de nuestra personalidad internacional. Más de 30
años después, los canadienses podrían enorgullecerse una vez más de
su aporte a la paz pues el Premio Nobel de la Paz fue conferido en
reconocimiento de la labor del personal que actúa en el mantenimiento
de la paz. La cooperación multilateral en cuestiones de seguridad no es
meramente una tradición canadiense, sino expresión de nuestros valores
en la esfera internacional. Nos preocupa la evolución del mundo y
estamos dispuestos a luchar junto a otros países para mejorar la suerte
de todos los pueblos.
Los canadienses no ignoran las lecciones de la
historia. Aunque reconocen que los Estados desean dedicar sus recursos a
los acuciantes problemas internos, su experiencia en dos guerras
mundiales y en el conflicto de Corea los ha hecho conscientes de la
tentación de los tiempos de paz de creer que su seguridad está
garantizada, en particular cuando se funda en predicciones voluntaristas
sobre el futuro. La experiencia del Canadá también ha subrayado la
necesidad de crear y mantener instituciones multilaterales efectivas que
puedan abordar los problemas de la seguridad y la estabilidad, y
responder con eficacia a una agresión, si fracasan las otras medidas.
Como reflejo del carácter mundial de los valores e
intereses canadienses, las fuerzas de nuestro país deben contribuir a
la seguridad internacional. Debemos seguir cumpliendo un papel militar
activo en las Naciones Unidas, en la Organización del Tratado del
Atlántico Norte y en la Conferencia sobre la Seguridad y la
Cooperación en Europa. Debemos desarrollar nuestras relaciones de
defensa con las naciones de la región del Asia y el Pacífico y
Latinoamérica y contribuir en lo posible a la seguridad del Oriente
Medio y Africa.
Los complejos problemas de seguridad que enfrenta hoy
la comunidad internacional no tienen soluciones fáciles. Sin embargo,
existe un firme empeño por abordar estos problemas en el contexto de
las instituciones multilaterales. Ello deriva no sólo del estado de las
relaciones políticas mundiales, sino también de la sensación de que,
en momentos en que muchos países reducen su gasto militar para destinar
mayores recursos a los problemas internos, la cooperación multilateral
constituye una vía adecuada para aunar los recursos nacionales y
ponerlos al servicio del máximo beneficio. De manera que, ahora más
que nunca, el multilateralismo requiere y merece nuestro apoyo, no sólo
en nuestras palabras e ideas, sino también en una contribución
canadiense tangible a la seguridad y el bienestar internacionales.
Perspectiva Canadiense de las Operaciones Multilaterales
En los últimos años, el carácter de las
operaciones multilaterales emprendidas en apoyo de las Naciones Unidas
ha cambiado enormemente. En tanto en el pasado estas operaciones
comprendían fundamentalmente misiones tradicionales de mantenimiento de
la paz y observación, la gama de operaciones se ha ampliado y ahora
abarca todas las actividades militares, de los despliegues preventivos a
las acciones coercitivas como la de la guerra del Golfo. En efecto, el
carácter más amplio de estas operaciones ha quedado claramente de
manifiesto en el informe del Secretario General de la ONU de 1993 Una
Agenda para la Paz.
En la evolución de las operaciones de respaldo de
los objetivos de la ONU se han obtenido éxitos y se han enfrentado
fracasos. Algunas de las operaciones han sido muy exitosas, como la del
Grupo de las Naciones Unidas para la Asistencia en la Transición, que
contribuyó a la transición de Namibia a la independencia. La
operación multinacional del Golfo, de 1990-91, como reacción a la
invasión de Kuwait por Irak, permitió aplicar sanciones económicas
contra Irak y, aunque esto no logró hacer que Irak cumpliera con las
resoluciones de la ONU, restableció la soberanía de Kuwait con una
campaña militar breve pero efectiva.
También ha habido desilusiones. La operación de la
ONU en Somalia empezó como un emprendimiento acertado y ambicioso para
restablecer el orden, ofrecer una asistencia humanitaria imperiosamente
necesaria y facilitar la reconstrucción nacional. Al cabo de la
operación, parece claro que, por lo menos, dos de estos tres objetivos
no se alcanzaron. Análogamente, las operaciones de la ONU en la antigua
Yugoslavia sin duda salvaron vidas, pero también han puesto de relieve
la dificultad que plantea la constante modificación de los mandatos de
las misiones y obtener el apoyo de la OTAN y de la Unión Europea a los
objetivos de la ONU. Aun en otros casos, como en el de Rwanda, la ONU
simplemente no pudo actuar a tiempo.
Canadá, que siempre ha sido un firme defensor del
multilateralismo en general y del de la ONU en particular, ha sido un
protagonista activo en la reciente intensificación de las operaciones
de la organización. Canadá seguirá siendo un firme defensor de las
instituciones multilaterales de seguridad. También creemos, sin
embargo, que los objetivos y la conducción de las misiones
multilaterales en apoyo de la paz y la estabilidad deben reflejar una
perspectiva clara. Algunas de las consideraciones que deben tenerse en
cuenta son comunes a todas las operaciones multilaterales. Otras se
refieren a la participación de organizaciones multilaterales de
seguridad específicas, en particular, la ONU y la OTAN.
Consideraciones generales. La amplia
experiencia del Canadá en materia de operaciones multilaterales nos ha
llevado a identificar ciertas características en el propósito, diseño
y conducción operativa de las misiones que contribuyen a sus
perspectivas de éxito. Estas misiones deben abordar amenazas reales a
la paz y la seguridad internacionales (como, por ejemplo, en el caso del
Golfo y de la antigua Yugoslavia) o tragedias humanitarias emergentes (como
las situaciones de Somalia y Rwanda). No deben transformarse en un fin
en sí mismas; deben ser parte de una estrategia amplia para la
consecución de soluciones realistas y viables a largo plazo (como las
operaciones de la ONU en Centroamérica).
El diseño de las misiones deben reflejar ciertos
principios clave:
- Deben existir mandatos claros y viables.
- Debe existir una autoridad identificable y comúnmente aceptada.
- La composición nacional de la fuerza debe ser adecuada a la
misión y debe existir un proceso efectivo de consulta entre las
partes en la misión.
- En las misiones que requieren recursos militares y civiles, debe
existir un núcleo de autoridad reconocido, una división clara y
eficiente de las responsabilidades y procedimientos operativos
acordados.
- Con excepción de las acciones coercitivas y de las operaciones
para defender a los Estados miembros de la OTAN, en las misiones
en que participe personal canadiense, la participación de Canadá
debe ser aceptada por todas las partes en el conflicto.
La experiencia canadiense, que abarca emprendimientos
de la ONU, la OTAN y otros emprendimientos multilaterales, sugiere
también que las misiones que logran éxito son aquellas que respetan
ciertos aspectos operativos esenciales.
- El volumen, el adiestramiento y el equipo de la fuerza debe ser
adecuado al propósito que se persigue a lo largo de la duración
de la misión.
- Debe existir un concepto definido de las operaciones, un comando
y una estructura de control efectivos y normas claras para la
acción militar.
La ONU y la OTAN. La experiencia de Canadá
también ha brindado al Gobierno una perspectiva sobre las funciones
respectivas que deben desempeñar en las operaciones multilaterales las
dos instituciones multilaterales de seguridad más importantes a las que
pertenece Canadá: la ONU y la OTAN. La participación permanente de
Canadá en ambas organizaciones refleja la convicción de que cada una
de ellas puede efectuar una contribución valiosa a la evolución de la
paz y la estabilidad internacionales. Al mismo tiempo, cada una de estas
organizaciones presenta sus propias virtudes, carencias y límites.
Históricamente, la ONU pocas veces ha logrado el
nivel de consenso necesario para una acción militar. En consecuencia,
carece del personal y de la experiencia necesaria para la planificación
o generación de fuerzas multinacionales que le permitan hacer uso del
potencial militar de sus Estados miembros en la forma más oportuna y
efectiva. En efecto, la disposición de fuerzas militares por parte de
la ONU está sujeta a la voluntad de los Estados miembros de contribuir
con dichas fuerzas.
El objetivo de la OTAN ha sido más concreto: la
Alianza está dedicada a la defensa colectiva de sus Estados miembros.
Su integración más restringida de 16 países con un objetivo más
similar ha facilitado el consenso. En consecuencia, posee mucha más
experiencia en el diseño y la generación de fuerzas multinacionales
(con propósitos defensivos) así como en la planificación y ejecución
de operaciones conjuntas. Además, el compromiso de participar en la
defensa de un país de la Alianza es prácticamente automático para
todos los Estados miembros.
Canadá está decididamente en favor de unas Naciones
Unidas vigorosas y efectivas, capaces de defender los valores políticos
y los procedimientos establecidos en su Carta, y cree que las
situaciones que exigen una acción militar internacional deben ser
abordadas de conformidad con los términos de la Carta. La autoridad
preeminente de la ONU en la conducción de las operaciones que exigen la
fuerza de las armas surge de sus miembros, que abarcan un espectro casi
universal, y de los términos de su Carta, que establecen el contexto
ético y jurídico de las relaciones entre los Estados y, en cierta
medida, dentro de los Estados.
Sin embargo, la ONU está afectada por problemas
graves. La organización sufre una crisis financiera crónica debido a
que los Estados miembros no cumplen sus obligaciones financieras y la
reciente proliferación de operaciones de gran volumen,
extraordinariamente complejas y sumamente costosas, que ponen una
presión sustancial en sus recursos financieros. Además, el Consejo de
Seguridad debe ser reformado para que preste un servicio adecuado a la
comunidad internacional. Su proceso de toma de decisiones debe ser más
transparente. Sus resoluciones deben redactarse con más detalle. Los no
miembros del Consejo —especialmente los países que aportan efectivos
militares— deben ser consultados más sistemáticamente. En cuanto a
los mecanismos internos, la ONU no ha podido dar cumplimiento efectivo
al rol más amplio que le ha competido en la era posterior a la guerra
fría. La reforma burocrática, la racionalización y la reducción de
costos son elementos esenciales para restablecer su prestigio.
Una vez que la ONU haya determinado sus objetivos,
identificado los medios para alcanzarlos y establecido su estrategia
ante un problema dado, debe estar en condiciones de ejecutar sus
decisiones en forma oportuna y efectiva. Una opción puede ser la
creación de una fuerza permanente de la ONU para resolver los problemas
de larga data con respecto a la disponibilidad inmediata de fuerzas
militares. Los aspectos prácticos que comporta la creación de dicha
fuerza son complejos y Canadá se empeñará en que esta cuestión se
estudie minuciosamente. Entre tanto, impulsaremos a nivel nacional
nuestra capacidad para contribuir a las operaciones de la ONU. Dentro de
los límites de nuestros recursos, procuraremos responder rápidamente a
las necesidades de la ONU en materia de capacitación, personal y
unidades de campo.
Canadá también sigue siendo un firme defensor de la
reforma de la OTAN. Canadá considera que el acervo de competencia y
capacidad militar de la OTAN debe permitir una mayor contribución a las
operaciones de la ONU. Sin embargo, la Alianza sólo lo hará si sus
relaciones con la organización mundial están clara y debidamente
definidas y se comprenden cabalmente. La OTAN aportará su contribución
más valiosa a las operaciones multilaterales si brinda a la ONU el
vigoroso apoyo militar que actualmente le falta. En el cumplimiento de
esta función, la Alianza debe resistir la tentación de intervenir en
la dirección política estratégica de las misiones pues esa
responsabilidad debe recaer en el Consejo de Seguridad.
Por su parte, la ONU tiene que reconocer que cuando
recurra a la OTAN en procura de un apoyo militar efectivo, su cadena de
mando y sus procedimientos militares no deben verse restringidos por una
orientación política o militar poco clara, vacilante o divisionista.
Esta orientación conspira contra la eficacia y la eficiencia operativa
de la OTAN, no impulsa los objetivos de la ONU y, en última instancia,
socava el prestigio de ambas organizaciones.
Aspectos nacionales. Canadá debe estar
preparado para aportar fuerzas a una amplia gama de operaciones de la
ONU y a otras operaciones multilaterales. Ciertos escenarios
internacionales permitirán una respuesta canadiense inmediata, como la
necesidad de asistir en la defensa de un Estado de la OTAN o responder a
la emergencia de una amenaza comparable a la paz y seguridad
internacionales. Aunque este compromiso general es claro, en
circunstancias más normales Canadá puede y debe ser selectivo para
poder mantener una posición que le permita desempeñar un papel
efectivo. Canadá no puede y no tiene que participar en todas las
operaciones multilaterales. Nuestros recursos son limitados. Podemos no
estar de acuerdo con el propósito o la organización de una determinada
misión. Podemos no estar convencidos de sus perspectivas de éxito.
Podemos participar por otra vía. Además, Canadá no está obligado a
asumir una parte importante de todas las operaciones ni a contribuir con
fuerzas por más tiempo del que parezca razonable. Sin embargo, Canadá
mantendrá su especialización en las operaciones multilaterales.
Aportaremos fuerzas a aquellas operaciones para la que los recursos sean
adecuados y si nuestro personal puede ser adecuadamente armado y
debidamente adiestrado para cumplir la tarea y aportar una contribución
significativa al éxito de la misión.
Las distintas opciones
Los antecedentes de Canadá en materia de su
compromiso con las operaciones multilaterales son insuperables. Fuera de
que el número de operaciones en que el personal de las Fuerzas
Canadienses ha participado es sorprendente, igualmente importante es que
estas operaciones han abarcado casi todo el espectro de las actividades
militares. Con sujeción a los principios esbozados antes, el Gobierno
está dispuesto a aportar fuerzas navales, terrestres y aéreas (así
como elementos de apoyo) a una gama completa de operaciones militares,
incluidas las que se señalan a continuación.
Despliegue preventivo de fuerzas. Esto
comporta el despliegue de fuerzas entre partes de un conflicto inminente
antes de que estalle el conflicto, para eliminar la tirantez, fomentar
la confianza y evitar que incidentes menores den lugar inadvertidamente
a hostilidades abiertas. El Gobierno considera valiosos estos
despliegues como parte de una estrategia diplomática de más vasto
alcance para resolver las controversias pacíficamente y evitar el
estallido de hostilidades. En efecto, Canadá fue uno de los primeros
participantes en el primer despliegue preventivo de fuerzas de la ONU en
la antigua República Yugoslava de Macedonia en 1993, una operación
destinada a dar cierta estabilidad a una zona de gran tirantez de los
balcanes.
Misiones de mantenimiento de la paz y observación.
Estas misiones representan el tipo tradicional de operaciones "mantenimiento
de la paz", llevadas a cabo en las Alturas de Golán y en Chipre.
Comportan el despliegue de fuerzas imparciales entre las partes para
asegurar el cese del fuego y el control de los acuerdos pertinentes
durante el curso de las negociaciones tendientes a una solución
política. En los últimos años, estas operaciones no han adquirido el
mismo perfil que las demás operaciones multilaterales, incluidas las
misiones en la antigua Yugoslavia, Somalia y Camboya. Sin embargo,
cuando existe el deseo de pasar de una situación de conflicto armado a
una solución política, las misiones tradicionales de mantenimiento de
la paz pueden aportar una contribución valiosa a la transición. La
experiencia canadiense en este campo es insuperable y el Gobierno está
comprometido a mantener la participación de las Fuerzas Canadienses en
estas operaciones.
Aplicación coercitiva de la voluntad de la
comunidad internacional y defensa de los aliados. Las operaciones
más ambiciosas de los últimos años han entrañado el uso de la fuerza
armada, con auspicios multilaterales, para hacer cumplir la voluntad de
la comunidad internacional, no sólo en caso de conflicto entre Estados,
sino también dentro de los Estados. Ejemplos recientes de estas
operaciones son los siguientes:
- la aplicación coercitiva de sanciones económicas o embargos de
armamentos;
- el uso de la fuerza armada para crear condiciones de seguridad
que permitan el suministro de asistencia;
- la negación de espacio aéreo en el que las fuerzas hostiles
pueden llevar a cabo una campaña militar o atacar a poblaciones
civiles;
- protección de poblaciones civiles y refugiados en "zonas
de seguridad", y
- acciones de disuasión o defensa de Estados miembros de la ONU o
de la OTAN contra un ataque armado.
Las Fuerzas Canadienses han participado en todos los
tipos de operaciones enumeradas, que exigen diversas formas de
adiestramiento y capacidad militar. Nuestro personal ha contribuido a la
aplicación de sanciones económicas contra Haití y la antigua
Yugoslavia. Ha participado en el restablecimiento del orden y la
prestación de ayuda humanitaria en Somalia. Como parte de UNPROFOR, ha
hecho lo propio en Croacia, complementando esta actividad con la ayuda a
controlar el espacio aéreo y con la participación en la protección de
"zonas de seguridad" en Bosnia-Herzegovina. En 1990-91, las
Fuerzas Canadienses participaron en la coalición multinacional que
obligó al retiro de las fuerzas iraquíes de Kuwait. Por último, en
este período, las Fuerzas Canadienses han seguido adiestrándose con
sus aliados de la OTAN para preservar la capacidad de la Alianza de
defenderse contra un ataque armado.
La tirantez étnica y religiosa, el creciente número
de "Estados inoperantes" y la persistencia de conflictos entre
los Estados por cuestiones fronterizas y de recursos, sugieren con
bastante claridad que el futuro carácter de las operaciones militares
multilaterales abarcará múltiples dimensiones para abordar una amplia
gama de desafíos. Los objetivos de estas misiones —la protección de
poblaciones civiles y refugiados, la reconstrucción nacional, la
defensa del derecho internacional y el enfrentamiento de la agresión—
son invariablemente irrecusables. Sin embargo, eso no significa que
siempre se lleven a cabo en forma ordenada ni que no planteen importante
riesgos para el personal de las Fuerzas Canadienses, en particular en un
entorno en que la proliferación de armamentos avanzados se está
transformando en la norma y no en la excepción. No obstante, Canadá
seguirá preparado para aportar fuerzas a tales operaciones, sean
autorizadas por la ONU o formen parte de emprendimientos de
organizaciones regionales tales como la OTAN o la CSCE.
Construcción de la paz después de los conflictos.
La rehabilitación de zonas que han sido escenario de conflictos armados
representa una importante contribución que el adiestramiento, la
técnica y el equipo de nuestras fuerzas armadas pueden efectuar a la
seguridad internacional. Instancias de estas contribuciones incluyen el
suministro de socorro humanitario y el uso de ingenieros para
reconstruir la infraestructura y eliminar minas terrestres. Tras el
retiro soviético de Afganistán, Canadá dio un paso más con el
adiestramiento de refugiados en el reconocimiento y la desactivación de
minas terrestres. Estas actividades pueden aportar una contribución
valiosísima en la construcción de una paz más duradera y el Gobierno
explorará las formas en que las Fuerzas Canadienses pueden aportar una
contribución adicional.
Antes de asumir el poder, el Gobierno tomó nota de
que las relaciones entre los aspectos militares y civiles de las nuevas
misiones multilaterales era un campo que debía ser explorado. El
Gobierno aprovechará los progresos alcanzados hasta ahora. La
experiencia que hemos acumulado en la coordinación cívico-militar en
las misiones de Etiopía, Somalia y Rwanda sugiere que las fuerzas
armadas deben cumplir una función vital desde el comienzo de estas
misiones en el establecimiento de un entorno seguro y en el suministro
de un apoyo básico (transporte, asistencia médica de emergencia,
logística y comunicaciones). A largo plazo, sin embargo, las
actividades de reconstrucción —ya se trate de la administración y
aplicación del derecho civil, el suministro de atención médica o la
distribución de ayuda humanitaria— deben estar en manos de
organizaciones civiles.
Medidas de fomento de la estabilidad y la
confianza. El control de armamentos y las medidas de fomento de la
confianza representan un mecanismo importante para evitar o contener
conflictos y fomentar relaciones estables entre los Estados. En los
últimos dos años, por ejemplo, la implementación del Tratado sobre
Fuerzas Convencionales en Europa permitió destruir más siete mil
tanques de los países que integraban el Pacto de Varsovia, material que
bastaba para equipar 32 divisiones armadas al estilo soviético.
La posibilidad de realizar inspecciones y verificar
el cumplimiento de los tratados sigue siendo crucial para el éxito o el
fracaso relativo de estos acuerdos. El Departamento de Defensa Nacional
y las Fuerzas Canadienses han cumplido su papel en las operaciones de
este tipo realizadas en el pasado y, dentro de los límites de sus
recursos, seguirán haciéndolo.
Uno de los mecanismos más interesantes y productivos
de fomento de la estabilidad y la confianza han sido los contactos
multilaterales y bilaterales entre el personal civil y militar de
distintos países. Estos contactos, —que pueden consistir en visitas
breves o conversaciones e intercambios más amplios entre el personal—
permiten fomentar la transparencia y la confianza a través de contactos
personales directos y de un mayor conocimiento de las distintas
percepciones de los problemas de defensa y de la cultura y la doctrina
militares. Las Fuerzas Canadienses han utilizado estos programas de
contactos bilaterales y multilaterales para examinar una serie de
cuestiones que van de la planificación de la defensa a las relaciones
cívico-militares. El intercambio con fuerzas militares de Europa
Central y Oriental y con países de la Comunidad de Estados
Independientes ha demostrado ser muy promisorio. El Gobierno ampliará
ahora este programa de intercambios al que también incorporará a otros
países. Con este fin incrementaremos sustancialmente el presupuesto
destinado al programa de asistencia en adiestramiento militar para
desarrollar contactos con Europa Central y Oriental, la Comunidad de
Estados Independientes, Asia, América Latina y Africa.
Adiestramiento para Misiones Multilaterales
El Gobierno considera que el adiestramiento para el
combate —a nivel nacional y con los aliados— sigue siendo la base
para la participación de las Fuerzas Canadienses en las misiones
multilaterales. En situaciones de conflicto inminente, este
adiestramiento proporciona al personal de las Fuerzas Canadienses una
amplia gama de técnicas que pueden ser necesarias para enfrentar las
exigencias de situaciones inesperadas.
Canadá brindará su apoyo y su contribución al
mejoramiento del adiestramiento en mantenimiento de la paz:
- Las experiencias recientes de las operaciones de la ONU han
confirmado el valor del adiestramiento en materia de diversidad
cultural, derecho internacional humanitario y solución de
controversias antes del despliegue de efectivos. Este
adiestramiento siempre ha formado parte de la preparación de las
tropas canadienses que se envían al exterior en operaciones de
manentenimiento de la paz, adiestramiento que seguirá siendo
perfeccionado.
- El Gobierno ha asistido en el establecimiento y financiamiento
del Centro Canadiense de Capacitación en Mantenimiento de la Paz
Internacional Lester B. Pearson de Cornwallis, Nova Scotia, con
los auspicios del Instituto Canadiense de Estudios Estratégicos.
El Departamento patrocinará adiestramiento en mantenimiento de la
paz en el Centro a personal militar de países participantes en la
Alianza para la Paz de la OTAN y países en desarrollo en el
contexto del Programa de Asistencia en Adiestramiento Militar.
Organizaciones y compromisos
Fortalecimiento de las Naciones Unidas.
Canadá, que ha prestado un apoyo político y financiero indeclinable a
las Naciones Unidas, sigue empeñada en la reforma de esta organización
internacional. En la esfera de la seguridad, Canadá aporta personal
altamente calificado, una capacidad militar sustancial y una gran
experiencia en operaciones de la ONU. Otros países recurren al
liderazgo de Canadá. Aparte de sus reconocidos antecedentes en materia
de apoyo financiero a las operaciones de la ONU, Canadá ya ha tomado la
delantera en el suministro a la ONU de experiencia militar para mejorar
su capacidad de planificación y operaciones. Canadá seguirá
defendiendo el mejoramiento de los arreglos financieros para las
operaciones de la ONU. También nos empeñaremos en seguir mejorando el
sistema de mando y control de la ONU, así como el desarrollo de su
capacidad administrativa y logística.
En los casos en que la participación de las Fuerzas
Canadienses en operaciones de mantenimiento de la paz de la ONU estaba
sujeta a un "tope" numérico o a una cifra de 2000 efectivos,
nuestra reciente experiencia sugiere que sería más conveniente y
efectivo aplicar un criterio más flexible. Como principio general, las
Fuerzas Canadienses seguirán preparadas para desplegar en las
operaciones de la ONU fuerzas de contingencia de hasta un grupo de
tareas naval, una brigada y un batallón de infantería, un escuadrón
de aviones de combate y un escuadrón de aviones de transporte táctico.
Si estas fuerzas tuvieran que ser desplegadas en forma simultánea,
podrían llegar a requerir 10.000 efectivos.
Con este tope, Canadá incrementará su compromiso de
fuerzas de reservas para la ONU de un batallón, un elemento de
transporte aéreo y un elemento de comunicaciones al componente de
vanguardia de sus fuerzas de contingencia, es decir, dos buques (uno en
cada costa), un grupo de combate, un batallón de infantería, un
escuadrón de aviones de combate, un vuelo de aviones de transporte
táctico, un elemento de comunicaciones y un elemento de comando
general. De desplegarse simultáneamente, esto representaría el aporte
de 4.000 efectivos que podrían estar destacados para esta misión
indefinidamente.
Las fuerzas también seguirán dispuestas a desplegar
por períodos limitados elementos especializados seleccionados de las
Fuerzas Canadienses —personal médico, unidades de transporte y
señalización e ingenieros— en funciones de socorro humanitario.
Otros aportes canadienses, como el envío de observadores y
especialistas técnicos, serán realizados en la medida de lo posible.
OTAN: participación y reforma. Canadá
seguirá siendo un miembro pleno y activo de la OTAN. La amenaza
monolítica a Europa Occidental ha desaparecido y, por ahora, la
responsabilidad principal en la defensa de Europa recae en los propios
europeos. Al mismo tiempo, el Gobierno valora el enlace transatlántico
que ofrece la OTAN y reconoce que desde 1990 la Alianza ha avanzado en
su adaptación al mundo posterior a la guerra fría. Los aspectos que
reflejan un criterio cooperativo en las relaciones europeas de seguridad,
incluyendo la creación del Consejo de Cooperación del Atlántico Norte,
la Alianza para la Paz y el diseño del concepto de Grupo de Tareas
Conjunto son especialmente notables.
Canadá seguirá insistiendo en nuevos cambios. La
función fundamental y primordial de la Alianza es la defensa colectiva
de sus Estados miembros. No obstante, la OTAN puede aportar una mayor
contribución a la seguridad colectiva y cooperativa si su Gobierno se
empeñara en lograr un equilibrio adecuado entre la misión tradicional
de la Alianza y sus nuevos roles.
Canadá será un participante activo en los empeños
emprendidos por la Alianza para llegar a los países de Europa Central y
a los de la Comunidad de Estados Independientes. Brindaremos nuestro
pleno apoyo a la expansión de la OTAN, pero seguimos creyendo que esta
cuestión debe considerarse detenidamente; sin duda el proceso no debe
exacerbar los temores de Rusia de quedar rodeada o excluida. Canadá
participará en programas multilaterales y bilaterales encaminados a
integrar gradualmente a los miembros del Consejo de Cooperación del
Atlántico Norte en un orden de seguridad efectivo para el Hemisferio
Septentrional.
Finalmente, Canadá insistirá en que la Alianza se
transforme en una organización más eficiente en cuanto a sus costos
presupuestarios y operativos, en la misma medida en que los
departamentos de defensa nacional de todos los Estados miembros han
tenido que introducir ajustes fiscales. En particular, propondremos una
reducción de la costosa burocracia de la OTAN y que el presupuesto
militar se aplique a actividades relevantes para nuestro medio ambiente.
La perspectiva del Gobierno en torno a la OTAN
subraya el futuro de los compromisos que la Alianza impone a Canadá. En
caso de crisis o guerra en Europa, las fuerzas de contingencia que
mantendrá Canadá para todas las operaciones multilaterales estarán
inmediatamente a disposición de la OTAN. De demostrarse su necesidad,
Canadá movilizaría recursos nacionales adicionales para aportar las
fuerzas adicionales necesarias para que nuestro país pueda cumplir su
compromiso con la Alianza conforme a lo dispuesto en el artículo 5 del
Tratado del Atlántico Norte.
Aparte de este compromiso general de aportar fuerzas
para la defensa del territorio de la Alianza, Canadá mantendrá una
serie de compromisos con la OTAN específicos para tiempos de paz.
Dentro del contexto del conjunto de compromisos asumidos anteriormente
por Canadá con la Alianza, existen tres importantes cambios.
En primer lugar, Canadá concluirá su compromiso de
mantener un batallón para prestar servicios en la Fuerza Móvil Europea
del Comando Aliado (terrestre) o en la fuerza combinada de la OTAN en la
defensa del norte de Noruega. La evolución de la seguridad europea y de
la posición estratégica de la OTAN sugiere que este batallón podría
aportar una contribución más útil a la fuerza de la OTAN diseñada
para ser desplegada rápidamente en cualquier parte del territorio de la
Alianza, incluido Noruega. En consecuencia, estaríamos dispuestos a
aportar un batallón de infantería a la fuerza de reacción inmediata
de la OTAN. El equipo del batallón, actualmente predesplegado en
Noruega y adaptado particularmente a operaciones en el norte, regresará
a Canadá para ayudar a compensar las necesidades de unidades de combate
de la fuerza terrestre regular más importantes y la milicia.
En segundo lugar, Canadá complementará sus
contribuciones a la Fuerza Naval de Reserva Atlántica de la OTAN con la
asignación, sobre base ocasional, de un buque de la Fuerza Naval de
Reserva Mediterránea de la OTAN. Esta iniciativa ampliará aún más
los beneficios que obtiene nuestro personal naval de las operaciones con
las marinas aliadas y está de acuerdo con la orientación geográfica
más amplia de la OTAN.
Tercero, Canadá ha sido un importante contribuyente
neto al programa de infraestructura de la OTAN. Este programa permitió
en su momento contar con un mecanismo eficiente en función del costo
para reunir fondos de los países de la Alianza a fin de construir la
infraestructura de defensa colectiva. Teniendo en cuenta los cambios
registrados en el contexto de seguridad de Europa, la total
recuperación de la economía de Europa Occidental después de la guerra
y la necesidad de satisfacer las necesidades de seguridad cooperativa en
Europa Central y Oriental, Canadá reducirá su contribución a este
programa y destinará parte de esos fondos a la expansión de nuestros
programas de contacto bilaterales con Europa Central y Oriental en el
marco del Programa de Asistencia en Adiestramiento Militar.
Continuidad de su papel en la CSCE. Canadá ha
desempeñado una función activa en la Conferencia sobre la Seguridad y
la Cooperación en Europa (CSCE) desde su creación en 1973. Nuestra
participación ha incluido la firma del documento original (el Acta
Final de Helsinki, 1975), el Documento de Estocolmo sobre Medidas de
Fomento de la Confianza, de 1986, el Tratado sobre las Fuerzas
Convencionales en Europa, de 1990, y los Documentos de Viena de 1990 y
1992. Canadá también ha aportado fuerzas a la Misión de Supervisión
de la Comunidad Europea en los balcanes (dispuesta por la CSCE) y ha
brindado apoyo operativo a la misión de la CSCE en Nagorni-karabakh.
La CSCE es la única organización dedicada a
cuestiones de seguridad regional en Europa que incluye a Rusia y
prácticamente a todos los países de Europa Central y Oriental. Esto
otorga a la organización una incidencia especial en el fomento de la
confianza entre sus miembros. También abre la posibilidad de que la
organización, que ya ha desempeñado una función significativa en la
contención de los conflictos, pueda también cumplir su papel en la
solución de los conflictos, rol que podría incluir una amplia gama de
operaciones de mantenimiento de la paz y actividades afines. En la
medida en la CSCE llegue a un consenso en favor del desempeño de estas
funciones, Canadá estará dispuesta a apoyar las actividades
pertinentes dentro de las limitaciones que le imponen los aspectos
presupuestarios y la disponibilidad de recursos a tales efectos.
La CSCE carece de un mecanismo efectivo de toma de
decisiones. En efecto, pese a las recientes medidas para perfeccionar
sus mecanismos administrativos, sigue siendo más un proceso que una
organización. Sin embargo, a través del fomento de la transparencia
entre los Estados miembros y las organizaciones regionales (tales como
la OTAN y la WEU), y la gradual elaboración de un código de conducta
paneuropeo, a largo plazo, la CSCE estará llamada a aportar una valiosa
contribución a la seguridad europea. Canadá seguirá siendo un
participante activo en este foro.
Extensión al Asia y el Pacífico. Aparte de
su participación en la guerra de Corea, la participación de Canadá en
los asuntos de seguridad del Asia y el Pacífico desde fines de la
segunda guerra mundial se ha limitado fundamentalmente al aporte de
fuerzas a las distintas misiones de mantenimiento de la paz y
observación (incluida la Comisión Internacional para la Supervisión y
el Control en Vietnam y la autoridad de las Naciones Unidas para la
transición en Camboya), junto con su participación en los ejercicios
aéreos y navales RIMPAC con Estados Unidos, Japón, Australia y,
ocasionalmente, otros países del Asia y el Pacífico. Dado que nuestro
interés en Asia ha crecido en los últimos años, Canadá ha
participado más activamente en una serie de iniciativas de seguridad
regional, particularmente a través del fomento de diálogos sobre
seguridad regional, tales como el Foro Regional del Asia, el Consejo
para la Cooperación en Seguridad en el Asia y el Pacífico y el
Consorcio Canadiense sobre la Seguridad en el Asia y el Pacífico. Todas
estas actividades continuarán y, a medida que nuestros intereses
económicos en la región aumenten, Canadá desempeñará un papel más
activo en su seguridad.
Con este fin, ampliaremos nuestro actual programa de
contactos militares bilaterales que mantenemos con una serie de países
del Asia, incluido Japón, Corea del Sur y los miembros de la
Asociación de Naciones del Asia Sudoriental (ASEAN). Estos contactos
actualmente se limitan a la presencia de agregados de defensa en algunas
capitales y el mantenimiento de conversaciones periódicas y
conferencias. Nuestras actividades en la región del Asia y el Pacífico
se ampliarán gradualmente a fin de incorporar programas de visitas e
intercambios más regulares en el área del mantenimiento de la paz,
inclusive programas en el marco del Centro Canadiense de Adiestramiento
en Mantenimiento de la Paz Internacional Lester B. Pearson.
Continuación de su participación en otras
regiones. Aparte del rol que cumplió en la guerra del Golfo,
Canadá ha participado en más de treinta misiones de mantenimiento de
la paz, observación y socorro humanitario en América Latina, el
Oriente Medio y Africa, desde 1947. El compromiso de Canadá con la
estabilidad de estas regiones a través de la ONU y, cuando corresponde,
organizaciones regionales, continuará. El Gobierno pondrá un mayor
acento en la dimensión latinoamericana de nuestra política de
seguridad, tanto a nivel bilateral como a través de la Organización de
los Estados Asistiremos a los países de América Latina en
esferas tales como el adiestramiento en mantenimiento de la paz, medidas
de fomento de la confianza y el establecimiento de relaciones
cívico-militares. En Africa, Canadá fomentará el desarrollo de una
capacidad regional para emprender misiones de mantenimiento de la paz,
tanto sobre una base bilateral como a través de programas iniciados por
el Centro Canadiense de Adiestramiento en Mantenimiento de la Paz
Internacional Lester B. Pearson.
Objetivos
El Gobierno está renovando su compromiso tradicional
de participar en los aspectos militares de la seguridad internacional.
Canadá seguirá participando activamente en la ONU y la OTAN, pero
procurará impulsar nuevas reformas en estas instituciones para hacerlas
más relevantes, actualizadas, eficientes y efectivas. Canadá seguirá
participando en la CSCE y, dentro de las limitaciones de los recursos
disponibles, desarrollará más plenamente las relaciones de defensa con
los países de Europa Central y Oriental, América Latina, la región
del Asia y el Pacífico y Africa.
La extraordinaria expansión de las operaciones de la
ONU —tanto en su número como en su alcance— plantea a Canadá
algunas opciones difíciles. Debido a las limitaciones financieras,
Canadá tendrá que ser selectiva en sus compromisos. Canadá también
tendrá que aceptar que algunas misiones comportarán un considerable
riesgo. Sin embargo, al optar por mantener una fuerza de propósitos
múltiples con capacidad de combate, Canadá retendrá la capacidad de
aportar una contribución significativa y responsable a la paz y la
estabilidad internacionales, dentro del marco de la ONU, a través de la
OTAN o en coaliciones con países que alientan principios similares.
Con este fin, las Fuerzas Canadienses:
- mantendrán la capacidad de asistir al Departamento de
Relaciones Exteriores y Comercio Internacional en la protección y
evacuación de canadienses de zonas amenazadas por conflictos
inminentes;
- participarán en operaciones multilaterales en cualquier parte
del mundo, con los auspicios de la ONU o en la defensa de los
Estados miembros de la OTAN y, con tal fin,
- estarán en condiciones de desplegar o redesplegar,
retirándolas de otras operaciones multilaterales, un comando
conjunto de fuerzas de tareas y, como unidades individuales o
combinadas, uno o más de los siguientes elementos:
- un grupo de tareas navales, conformado por hasta cuatro
elementos de combate (destructores, fragatas o submarinos) y un
buque de apoyo, con el apoyo aeronaval pertinente,
- tres grupos de combate o brigadas separados (integrados por
tres batallones de infantería, un regimientos de blindados y un
regimiento de artillería, con el pertinente apoyo de combate y
apoyo de servicios para el combate),
- un escuadrón de aviones de combate, con el apoyo apropiado, y
- un escuadrón de aerotransporte táctico;
- dentro de un plazo de tres semanas, tres elementos individuales
o componentes de vanguardia de su fuerza y estará en condiciones
de mantenerlos indefinidamente en un entorno de amenaza moderada,
y
- En un plazo de tres meses, los restantes elementos de una fuerza
de contingencia completa;
- un batallón de infantería como fuerza de reserva de la ONU o
para la fuerza de reacción inmediata de la OTAN; y
- tendrán listos los planes para instituir otras medidas que
permitan incrementar la capacidad de las Fuerzas Canadienses para
mantener los compromisos existentes o responder a una crisis de
mayores proporciones.
- también mantendrán los siguientes compromisos específicos para
tiempos de paz con la OTAN.
- un buque para prestar servicios en la fuerza naval de reserva
atlántica,
- un buque para prestar servicios sobre una base ocasional con la
fuerza naval de reserva mediterránea,
- tripulaciones y demás personal para prestar servicios en el
sistema de alerta temprana aerotransportado,
- aproximadamente 200 efectivos para prestar servicios en los
distintos comandos de la OTAN,
- la participación, a nivel reducido, en el programa de
infraestructura de la OTAN, y
- la oportunidad de que las fuerzas aliadas obtengan
adiestramiento en Canadá sobre la base de recuperación de costos.
- en respuesta a las nuevas prioridades geográficas, ampliarán sus
contactos e intercambios bilaterales y multilaterales con algunas
contrapartes de Europa Central y Oriental, la región del Asia y el
Pacífico, América Latina y Africa, con acento especial en las
medidas de mantenimiento de la paz y fomento de la confianza, y en
las relaciones cívico-militares; y
- apoyarán la verificación de los acuerdos de control de
armamentos vigentes y participarán en la elaboración de futuros
acuerdos.
Capítulo 7
IMPLEMENTACIÓN DE LA POLÍTICA DE DEFENSA
El entorno militar de Canadá ha cambiado enormemente
en los últimos siete años. A lo largo de este período, la situación
financiera del país se ha deteriorado considerablemente. Por estas
razones, ya no se puede mantener el mismo enfoque de la política de
defensa.
La política de defensa que se plantea en este
Documento Blanco es clara y realista, pero también consciente de
nuestras responsabilidades mundiales. Nos permite mantener nuestras
tradiciones militares esenciales y renovar nuestros compromisos con la
estabilidad mundial. Representa claramente una importante evolución —una
etapa de cambio en la política de defensa canadiense. Propone una
transformación fundamental de la manera en que las Fuerzas Canadienses
y el Departamento de Defensa Nacional conducirán sus operaciones y sus
actividades en los próximos años.
En esta nueva orientación, el Gobierno ha tenido que
tomar decisiones difíciles. La mayoría de las áreas de defensa serán
reducidas —personal, infraestructura, equipo, adiestramiento,
operaciones—, algunas en formas más sustancial que otras. El peso
relativo de las fuerzas navales, terrestres y aéreas que ha prevalecido
durante años será ajustado, primordialmente para permitir la
transferencia de recursos a las áreas donde son más necesarios —sobre
todo, al combate terrestre y a las fuerzas de apoyo para el combate—
en respuesta a un mayor énfasis en las actividades multilaterales y,
particularmente, en las operaciones de paz y estabilidad.
El mantenimiento de una capacidad esencial de las
Fuerzas Canadienses en momentos de restricción fiscal constituye un
gran desafío. El programa de defensa ha sido sustancialmente revisado
para reflejar únicamente las prioridades más esenciales. Se han
reducido todas las áreas —todo es objeto de un minucioso análisis.
Importantes reducciones en las actividades de comando y apoyo
significarán mayores recursos destinados a las fuerzas de combate y
menos a los gastos administrativos generales. Esto garantizará que las
Fuerzas Canadienses sigan bajo un comando correcto, estén debidamente
adiestradas y equipadas para las misiones que les encomendará el
Gobierno.
Administración, comando y control
Reducciones del comando de defensa nacional y los
mandos subordinados. Si bien la base estructural del Departamento y
de las Fuerzas Canadienses son básicamente satisfactorias y capaces de
enfrentar el desafío, pueden ser más racionalizadas. El Departamento
de Defensa Nacional y las Fuerzas Canadienses continuarán, en
particular, mejorando la administración de recursos a través de
iniciativas tales como Defensa 2000 para asegurar el uso más eficiente
de los recursos a todos los niveles de organización. Esta política de
administración pone el acento en la delegación de la autoridad
decisoria, la responsabilización del personal, la eliminación de
trámites engorrosos y de la superposición de funciones, y el fomento
de las innovaciones. El Departamento y las Fuerzas se reducirán en 1999
por lo menos en un tercio de su personal y sus recursos destinados a
funciones del comando.
Comando integrado. El Comando de Defensa
Nacional Integrado (CDNI) ha existido por más de 20 años. El CDNI
impulsa una relación cívico-militar más estrecha y reúne una amplia
gama de conocimientos, técnicas y percepciones, todo lo cual
contribuirá a una administración mejor orientada, más coherente y
eficiente en materia de defensa. A nivel estratégico, la actividad
militar se interrelaciona en forma inseparable con aspectos sociales y
económicos, y con imperativos públicos y de política. Esto quedó
absolutamente de manifiesto durante la guerra del Golfo y la crisis de
Oka. Fue necesario reconciliar con rapidez los aspectos internacionales,
militares, financieros, públicos y de gabinete, y adoptar decisiones
prudentes. Un comando eficiente es también esencial para mantener
nuestro activo papel en las operaciones de mantenimiento de la paz y
demás operaciones multilaterales. De manera que el Gobierno no concibe
razón alguna que justifique revertir la integración cívico-militar
del Comando de Defensa Nacional.
Comando y control. La estructura de comando y
control de las Fuerzas Canadienses ha demostrado ser eficiente y
adaptable, pero insume una proporción muy importante de los recursos
disponibles para la defensa. Como respuesta a las recomendaciones del
Comité Especial Conjunto sobre la política de defensa canadiense, se
establecerá una nueva estructura de comando y control a mediados de
1997; la misma se basará en principios de comando y control militar
correctos y responderá a la necesidad de incrementar la proporción de
personal operativo. El comando de las operaciones militares seguirá
siendo ejercido por el Comandante en Jefe de Defensa, normalmente, a
través de la designación de un comandante de operaciones,
eliminándose un nivel de comando.
Programa de bienes de capital. El nuevo
contexto de seguridad y las actuales circunstancias fiscales exigen que
la defensa nacional reestructure radicalmente los planes de adquisición
de bienes de capital. El énfasis se pondrá en la extensión de la vida
útil del equipo toda vez que sea prudente y eficiente en función del
costo. Se adquirirá nuevo equipo sólo para fines que se consideren
esenciales para el mantenimiento de una capacidad básica de las Fuerzas
Canadienses y el mismo será adaptado a la más amplia gama posible de
funciones de defensa. Toda vez que sea viable, las Fuerzas Canadienses
operarán un número más reducido de equipos y adquirirá equipo de
mantenimiento más sencillo. El Departamento explorará también
mecanismos innovadores para adquirir y mantener el equipo. Las
adquisiciones proyectadas serán reducidas por lo menos en 15 mil
millones de dólares a lo largo de los próximos 15 años. En
consecuencia, se eliminarán, reducirán o postergarán una serie de
proyectos actualmente planificados.
Adquisiciones. El Departamento de Defensa
Nacional adoptará las mejores prácticas económicas —mayor recurso,
por ejemplo, a la entrega de artículos de uso común para reducir el
costo de inventario. El Departamento incrementará la adquisición de
tecnología comercial en inventario que satisfaga las especificaciones y
las normas militares esenciales. Se adoptarán especificaciones
militares completas o modificaciones singularmente canadienses sólo
cuando se demuestre su necesidad esencial. El Departamento también
fomentará sus interrelaciones con el sector privado. En los casos en
que una evaluación comercial demuestre la posibilidad de incrementar la
eficacia en función del costo, actividades de apoyo que actualmente se
cumplen a nivel interno, serán transferidas totalmente al sector
privado canadiense o se realizarán en forma compartida con la industria
privada de acuerdo con diversos acuerdos de asociación. El Departamento
seguirá procurando nuevos mecanismos de apoyo a las fuerzas
operacionales. El sistema de suministro de materiales y su procesamiento
se harán claramente más eficiente a través de la consolidación y
adopción de tecnología avanzada. También se adoptarán otras medidas
para modernizar y racionalizar el trámite de adquisiciones en consulta
con otros departamento afectados.
Repercusiones industriales. En medio de todos
estos cambios es importante reconocer las relaciones entre la política
de defensa canadiense y los distintos sectores económicos del país. En
el mundo de hoy, una fuerza de propósitos múltiples y capacidad de
combate exige el apoyo de una base industrial tecnológicamente avanzada
para ser eficaz. Además, en todos los países industriales principales
existe un estrecho vínculo entre el gasto en investigación y
desarrollo y adquisiciones para la defensa, y el crecimiento de
numerosos sectores altamente tecnificados. En Canadá, casi 60.000
personas están empleadas en sectores de alta tecnología como la
tecnología aeroespacial y electrónica, que están vinculados a las
adquisiciones para la defensa. Estos vínculos se extienden mucho más
allá de la producción de equipo de defensa e incluye repercusiones
tecnológicas en los productos comerciales y el acceso a los mercados
internacionales. El desafío que plantea una reducción en el gasto de
capital y de investigación y desarrollo y una orientación mayor a la
adquisición de productos ya en inventario será mantener y mejorar los
efectos económicos de los gastos que se seguirán efectuando. Con este
fin, la defensa nacional actuará en estrecho contacto con la actividad
privada, al igual que con los servicios de obras públicas y de gobierno
del país, para armonizar la política económica y de defensa a efectos
de mantener una capacidad industrial de defensa esencial. El Gobierno
procurará fomentar la conversión de la industria de defensa al
crecimiento industrial nacional y la competitividad internacional de las
empresas canadienses, en forma congruente con sus acuerdos de comercio
internacional.
Infraestructura y apoyo. Aunque la defensa
nacional ha avanzado considerablemente en la reducción de la
infraestructura y el apoyo para la defensa, es posible y necesario
efectuar mayores reducciones. Se han iniciado acciones para ampliar la
racionalización de la infraestructura y los servicios de apoyo de
defensa conforme lo dispone el presupuesto federal de 1994.
Estudios de defensa. El Gobierno concuerda con
la conclusión del Comité Especial Conjunto en el sentido de que un
modesto programa de asistencia a las universidades canadienses y a otras
instituciones que realizan estudios sobre defensa constituye una
inversión altamente redituable. Este programa se mantendrá. También
se establecerá una cátedra de estudios sobre administración de
defensa.
Aspectos de personal
Reducción de personal. Se seguirá reduciendo
el personal. Las reducciones se implementarán en forma ordenada, justa
y equitativa. El Gobierno está decididamente empeñado en dar un trato
humano y razonable a los empleados cuyos empleos sean eliminados y en
actuar conjuntamente con los sindicatos.
Código de disciplina del servicio. El código
de disciplina del servicio, establecido en la ley de defensa nacional,
ha estado vigente por más de 45 años, con sólo pequeñas enmiendas.
Se han registrado importantes cambios en las normas sociales y
jurídicas canadienses a lo largo de este período. El Gobierno
enmendará la ley de defensa nacional para actualizar sus disposiciones
y satisfacer las necesidades militares de la época moderna. Esto
comportará en particular enmendar el sistema de justicia militar en lo
que se refiere a las cortes marciales y los juicios sumarios.
Términos del servicio. El Gobierno pondrá
mayor acento en mandatos renovables de corto plazo para los miembros de
las Fuerzas Canadienses. El mandato dependerá de las habilidades y la
capacitación necesaria para cumplir la tarea. Los reservistas que
participan en asignaciones operativas o que regresan de estas
asignaciones, recibirán los beneficios postoperacionales de que ahora
dispone la fuerza regular.
Política de personal. Se reestructurá la
carrera militar para reducir el número de cargos y destinos que un
integrante permanente de las Fuerzas Canadienses puede esperar a lo
largo de sus años de servicio. Esta política determinará una
reducción de las reubicaciones y aliviará así la carga del personal
militar y de su familia y ahorrará dinero al Gobierno.
Las Fuerzas Canadienses reducirán el personal
militar en ciertos cargos y oficios en la medida en que se reduzcan las
funciones y las mismas se reasignen a empleados civiles. La nueva
estructura de comando y control permitirá reducir sustancialmente el
número de cargos de alto nivel y el coeficiente de oficiales generales
y de oficiales civiles de alto nivel en la Fuerza en su conjunto, así
como el coeficiente oficiales/miembros no comisionados de las fuerzas
regulares y de la reserva.
El porcentaje de mujeres en las Fuerzas Canadienses
está entre los más elevados del mundo. Sin embargo, el empeño por
hacer más atractiva la carrera militar para las mujeres será reforzado.
Aunque la necesidad de una "universalidad de servicio" en el
ejército sigue siendo primordial, el Departamento y las Fuerzas
procurarán que siga existiendo una igualdad de empleo para todos los
canadienses, independientemente del género, la raza, el sexo, la
orientación o cultura, y con estricta aplicación de una política de
"cero acoso" en el lugar de trabajo.
Se elaborarán propuestas para mejorar la política
del Gobierno en materia de licencias. El Gobierno alentará y procurará
nuevos mecanismos para otros niveles del Gobierno y de la empresa
privada —en particular, la pequeña empresas— para que procedan de
la misma manera. Las Fuerzas Canadienses también pondrán el acento en
la importancia de la disponibilidad para un servicio activo cuando
reclute reservistas.
Personal civil. El personal civil es un
componente integral del equipo de defensa. Funcionarios públicos
altamente calificados cumplen una serie de diversas funciones dentro de
la organización en apoyo de la misión de defensa, desde la prestación
de servicios calificados a nivel local al desempeño de tareas
administrativas, científicas y académicas profesionales. Si bien el
número de empleados civiles seguirá reduciéndose a aproximadamente
20.000 para 1999, nuestros empleados civiles seguirán cumpliendo
funciones vitales en la implementación efectiva de la nueva política.
Fuerza total
Las Fuerzas Canadienses constituyen una fuerza
unificada de elementos navales, terrestres y aéreos. Su estructura se
basa en el concepto de fuerza total que integra al personal a tiempo
completo y a tiempo parcial para conformar unas fuerzas armadas con
propósitos múltiples y capacidad de combate. De acuerdo con el
concepto de fuerza total, se mantienen fuerzas regulares para aportar al
Gobierno una capacidad de respuesta inmediata; las fuerzas de reserva
tienen el propósito de incrementar y sostener a las unidades regulares
y, en algunos casos, se destinan a tareas que no cumplen las fuerzas
regulares, tales como las operaciones de contramedidas en materia de
minado. El concepto también ofrece un contexto para el adiestramiento y
equipamiento de las fuerzas de reserva.
Se ha avanzado en la implementación del concepto de
fuerza total y muchos reservistas están ahora listos para cumplir
funciones en la fuerza regular. En efecto, en los últimos años, varios
miles de reservistas han prestado servicios en misiones difíciles
dentro y fuera de fronteras. El criterio de fuerza total se adecua a las
necesidades de Canadá. El Gobierno reconoce la constante necesidad de
un marco de movilización nacional; sin embargo, es necesario introducir
cambios que reflejen las necesidades canadienses en materia de fuerzas
listas para la acción, a efectos de satisfacer las necesidades internas
y contribuir a las operaciones multilaterales.
Movilización. El nuevo contexto estratégico
ha llevado al Gobierno a reconsiderar el enfoque tradicional de la
planificación para la movilización. Los planes de movilización deben
permitir una transición gradual y ordenada de las operaciones de rutina
en tiempo de paz a niveles más elevados de acción, que en última
instancia puedan incluir la movilización total del país. En
consecuencia, se revisarán los planes de movilización sobre la base de
un nuevo contexto en cuatro etapas.
- La primera etapa de reacción ante una crisis o emergencia
exigirá "la generación de una fuerza"; es decir, todas
las medidas necesarias para preparar los elementos de las Fuerzas
Canadienses a efectos de emprender nuevas tareas operativas y de
mantenerlas y apoyarlas. Estas funciones serán emprendidas dentro
del contexto de los recursos existentes en las Fuerzas Canadienses.
Ello incluirá el adiestramiento y la preparación de reservistas
para incrementar la fuerza regular.
- La etapa siguiente, "mejoramiento de la fuerza",
implicaría el mejoramiento de la capacidad operativa de las fuerzas
existentes a través de la asignación de mayores recursos. Se
realizará sin un cambio permanente en la postura o en las funciones
de las Fuerzas Canadienses, aunque podría ser necesario la
formación de unidades temporarias sobre elementos especializados.
Este nivel de movilización es similar a las acciones adoptadas en
respuesta a la guerra del Golfo pérsico de 1990 y a todos los
compromisos actuales de mantenimiento de la paz.
- "La expansión de la fuerza", o tercera etapa,
implicaría la ampliación de las Fuerzas Canadienses y quizá
algunos elementos del Departamento de Defensa Nacional, para
enfrentar una crisis o emergencia de mayores proporciones. Ello
implicará introducir cambios permanentes en los roles, estructuras
y asignación de funciones en las Fuerzas Canadienses y podría
requerir la formación de nuevas unidades, el mejoramiento de
servicios existentes y la adquisición de nuevo equipo. Esta etapa
es similar a los cambios estructurales y funcionales incorporados a
todos los elementos de las Fuerzas Canadienses y del Departamento de
Defensa Nacional en 1950-1952, época en que Canadá aportó fuerzas
armadas a la operación multinacional de las Naciones Unidas en
Corea y a la recientemente formada OTAN, en Europa.
- Por último, aunque en este momento es sumamente improbable una
guerra mundial, sigue siendo prudente tener listos planes "sin
costo" para una "movilización nacional" total. Esta
cuarta etapa puede afectar todos los aspectos de la sociedad
canadiense y sólo se pondría en vigencia con la proclamación por
el Gobernador, de acuerdo con su Consejo, de una "emergencia de
guerra" en el marco de la ley de emergencias.
Revisión de la posición de la Fuerza. Para
1999, el poderío de las fuerzas regulares será reducido a unos 60.000
efectivos y en la reserva primaria, a unos 23.000. Esto, junto con el
nuevo concepto de movilización y el nuevo énfasis en las operaciones
multilaterales en apoyo de la estabilidad mundial, exigirá una serie de
ajustes en la estructura de la fuerza. Teniendo en cuenta la necesidad
de mantener un estado de alerta adecuado para responder a tareas
multilaterales de la ONU o de otra índole, por ejemplo, el actual
equilibrio entre efectivos regulares y reservistas en las unidades
operacionales ya no es adecuado. El Gobierno está de acuerdo con el
Comité Especial Conjunto en que las fuerzas terrestres deben ser
ampliadas. Se incorporará aproximadamente un total de 3.000 efectivos
adicionales al personal de campaña. Los recursos adicionales
provendrán de reducciones en el comando, la restructuración de las
tres armas y una reducción en el volumen de la reserva.
Reserva. La reserva es una institución
nacional que proporciona un vínculo vital entre las Fuerzas Canadienses
y las comunidades locales. Su función principal será el incremento,
mantenimiento y apoyo de las fuerzas desplegadas. Aunque el número
global de reservistas será reducido, la calidad y capacidad general de
la reserva para brindar a la fuerza total personal adiestrado para
incrementar las unidades serán significativamente mejoradas. Se
realizará un examen minucioso de todos los elementos de la reserva
primaria y complementaria con el objetivo de mejorar su capacidad para
responder a las nuevas necesidades y al nuevo criterio de movilización.
El Gobierno reconoce que la mayor proporción de recursos de la reserva
debe orientarse a mejorar la capacidad y disponibilidad operacionales.
En particular, la estructura de las milicias exige atención y
modernización para lograr que las unidades sean más eficientes y más
capaces de contribuir al concepto de fuerza total. También se
examinará la posibilidad de asignar mayores funciones de apoyo, tales
como las de servicios médicos, logística, comunicaciones y transporte,
a la reserva. En la medida en que también puede ser necesario
incorporar modificaciones a la reserva naval, aérea y de comunicaciones,
se seguirá el mismo criterio general. La reserva complementaria,
integrada por personal militar retirado que podría incrementar la
fuerza regular en una emergencia, será mantenida, pero ya no será
financiada.
Muchas unidades de reserva, pese a un servicio
prolongado y honorable, han disminuido en tamaño y eficacia en los
últimos años y el equipo está subutilizado. La nueva situación
estratégica y fiscal exigirá una racionalización de las
organizaciones de la reserva y de las estructuras jerárquicas. Se hará
todo lo posible por mantener las tradiciones y la eficacia de los
regimientos de reserva. Sin embargo, las comunidades locales deben
asumir una mayor responsabilidad para ayudar a mantener las tradiciones
y las actividades de la reserva.